Tengo 17 años y ya he
encontrado a la mujer de mi vida. Prácticamente la vi nacer.
Y eso que todavía no es una mujer.
Pero su forma de moverse encima de mí, su forma de
hacerme el amor y de follarme, su forma de mirarme y apartarse el pelo a un lado
cuando se inclina para besarme no es la forma de hacer las cosas de una chica.
Es la de una mujer.
La de una mujer que está con el hombre de su vida.
Yo no he nacido con estrella; Alá me ha dedicado una
galaxia entera.
Lo estábamos haciendo sin nada. Ella me miraba a los
ojos, y yo la miraba a ella, y aquellas dos esferas chocolate, sus ojos de
gacela, brillaban con todo el universo contenido en ellas. El amanecer era
horrendo comparado con lo que ella tenía en la mirada. Me acarició la espalda.
Se incorporó un poco y me besó. Suspiró mi nombre.
-Oh, Scott…
Había encontrado un ángulo mejor en el que entrar en
ella, y lo había aprovechado. Me encantaba la sensación de piel contra piel,
calor con calor, humedad y humedad. La sentía palpitar, pero, a la vez, estaba
tranquila. Extremadamente tranquila.
Era la tranquilidad de la chica que espera toda la
vida a que por fin el chico que le gusta se fije en ella, le diga que la
quiere, que está enamorado de ella. El chico es gilipollas, y tarda mucho en
hacerlo, pero lo importante es que lo hace.
Me acerqué peligrosamente al orgasmo. Me detuve un
poco. Quería durar para ella. Quería que llegáramos juntos. La acaricié. Le
besé los pechos. Ella sonrió.
-Scott-fue todo lo que dijo. Ojalá mis padres hubieran
hecho como los de Beyoncé y hubieran patentado el nombre de su hijo. La simple
idea de pensar que había tíos que se llamaban como yo, tíos que podrían
estremecerse porque compartían conmigo la magia que era escuchar nuestro nombre
de sus labios, me volvía loco. Me enfurecía y entristecía a partes iguales.
Toda mi vida me había creído un pájaro que podía volar
libremente, ir donde fuera, escalar la más alta de las cumbres sin llegar a
entrar en contacto con el suelo, descender al más profundo de los abismos sin
temer la caída, porque mis alas me protegían.
Estando con Eleanor, había descubierto mi verdadera
naturaleza. No era un pájaro, ya no digamos un ave fénix, como me creía en mis
mayores delirios de grandeza, cuando estaba borracho y conseguía meterla.
Era un avión, un avión de papel. Y ella era la brisa
marina de la villa pesquera de casas blancas y pequeñitas. La brisa cargada de
sal, la que enreda melenas, forma olas, acaricia acantilados.
Era ella la que me hacía volar, la que me mantenía
lejos de las olas.
Volví a empujarla despacio, y ella suspiró. Cerró los
ojos y se mordió el labio.
-Eleanor-susurré, se estremeció un poco más-, Eleanor,
mírame. Escucha.
Abrió los ojos y los clavó en mí.
-Estoy enamorado de ti-repetí.
Estaba a punto de echarse a llorar.
Todo su cuerpo respondía al mío. Todas sus curvas me
pertenecían como le pertenecían mis ángulos. Follármela no era nada comparado
con hacer el amor los dos.
Y menos, hacerlo como lo estábamos haciendo. No me
importaría una mierda que se quedase embarazada. Seguro que a ella tampoco.
Estar así, juntos, juntos de verdad, te hacía perder la calma. Era una locura. Era sentiros y
responder a lo que el otro quería como no se podía hacer de ninguna otra forma.
Perdías la calma cuando se corría para ti, porque lo notabas de verdad, sentías
su calor rodeándote, al tuyo rodeándola.
Pero tenías conciencia, y la mayoría de las veces no
te compensaba. Por mucho que te volviera loco sentir cómo ella se corría
contigo en su interior, y cómo celebraban eso vuestros cuerpos desnudos, le
decías que disfrutabas igual cuando te lo quitaban.
Que no había casi diferencia.
En realidad, era abismal.
Pero tú te callas.
Para que no se sienta obligada. Para no poneros en
peligro.
Para hacer los momentos como éste mil veces más
especiales.
Porque la unión de vuestros cuerpos no es ya lo
bastante especial. También tiene que serla la de vuestro placer.
Su respiración se volvió irregular, la mía respondió
de la misma manera. Contuve el impulso de acelerar; algunas cosas tienen que ir
con calma. Sonrió al notar que me frenaba para esperarla. Había cerrado los
ojos, pero los volvió a abrir cuando se dio cuenta de mi intención.
-Te quiero, S-susurró, acariciándome la mejilla. La
besé en los labios.
-Yo a ti también, mi amor-dije, con mi boca tan cerca
de la suya que se comió mis palabras mientras mis labios acariciaban los suyos.
Entreabrió un poco la boca. Exhaló mi nombre mientras temblaba cada vez con más
violencia. La besé, degusté su orgasmo mientras llegábamos a la vez.
Por dios, qué bien sabía su boca justo cuando se
rompía para mí, a la vez que yo.
Me odié por no haberme separado y ver cómo se
estremecía, ya acabado todo… pero me felicité a mí mismo por haber conseguido
esperarla, dejado que me alcanzara, haberla besado y haber probado lo que no le
había dado a ningún otro chico.
Nos miramos el uno al otro. El sol quería asomarse con
timidez, pero la Luna se lo impedía. Éramos sus hijos. Nuestros suspiros eran
su creación. Ella siempre había observado nuestras primeras veces: la primera
vez que me besó, la primera vez que la desnudé, la primera vez que entré en
ella, el primer te quiero que me regaló, la primera vez que le dije que me
estaba enamorando de ella…
… y cuando por fin ya me había enamorado del todo, y
se lo confesé, y allí estábamos.
Me acarició la nariz con la suya.
-Me dejaría matar ahora mismo-confesó, mirándome-. Es
insoportable lo feliz que soy ahora mismo, Scott.
-Quédate conmigo. Ni se te ocurra largarte-ordené-. Te
seguiría hasta el fin del mundo. Más allá, incluso.
Se me quedó mirando. Yo nadé en sus ojos, me perdí en
los bosques otoñales que había en ellos. Ella vagó por la espesura de los míos.
-Cada segundo que esperé durante toda mi vida a que me
dijeras eso ha merecido la pena-dijo por fin, rompiendo el hechizo. Me acarició
el brazo. Seguía dentro de ella.
Pero ya no nos importaba.
Lo nuestro iba más allá de nuestros cuerpos.
Mataría a todo aquel que se atreviera a decir que no
compartíamos un alma a partir de ese instante, que la mía era la suya y la suya
era la mía, que estaban mezcladas como la nata y la fresa en los postres
preferidos por medio mundo.
No supe qué contestar. ¿Qué puedes contestar a eso? Me
había dejado sin palabras, a mí, que siempre
tenía una contestación en la punta de la lengua, lista para ser disparada.
Así que hice lo segundo que mejor se me daba hacer en el mundo: amarla. La
volví a besar, mi lengua acarició la suya, con la frase que me acababa de decir
incluida. Y sabía terriblemente bien.
Y en mi cabeza, sólo había un pensamiento.
Tus hijos van a
ser los de ella.
Sonreí.
Inshallah.
Me separé de
ella, me tumbé a su lado, y ella se acurrucó contra mi pecho. Cerró los ojos.
Me compadecí de sus sueños, de los tíos con los que pudiera fantasear. Ninguno
iba a poder darle lo que yo le había entregado. Ninguno conseguiría que
sintiera todo lo que yo le hacía sentir.
Sonreí con malicia, mirando al techo, con el
pensamiento diabólico de que era mía, y
yo era suyo, rondándome por la
cabeza. Escalando por mi mente, conquistando cada rincón, adueñándose de cada
célula.
Le acaricié la espalda por la zona de los lumbares, y
ella suspiró con satisfacción.
-S-dijo nada más.
-Di mi nombre.
-S-repitió, traviesa. Sonreía con infinita ternura en
los labios.
-Mi nombre entero.
-Scott Yaser Malik-murmuró, y ni siquiera me molestó
mi segundo nombre. Sonaba, incluso, bien. Me contuve para no pedirle que
repitiera la segunda palabra. Por fin tenía sentido. “Protegido de Dios”. Vaya
que sí.
No sé qué coño habré hecho, ni lo que me deparará el
futuro, pero Alá me adora. De lo contrario, no me la habría dado.
-Tampoco tan entero-susurré, besándole el pelo.
-Di tú el mío.
-Eleanor.
-Y ahora dime cómo me llamas.
-Mi amor-susurré, volviendo a besarle la cabeza. Se
abrazó a mi espalda.
Nos quedamos en silencio, sumidos en nuestros
pensamientos. Recordé, de repente, quién era ella y quién era yo. Que ella
tenía un hermano al que le debía lealtad.
Me apeteció muchísimo celebrar aquello.
Le acaricié la espalda.
-Voy a decírselo el 29-anuncié. Suspiró, se aferró un
poco más a mí, pero no dijo nada.
-¿El qué?
-Lo nuestro. A Tommy-expliqué.
-¿Por qué el 29?-quiso saber, sin apenas abrir los
ojos.
-No me va a dirigir la palabra, pero en Nochevieja nos
emborracharemos y se le olvidará que está enfadado conmigo por enamorarme de su
hermana y…
-No olvidemos cómo te follas a su hermana-intervino,
abriendo un ojo y echándome un vistazo entre aquellas pestañas suyas. No podía
con ella, nunca iba a poder con ella. Qué ganas tenía de pasarme toda la vida
pensando en qué momento conseguiría alcanzarla, qué ganas tenía de morirme en
mi cama con su mano en la mía y descubrir que, en efecto, mis sospechas habían
sido acertadas: ella estaría siempre por encima de mí.
-… para cuando recupere la conciencia, ya será tarde.
Me habrá perdonado, y Tommy no retira un perdón. No es rencoroso. Yo, sí.
-Algún defecto tenías que tener.
-También soy celoso-le recordé, pero se encogió de
hombros.
-Conmigo no vas a serlo.
-¿Cómo lo sabes?
-Lo sé. Yo no te voy a dar razones para que te pongas
celoso. Seguro que estás muy guapo, pero estás muy guapo así… desnudo. Borracho
de mí. Mío.
Sonreí.
-Además-continuó-, después de esto…-sacudió el pelo,
se incorporó, volvió a sacudir la cabeza y un par de mechones rebeldes se le
colocaron alrededor del rostro, enmarcándolo. Parpadeó despacio, como el ángel
que era, el que venía a decirme los planes que Alá tenía para mí-. De lo que me
has dicho y de lo que me has hecho… no voy a poder irme muy lejos de ti. Desde
luego, no lo suficiente como para darte opción a tener celos.
Le acaricié la cara, le dije que era preciosa, y ella
apoyó ligeramente la mesilla sobre la palma de mi mano. No quería dejarme
marchar, ni yo quería marcharme.
-Me preguntaba cuándo me lo dirías-dijo por fin,
después de clavar sus ojos de gacela en mí y dejarme sin respiración-. Has
tardado.
-¿Ya lo sabías?
-Scott-dijo, como si fuera evidente-, me miras como
Fitzgerald desearía que Gatsby mirara a Daisy.
-Es por el nombre-expliqué. Frunció ligeramente el
ceño.
-¿Qué?
-Scott Fitzgerald. Me llamo Scott-dije, en el mismo
tono de evidencia. Alzó una ceja.
-¿Te lo pusieron por él?
-No sé, Eleanor, ¿el agua moja? Mi padre es profesor
de Literatura, el único con un nombre más o menos “común” en Gran Bretaña soy
yo… ¿por quién coño me lo iban a poner, entonces? ¿Por nuestros vecinos’?
-Creí que era por si algún día te apetecía convertirte
en rey. Para que no tuvieras que romperte la cabeza buscando un país.
-Pobres escoceses-murmuré-, seguro que han tenido
malas experiencias y no quieren reinas que se llamen Eleanor.
-Sería la primera de mi nombre-tonteó, acercándose a
mí. Me besó en los labios, yo le acaricié la parte baja de la espalda. Suspiró
cuando mi mano bajó un poco más, por sus nalgas, y un poquito más-. Oh, Scott…
Si volvía a hacerme eso, a decir mi nombre así, la
obligaría a grabarse y mandarme el audio para poder ponérmelo de tono de
llamada.
Me vino la contestación mientras su lengua estaba en
la mía; quizás fue por la cercanía de nuestros cuerpos o la mezcla de nuestras
almas, pero el caso es que se me encendió una chispa… y le acerqué paja seca
para provocar un incendio.
-¿El?-susurré. Se separó de mí, se relamió aquellos
labios con un ligero toque a cereza y un fortísimo sabor a sexo. Mi combinación
favorita-. Todavía no se han escrito libros que contengan una mínima mención de
lo que me haces sentir tú.
Me pegó un puñetazo, así, por la cara.
-¡Deja de hacer eso!-bramó, y yo la miré,
interrogante-. ¡Ser tú! Con cada palabra que sueltas por esa boca, me quitas un
mes durmiendo cuando me dejes.
-¿Y si no lo hago nunca?
-No voy a tener esa suerte.
-Me vas a dejar tú a mí-repliqué, y no sabía hasta qué
punto tenía razón. De dos veces que lo dejaríamos, las dos veces cortaría ella.
Y las dos volveríamos también porque yo insistiría, pero terminaría cediendo
ella.
-No estoy loca-aseguró. Y nos quedamos mirando, y en
sus ojos empezó a crecer una estrella, y yo me creía un cometa, y me apetecía
muchísimo acercarme a ella para derretirme y terminar estampándome contra ella
en una patética imitación de toda mi gloria pasada.
La besé, pidiéndole lo que ella me llevaba solicitando
todo el fin de semana. Noté su consentimiento en mi garganta.
-Ponte encima-susurré, y ella sonrió en mis labios-.
Te siento mucho mejor.
-Como quiera Su Majestad.
Se sentó sobre mí, yo me hundí en las sábanas.
-¿Sabes? Mi apellido significa “rey”.
Eleanor sonrió.
-Te lo han puesto a posta.
-Podrían haberme puesto el nombre de mi padre y a él,
buscarle otro. Zain significa “belleza”.
Me preguntó qué significaba mi segundo nombre.
-Rey protegido por dios-susurró, pensativa-. Tiene
mucho sentido.
-La pena es el “Scott”, pero es lo que más me gusta.
-No tienes cara de Yaser-convino ella-, pero tampoco
la tienes de Zayn.
-Tengo cara de Scott-asentí.
Ella nos lo hizo con más rabia. Ya sabía a qué
atenerme cuando se ponía encima. Tenía muchísima pasión dentro, muchas ganas.
Cerré los ojos y me dejé llevar. Me derramé en ella, ella se rompió sobre mí,
me besó en los labios, y me dijo que deberíamos dormir un poco.
Se acurrucó contra mí.
-Te veo en mis sueños-le dije, más por putearla que
por otra cosa. Me pellizcó el costado.
-Eres insoportable-protestó, pero sonreía.
Me propuse que la última palabra que dijera antes de
dormirse fuera mi nombre, así que volví a acariciarla muy despacio. Me
encantaba cómo su cuerpo respondía a mis manos. Se le ponía la piel de gallina.
-Oh, Scott-conseguí que dijera, por fin. Deseé que
Tommy estuviera allí, que la escuchara decir mi nombre, que la viera mirarme y
que me viera tocarla. Todo aquello, lo había conseguido ella sola.
Entendía que pensara que no me la merecía.
Pero no que pudiera creer que no podría hacerla feliz.
Estaba claro que yo era el único que podía hacerla
feliz de aquella forma.
Se dio la vuelta, y yo no pude apartar la mirada de
ella. Cómo respiraba despacio, cómo brillaba, sintiéndose protegida y amada
como nunca antes, qué suave tenía el pelo al tacto, qué hermosos eran los
lunares de la constelación de su espalda, las únicas estrellas que seguían con
nosotros incluso cuando no estábamos haciendo nada, como una especie de
recordatorio de adónde conseguíamos llegar cuando nos lo proponíamos… no pude
reprimirme y le acaricié el pelo, la espalda, los lunares, y ella suspiró de
satisfacción varias veces en sueños. No más “oh, Scott”, pero a mí me bastaba,
sinceramente. Lo hacía.
Las voces de mi cabeza volvieron a mí. No habían sido
lo bastante potentes como para apartarme de sus brazos o de su mirada
hipnótica.
Ahora, pude entenderlas.
Algún día.
Sonreí.
-Inshallah.
Me acerqué a ella, le pasé una mano por la cintura,
sonreí al notarla sonreír… y yo también cerré los ojos.
Arriba, dormilón, parecía decir el sol. Hijo de puta. Me apetecía
seguir durmiendo, había sido una noche muy intensa. Cualquiera diría que
Eleanor y yo éramos las mismas personas. Había un mundo de diferencia entre los
que habían echado un polvo de la hostia en el baño de aquella discoteca, a los
que se habían hecho el amor a primera hora del día, cuando el cielo todavía era
feminista y no se decantaba ni por el rosa ni por el azul.
Y, encima, me daba el sol en la cara.
Me di la vuelta, decidido a seguir durmiendo. Ni
siquiera miré qué hora era. Estiré el brazo, buscando a Eleanor, pero no estaba
allí. El hueco estaba caliente, así que no tardaría en volver. Seguramente
había ido al baño.
No sé por qué, evoqué el momento en que me había
acercado a mi padre, fingiendo que no me moría de los nervios por si me decía
que no, y le solté en el tono más casual que conseguí:
-¿Me dejas las llaves del piso?
Papá me miró un segundo, sólo un segundo, en el que se
dejó llevar por su familia, y no por su vocación.
-Ya sabes dónde están-dijo, y mentiría si dijera que
no me cabreó que no preguntara para qué las quería. Me dio vía libre y volvió a
su lectura.
Me cago en la puta, podría estar radicalizándome,
harto de la forma en que trataban a mi religión los medios de comunicación,
harto de cómo se suponía que vivían mis parientes de Asia según las noticias
occidentales. Podría estar mandando a la mierda la educación de respeto y
tolerancia que me habían dado mis padres, sucumbiendo por fin a mi sed de
venganza.
Pero, claro, papá y mamá confiaban en mí. Sabían que
eso no se me pasaría por la cabeza.
Me cago en la puta, podría ser camello, o algo.
Vale, eso no.
Joder, algo malo
podría hacer en el puto piso. Por lo menos pregúntame para qué quiero las
llaves, o algo, tío. Muestra un poco de interés por tu puto primogénito.
-Ya-solté-, si tenía pensado cogerlas de todos modos,
aunque me dijeras que no.
Papá sonrió.
-Te encontrarías las maletas en la puerta, valiente.
Entorné los ojos.
-¿No quieres saber para qué las quiero?
Suspiró, dejó su libro, y llamó a mi madre, que se inclinó
hacia atrás.
-¿Qué pasa?
-Scott quiere las llaves del piso.
-Vale, ¿y?
-¿Para qué crees que las quiere?
Mamá entrecerró los ojos.
-No lo sé, Zayn. ¿Para qué las querrá?
Papá sonrió.
-Para estar con Eleanor.
Y los dos me miraron. Me puse pálido. Y luego, rojo
como mi sudadera de Deadpool.
-¿Tan evidente es?-quise saber-, porque tengo una vida
muy…
-No lo sé, Scott-espetó mamá-, ¿el agua moja?
Y volvió a desaparecer de la vista, sentada de nuevo
correctamente en su silla. Miré a papá.
-Se te olvida algo. Sabemos que existes desde antes de
que nacieras. Se te ve venir a leguas, Scott.
-Podría quererlas para muchas otras cosas-espeté, todo
digno.
-¿Las quieres para muchas otras cosas?-replicó,
sonriendo como lo hacía yo, y joder, vaya si nos parecíamos, era una copia de
mi puñetero padre.
-No-admití, y sonrió con malicia.
-Pues ahí lo tienes. ¿Cuándo te la llevas?
-El 18.
-El 19 vamos a Bradford-informó mamá.
-¿Y tengo que ir?
Volvió a asomar su melena de azabache por la puerta.
-No lo sé, Scott. ¿El agua moja?-insistió.
-Depende, ¿llevamos paraguas? ¿O vamos vestidos con
materiales hidrofóbicos?
Mamá se me quedó mirando, y luego miró a su marido.
-¿Tu hijo me acaba de vacilar?
-Bueno, Sher, técnicamente…
-¿Quieres que te castigue otra vez?
-No.
-¿Moja el agua, o no, Scott?
-Sí, sí.
-Pues ya está-y se volvió a reclinar sobre sus
papeles. Suspiré.
-Mamá-empecé-, yo la quiero, y no vamos a poder…
-No se te ocurra venir a comerme la cabeza.
-… estar juntos, y la echo muchísimo de menos, y… papá, échame un cable, ven a darle un beso,
llévatela a vuestra habitación, o algo.
-A mí no me metas en tus movidas.
Se me cruzaron los cables, se me encendieron las
bombillas.
-A la abuela no le gustará que no vaya a verla, tienes
razón, mamá.
Y mamá sonrió con malicia.
-Sí… a Trisha no le gustará que no vayas…-meditó,
tamborileando con el dedo en su mandíbula. Papá suspiró.
-¿Qué vas a hacer cuando se muera tu abuela, Scott?
-Espero estar independizado para aquel entonces.
-De puta madre, la mujer se morirá con 200 años-gruñó
papá.
-Dios no lo quiera-susurró mamá por lo bajo.
-¡Sherezade!
-¿He dicho eso en voz alta? ¡Vaya por dios! Estoy
perdiendo facultades-y se echó a reír.
Abrí un ojo. La puerta estaba cerrada.
¿Por qué iba a cerrar la puerta, si se suponía que
volvería pronto?
Me incorporé un poco.
-¿Eleanor?-llamé, pero no me contestó.
Sabrae se había puesto como una fiera cuando me vio
hacer mi bolsa y no meterla en el maletero, con las demás.
-¿Dónde va Scott?-ladró a la nada, cruzando los
brazos.
-De fin de semana, con Eleanor-explicó Duna, que
siempre escuchaba todo lo que se hablaba en aquella casa. Era lo bueno de ser
pequeña, caber en todos los huecos, y que los demás no se fijaran en tu
presencia si tú no querías. Sabrae abrió muchísimo los ojos.
-¿¡Qué!? ¡será coña! ¡Mamá! ¿Por qué tengo que ir yo a
Bradford y él no? ¡Al es gilipollas, es un misógino de mierda y un homófobo, no
lo soporto! ¿¡ES PORQUE ES EL CHICO!? ¿O PORQUE YO SOY ADOPTADA? ¿O PORQUE ES
EL MAYOR? ¡MIRA QUE LO SABÍA, SABÍA QUE ERA VUESTRO FAVORITO, PERO QUÉ RASTRERO
POR VUESTRA PARTE DEMOSTRARLO PRECISAMENTE EN NAVIDAD, MENUDA TRAICIÓN, ESTO NO
ME LO ESPERABA DE LOS QUE ME DIERON LA VIDA…!
-Metafóricamente, claro-pinchó Shasha, ocupada con su
cubo de Rubik.
-¡Tú te callas! ¡Protesta conmigo! ¡Abajo al opresor!
¡Igualdad en la casa!
-Sabrae, como no cierres esa boca aterrizas en
Bradford, en lugar de ir en coche-espetó papá, y Sabrae se puso de morros y
subió corriendo a su habitación-. ¡Y no se te ocurra dar un…!
PUM. Portazo.
-Me cago en Dios-gruñó papá, tiró en el sofá la
chaqueta que tenía entre las manos y subió las escaleras de dos en dos, en pos
de su hija mayor.
-¿Sabes dónde tiene el clítoris, Scott?-sonrió Shasha.
-Vete a la puta mierda-le dije, y se rió más fuerte.
Mamá no le hacía caso-. ¡Y tú! ¿No le vas a decir nada? Eres su madre, haz el
favor de controlarla.
-El sexo es algo natural-replicó mamá.
-No me digas.
-Vigila ese tono, o te controlo a ti también, y se te
acaban las vacaciones antes de empezarlas-susurró, y yo le di un beso en la
mejilla. Y dos a Shasha, que se apartó y se limpió con la mano.
La despedida fue súper emotiva, sobre todo la de
Sabrae. No me dejó marchar hasta que no terminó de amenazarme.
-Voy a imprimir la foto en la que más feo salgas de
Instagram… ¡qué digo de Instagram! De Facebook. Voy a empapelar media
Inglaterra con ella. Y, cuando todo el mundo te esté buscando, te asesinaré. Te
clavaré un cuchillo jamonero en el ojo.
-¿Algo más?-pregunté.
-Luego, te descuartizaré y se lo daré de merienda a
los perros del refugio. Y, después, adoptaré a los perros y los acariciaré
antes de irme a dormir, porque ellos no se merecen que les odie por tu culpa.
-Una historia preciosa. Paténtala antes de que te la roben.
Ah… vete ahorrando para unos guantes de boxeo nuevos-aconsejé, y me miró con el
ceño fruncido-. En cuanto vuelva de estar con Eleanor, te los rajo todos.
-¡MIRA!-bramó en mi oído, y me soltó y me apuntó con
un dedo acusador-. TÓCAME LOS GUANTES DE BOXEO, Y TE TOCO YO LA CARA CON UN
MARTILLO, A VER SI SIGUES SIENDO ASÍ DE CHULO CUANDO SEAS FEO.
-Soy chulo porque me lo puedo permitir; tú, en cambio,
tienes que recurrir a tu personalidad de mierda para poder defenderte. Nadie te
permitiría ser chula con esa cara.
-No hay quien te aguante-espetó, sacudiendo la cabeza.
Mis queridas hermanas pequeñas.
Qué suerte tenían Chad y Diana, por ser hijos únicos.
Me incorporé. Rebusqué en la cama hasta encontrar mis
calzoncillos negros. Me los pasé por las piernas y terminé poniéndome unos
pantalones de chándal, los que había usado el día anterior mientras andaba por
casa.
Abrí la puerta y me asomé. La luz del sol rechazaba la
casa. Las cortinas seguían corridas, defendiéndolas defendiendo sus dominios
del imperio del sol.
Todas, salvo la del salón. Allí, reinaba la luz. Me
acerqué despacio, dejando que se me acostumbrara la vista.
Hubiera preferido que no lo hiciera nunca.
Eleanor estaba sentada en el sofá, con la cabeza
vuelta hacia la ventana, la cara vuelta a la pared. Me quedé allí quieto,
contemplándola. Se abrazaba las piernas y sollozaba suavemente.
Se me cayó el alma a los pies.
¿Qué cojones le
has hecho, Scott?
¡Qué coño le has
dicho!
Debió de notar
que me había levantado, porque se volvió y me miró con ojos vidriosos, rojos de
tanto llorar. Madre mía, ¿cuánto llevaba así?
Entré en el salón. Se pasó la manga de la sudadera
gris (mi sudadera) por la cara.
-¿Qué pasa, nena?
Negó con la cabeza, volvió a limpiarse las lágrimas.
Se abrazó con más fuerza las rodillas, yo me senté a su lado, y le besé la
cabeza. Sorbió por la nariz.
-¿Es algo que he dicho?
Yo por la noche no rindo bien. No me llega la sangre
al cerebro. Suele ser cuando más follo, la noche. El cuerpo tiene que
distribuir. Y, a veces, las prioridades se reorganizan.
Sacudió de nuevo la cabeza, sorbió por la nariz, y
susurró:
-Lo siento tantísimo, cariño…-dijo, simplemente.
-¿Por qué?
-Nos he jodido el fin de semana-dijo, controlando un
sollozo.
-Pero… si estamos a domingo.
-Me ha venido la regla-explicó. Fue entonces cuando
reparé en la toalla oscura sobre la que se había sentado.
Me la quedé mirando.
Son unas reinas del drama, las tías. Todas ellas.
Joder. Hacen montañas de granos de arena, eso si tienen la suerte de encontrar granos
de arena. Si no, pues hala. Te montan un pollo sin haber puesto un puto huevo.
Menudas jefas.
De mayor quiero ser como ellas.
-¿Y?
-¿Cómo que y?-espetó, furiosa-. No vamos a poder
volver a acostarnos-¡MADRE MÍA, LLAMAD A
LA PRENSA, MENUDA CATÁSTROFE!-. A ti seguro que te da asco, y…
-Tampoco es para tanto, El. Sólo es sangre.
Bueno, y fluidos vaginales, y un poco de endometrio
por aquí, otro poco por allá, coágulos… pero tampoco íbamos a entrar en
detalles.
-… y a mí también me lo da, y se me pone muy sensible…
ya sabes, ahí-le gusta que le diga cosas sucias, se crece diciéndome cosas
sucias a mí… y luego es incapaz de llamar vagina a su vagina.
Qué rica, por favor. Me la comería con patatas.
-Dios, Scott, perdóname…-casi suplicó, y odié ese tono
en su voz.
-No tengo nada que perdonarte. Yo sólo quería estar
contigo. Aún lo quiero. El sexo es secundario.
-Pero seguro que te apetecía-insistió, porque cuando
se le metía entre ceja y ceja que había que hacerse la mártir, no iba a
consentir que yo le quitara parte de su lucha. No. Era un monstruo, una
criatura diabólica, y se merecía mi odio, parece ser.
-Evidentemente-concedí-, o sea, mírate. Eres preciosa.
Mira lo que me haces. Mira cómo me lo haces, El. Eres la mejor con la que he
estado-aseguré, y era verdad, por Dios que sí-. Me lo paso genial, y es un poco
putada todo esto, pero tú no tienes la culpa. Podemos hacer un montón de cosas
que no sean follar.
-¿Como qué?-quiso saber, y eso empezó a cabrearme.
-Cosas de novios-dije.
-¿Como qué?-insistió.
-No lo sé, Eleanor-ladré, ya de mala uva-, como no
tratarme como un puto objeto sexual como hacen todas las demás, por ejemplo, y dejar que te lleve… yo que sé. De
compras. O algo así.
Me miró con tristeza. Me había pasado un poco.
-Tú no eres un objeto sexual.
Me había pasado, pero ella me lo perdonaría todo.
Suspiré. No me la merecía. Ni viviendo 100 vidas me la
merecería.
-Las demás me tratan así. En parte, me lo merezco-me
encogí de hombros-. No puedes follarte a tantas sin que terminen perdiéndote el
respeto.
-Si te pierden el respeto es que son
imbéciles-murmuró. Apoyó la mejilla en las rodillas, mirándome a través de la
cortina contra la que estaba logrando sobreponerse-. Joder, encima después de
cómo lo hicimos ayer, de lo que me dijiste ayer… si es que no es justo,
Dios-susurró, frotándose la cara-, no es justo.
-Podemos volver a hacerlo así siempre que
queramos-sugerí, y le acaricié la espalda. Pareció relajarse nada más tocarla
yo. Algo en mí la tranquilizaba, igual que algo en ella me ponía nervioso a mí.
No podía decepcionarla; a ella, no.
Hazle tu magia,
Scott, susurró una voz en mi cabeza. La voz de Tommy. Tommy era mi
conciencia, estuviéramos juntos o separados.
-Fue especial por lo que me dijiste antes-susurró.
-Te puedo decir que estoy enamorado de ti todos los
días-respondí-. Mira: estoy enamorado de ti.
Se me quedó mirando. Una sonrisa apareció por su boca.
-Estoy enamorado de ti-repetí. La sonrisa floreció. Me
mostró un poco los dientes. Se limpió la mejilla. Me incliné y la besé-. Estoy
enamorado de ti, estoy enamorado de ti, estoy enamorado de ti-dije, y lo
acompañé con un beso, y me metí entre sus piernas, pero ella puso una mano para
que no fuera más allá.
-No quiero ensuciarte.
-No me importa que me ensucies.
-A mí, sí.
Suspiré.
Pegué mi frente a la suya, miré sus labios. Luego,
cerré los ojos.
-Estoy enamorado de ti-dije, una última vez, y ahora
fue ella la que buscó mi boca, fueron sus manos las que se enredaron en mi
pelo. Fue su cuerpo el que se acercó al mío. Creo que me estaba dando las
gracias.
Sonrió suavemente en mi boca, y lo único mejor que una
chica sonría mientras la besas, es que esa chica sea Eleanor.
-¿Mejor?-pregunté.
-Sí-respondió en tono suave, el típico de una
enamorada. Dios, qué suerte tenía de que ella me lo dedicara a mí.
-¿Eres tonta por ponerte a llorar por esta tontería?
-Sí.
-¿Estoy enamorado de ti?
-Sí-su sonrisa se amplió un poco.
-¿Y tú de mí?
-Sí.
-Ven aquí-la cogí, la senté en mis piernas, y la
abracé. Me importaba una mierda que me pudiera ensuciar.
Ella apoyó la cabeza en mi hombro, se secó las
lágrimas, y respiró mi olor. Huelo genial, se supone. Cerró los ojos. Se empapó
de mi aroma.
Estaba pensando en la suerte que tenía de haber
crecido conmigo.
También pensaba en la suerte que tenía de que yo sea
su primer recuerdo.
-¿Tienes todo lo que necesitas?
-No-murmuró, abriendo los ojos, contemplando su
entrepierna. Hizo ademán de levantarse.
-Mira, mi amor, como te alejes de mí ahora, no te
vuelvo a dirigir la palabra.
Sonrió.
-¿Cuál es tu grupo sanguíneo?
-B negativo, creo.
-Entonces, mi sangre no te sirve de nada, no intentes
recolectarla.
-Eres tonta-me eché a reír-. ¿Quieres que baje a por
ello?
-Puedo ir yo-me aseguró.
-Pero prefieres quedarte en casa-repliqué, apartándole
el pelo de la cara.
-Sí…-admitió, suspirando.
-¿Qué te cojo?
-Tampones.
-¿Marca?
-Tampax.
-Un clásico-asentí con la cabeza-. Evidentemente.
¿Tamaño?
-Normal.
-Guay. ¿Absorción?
-También. ¿Sabrás…?
-Eleanor-corté-. Vivo con cuatro mujeres. Tres de
ellas pueden quedarse embarazadas. Por el bien del planeta, espero que dos no
lo consigan nunca-imagínate a Sabrae con un hijo, peor, imagínate a Shasha con un hijo-. Cuando se les acaban las
cosas, me mandan a por ellas. Creo que estoy suficientemente cualificado para
completar esta misión con un porcentaje considerable de éxito.
Podía confiar un poco en mí. Confiaba en Tommy. No era
la primera vez que le mandaba un mensaje y Tommy ponía los ojos en blanco,
mirando la pantalla, y daba media vuelta y volvía a la tienda de la que
acabábamos de salir porque…
-Adivina qué, S. No voy a ser tío de aquí a 9 meses.
-Guay, ¿no?
-Sí, si la pesada de Eleanor se acordase de que su
cuerpo tiende a autodestruirse cada mes.
Y los dos nos encogíamos de hombros, porque en el
fondo sabíamos la suerte que teníamos de no tener que echar cuentas para hacer
planes a largo plazo. Eso sí, nos seguía puteando que nuestras hermanas nos
utilizaran de esclavos.
Pero era lo que tocaba. Nos habían criado bien.
Eleanor me miró, decidiendo las posibilidades que
había de que tuviera razón. Sí, podría confiar en mí. Después de todo, tampoco
era una tarea tan complicada. Además, tenía su número de teléfono. Y ella, el
mío. Era lo que solía darse la gente que follaba con regularidad. Había que
tener un modo de contactar el uno con el otro.
Se recostó contra mí, volvió a cerrar los ojos y
suspiró con cansancio… pero con satisfacción. Quizás no pudiera hacerme todo lo
que quería, pero seguía siendo yo.
-¿El?-musité, acariciándole la espalda. Notaba su
aliento en mi pecho; se estaba quedando dormida.
-¿S?
-Me encanta cuando te pones en modo koala conmigo,
pero, si no me sueltas, no voy a poder bajar a comprarte eso.
Sonrió con los ojos cerrados, se separó un poco de mí,
susurró un hastiado “está bien”, y aflojó el abrazo de sus dedos en mi cuello.
Le besé la frente.
-En la boca también, porfa-susurró.
-No tienes que pedirme por favor que te bese. Puedes
ordenármelo-sugerí, porque me gustaba cuando tomaba el control, me volvía loco.
Cuando me miraba desde abajo, y sonreía y torcía la cabeza, y me empujaba para
ponerse encima, o cuando me ponía contra la pared, o cuando me guiaba por sus
curvas (como si yo necesitara indicaciones para perderme por su cuerpo, pero bueno),
o me mordía el labio y tiraba un poco de él… le daría lo que me pidiera.
Mi libertad, si así lo quería.
Era horrible. Me estremecía hasta en lo más profundo
de mi ser cuando se volvía tímida y se sonrojaba al decirme lo que quería que
le hiciera (bésame… ya sabes, ahí), y luego hacía que todo mi cuerpo se negase
a hacerme caso y bailara al son que dictaba ella porque, ¡vaya! Ella mandaba,
yo obedecía.
Lo tenía todo, joder.
Ninguna había conseguido todo lo que ella extraía de
mí… sin esfuerzo aparente.
-Porfa-fue su contestación, y yo me eché a reír, y la
besé con profundidad pero con infinito cariño, mi piercing me dijo que se
pasaba a sus labios, que había sido un placer conocerme pero que era hora de
expandir horizontes… y a mí me pareció bien.
-Hija de mi vida, llámame cuando te venga la regla
para pasar todo el tiempo conmigo, ¿vale? Da gusto cómo te pones. Sabrae se
hace la tetrapléjica y casi me obliga a darle de comer-comenté-. Menos mal que
tengo los huevos bien puestos y no dejo que me pisotee cada mes.
-Lo hace cada día-dijo, echándose a reír.
-Porque es una cabrona, y encima es más lista que yo.
Volví a besarla en la frente, me dijo que me quería y
que me esperaría allí, apoyó la cabeza en el sofá y me miró mientras me iba.
Estoy seguro de que se quedó con los ojos clavados en la puerta hasta que volví
a aparecer por ella, ya vestido, pasándome por los hombros la chaqueta negra.
Ninguno de los dos intentó impedirme salir de la casa, aun sabiendo que el
hechizo se rompería en cuanto una de mis células franqueara la puerta.
Era más importante que ella estuviera cómoda, se
sintiera a gusto, que nuestra libido intergaláctica.
-¿Quieres alguna pastilla?
Negó con la cabeza.
-¿Seguro?
Asintió; cogí las llaves y las levanté.
-Vuelvo ahora.
-Scott-murmuró, y me detuve, y me volví para mirarla-.
No voy a tomar la píldora. Que sea lo que tenga que ser.
La miré como viéndola por primera vez. Estaba
encogida, con las piernas desnudas, los pies clavados en el sofá, negándose a
permitir que viera cómo la mancha rubí de su ropa interior se expandía, el pelo
alborotado, las mejillas coloradas, pero no tanto como los ojos… y la boca
ligeramente curvada en una sonrisa.
Y lo supe, en ese mismo momento.
Haría lo posible por ver esa imagen una y mil veces a
lo largo de mi vida, cambiarle el apellido, levantarme después de una noche
intentando darle hijos y encontrármela allí, y verla negar con la cabeza, y yo
asegurarle que no importaba, que teníamos tiempo de sobra…
Y sería verdad.
Porque si algo nos sobraría, precisamente, era tiempo.
Además, claro de amor el uno por el otro.
Estáis
casadísimos, Scott, me recriminó una voz en mi cabeza. Era demasiado joven
para estar tan casado.
Me la bufaba.
La quería a ella, solo a ella, siempre a ella.
-Me parece bien.
-Sería gracioso-susurró-. Que se repitiera la
historia. Pero conmigo en el lugar de Sherezade.
-Descansa un poco, El-dije, acercándome y besándole la
cabeza. Se la notaba agotada.
Estaba entrando por la puerta del ascensor cuando me
di cuenta de que me faltaba un punto del itinerario de la misión. Puse la mano
en la puerta para detenerla y volví a entrar en casa.
-¿Los cojo con aplicador o sin él?
-Con-sentenció. Se había tumbado, con las piernas
dobladas, y se masajeaba la frente-. Y deberías hacer tu tesis doctoral sobre
tampones.
-Estoy preparando el power point.
-Tonto-y noté su sonrisa en su voz. Estuve esperando
un rato por el ascensor, pero, como no venía, me puse los cascos y bajé a toda
velocidad por la escalera. Salí a la calle y el diluvio me recibió como a un
viejo amigo. Suspiré, me puse la capucha de la sudadera que traía por debajo de
la chaqueta y me encaminé al supermercado de dos calles más allá, con heavy
atronando en mis oídos.
Me hacía sentir bien.
Pero el aleatorio era caprichoso, y enseguida me puso
una canción más cercana a mí, más familiar. A veces, Duna cogía mi móvil para
escuchar música, así que le había dejado meter unos discos en la memoria.
Ni siquiera me sorprendí al ver que los que había
elegido eran los de papá, como no teníamos todas
las versiones en físico en casa…
Me detuve en seco al escuchar las voces como de un
mundo metafísico que abrían la canción. Alcé las cejas.
Vi lo cómico de la situación antes de que mi padre
empezara a cantar. Una copia de Zayn, poco más joven de lo que había sido él
cuando grabó aquella canción, detenida debajo la lluvia, con la misma ropa que
solía llevar él, escuchando su música.
-She puts her
spirit in a nightcap…
¿Me eché a reír?
Claro.
¿Pasé la canción?
No sé, ¿el agua moja, querido lector?
Pues eso.
Le dediqué una sonrisa torcida al cielo, me calé la
capucha, y crucé la calle sin mirar a ningún lado, porque era un temerario,
además de un cabrón con suerte. Me metí en el supermercado, me bajé la capucha,
me sacudí el pelo y avancé por la línea de caja sin quitarme los auriculares.
Nadie me miró.
Y, aunque lo hubieran hecho, no podría haberme
importado menos.
Sólo un par de chicas que se inclinaban sobre una
máscara de pestañas en la sección femenina repararon en mi presencia. No
dejaron de mirarme mientras me detenía frente a los tampones. Seguramente
esperaban que me girara hacia ellas y les pidiera ayuda.
Pobrecitas. Seguro que sabía yo más de su aparato
reproductor que ellas mismas.
Desde luego, tenían pinta de ser heterosexuales las
dos, así que estaba claro que yo había visto más coños que ellas dos juntas.
Cogí el paquete que se adaptaba a lo que buscaba, lo
lancé en el aire y me las quedé mirando. No apartaron la vista de mí. Me llevé
dos dedos a la frente, les hice un saludo militar, y ellas se echaron a reír,
nerviosas. Me largué de allí; se me había ocurrido una idea.
Estaba revolviendo en los congeladores del suelo
cuando pasaron a mi lado, y volvieron a mirarme. Yo las miré a ellas, sonreí,
me mordí el piercing, y seguí a lo mío. Nunca está de más que unas desconocidas
te suban la moral, ¿no? Seguro que a Eleanor no le importaría que me mordiera
el labio como lo hacía delante de ella, cuando ella no estaba delante.
Pesaron una bosa de frutas, sin dejar de mover los
labios. Entre canción y canción, escuché un trozo de su conversación. No me
sorprendió para nada enterarme de que yo era el tema principal. Bajé el volumen
de la música para ver qué era lo que decían de mí, si tan fascinante me encontraban.
-¿Tendrá novia?-inquirió una.
-Igual son para su hermana-sugirió su amiga,
sonriendo.
-Uf, lo que le haría.
-Lo que le haríamos las dos, ¿eh? Tiene cara de poder aguantar a dos chicas a la vez.
Ay, muñeca, si
hubieras venido a verme hace mes y medio, cómo de diferentes habrían sido las
cosas…
-Me da igual
que tenga novia-replicó la que había hablado primero, colocando la pegatina con
el peso de las frutas en la bolsa, mientras yo cerraba las puertas y me
encaminaba a las cajas-, y seguro que a él también. A los tíos les encanta
jugar.
-Rubia, si tanto te gusto, ven a pedirme el
teléfono-invité, sonriendo, pasando al lado de las dos y guiñándoles un ojo.
Ahora se rieron todavía con más nervios.
Lo peor que puede ser una persona es guapa y tímida a
la vez.
Menos mal que yo había nacido más espabilado que
nadie.
Una vez en casa, levanté la bolsa de papel (que se
deshacía por momentos) sobre mi cabeza.
Eleanor sonrió, pero lo hizo más cuando le anuncié qué
más había comprado.
-Traigo helado.
Se incorporó como un resorte.
-¡¿De chocolate?!-bramó.
-Y galleta. Y también de fresa y nata, no sabía cuál
era el que preferías, así que he decidido traer los…-empecé, pero me alcanzó en
su carrera, dio un brinco y se pegó a mí como un auténtico koala. Me rodeó con
las piernas y me estampó un beso en los labios con tanta pasión que incluso me
dolió.
No metafóricamente. Literalmente.
Me pegó con toda la nariz en la mía, pero no me pudo
importar menos.
-¡Eres el mejor novio del mundo!
-Ya lo sé.
-¡Te adoro!
-Ya lo sé.
Se separó un poco de mí, para mirarme. La bolsa estaba
en el suelo. La carga que sostenía ahora era mil veces más preciada.
-Ahora me apetece acostarme contigo-musitó con un poco
de lástima.
-Me he dado cuenta-repliqué, acariciándole la
cintura-. ¿Qué hacemos hoy? ¿Ir de compras?
-Está todo cerrado.
Buena esa,
Scott.
-¿Al cine?
-No me llama la atención ninguna peli.
-¿Nos quedamos en casa?-sugerí, entonces.
-Nos quedamos en la cama-replicó, metiendo la cara por
mi cuello, y me encantaba cuando hacía eso, y puede que se me pusiera un poco
dura, quizás…-. Me gusta nuestra cama-joder,
mi nena, a mí también, sobre todo pensando en lo que hacemos dentro de ella-.
Podemos ver pelis, abrazarnos-oh, dios,
qué bien suena esto, sigue hablando…-, tú me puedes acariciar…
-¿No decías que tenías “ya sabes, ahí”,
sensible?-inquirí, acariciándole el pelo.
-Puedes acariciarme como cuando nos besamos por
primera vez.
Aquella noche, la había desnudado yo. Fue la primera
vez que había hecho eso, y me había sorprendido lo fácil que se me había hecho
cuando, a la vez, había puesto un cuidado infinito. Todavía era Eleanor, la
hermana de Tommy, y no Eleanor, mi Eleanor.
No quería pasarme con ella, que se abrumara por lo expertas que podían ser mis
manos en cuanto a anatomía femenina y quitar ropa se refería… ni tampoco quería
decepcionarla.
Cómo habían cambiado las cosas. La había salvado de
que se la follaran en un baño, y ahora, el que se la follaba en baños, y no
podía conseguir suficiente de ella, por mucho que su cuerpo dijera basta y que
aquel polvo debía ser el último por el bien de su salud, era yo.
-Otra misión que puedo completar con altas
posibilidades de éxito.
Nos quedamos allí. La apoyé en la pared para repartir
un poco su peso. Estaba cansándome.
-No me apetece caminar.
-¿Qué te crees que soy? ¿Tu esclavo? Baja esos pies al
suelo y ponlos uno detrás de otro y tira para la habitación.
No sólo me desobedeció, sino que además disfrutó
consiguiendo que me postrara ante ella. Me besó la mandíbula, me mordisqueó
despacio el cuello, y subió hasta la oreja. Me habría derretido en sus manos de
no ser porque, de ceder a sus deseos, habría perdido el control sobre los míos.
Se detuvo. Y me miró entre aquellas pestañas que
atravesaban medio mundo. Sonrió.
-¿Me llevas, esclavo?
-… porque me apetece a mí, no porque sea tu voluntad.
La posé despacio en la cama y, entonces, recordó lo
que le había sucedido. Se incorporó, me dio un beso en los labios, otro en la
mejilla, y corrió a encerrarse en el baño.
-¿Tanto trabajo para nada?-bramé.
-¿No decías que te apetecía hacerlo?-gritó desde el
otro lado de la puerta. Y me tuve que echar a reír, porque si yo era rápido con
la lengua, ella lo era más.
Escuché cómo la chasqueaba.
-¿Qué pasa?
-No tengo bragas limpias.
-Coge de mis bóxers.
Abrió la puerta y sacó la cabeza.
-¿Qué clase de sacrilegio es ese?
-¿Estás desnuda?-inquirí yo. Puso los ojos en blanco.
-Ya tengo el tampón puesto, Scott.
-¿Y?-espeté yo-, te quedan otros dos agujeros en el
cuerpo. Lo que nos gusta a los tíos es meterla; dónde ya no tiene tanta
importancia.
-Me cago en tu especie-y se echó a reír, sacudió la
cabeza-. ¿Harías eso?-inquirió, con ojos brillantes.
-¿Sexo anal? Hombre, es un poco antihigiénico y, desde
luego, no vas a disfrutar como con el vaginal, pero…
-No, gilipollas, digo que si me darías unos
calzoncillos tuyos.
-Será puta coña, ¿por qué lo dices en ese tono, como
si no fuera un mito erótico, o algo así?
-Si yo te imaginase con mi ropa interior, me entraría
la risa.
-No te molestes. No me cabe. Estoy muy bien dotado,
por si no te has dado cuenta.
-No tanto como crees.
-¿QUÉ COÑO SE SUPONE QUE SIGNIFICA ESO?-ladré, pero
ella ya había cerrado la puerta y se había echado a reír.
Mujeres.
Arpías.
Son lo mismo.
No os fieis de ellas.
Rebusqué en mi bolsa hasta encontrar los que estaban
en mejor estado y se los tiré.
-Me los acabo de quitar.
-¿Estás desnudo?-replicó, y vi por el espejo cómo se
sentaba en el suelo, se estremecía por el frío de las baldosas, y pasaba las
piernas por donde yo había pasado las mías tantas veces.
-Sí.
Abrió la puerta e hizo pucheros.
-Mentiroso.
-Tienes el tampón puesto-le recordé. Se echó el pelo a
un lado y aleteó con las pestañas.
-Scott-dijo-, tengo otros dos agujeros en el cuerpo.
Te interesa meterla; dónde lo hagas ya es secundario.
Es yo, tío.
Es puto yo.
Gracias, Alá. Eres
el mejor. Eres Dios.
¡Literalmente,
además!
-El 95% de las veces que me corro, lo hago pensando en
que vas a hacerlo tú gracias a mí.
-Qué considerado. Supongo que el otro 5% te haces
pajas.
-No, cuando me las hago, también me corro pensando en
que tú lo harías pensando en mí. El otro 5%, me las haces tú.
Sacudió la cabeza, riéndose.
-Si Tommy se enterara de lo que estamos hablando…
-Tommy no está aquí.
-Y lo que te encanta que mi hermano no esté, ¿eh?
-Yo hago tríos con dos tías. Mariconadas, las justas.
Se incorporó y me besó.
-¿Has desayunado?-quise saber. Negó con la cabeza.
-No quería ir dejando toda la casa llena de sangre y
que esto pareciera el set de rodaje de Saw.
¿Tú?
-No quería que te siguieras comiendo la cabeza por los
muebles de mis padres. Porque, ya sabes, son muy caros, y tal. Sin presión.
Sois tal para
cual, macho.
-¿Lo hacemos en la cama?
-Mira que estás pesada con el sexo anal, eh. Te
advierto que no es tan guay como te imaginas.
-Desayunar-dijo.
-Me imagino que la princesa también querrá que se lo
lleve, ¿no?
-Sí.
Nos miramos el uno al otro.
-Esto es esclavitud-dije por fin, y ella dio un
brinco, me besó y se fue corriendo a la cama, no fuera a cambiar de idea. Cogió
el bol cargado de cereales que le tendí y hundió la cuchara, capturando varios
cuadraditos de pasta de chocolate con más chocolate en el interior.
-Yo quería huevo frito-dijo, sin embargo.
-Ya, bueno, y yo quería hincharme a follar como un
loco este fin de semana, pero supongo que me tendré que conformar con haber
usado sólo un condón de la segunda caja que te empeñaste en comprar.
-Imagínate que no la hubiéramos comprado-respondió,
ignorando mi pulla-, seguro que te encanta hacer la marcha atrás.
-Oh, sí, me encanta privarme del orgasmo para no dejar
preñada a la tía cuando se puede quedar de todos modos. Me apasiona. Es lo
mejor.
-No te piques tantísimo, Scott-me dijo, cogiéndome la
cara y besándome la mejilla. Me terminé mis cereales y le robé unos pocos a
ella, que se echó a reír. Para cuando quise darme cuenta, estaba tumbada encima
de mí, y yo le levantaba la sudadera y la besaba muy despacio, y le acariciaba
los lumbares, y suspiraba en mi boca. Los boles reposaban en la mesilla de
noche, uno encima del otro, uno dentro del otro.
-El-murmuré, y ella se detuvo-, deberíamos
tranquilizarnos. Los dos sabemos a dónde va a llevar esto.
Asintió despacio.
-¿Tomamos helado?-preguntó, y esta vez fui yo el que
asentí. Recogió los tazones a pesar de mis protestas (“yo también estoy
viviendo en esta casa, así que también es un poco mía”, me dijo), y volvió con
la tarrina de fresa y nata y una cuchara clavada. Torció el gesto-. Mierda, no
he traído dos cucharas.
-No las necesitamos.
-¿No te da asco?-preguntó.
-Eleanor. Te he comido el coño en repetidas
ocasiones-le recordé, y ella sonrió, recordando momentos mejores-. Creo que
hemos pasado esa etapa de la relación en la que comemos con cubiertos diferentes.
¿O te da asco a ti?
-No-respondió, y sus mejillas se encendieron-. No creo
que haya nada que venga de ti que pueda darme asco.
Me encantó su tono tierno, más que el mensaje que
venía oculto tras él. Le besé la frente y le acaricié la espalda, y se sentó
entre mis piernas, y nos pasamos continuamente cuchara hasta que me la acercó a
la boca en lugar de a la mano, y yo acepté comer de ella, y ella de mí, hasta
que me pasó helado por la mejilla, se echó a reír y me lo quitó con la lengua.
Y nos miramos.
Y yo cogí un poco de helado con el dedo y se lo puse
en la punta de la nariz, y luego, hice lo que había hecho ella. Volvió a
reírse, yo también me reí.
Apartó el helado, se dio la vuelta, me miró a los
ojos. En los suyos, sus ojos de gacela dulce, había una pregunta. Asentí con la
cabeza. Dejé que me quitara la camiseta y yo le quité la sudadera. Se quedó en
una de tirantes. No llevaba sujetador.
Le aparté el pelo del hombro, se lo besé, cogí un poco
de helado con el índice y recorrí su anatomía, desde el esternón hasta el
hombro, pasando por la línea de su clavícula. Cerró los ojos ante el contacto
frío, y entreabrió la boca cuando la mía siguió la línea blanca y roja que
había dibujado en su cuerpo.
Hizo lo mismo conmigo.
Y, luego, cogió un poco más, con dos dedos, siguió la
línea de mis abdominales, y empezó a besarme por donde había hecho las dos
líneas. Siguió subiendo, porque había cogido suficiente helado; recogió un poco
más, me lo pasó por la mandíbula y siguió hasta la comisura contraria de mi
boca. Con el pulgar, me puso un poco en los labios.
Me estaba poniendo a mil.
Lo único que había frío en aquella habitación era
nuestro recién descubierto juguete.
Fue por mi mandíbula, subió por mi barbilla, fue hasta
mi piercing, me lo mordisqueó un poco…
Se me puso dura.
Empezó a besarme. Recogió un poco más de helado.
Volvió a dibujar líneas en mi cuerpo y siguió el recorrido con los labios.
Cerré los ojos, disfrutando de la sensación de frío de la crema que se iba
convirtiendo poco a poco en líquido sobre mi piel, la sensación de su boca
cálida siguiendo la línea de frío, eliminando todo rastro de éste y haciendo
que dominara el fuego donde antes lo había hecho el hielo.
Llegó un poco más abajo, hasta mis caderas. Me las
besó. Luego, se quedó quieta. Abrí los ojos, vi cómo contemplaba mi erección.
Estiró la mano del helado y me acarició despacio, por
encima de la tela de los calzoncillos. Volví a cerrarlos, entreabrí la boca, y
su lengua entró en aquel rincón.
-¿Qué podemos hacer, Scott?
-Puedes… quitártelo y… buscar una toalla-dije, sin
pensar, porque ahora mismo, lo único que me importaba era que me moría de ganas
de sentirla rodeándome. Que el helado había sido una mala idea y, a la vez, la
mejor que habíamos tenido nunca.
-No estoy preparada-argumentó, en tono de disculpa.
Negué con la cabeza, sacudiéndome la contestación de “pero yo necesito estar
dentro de ti, mi amor, quiero estar dentro de ti”, y, en su lugar, razoné:
-No pasa nada.
Siguió acariciándome, siempre por encima de los calzoncillos.
Mi respiración se volvió irregular. Me los bajó un poco. La rodeó con la mano,
apretó casi nada, un poquito, y deslizó la palma de la mano arriba y abajo.
-Tú también… oh… yo también puedo… si tú quieres… te
va a costar…-musité, pero negó con la cabeza.
-Ya nos ocuparemos de mí más tarde-dijo, citando lo
que le había dicho yo la primera vez que probé su sabor con mi lengua y
descubrí que me gustaba muchísimo degustarla… y que a ella le encantaba que lo
hiciera.
-¿Se…ah, dios, El… segura?-pregunté.
-Sí. Me basta con saber que esto es por mí.
Me besó. Sus labios sabían a nata y fresa.
Eleanor, la chica de los labios con sabor a frutas,
pensé. Y sonreí, porque era preciosa, me recordaba a las macedonias en verano,
y lo mejor de los veranos era siempre ir con los chicos a una playa e
hincharnos a comer fruta fresca, que llevábamos en una nevera portátil.
Ella era lo mejor de la mejor estación del año, lo
mejor del mejor fin de semana de mi vida, la mejor de todas las chicas con las
que había estado.
Eleanor también sonrió, seguramente pensando que lo
hacía exclusivamente por lo que me estaba haciendo (en parte, era así, pero no
del todo).
-Así me gusta, mi amor-susurró en mis labios-, que te
pongas a ti por delante de mí de vez en cuando.
¿Cómo podría hacer eso, si era mi diosa, y yo su
humilde sacerdote, el que se dedicaba a predicar sus milagros para que todo el
mundo abriera los ojos?
Acabé pronto, con los pelos de punta y los labios
agradecidos de todos y cada uno de sus besos, la piel un poco pegajosa por el
helado… y mi mente dando vueltas a miles de kilómetros por hora, orbitando la
situación en sí. Todavía no podía creerme mi suerte.
Quizás, nunca lo haría.
Se me quedó mirando, sonriendo con aquella camiseta
que insinuaba más de lo que escondía, con aquellas piernas terminados en
aquellos pies acariciándome las mías, la mano aún en mi sexo…
… y me di cuenta de lo muchísimo que la había hecho
esperar, no sólo para decirle todo lo que tenía que decirle, sino para empezar
a sentir lo que finalmente le había confesado.
Me entraron ganas de decir algo, pero cualquier cosa
que se me ocurría era, sencillamente, inmerecedora de romper aquel silencio
mágico. Sólo podía hablar ella.
Sólo ella estaba hecha de pura magia.
Y, por fin, después de unos instantes eternos en todo
lo que nos dijimos, en que nuestras almas se fusionaron aún más si cabía,
susurró:
-No quiero salir de esta cama. Quiero morirme aquí, y
que me entierren aquí, y desaparecer para siempre aquí.
-No tenemos que salir-le dije yo, acariciándole la
mejilla, poniéndole un mechón de pelo detrás de la oreja. Cualquier acto de
erosión sobre su rostro sería un sacrilegio, pero qué le íbamos a hacer, no
soportaba tenerla tan cerca y no poder tocarla-. Podemos quedarnos aquí para siempre.
Olvidarnos del mundo, y convertirla en él. Hacer que el tiempo seamos nosotros,
y todo el universo, nuestros cuerpos unidos.
-Quedémonos hasta mañana-me pidió-. No soporto irme
hoy. No después de esto.
-Quedémonos hasta que echen el edificio abajo y
caigámonos con él-asentí. Y sonrió como sólo podía hacerlo cuando estaba
conmigo, despertando un terremoto en mi interior.
Deseé que Tommy estuviera con nosotros.
Que viera lo hermosa que era cuando recordaba que yo
la quería.
Que viera lo bueno que podía llegar a ser para ella.
Se acurrucó contra mí, y que Alá me perdone, pero me
gustó mil veces más que cuando lo hacían mis hermanas. Me sentía muchísimo más
fuerte con Eleanor que con ellas. Bastante más especial.
Y eso que, cuando mis hermanas me abrazaban al venir a
compartir cama, me creía el tío más afortunado del mundo.
-Déjame llevarte a cenar-le pedí, y ella me miró-. Me
apetece fardar de chica.
-¿Adónde?
-Es sorpresa.
-¡Scott!-protestó, y me insté a mí mismo a hacerla de
rabiar todo lo posible, para poder arrancarle mi nombre en ese tono. Se
incorporó un poco-. No tengo que ponerme. Sólo vestidos. Yo… no contaba con
esto.
-No pasa nada.
-Hace frío-respondió-. No he traído medias, más que
las del viernes. Y, aunque las hubiera traído, no me las podría poner. Me
hincho un montón.
Se le humedecieron los ojos.
-Ni se te ocurra llorar por esta gilipollez.
-Pero…-empezó, y se incorporó, y yo me incorporé y la
tomé de la mandíbula.
-La próxima vez que llores, nena, que sea por algo
jodido, y no porque me estés poniendo pegas a los planes que te propongo.
-Nos he jodido el fin de semana-susurró.
-Tú no tienes control sobre esto-protesté-. Además, la
única forma que tendrías de joderme el fin de semana sería diciéndome que no me
quieres, que todo esto es sólo sexo para ti, sexo muy bueno… pero eso, sólo
sexo. Y marchándote. Si no haces eso… no podrías joderme el fin de semana, El.
Hasta mirándote jugar al parchís sola seguiría siendo un buen fin de semana
para mí.
-No es sólo sexo-me aseguró, en tono bajo pero firme.
-Pues menos mal.
Sonrió un poco. Por algo se empezaba. Se pasó el dorso
de la mano por la nariz, deteniendo su reacción.
-Intentaré no llorar delante de ti, y punto-dijo, en
el tono más seguro que pudo.
-No, mi amor-sacudí la cabeza, ¿tan difícil era de
entender?-. Cuando llores, que sea conmigo delante, para que no lo hagas sola,
sin nadie que te abrace. Pero por cosas que importen. Me duele un montón verte
mal.
Me acarició la mano en la que me apoyaba.
-No lo hago para que te sientas mal.
-Ya lo sé.
-Ni tampoco pongo pegas por ponerlas, es que...-suspiró-.
Te mereces mucho más que esto.
-Vale, ahora me estoy cabreando, ¿qué te dije la noche
en que te dije que me estaba enamorando de ti?
Sonrió, recordándolo todo. Cómo lo hicimos en aquel
baño, cómo le dije que se fuera a mi casa a pesar de que yo nunca traía a ligues a casa, cómo le
presenté a mi cama, desnudándola y poseyéndola despacio sobre ella, mi cama, de
la que se había hecho íntima amiga… cómo la dibujé, cómo volví a hacerla mía.
-Que dejara de infravalorarme.
-Tenemos que escondernos de tu hermano-tomé su rostro
entre mis manos-, porque él sabe lo que vales realmente. Sabe que nadie te
merece. Y menos yo. Si vieras las gilipolleces que he llegado a hacer…-sonreí,
y ella sonrió-. Tengo un pasado oscuro, El. Más que mi pelo. Y tú… tú eres todo
luz. Pero supongo que hace falta luz en la oscuridad y oscuridad en la luz,
¿no?
Asintió.
-¿Me hablarás de él? ¿Algún día?
-Puedo hablarte hoy de él, si quieres.
-Me gustaría.
-Esta tarde te contaré todo lo que tú quieras saber.
Pero ahora, vas a buscar algo que ponerte y vamos a ir a buscarte ropa. Por si
nos apetece ir mañana a dar una vuelta, o lo que sea.
-Nos las apañaremos.
-No, te las apañarás tú, porque yo me marcaré un
Spiderman por culpa de esas piernas que tienes. Sí, esas, con las que me estás
acariciando las mías. No te rías así. Deja de hundirme en la miseria. Se supone
que me quieres-se echó a reír-, si fuese verdad, no me estarías haciendo esto.
-Claro que te quiero, S.
-Pues para. No me provoques. Coño ya. Me estoy
ofendiendo-siguió subiendo y bajando el pie por mis piernas-. ¡Deja el puñetero
pie quieto ya!
-Es que es divertido-sonrió, y por su mejilla se
deslizó una lágrima rezagada, la única valiente que había conseguido salir de
sus ojos y enredarse en sus pestañas.
-¿Sabes qué va a ser divertido?-espeté-. La puta cara
que se te quede cuando te coma el coño aun teniendo la regla. Te llevo años de
ventaja, cría. No me calientes.
-No tienes huevos.
-¿Que no tengo qué?
-Huevos.
-¿Qué pasa? ¿En tu reconocimiento de hace unos minutos
no los encontraste, o algo?
Se echó a reír, y empezó a chillar mi nombre entre
carcajadas cuando me lancé a su pecho, y lo besé por encima de la camiseta, y
se estremeció y pataleó, negándose a que empezara a besarla donde más me
deseaba.
-¿Vas a ser buena?
-Sí, sí sí sí, sísísísísísí.
-¿Fijo?
-Sí.
La acaricié. Por dentro de las bragas. Porque, ya que
vas a putear a tu chica, la gracia es hacerlo en condiciones. Se estremeció,
entreabrió la boca y cerró los ojos.
-Sí que lo tienes sensible, ¿eh?
-Cállate-replicó, y que me parta un rayo si no es la
mujer de mi vida.
-Vístete-dije, sacando la mano de sus bragas y dándole
una palmada en el muslo. Se incorporó y se arrastró hasta su bolsa blanca de
asas marrones; empezó a revolver hasta encontrar las medias del otro día, y una
falda negra de vuelo.
-Voy a necesitar una camisa tuya.
-¿Y si te obligo a ir en sujetador por Londres?
Se volvió.
-Eres celoso, Scott.
-Hay mucho hijo de puta por ahí suelto-gruñí, y se
echó a reír.
-La blanca-me dijo.
-Que no te voy a dejar mi ropa, no seas pesada. Seguro
que me la estiras.
Terminó suspirando, diciendo que yo me lo buscaba,
poniéndose el sujetador de encaje del viernes (¡dios mío, lo que le haría!), la
misma camiseta de tirantes de cuando se tumbó a mi lado en la cama… y la
chaqueta de cuero, mi chaqueta de cuero, la que le había regalado cuando metí
la pata hasta el fondo y la probé, traicionando a Tommy de la única manera en
que podía traicionar a mi mejor amigo.
Me miró, y si no era el animal más hermoso de la
Tierra, yo... no volvería a mirarla. Nunca. Jamás.
Me estaba retando con los ojos.
-¿No deberías ducharte para quitarte los restos de
helado, genio?
Suspiró.
-Me tienes hasta el coño, Scott.
-No, tesoro, me tienes hasta en el coño. La diferencia es sutil, pero ahí está.
Entrecerró los ojos.
-Eres de género
faltoso-me dijo en español, y yo alcé las cejas.
-¿Qué es eso?
-Lo que eres tú-y se fue muy digna, y yo le di las
gracias por aquella explicación tan exhaustiva. Dio un portazo, y a los dos
minutos abrió la puerta y me preguntó si nos duchábamos juntos.
No: si me apetecía
que nos ducháramos juntos.
-¿Con qué te duchas, Eleanor?-se quedó callada.
-Como me digas lo de que si…
-¿Con qué te duchas?
-Con agua-respondió.
-¿Y el agua moja?
-¿Por qué no te vas un poquito a la mierda, Scott?
Me eché a reír, me quedé tumbado en la cama, hablando
por teléfono, pidiendo favores, reclamando los pasados.
-Scott-gruñeron con voz ronca al otro lado de la
línea. Le acababa de despertar después de una noche de juerga. Seguro que
todavía estaba en la cama con su chica-. Qué pasa.
-Necesito que me abras la tienda.
-Scott, será puta coña, son las… once de la mañana de
un puto domingo.
-Deberías estar en misa, para contrarrestar todos tus
pecados, y seguro que estás rebozándote en tu lujuria.
-Joder, la lujuria es lo mejor-bostezó-. Pero no te
voy a abrir la puta tienda de mi hermano.
-¿Te acuerdas de aquella vez que se te jodió la moto y
Tommy y yo recorrimos medio Londres para conseguirte la pieza que te faltaba?
-Además de musulmán, rencoroso. Desde luego, chaval,
lo tienes todo.
-¿Qué te cuesta, tío? Por un amigo, lo que sea. Bros before hoes y toda esa mierda.
Suspiró.
-¿No se supone que estás en Bradford?
-La gente supone muchas cosas hoy en día.
Noté su sonrisa cuando contestó:
-Ya me parecía a mí que ibas a pasar demasiado tiempo
fuera, y más teniendo en cuenta que no protestaste ni una sola vez por los
planes de tus padres. ¿Qué haces en Londres?
-Te lo cuento cuando te vea.
-No, me lo cuentas ahora-ladró mi amigo-. Nada, nena. Scott.
Que es imbécil. Y un mentiroso.
-Pídele perdón a tu chica de mi parte, pero ahora el
que te necesita soy yo.
Suspiró de nuevo.
-Me visto y te la abro. Pero, ¡eh! El próximo viernes,
me invitas a chupitos. A los que a mí me dé la gana.
-Interesado de los cojones.
-Hay que andar espabilado en la vida; vivimos en un
sistema capitalista, cariño. Nada es gratis.
-Ya lo veo, ni el cariño de un amigo.
-Uf, eso, especialmente-nos echamos a reír-. ¿Cuánto
tiempo me das?
-En media hora estaré ahí.
-Vuela-contestó él-. Los dos estamos de humor para un
polvo mañanero, ¿eh, preciosa?
-Dale lo que quiera y luego vete, no seas sinvergüenza
y avaricioso.
-Voy a colgar, porque me excita que me digas esas
cosas y me hables en ese tono.
-De puta madre, nos vemos en media hora.
Colgué y esperé a que Eleanor me llamara, porque me
encantaba hacerme de rogar.
-¡Scott!
Sonreí.
Eleanor era orgullosa como ella sola, y terca como una
mula, y no reconocería un error ni aunque le fuera la vida en ello.
Me pregunto a quién se parecería, a qué cierto chico
de ojos azules y pelo castaño que tenía cierta relación con ella.
Pero los dos eran iguales, los tres éramos iguales en una cosa: si queríamos algo, lo cogíamos. O lo
pedíamos hasta la saciedad.
Ni nuestro orgullo de mierda nos iba a impedir
saciarnos.
ME DUELE EL PUTO CORAZÓN CON LO BONITOS QUE SON
ResponderEliminarSon una preciosura de verdad, hay que ser fuertes
Eliminar"Tengo 17 años y ya he encontrado a la mujer de mi vida. Prácticamente la vi nacer." ASÍ EMPIEZA LA PUTA BIBLIA TÍAS.
ResponderEliminarMI MEJOR AMIGA CASI ME PEGA CUANDO LE LEÍ LA NOTA EN LA QUE TENÍA ESCRITA LA PRIMERA PARTE DEL CAPÍTULO
Eliminar"Tengo 17 años y ya he encontrado a la mujer de mi vida. Prácticamente la vi nacer."
ResponderEliminarolé ahí empezando fuerte el capítulo di que sí Eri
Scott me arruina mi patética existencia deja ya de escribir estas cosas que entro en depresión fuerte
Me duele el corazón cada vez que tengo que narrar con él porque es que está TAN enamorado de Eleanor, y buf, ya era hora porque ella puede hacerlo feliz como nadie más podría y me duele el corasonsito de repente necesito un minuto
Eliminar"Tengo un pasado oscuro, El. Más que mi pelo. Y tú… tú eres todo luz. Pero supongo que hace falta luz en la oscuridad y oscuridad en la luz, ¿no?" YO SI QUE NECESITARE UN POCO DE LUZ EN MI VIDA CUANDO ESTA NOVELA TERMINE Y ME SUMERGA EN UN POZO SIN FONDO DE AGONÍA.
ResponderEliminarPERDONA, YO SÍ QUE ME VOY A SUMERGIR EN UN POZO CUANDO TERMINE LA NOVELA Y LAS ENTRADAS NO LLEGUEN NI A LAS 100 VISITAS CUANDO AHORA LAS PASAN EN LAS PRIMERAS DOCE HORAS, NI TENGA COMENTARIOS, NI NADA, ASÍ QUE TE BUSCAS OTRO POZO SIN FONDO QUE EL DE LA AGONÍA YA ESTÁ RESERVADO
EliminarMENOS MAL QUE TENÍA EL TANQUE DE OXÍGENO AL LADO MIENTRAS LEÍA EL CAPÍTULO
ResponderEliminarMujer precavida vale por dos
Eliminar"Se acurrucó contra mí, y que Alá me perdone, pero me gustó mil veces más que cuando lo hacían mis hermanas. Me sentía muchísimo más fuerte con Eleanor que con ellas. Bastante más especial." PUM! ADIÓS PULMÓN IZQUIERDO.
ResponderEliminarEl Scott de Eleanor>>>>>>>>>>>>>>> el Scott de Duna>>>>>>>>>>> el Scott de Shasha>>>>>>>>>>>>> el Scott de Sabrae
Eliminar"-¿Lo hacemos en la cama?
ResponderEliminar-Mira que estás pesada con el sexo anal, eh. Te advierto que no es tan guay como te imaginas.
-Desayunar-dijo." ME MEO JODER. ES TAN TONTO Y TAN MONO A LA VEZ.
Está obcecadísimo por favor Scott vamo a calmarno
EliminarQuiero que esta novela no se termine nunca en serio. Necesito leer sobre ellos hasta el día en el que me muera.
ResponderEliminarUY, SI POR MÍ FUERA, YO SEGUÍA ESCRIBIENDO 2000 CAPÍTULOS MÁS, PERO TAMPOCO QUIERO RESULTAROS PESADA JAJAJAJAJAJA
Eliminar"Se separó un poco de mí, para mirarme. La bolsa estaba en el suelo. La carga que sostenía ahora era mil veces más preciada." MIL VECES MAS PRECIADA AH AH AH AAAAAAAAAAAAH
ResponderEliminarSi eso ha sido un orgasmo, quisiera decir que estoy de acuerdo
EliminarME HE REÍDO MUCHÍSIMO CON LO DE SEXO ANAL. ELLA ESQUIVANDO EL TEMA Y EL OTRO PENSANDO QUE SE REFERÍAA ELLO TODO EL TIEMPO XD
ResponderEliminarScott es un vicioso por favor que alguien lo sumerja en dos kilolitros de agua bendita muchas gracias
EliminarSE HA PUESTO ROJO CUANDO LE HAN DICHO QUE SABÍAN QUE SE IBA CON ELEANOR. ME LO COMOOOOO
ResponderEliminar</3 mi primogénito hermoso con complejo de tomate cherry
Eliminar"No me va a dirigir la palabra, pero en Nochevieja nos emborracharemos y se le olvidará que está enfadado conmigo por enamorarme de su hermana " QUE TE LO HAS CREIDO CHAVAL. EN CUANTO TERMINES LA FRASE TE VA A SOLTAR UN PUÑETAZO DEL TAMAÑO DE CÁCERES. LO VEO VENIR. Y VOY A LLORAR
ResponderEliminarLO DEL PUÑETAZO DEL TAMAÑO DE CÁCERES VA A SER #TALCUAL
EliminarMe he descojonado con esa frase, muchísimas gracias ♥
"Todavía no se han escrito libros que contengan una mínima mención de lo que me haces sentir tú." TODAVÍA NO HA EXISTIDO NI EXISTIRÁ UN TÍO COMO TU HIJO DE MI VIDA.
ResponderEliminarNo me puedo creer que este chaval sea producto de mi imaginación de verdad cómo puede alguien como YO conseguir crear a alguien como ÉL y esas frases
EliminarBienvenidos a la Nave del Misterio
"Tengo 17 años y ya he encontrado a la mujer de mi vida. Prácticamente la vi nacer."
ResponderEliminarTengo 16 años y ya he encontrado al hombre de mi vida. Es un personaje literario.
Tengo 19 años y ya he encontrado al hombre al que quiero entregarle mi virginidad.
EliminarLo he creado yo y vive exclusivamente en la fanfic de mi puñetero blog
"Era un avión, un avión de papel. Y ella era la brisa marina de la villa pesquera de casas blancas y pequeñitas. La brisa cargada de sal, la que enreda melenas, forma olas, acaricia acantilados. Era ella la que me hacía volar, la que me mantenía lejos de las olas." M A D R E D E L A M O R H E R M O S O
ResponderEliminar(╭☞ ͡ ͡° ͜ ʖ ͡ ͡°)╭☞
EliminarHas sido muy sabia fijándote en lo del avión de papel, Paula, va a ser importante a partir del siguiente capítulo
(╭☞ ͡ ͡° ͜ ʖ ͡ ͡°)╭☞
YA TENEMOS FECHA DEL SALSEO. 29 DE DICIEMBRE.
ResponderEliminarA no ser...
EliminarCuando crees/tienes pensado que terminarás las novela?
ResponderEliminarBuf, todo depende de cuánto escriba este verano, porque una vez que empiece el curso ya sólo tendré media hora "garantizada" al día para poder escribir... pero espero tenerla terminada para... ¿Marzo, quizás?
EliminarEn todo caso, no quiero llegar a Junio del año que viene y seguir aquí tocando los huevos con Scott, Tommy y compañía (aunque, al paso que voy, imaginándome cada vez más y más cosas, tendré que dar gracias si la termino en 2050) ^^
"Y en mi cabeza, sólo había un pensamiento.Tus hijos van a ser los de ella.Sonreí.Inshallah."
ResponderEliminarME QUIERO TIRAR DE UN TREN EN MARCHA.
POR FAVOR PODEMOS APRECIAR EL HECHO DE QUE LOS DOS NOS HAN CONTADO ESE MISMO MOMENTO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE CADA UNO
EliminarMUCHAS GRACIAS
Dime que el siguiente capítulo lo narran el o ella. Quiero saber a donde la llevaaaaaa
ResponderEliminarLo narra Scott :3 iba a hacer un corte de capítulo y seguir, pero me enrollé demasiado con la parte en la que hacen el amor, así que tenéis capítulo extra, de nada
EliminarNo me canso de decir que son la pareja literaria más mona de este planeta.
ResponderEliminarOjalá vivamos en un universo paralelo y sean ellos los que son reales, y no nosotros
Eliminar"Ella era lo mejor de la mejor estación del año, lo mejor del mejor fin de semana de mi vida, la mejor de todas las chicas con las que había estado." Mi corazón ha hecho BUM BUM y ha explotado.
ResponderEliminarQUIERO
EliminarQUE
SCOTT
EXISTA
"Estáis casadísimos, Scott, me recriminó una voz en mi cabeza. Era demasiado joven para estar tan casado.Me la bufaba.
ResponderEliminarLa quería a ella, solo a ella, siempre a ella."
TE EXIGO ESCRIBIR LA ESCENA DEL DIA EN QUE SCOTT LE PIDA MATRIMONIO. LO NECESITO COMO EL AIRE PARA RESPIRAR.
Ya la tengo pensada
Eliminary es genial, en mi humilde opinión
(╭☞ ͡ ͡° ͜ ʖ ͡ ͡°)╭☞
"Yo por la noche no rindo bien. No me llega la sangre al cerebro. Suele ser cuando más follo, la noche. El cuerpo tiene que distribuir. Y, a veces, las prioridades se reorganizan." ES TAN SUBNORMAL JAJAJAJJAJA
ResponderEliminarLE MUERDO UN MOFLETE
EliminarNo sabes lo feliz que me haces cada vez que subes un capítulo. Me ayudas a desconectar durante una hora y consigo olvidarme un poco de todo y sumergirme en esta historia tan bonita. Gracias y gracias.
ResponderEliminarAY POR FAVOR KARLA, TE DEVORO LOS MOFLETES, QUÉ RICA ERES, VEN QUE TE BESE.
EliminarMe encanta escribir esta historia (creo que se nota por la longitud de los capítulos y lo rápido que subo, teniendo en cuenta que 20 páginas cada 3 días pues... cuidao, no se escriben si algo no te apasiona) pero que me digáis estas cosas refuerza todavía más lo mucho que me gusta esta novela, el cariño que le tengo y el asdfghjklñ que siento en general cuando me siento a escribir ♥
Muchísimas gracias a ti, cosa linda
"Yo no he nacido con estrella; Alá me ha dedicado una galaxia entera." CHAITO
ResponderEliminarESTABA ANSIOSA POR QUE ALGUIEN COPIARA ESA FRASE DE VERDAD, MUCHÍSIMAS GRACIAS, TE COMO EL ROSTRO
Eliminar"Y lo supe, en ese mismo momento.
ResponderEliminarHaría lo posible por ver esa imagen una y mil veces a lo largo de mi vida, cambiarle el apellido, levantarme después de una noche intentando darle hijos y encontrármela allí, y verla negar con la cabeza, y yo asegurarle que no importaba, que teníamos tiempo de sobra…" ESTÁ HASTA LAS TRANCAS POR ELLA. ME CAGO EN MIS MUERTOS JODER
Yo tengo la teoría de que lleva enamorado de ella desde que la conoció después de que Erika (aka "yo" hola buenas tardes) le diera a luz pero no se ha dado cuenta hasta que han crecido los dos y mira esa idea es
Eliminartan
hermosa
tengo algo en el ojo discúlpame se me ha metido una buena dosis de THIS IS FATE en la retina
COMO QUE VAN A ROMPEE DOS VECES Y LAS DOS ROMPERÁ ELEANOR. ESPERO QUE LA PRIMERA NO SEA CUANDO TOMMY SE ENTERA PORQUE LA LÍO PARDA
ResponderEliminar#SalseoSceleanor2k16 venga a tts
Eliminar"-De puta madre, la mujer se morirá con 200 años-gruñó papá.
ResponderEliminar-Dios no lo quiera-susurró mamá por lo bajo.
-¡Sherezade!" CASI ME MEO ENCIMA. PUTA SHEREZADE, ES MI DIOSA.
Sherezade NO SOPORTA A TRISHA; enseguida veréis por qué
Eliminarporque SÍ, voy a subir pronto un capítulo en el que Scott le cuenta a Diana cómo se conocieron sus padres... misteriosamente, narrado por uno de ellos.
O por los dos.
Quién sabe.
Sólo yo lo sé JAJAJAJAJAJAJAJA basta de teasers
Me encantan tanto joder
ResponderEliminar( ̯͡◕ ▽ ̯͡◕ )
Eliminarasí me tienen
fascinada
"Sonrió suavemente en mi boca, y lo único mejor que una chica sonría mientras la besas, es que esa chica sea Eleanor." ESTÁ TAN ENAMORADO DE ELLA QUE QUIERO LLORAR
ResponderEliminarSceleanor son mis nuevos Logemma
EliminarNO MIENTO CUANDO DIGO QUE EN CIERTAS PARTES DE ME HAN SALTADO LAS LÁGRIMAS. TIENEN UNA RELACIÓN TAN SANA, MÁGICA PRECIOSA QUE PUFFFFFF
ResponderEliminarPara mí es muy importante que no caigan en los míticos tópicos de pareja tóxica pero no sé si consigo librarme de todos :( en cualquier caso, NECESITO que sean lo más hermosos posible porque de verdad te digo que no concibo a nadie mejor que Scott para Eleanor ni nadie mejor que Eleanor para Scott
Eliminarme duele el coraçao
"Todavía no se han escrito libros que contengan una mínima mención de lo que me haces sentir tú." Mis instintos suidas afloran cada vez mas
ResponderEliminarMe va a explotar el dedo gordo del pie si siguen siendo tan lindos
Eliminar"Qué ganas tenía de pasarme toda la vida pensando en qué momento conseguiría alcanzarla, qué ganas tenía de morirme en mi cama con su mano en la mía y descubrir que, en efecto, mis sospechas habían sido acertadas: ella estaría siempre por encima de mí." Que ganas tengo yo de clavarme un boli en el ojo derecho
ResponderEliminarQué ganas tengo yo de no calmarme nunca
Eliminar¡PERO POR FAVOR! COGERÍA UN FRAGMENTO Y TE DIRÍA LO MARAVILLOSO QUE ES PERO ENTONCES TENDRÍA QUE COJER EL CAPÍTULO ENTERO, SON PURO AMOR, O SEA SCOTT ESTÁ HASTA LAS TRANCAS Y A MI ME HA ESTALLADO UN PULMÓN SOLO CON LA PUTA PRIMERA FRASE, NO PUEDO ESPERAR A LEER CÓMO SCOTT LE CUENTA ESE PASADO OSCURO Y VER LA REACCIÓN DE EL, Y SOBRETODO CUANDO SE LO CUENTEN A TOMMY, VOY A SUFRIR MUCHO DIOS MIO AYÚDAME ������
ResponderEliminarPOR DIOS QUÉ HERMOSA ERES TE COMO LA CARA VEN AQUÍ MUACK MUACK
EliminarScott está tan perdido en ella de verdad yo quiero tener algo como lo que tiene él y Eleanor lo ama con locura, creo que está peor incluso que él, imagínate cómo reaccionará cuando le suelte el bombazo de su pasado (que se menciona en otros capítulos muy, muy de pasada, pero espero que sea sorpresita).
Y CUANDO TOMMY SE ENTERE, DOS PALABRAS: MADRE. MÍA.
ERIKA, SE ME PASÓ COMENTARTE OMG MATAME
ResponderEliminarLOS
JODIDAMENTE
AMO
TE VOY A DECIR LO DE SIEMPRE Y LO SABES: QUIERO UN PUTO SCOTT, Y LO QUIERO YA. VALE YA CON LA TONTERÍA.
ME REÍ CON LO DE LA REGLA DE ELEANOR Y SU LLORERA (soy mala, lo se) PORQUE CON TODO LO QUE HAN FOLLADO EN 2 DIAS Y ENCIMA LA ÚLTIMA VEZ SIN CONDÓN, MADRE MIA, YO TAMBIÉN LLORARIA PERO DE LA EMOCIÓN EN PLAN:
"SÍ JODER QUE NO ME HE QUEDADO EMBARAZADA, SCOTT, SOMOS LOS PUTOS AMOS, FOLLEMOS OTRA VEZ"
JAJAJAJJAJAJAJAJAJA NO SE SI ME EXPLICO, VALE.
Últimamente te dejo comentarios más cortos de lo normal y me siento mal por ello pero es que el calor me mata las pocas neuronas que me quedan (que encima son vagas) y me da pereza pensar.
PERO YO COMO SIEMPRE TE QUIERO
VIR.
Pd. Hoy me abstengo a pd
Pd2 ups
Pd3 ya me voy
NO PASA NADA VIR I TRUSTED YOU
EliminarYO
TAM-
BIÉN
Son tan hermosos de verdad debemos protegerlos.
A mí, por una parte, me dio pena por Eleanor, porque se nota que quiere estar con él y que demasiado Scott no es suficiente i dON'T NEED MY LOVE YOU CAN TAKE IT YOU CAN TAKE IT TAKE IT I DONT NEED MY HEART YOU CAN BREAK IT YOU CAN BREAK IT BREAK IT vale ya bastó la venada High School Musical.
Que le ha venido la regla ahora no significa que no pueda quedarse embarazada (?) no sé, no entiendo mucho de esas cosas, pero si se supone que puedes quedarte embarazada follando con la regla, por qué no cuando lo haces y justo después te baja... tiene sentido, en mi cabeza al menos
PERO POR OTRA PARTE ME ALEGRO POR SCOTT PORQUE ESTÁ AGOTADO EL POBRE CHIQUILLO ES QUE YA NO PUEDE NI CON EL ALMA MADRE MÍA ELEANOR LE SACA BRILLO QUE DA GUSTO YOU GO GIRL DISFRUTA DE TU NOVIO QUE BIEN BUENO QUE ESTÁ.
No pasa nada que sean más "cortos", lo importante es que me comentas y haces que te quiera dar un besote en esos lindos morros (k). Con el calor yo también estoy más vaga, por eso abro todas las ventanas de la que estoy escribiendo, para que fluyan las ideas (y lo que no son las ideas)
COMO SIEMPRE TE QUIERO
ERI
pd: me da a mí que no
pd2: hi
pd3: aió ü
Supuestamente si has follado sin condón te puedes quedar embarazada (obviamente) pero si te baja la regla es como que has "abortado" vaya, que no estás embarazada y por lo tanto yo lloraría de felicidad, y todo eso, y no tengo ni idea de si te puedes quedar embarazada o no haciéndolo con la regla, ya hasta ahí no llegan mis escasos conocimientos JAJAJAJAJA
EliminarPero no sé, me parece demasiado pronto para que se pueda relacionar esa regla con que no se va a quedar embarazada (que no se lo va a quedar), ten en cuenta que pasan sólo un par de horas entre que lo hacen y a ella le baja, no creo que sea tiempo suficiente para que los espermatozoides lleguen a la trompa de Falopio (no sé dónde oí yo que tardan 10 horas en llegar, igual fue en Aquí no hay quien viva JAJAJAJAJAJA).
EliminarSí sí, te puedes quedar embarazada incluso haciéndolo con la regla, otra cosa es que sea más complicado, pero por poder, se puede