jueves, 4 de julio de 2013

27 melones.

¡Hola, peques! Bueno, antes de que os lancéis como chacales al capítulo, quería recordaros lo de mañana. No subiré capítulo mañana; no tengo tiempo y muchos no me habéis dado aún vuestras frases. Aprovecho ya para daros el plazo: tenéis hasta el SÁBADO POR LA NOCHE. Más allá del Sábado, se siente, pero ni aun siendo Miguel de Cervantes os meto aquí dentro. Necesito tiempo para enlazaros. ¡Gracias y disfrutad!


Chasqueé la lengua y negué con la cabeza, tanteando entre el ejército de materia del instituto que tenía desperdigado por el escritorio, mientras tenía la voz de mi profesor de Química en mi cabeza: No Alba, no. Eso no es un triple enlace decente.
Por fin encontré la goma, y empecé a borrar como si no hubiera un mañana. Como si quisiera borrar el haberme inscrito en el Bachillerato de Ciencias. Sí, habría sido mejor idea ir por letras aunque las consecuencias terminarían siendo las mismas.
Seguiría sentándome sola por culpa de las dos putas, la PS y la SP. La SP me había abandonado porque se había quedado embarazada y su madre la había echado de casa. Noemí sí que sabía montárselo bien. Y, en cuanto a la PS... bueno... la S de suicida lo decía todo. No me había abandonado únicamente a mí, lo había abandonado todo.
Levanté la vista y miré al foto que había impreso nada más llegar a casa después de llegar de Inglaterra el fin de semana que Liam me dio la noticia. Eri había muerto. Se había suicidado, la muy hija de puta. Se había largado de este mundo porque era lo suficientemente egoísta como para no querer tirar para delante y soportar que Louis tuviera a otra chica. Aunque tenía que confesar que había tenido cojones eligiendo eso. Se había librado de mucho sufrimiento, y yo no estaba segura de tener el coraje (o ser lo bastante gilipollas, tal vez) para hacer lo que hizo ella si estuviera en su situación. Me pregunté qué pasaría si me dejara Liam. Tal vez no necesitara suicidarme, tal vez me diera un ataque al corazón y me quedara tiesa en el sitio.
A Danielle le encantaría que me quedara tiesa.
Las tres de la foto seguían sonriendo, sin inmutarse de cómo habían cambiado las cosas. Yo, a la izquierda, con los ojos ligeramente cerrados por la amplia sonrisa que me cruzaba la cara. Noe a la derecha, con la cabeza un poco apoyada sobre su hombro. Y Eri en el centro, con su camiseta roja de Duff casi brillando con luz propia, y los brackets en el centro de sus dientes, que no hacían más que embellecerla.
¿La habrían enterrado con el aparato o se lo habrían quitado? Sería un gran trauma abrir la tumba cien años después para reutilizar el ataúd (si las leyendas urbanas eran ciertas) y encontrarse allí con lo que le habría dado la sonrisa perfecta a mi amiga?
Negué con la cabeza, pensando en cuándo echaba de menos a la Puta Suicida. Terminaba haciéndose querer, la cabrona. Y tenía suerte; no tenía que hacer ejercicios de formulación. La formulación daba mucho asco.
Miré un momento la taza de Edward en Eclipse que tenía a modo de presidente de mesa a mi lado, dándome fuerzas, suspiré y me puse a pensar cómo iba a enlazar el oxígeno con el hidrógeno. Era imposible.
Mi hermano entró en mi habitación sin tan siquiera llamar a la puerta.
-Alba-murmuró mi nombre como si fuera una maldición imperdonable. Suspiré sin mirarlo.
-¿Qué pasa, naranja?
Eri me había terminado pegando lo de llamar a mi hermano por el color de su pelo. Pero yo no lo llamaba Zanahorio, como había hecho ella. Dios, sí que la echaba de menos.
-Están echando Heartbreaker en Mtv.
Yo ya me había levantado a todo correr de la silla en cuanto escuché la sílaba "heart". Lo aparté para que me dejara pasar y corrí hasta el salón como alma que lleva el diablo, sin importarme que mi madre me mirara mal y mi padre negara con la cabeza al verme entrar en tromba en el salón. Pude contenerme lo suficiente como para no gritar, lo cual fue una hazaña digna de mención en la próxima entrega de los premios Nobel.
Asentí con la cabeza al ritmo de la música mientras mi padre volvía la vista hacia el periódico, intentando hacerme el menor caso posible, y sin mencionar que mi hermano había vuelto corriendo de mi habitación y se había sumado a mis momentos de histeria general.
Se acabó la canción, pero me vi obligada a quedarme para ver cómo bailaba una canción de reggaeton con un baile propio (qué raro, canciones de reggaeton con bailes propios) sobre un tiburón. Mi hermano no lo hacía mal.
En cuanto la canción se acabó, me obligué a mí misma a irme, aunque habían pasado a una de Taylor Swift que, a pesar de que todo el mundo decía y a mí también me parecía que estaba dedicada a Harry y que lo pintaba como un demonio, me gustaba. Hice un esfuerzo por sentarme en el escritorio otra vez. Mi madre entró en el dormitorio, me dejó un par de camisetas encima de la cama y me dijo que cuando acabara los deberes las guardara. Asentí sin hacerle caso y protesté cuando se fue sin cerrar la puerta. Me molestaba el ruido de la tele, no podía concentrarme. Llevaba una temporada sin poner la radio y no me acostumbraba a hacer los deberes con ruido de fondo que no fuera música que me gustaba.
Coloqué bien la taza de Edward, suspiré por décima vez y miré el reloj. Al día siguiente, a esas horas, los chicos estarían abriendo su gira en el O2 Arena. Y Noemí estaría viéndolos actuar en primera fila.
Y yo tenía un examen y no podría ir.
Tampoco me habían invitado, lo cual me molestaba bastante, pero conocía a Liam lo suficientemente bien como para saber que no me pediría ir allí a apoyarlo y hacerle saber que estaba muy orgullosa de él y del resto.
Pero era un maldito examen más, no era una prueba de Selectividad ni nada de eso. Tampoco pasaría nada si me lo saltaba: podía llevar un justificante y pedir que me lo hicieran otro día. Era la gira de los chicos, la primera a la que iba a ir.
Si me invitaban, claro, porque mi madre no quería pagar la entrada y no me podía llevar ni a Madrid ni a Barcelona.
Y Erika había visto necesario acabar con su vida antes de que pudiéramos ver a los chicos en concierto con su nuevo disco.
Negué con la cabeza y cerré el libro de química para abrir el de matemáticas. Últimamente los profesores parecían rabiosos, y nos mandaban los deberes que más rabia les daban Me pasaba tardes enteras haciendo ejercicios, saliendo sólo para ir a aeróbic (al que ya iba con tan sólo otra chica, entre la embarazada, la suicida, una que lo había dejado porque no tenía tiempo y otra que no hacía más que engordar, nuestro número se había reducido de 6 a únicamente 2), lo cual no era de mucho descanso.
Diego abrió la puerta sin llamar antes.
-Tienes visita.
-¿Ha venido la abuela?
Negó con la cabeza, lo que sólo sirvió para cabrearme más. No tenía tiempo para gilipolleces, tenía que adivinar por qué un tal Pedro querría comprar 27 melones. Me interesaba más el por qué de comprar 27 melones que realmente el saber el precio exacto de cada uno haciendo medias entre los pesos y lo que había pagado por la compra total, en la que se incluían detergentes, una tableta de chocolate, un kilo de carne y dos cajas de condones. Al menos tomaba precauciones. No creo que las necesitara; habría que estar muy zumbada para tirarse a un tío que compra 27 melones y se queda tan ancho.
-Diego, no tengo tiempo. Dile que tengo que hacer deberes, que cuando acabe voy a verla a su casa si hace falta.
Se encogió de hombros y salió, llevándose aquella cabellera naranja fosforito (como mis subrayadores, ahora que lo pensaba) consigo.
No cerró la puerta. Estaba segura de que era algo genético.
-¡CIERRA LA PUERTA!-rugí pero fui yo la que se levantó y se dirigió hacia ella como un resorte, sin importarme tirar la silla y libros de la estantería a mi paso.
-She doesn't wanna see you bro.
¿Qué coño dice este naranja?
Caí en la cuenta un segundo antes de mirarlo y encontrarme con aquellos ojos preciosos y aquella sonrisa que podría iluminar el distrito entero de la ciudad de Los Ángeles de ser conectada a una fábrica hidroeléctrica.
Tenía visita.
La tenía yo.
Los demás no.
Sólo yo.
-Liam-dije, y en mi boca se esbozó una sonrisa tan estúpida pero verdadera que de haber vuelto en el tiempo y estar observando la escena me habría dado tortazos con una zapatilla hasta borrarla y tirarme al suelo y seguir porque parecía una puta gilipollas con aquel monstruo cruzándome la ca...
Me besó. Cerré los ojos y le eché las manos el cuello mientras nuestros labios se encontraban. Sentí cómo subía al cielo flotando mientras su lengua jugaba con la mía, mimosa, temiendo hacerme daño, como si fuera de cristal y pudiera romperme, como si estuviera hecha de humo y el más leve contacto fuera a destruir la prisión en la que me habían metido y me evaporase.
-Puaj-dijo mi hermano, apartando la cabeza y metiéndose en su habitación. Ya le diría yo lo mismo cuando tuviera novias. Me habían dicho que tenía a todas las chicas en su colegio locas. Normal, aquella melena exuberantemente naranja no se encontraba así como así. Sólo la había visto en una persona, que era famosa por las canciones que escribía. Ed Sheeran.
-¿A qué has venido?-pregunté cuando nos separamos. Lo arrastré, casi literalmente, a mi habitación... y cerré la puerta.
-Yo también me alegro de verte y te echaba de menos-replicó, burlón. Estar tanto tiempo con Louis acababa pasando factura. Se sentó en la cama y palmeó el sitio a su lado. No me hice de rogar y me apretujé contra él mientras me acariciaba despacio la cintura, volviéndome loca mientras corrientes de lava se movían por mi piel, recordándome que me estaba tocando, como si no le estuviera prestando absoluta atención-. ¿Qué tal todo?
-Bien. ¿Tú estás nervioso?
Se encogió de hombros.
-Es algo grande, más grande que lo que hemos hecho hasta ahora, y...
-Estás nervioso-repliqué, pues me parecía muy tierno. Le había visto ponerse nervioso cuando actuaron en los Juegos Olímpicos, lo cual habría sido de estúpidos, por otra parte, si no se hubiera sentido así. Le había visto ponerse nervioso cuando presentaron a Eri en su gala que supuso la fallida escalada al estrellato, y le había visto ponerse nervioso cuando estaba organizando la fiesta de cumpleaños de Niall... y me encantaba que se pusiera nervioso por todo, que quisiera que todo saliera perfecto para el disfrute de los demás.
Volví a besarlo, pasándole una pierna sobre sus rodillas. Sentí su sonrisa en mi boca  mientras tiraba de mí para colocarme aún más cerca de él. No nos dábamos cuenta de que ni fundiéndonos el uno con le otro estaríamos lo suficientemente cerca.
-Mañana tenías un examen, ¿no?-susurró, apartándome el pelo de la cara mientras hacíamos un alto para recuperar el aire. Asentí con la cabeza.
-Y tú mañana empiezas tu tour mundial.
Sonrió.
-Sí.
-Un viernes.
-Las películas se estrenan los viernes.
-Sigo sin entender por qué mis padres no me dejan ir. Tenemos todo el fin de semana por delante, puedo estudiar, y, además, saben lo importante que es para nosotros, especialmente para...
Me puso el índice en los labios. Ardía. Mis tripas se retorcieron, exigiendo intimidad para poder acostarnos. A nosotros no nos iba eso del sexo desenfrenado y al límite con toda la familia en casa.
-No te preocupes.
-Sí que me preocupo, Liam, porque, Dios, es...-negué con la cabeza, apartándome el pelo de la cara y mirándolo, intentando que entendiera leyendo mis pensamientos a través de mis ojos.
Se incorporó un poco mientras musitaba algo utilizando palabras que yo en la vida le había escuchado. A veces me fastidiaba que fuera inglés. Aquella fue una de esas veces.
-Te he traído un regalo-susurró, sacando un sobre de sabe Dios dónde y entregándomelo. Lo miré un segundo; estaba en blanco, no ponía nada. No podía ser una carta que me hubiera llegado a la casa de Londres (aunque, pensándolo bien, no le había dado a nadie la dirección de Londres), por lo que descarté que fuera algo que pudiera ocasionar una bronca espectacular con mi novio, ruptura y posterior suicidio...
Había descubierto que la única manera factible de conseguir soportar la ausencia de Eri era pensar en ella como si todas y cada una de las malas cosas que ocurrían en el universo fueran cosa suya. Tenía que convencerme de que su vida había sido mala, de que ella lo había sido.
Sin conseguía odiarla, no la echaría de menos.
Pero se hacía muy difícil odiar a una amiga, y más a una amiga muerta.
Abrí al sobre con manos temblorosas, y anoté mentalmente que me tenía que cambiar el esmalte de uñas por uno mejor, pues se me estaba desconchando, y fruncí el ceño. Liam se mordió el labio.
Saqué una entrada de primera fila al primer concierto de One Direction, en el O2 Arena, a la hora que ya había memorizado. La hora en la que planeaba encerrarme en mi habitación con una tonelada de chucherías y palomitas mientras suplicaba por Twitter que un alma caritativa me enviara un buen enlace a través del cual ver el concierto de los chicos.
Levanté la vista, infinitamente agradecida, y él sonrió. Se rascó la cabeza cuando volví a mirar la entrada, todavía sin palabras. Tenía la sensación de que si habría la boca y mencionaba su existencia, se evaporaría.
-Esto... no pedí una entrada VIP porque no quería que tuvieras acceso a backstage por ella. Por supuesto, lo tienes, puedes ir a donde te dé la gana en el escenario, es sólo que... no queríamos que otra chica que no nos conoce se quedara sin esa oportunidad, y... espero que no te importe. Fue idea mía. Los chicos querían darte el primer pase VIP, pero yo les dije que no, así que no te enfades con ellos, enfádate conmigo...
Era increíble que lo entendiera cuando hablaba a velocidad normal para él, pero lo era aún más cuando lo comprendía cuando hablaba rápido incluso para lo que me tenía acostumbrada. Y, sin embargo, un sexto sentido en mí conseguía darle la importancia que su voz se merecía, desglosar su voz en cada palabra y traducirla a mi lengua. Si tan sólo pudiera hacer lo mismo en los ejercicios de inglés, con gente a la que no había quién la entendiera...
Le puse un dedo en los labios, exactamente igual que él había hecho antes, y negué con la cabeza, suspirando de la emoción. Iba a ir.
-Es perfecto, Liam. Gracias-susurré, acariciándole las manos y besándole el lunar que tenía en el cuello. Se estremeció, cerró los ojos y dejó escapar un suave gemido que encendió mis instintos más oscuros. Pero no podíamos hacerlo, no así, no en ese momento, no...
-Larguémonos a Inglaterra-exigió-. Llevamos sin hacerlo desde el domingo.
-Me tienes abandonada.
-Puede que hasta tengas telarañas ahí abajo.
Asentí con la cabeza mientas me echaba a reír.
-¿Cuándo sale el avión?
-Cuando lleguemos.
-¿Has venido en el jet?
-He venido en el jet-replicó, sonriendo.
-Mi novio es una puta súper estrella y eso me pone un montón-repliqué, tirándome encima de él e inmovilizándolo con las manos. Me miró y se relamió.
-No vamos a llegar a casa y lo sabes.
-Con llegar a algún sitio más cercano nos basta-repliqué. Se echó a reír, negó con la cabeza y, sin esfuerzo alguno, nos cambió de posiciones, dejándome a mí bajo él, con su cuerpo entre mis piernas. Cerré los ojos mientras me besaba todo el cuerpo. La puerta estaba abierta, no era nuestro estilo, pero nos daba tanto igual que me estaban entrando ganas de reír.
Alguien golpeó con los nudillos en la puerta. Liam se separó de mí y comprobó que no había hecho ningún destrozo que no fuera considerado de abrazos inocentes por mis generosos padres, que eran veían menos que un ciego en cuanto a mi comportamiento con los hombres se refería. Con mi hombre, más bien.
-No hay ceguera peor que no querer mirar-escuché a Shakira en mi cabeza, y me la imaginé meneando las caderas a un ritmo demencialmente rápido. Nadie podría moverlas así. Nadie vivo. Sí que había conocido a alguien que las meneaba así, y nadie sabía cómo lo había hecho.
¿Por qué no podía sacarme a Eri de la cabeza ahora que era el último lugar en el que seguía?
Porque así estaría realmente muerta, musitó una voz en mi interior, una voz que conocía pero que no lograba situar. La voz sin rostro se retiró a un rincón de mi cabeza, noté cómo asentía su cabeza incorpórea, contenta por aquella frase que guardaría historia, y desvanecerse poco a poco en la oscuridad. Me asusté, porque tenía razón.
Sin embargo, el ir cargando con todos los recuerdos era un precio demasiado grande, un peso enorme sobre los hombros... y todo para que alguien que había decidido irse por voluntad propia siguiera entre nosotros.
Me apoyé en el hombro de Liam y él se quedó quieto, esperando a que le dijera a qué se debía este cambio de actitud tan grande, por qué había pasado de estar ardiendo como una antorcha gigante a apagarme con la facilidad de una cerilla.
-La echas de menos-susurró. Yo, como siempre, había subestimado la capacidad que tenía para saber qué me pasaba con el simple hecho de tenerme cerca. Asentí con la cabeza, sus dedos se enredaron en mi pelo mientras me acariciaba lentamente la nuca-. Escucha, mi amor, tenemos que... seguir adelante-me animó, mirándome a los ojos y acariciándome las mejillas con los pulgares-. Por Louis. Tenemos que hacer como si ella se hubiera ido a otro país, no a otro mundo. ¿Entiendes?
Asentí.
-Pero es muy difícil.
-No es imposible. Podrás hacerlo.
-Es muy difícil-repliqué, agarrándome del cuello de su camiseta y tirando de él para descubrir de nuevo aquel lunar que no parecía un lunar. Era más bien una gota derramada de chocolate en una piel de caramelo. Cerré los ojos, suspiré, y, cuando los abrí, me miraba con el ceño ligeramente fruncido, las cejas levantadas en aquel gesto de preocupación que amaba y odiaba a partes iguales. Me cogió la mano.
-Puedes hacerlo.
Negué con la cabeza.
-No puedo.
-Sé que puedes. Tú sólo concéntrate en... seguir nadando-sonrió, besándome la mano. No pude evitar sonreír, sus modales eran intachables incluso cuando intentaba consolarme y podría perdonársele que perdiera los papeles.
Me besó despacio, como siempre hacía cuando quería tranquilizarme, y funcionó. Siempre funcionaba. Le acaricié el cuello y poco a poco fuimos perdiéndonos el uno en el otro, fundiéndonos como la aleación de dos metales para crear una mejor.Me acarició la pierna, y la bestia que había en mí volvió a despertarse de su improvisada siesta.
Justo cuando estaba a punto de decirle que me daba igual que nos oyeran, mi madre llamó a la puerta. Milagrosamente, llamó a la puerta. Seguramente tenía miedo de que estuviéramos haciendo algo más privado que simplemente besarnos.
-Pregúntale a Liam si quiere tomar algo, Alba-me pidió. Yo hice de traductora, Liam negó con la cabeza y esbozó una radiante sonrisa a la par que daba las gracias. Mi madre lo miró en silencio, supe que deseaba ser yo. Su sonrisa enamoraba a madres e hijas por igual.
-Vale.
-Mamá, mañana no voy a ir a clase-susurré, cerrando las manos en torno a las de Liam, sabiendo que me apoyaría y aprobaría cada palabra que dijera a pesar de que no las entendía-. Liam... los chicos... tienen concierto. ¿Puedo... ir?
Mamá se lo pensó un momento, sus ojos verdes se clavaron en mí. Capturó un mechón de pelo entre sus dedos y empezó a enrollarlo y desenrollarlo.
-Dijiste que este fin de semana no ibas a ir, que tenías mucho que estudiar.
-Pero... puedo estudiarlo allí. De verdad. Lo estudiaré. Por favor-supliqué. Liam la miró, preocupado por no poder hacer nada más que callarse y escuchar. Mamá se encogió de hombros.
-Escucha, tengo que ir a comprar. Me llevo a tu hermano, tu padre quiere quedarse, pero si consigo llevármelo también, se lo digo. ¿Qué te parece?
Asentí con la cabeza, luchando por no sonreír. ¿Un rato juntos, solos en casa? ¿Desde cuándo tenía un hada madrina concediéndome los deseos?
En cuanto cerró la puerta, me giré para mirar a mi chico y le dije que había posibilidades. Mamá era el hueso más duro de roer en la familia; papá hacía lo que fuera porque yo estuviera contenta, siempre y cuando el dinero lo permitiera... y el dinero no era un problema, teniendo en cuenta que prácticamente viajaba gratis y que mi novio era millonario... tenía todo el dinero del mundo para prestármelo y que yo se lo fuera devolviendo poco a poco.
Salimos de mi habitación justo para ver cómo mi familia se marchaba. Mi hermano se llevaba la consola, de la que no se despegaba ni para ducharse, y salió el primero por la puerta, tanteando el terreno, sin apartar la vista de las dos pantallas de la Nintendo nueva que le habíamos regalado por Navidad. Papá lo siguió. ¡Sí! Y, después, mamá se acercó a la puerta, comprobó que lo tenía todo en el bolso, nos miró, sonrió, y me ordenó que cerrara. Asentí con la cabeza, me apoyé en le marco mientras Liam miraba por encima de mi cabeza (era lo bueno de que tu novio fuera más alto que tú), y esperé a que la puerta del ascensor se cerrara para girarme en redondo y cerrar la puerta con el talón. Alcé las cejas en dirección a Liam, que escuchó el clic de la puerta... y no esperó más. Se abalanzó sobre mí, me pegó contra ella y suspiró mientras me mordisqueaba el cuello. Torrentes de lava me recorrían todo el cuerpo, centrándose en mi vientre, recordándome la tarea que un supuesto Dios nos había encomendado a los humanos tiempo atrás: creced... y multiplicaos.
Yo no iba a multiplicarme ese día, pero iba a entrenar para multiplicarme, lo cual era lo mismo.
Me alzó en volandas y en menos de 30 segundos estábamos en mi habitación. Me tumbó encima de la cama y empezó a quitarme la ropa mientras yo hacía lo propio con la suya. Se detuvo a contemplarme un par de segundos después de desnudarme, se inclinó hacia mí y me besó los pechos. Gemí, arqueando la espalda.
-Te echaba tanto de menos-susurré, cerrando los ojos y abriendo la boca mientras él seguía encendiéndome a la velocidad del rayo. Sonrió mientras sus labios recorrían mi vientre, deteniéndose en el pequeño lunar que tenía justo encima del ombligo.
-No te imaginas cuánto-susurró, separándome delicadamente las piernas y postergando lo que ya debería estar sucediendo. Cerré los ojos mientras le acariciaba la espalda.
Por fin, le sentí entrar en mí. Musité su nombre con un hilo de voz, lo miré, y nos quedamos mirando mientras nos movíamos mutuamente, uno para el otro, acompasando nuestros movimientos y nuestras respiraciones.
Entrelacé mis dedos con los suyos para, instantes después, romperme en mil pedazos con su boca en la mía.  Me besó la frente y se retiró, riéndose cuando protesté, porque me parecía innecesario que lo hiciera tan pronto. Me incorporé y me tapé con la sábana.
-No te tapes-me pidió, pero yo negué con la cabeza y seguí a lo mío, sonriendo divertida. Me iba a pagar caro salir de mí cuando no le había dado permiso.
Mis padres y mi hermano llegaron a la hora de marcharse. Liam y yo nos habíamos puesto al día, sentados delante de la tele con mi cabeza en su hombro y su boca posándose de vez en cuando en mi frente, por lo que nos alegramos aún más cuando mis padres me dieron luz verde para irme, pues sabíamos qué esperar de ese fin de semana.
Corrí a mi habitación, con él siguiéndome después de hablar un poco con mi hermano (no me gustaba nada aquel favoritismo desarrollado con el naranja, pues le hablaba demasiado despacio para mi gusto, mientras que yo tenía que aguantarme con su velocidad normal). Se apoyó en la puerta con las manos en los bolsillos, preguntando de vez en cuando si me ayudaba a hacer algo, pero yo negué con la cabeza.
Metí todos los libros en mi mochila y la arrastré por el suelo. Me miró, preocupado.
-Estoy bien-aseguré, aunque era mentira. Moriría estudiando todo aquello, pero al menos moriría rodeada de mis niños, lo cual no estaba nada mal. Terminó cogiéndola él a pesar de mis múltiples protestas. Me calló la boca rápidamente.
-Coge el pasaporte, que luego te quedas en tierra y te hace mucha gracia-susurró. Puse los ojos en blanco; se me había olvidado coger la cartera con todo dentro. Al menos no me había olvidado el móvil.
Me paré en seco y me giré mientras salíamos por a puerta.
-¡Espera!-le insté, alzando la mano como quien quiere detener el tráfico. Frunció el ceño y asintió con la cabeza, enviándome a buscar lo que había hecho que me detuviera así. Me apresuré al armario, saqué la camiseta de One Direction que tan bien guardada tenía, asentí con la cabeza, la doblé cuidadosamente y la metí en una bolsa aparte. No quería espachurrarla.
Liam se echó a reír, negó con la cabeza y me sacó de mi casa para llevarme a un sitio aún mejor, un sitio que se podría confundir con el cielo. El primer concierto de su gira mundial.


Me incorporé en la cama bostezando, todavía con los recuerdos de lo que hicimos en el avión y lo que hicimos en esa misma cama la noche anterior. Estábamos aprendiendo a aprovechar bien el tiempo, toda la verdad sea dicha. Me estiré y me lancé fuera de la cama, decidida a buscar a los chicos para animarlos. Luego recordé que seguramente ya se habrían ido a ensayar. Miré la hora; era muy tarde, ya estarían en la arena ultimando todos los detalles. Bajé las escaleras medio corriendo, intentando no hacer ruido pero esperando que hubiera una nota o algo en la mesa de la cocina, y me deslicé por la puerta.
Noemí ya estaba desayunando al más puro estilo inglés; comer como una desgraciada a la que le están entregando su última cena. Me miró mientras lamía lentamente el cuchillo con el que se había echado el cacao en la tostada, confundida. Debía de sentirse rara teniendo a otra chica en casa; se había acostumbrado a ser la princesa del lugar.
-Buenos días-susurró.
-Buenos días-repliqué yo, dándole un beso en la mejilla y acercándome a la alacena mientras me preguntaba qué podía tomar de desayuno.
-¿Qué tal has dormido?-preguntó. Supe que quería que le preguntara por su sueño.
-Bien. ¿Y tú?
-Bien-susurró, encogiéndose de hombros y llevándose una mano al vientre. Se le empezaba a notar la tripa... aunque también estaba engordando. Ahora que podía comer lo que le diera la gana sin que nadie le dijera nada, se estaba dando a la buena vida. Puse los ojos en blanco. Las había que vivían maravillosamente.
-¿Has... has vuelto a sentir algo... raro?-preguntó, tímida, temiendo decir más de lo que debería. Fruncí el ceño mientras metía una taza de leche en el microondas y negué con la cabeza.
-¿A qué te refieres?
-Desde que Eri... hizo eso... ya sabes. No... Caroline no ha vuelto a hablarme.
Me quedé quieta, rememorando el momento desde que me dijeron que Eri había muerta hasta el instante en el que me hallaba, de pie en la cocina de los chicos. Silencio.
Intenté echar la vista aún más atrás, antes de San Valentín, y efectivamente Danielle se había callado de repente el mismo día en que se suponía que Eri se había abierto las venas. No la había vuelto a escuchar en mi cabeza desde entonces.
-Están... calladas. Todas-musité con un hilo de voz. Recordaba haberme despertado algunas noches con la incómoda sensación de que Eleanor había estado con Danielle en mi habitación, segura de que incluso había soñado con ellas, pero sin poder recordar nada. La única prueba que tenía era el intenso dolor de cabeza que me cruzaba la frente cuando pensaba en la ex de mi novio, desaparecida en combate sin dejar ni rastro. Y el dolor aumentaba si me levantaba de la cama y me acercaba temblando al folio donde apuntaba las cosas que iba descubriendo de la chica a la que sustituía según llegaban a mi conciencia. Danielle se difuminaba poco a poco, igual que el humo de una hoguera en el aire a medida que va escalando hacia el cielo, y aquella hoja era lo único que tenía que me pudiera ayudar a no olvidar a lo que me estaba enfrentando.
-Entonces, ¿se ha acabado? ¿Hemos ganado?-inquirí, clavándome las uñas en la palma de las manos hasta el punto de que sonrisas amoratadas surgieron en ellas cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, y paré.
Noemí se encogió de hombros, llevándose una mano al vientre.
-No sé si hemos ganado o se están preparando para ganar ellas, pero... tengo mucho miedo, Alba. Somos dos contra tres.
-¿Eleanor también participará?
-Se supone que Eleanor debería haber vuelto si Eri se largaba de aquí. Y Eri se ha largado-susurró con un hilo de voz. Miró su plato y lo apartó, negando con la cabeza. Ya no tenía hambre.
-Entonces, ¿dónde está, Noe?
Si una se iba, se suponía que la que había sido sustituida regresaría. Y Eleanor podría estar cabreada y acabar con nosotras para que sus amigas ocuparan de nuevo los puestos que les pertenecían por derecho.
Se encogió de hombros.
-No lo sé, pero... hay que tener cuidado a partir de ahora.
-No le van a hacer nada al bebé.
-Detesto sonar egoísta, pero el bebé no es lo que más me preocupa-murmuró, mirando un papel que yo no había visto hasta entonces. Se lo arranqué de las manos, lo alisé lo mejor que pude para poder leerlo, y eché un vistazo.
Chicas, en cuanto os levantéis, mandadnos un mensaje y Paul pasará a recogeros. Comeremos en la arena. Os queremos.
La mejor banda del mundo.
Alguien había subrayado varias veces mejor. Deduje que fue Niall el que había firmado así, haciéndose el gracioso, y Louis el que había resaltado esto, diciendo aquí estamos nosotros.
Acaricié despacio el papel, preguntándome quién habría escrito aquello. Todo parecía apuntar a que había sido Harry, pero tal vez me equivocara.
Noe estiró el brazo y cogió su BlackBerry, que descansaba en silencio en la mesa, a su lado, miró la pantalla y le envió un mensaje a Paul.
Yo también tendría miedo de que las fantasmas les hicieran algo a los chicos.
-¿Tú crees que... serían capaces de hacerles algo?
-No las conocemos-suspiró, encogiéndose de hombros y dándole un cansino mordisco a su tostada, que de repente no parecía tan apetecible-. Y no deberíamos subestimarlas. Además, la única razón por la que nos toleraban era porque estábamos en el mismo pack que Eri, y Eri era la legítima. Ahora que ella ya no está, sabe Dios qué es lo que podrían llegar a hacer.
-Intentarán recuperar su puesto.
-Tú también lo harías de ser la situación al revés.
Negué con la cabeza.
-Yo mataría a Danielle. No renunciaría a Liam con la rapidez y facilidad con la que lo hizo ella.
-Casi te mata-me recordó. Sí, casi me mató, pero al final no pasó nada grave, por lo que aquello había terminado siendo un simple percance. Sin embargo, yo sabía que la guerra había estado en un pequeño alto al fuego, y que estaba a punto de estallar con más fuerza que nunca ahora que nuestra principal mariscal de campo acababa de caer en batalla.
-Renunció con demasiada facilidad. Yo no habría sido ni tan indulgente ni tan dulce.
Noe se encogió de hombros.
-Liam el dijo que no la quería.
-Liam no se acuerda de ella porque yo estoy aquí. Pero estoy segura de que si me marchara y Danielle tuviera tiempo y manera de comunicarse con él, otro gallo cantaría-repliqué. Tiré la leche caliente por el fregadero sin importarme que hubiera niños en África pasando hambre. No tenía el estómago para comer nada. Subí las escaleras a toda velocidad con lágrimas en los ojos y el pánico corriéndome por las venas hasta el punto de que me erizaba los pelos de la nuca.
Eri era nuestra cartilla de seguros, nuestro dique para las riadas: ahora que ya no estaba, Noemí y yo estábamos expuestas... además de separadas en islas que ni por asomo volverían a unirse. Sus peleas continuas con la mediana de nosotras, su decisión de quedarse en Nueva York y no contarnos nada a las demás, y su forma de abandonarme a mi suerte cuando más la necesitaba, sin tener en cuenta que estaba sola en el instituto y que me tendría que defender a mí misma, sin ayuda, a partir de entonces, no habían hecho más que alejarme de ella. Y ella parecía indiferente a todo lo que le pasaba.
Yo  no lo estaría. Al menos, no tanto. Sí que es cierto que me encantaría estar con los chicos, pasar todos los días con ellos y no ir al instituto en España, no depender tanto de un avión y de las nuevas tecnologías para seguir en contacto con mis amigos, pero... aquello no lo era todo.
Y, para colmo, no recordaba haberla visto llorar porque Eri ya no estuviera. Casi parecía que eran más rivales y enemigas que amigas. A veces tenía que recordarle que Eri había entrado con nosotras a aquel bar, que no había sido después cuando habíamos conocido a los chicos, a lo que ella siempre replicaba con frialdad:
-Vale, pero fue idea nuestra acercarnos a ellos mientras ella estaba en el baño.
Tenía razón, y aun así... no me parecía justo todo lo que se habían hecho y aún se hacían, una desde la tumba y la otra enterrándola más y más hondo a cada día que pasaba.
Cuando Paul llegó a recogernos yo estaba lista, pero Noe se deleitó haciéndonos esperar. Parecía gustarle de una manera sobrehumana que todo el mundo esperase por ella.
Tras 10 minutos, finalmente se dignó a bajar la escalera. Yo le había puesto un poco de agua y comida a Arena, para entretenerlo. No sabía cuándo iba a volver, y tampoco sabía cuándo el chiquitín tendría hambre, de modo que me pareció lo mejor el dejarlo suelto por casa, con acceso al jardín por si quería salir a jugar afuera, y con las habitaciones cerradas, pues le encantaba roer los cojines hasta averiguar si lo que había dentro era o no oro, plumas, o lo que fuera.
Nos metimos en el coche de Paul en silencio, él nos contó que los chicos habían estado practicando las coreografías y que en ese momento seguramente estuvieran empezando a comprobar que le sonido estaba en orden. Sus teloneros llegarían por la tarde para empezar a preparar las cosas antes de que las primeras personas entraran en la arena. Asentí con la cabeza de forma educada sin parar de mirar el teléfono, como si fuera a decirme qué pasaba con los chicos, y, lo más importante para mí en ese momento, saber qué había sido de Danielle y compañía.
Entramos por una puerta lateral y Paul nos ordenó salir del coche. Al principio iba a llevarnos él mismo adentro, pero Lou, que no tenía nada que hacer, se dejó caer por allí. Los chicos ya estaban preparados, no tenía que arreglar nada de su estilismo, así que había decidido venir a por nosotras para hacerle un poco más ameno el trabajo al guardaespaldas.
Cuando salimos al gran patio en cuyo fondo se encontraba el escenario, Noemí y yo intercambiamos una mirada, preguntándonos cómo iban a hacer los que estuvieran allí para verlos. Apenas se distinguían entre el barullo de cables y pantallas gigantes que había detrás de ellos. Los cinco iban de chándal, seguramente para estar más cómodos. Uno nos saludó, por la altura supuse que sería Zayn. Nos acercamos despacio a ellos, sorteando sillas, para llegar justo en el momento en que Louis y Niall se ponían a hacer la croqueta en el suelo, aburridos.
Se incorporaron para saludarnos, pero luego volvieron a su transformación en productos alimenticios, gruñendo y gimiendo como animales en peligro de extinción que hacían mejor extinguiéndose y no molestando más. Liam, Zayn y Harry estiraron los brazos para ayudarnos a subir. Yo subí primero, luego, entre los cuatro tiramos de Noemí, que abrazó a su chico y empezó a pasear por el escenario, maravillándose a cada paso que daba ante lo que estaba frente a ella.
Al poco tiempo, yo también me separé de los chicos, que cantaban One Thing a capella, y estudié todo lo que me rodeaba. El escenario contaba con dos partes: la grande en la que estábamos, y una más pequeña, cuadrada, en el centro de la arena, con el público rodeándola totalmente.  Quise preguntar cómo tenían pensado llegar hasta allí, pero estaban demasiado entretenidos ensayando sus cosas y pasándoselo bien, siendo la banda de la que me enamoré tiempo atrás, que no quise romper aquel vínculo, de modo que seguí observando. La zona de la batería, señalada con un enorme rectángulo hecho con cinta aislante en el suelo, se situaba en una discreta esquina del escenario, sobre una pequeña plataforma que la hacía destacar. Las guitarras también estarían allí mientras actuaran.
-¿Y el piano?-inquirió Noemí, acercándose hacia mí y examinando lo que yo ya había dado por visto. Niall terminó su solo, Louis levantó la mano haciendo que esperara y, cuando acabó su parte, comentó sin acercarse si quiera a nosotras:
-Al final no vamos a cantar They don't know about us.
-¿Por qué?
Se encogió de hombros; sospeché que era por Eri, pero no dije nada. Siguieron a lo suyo, y yo recorrí el escenario. Me situé debajo de una especie de plataforma sujeta por dos pilares y dos escaleras que iban de su superficie al suelo, conectando las dos partes y haciendo posible subir hasta ella. Acaricié el pilar, preguntándome si se iluminaría, y me acerqué al fondo. Unas pantallas del tamaño de edificios se alzaban casi 20 metros sobre mí con enormes luces que harían las veces de píxeles para los grandes dibujos que iban a formar. Acaricié un dibujo mientras alguien pasaba a mi lado. Estuvieron a punto de reñirme por mi imprudencia, pero terminaron decidiendo que, si estaba allí, era que era alguien importante, alguien que gozaba de la protección de los chicos, por lo que no sería conveniente cabrearme.
En otra parte del escenario había cinco compartimentos lo suficientemente grandes como para que un hombre adulto cupiera en ellos. Escuché el silencio mientras me acercaba hacia las cajas gigantes, sabedora de que todos los ojos estaban posados en mí. Zayn susurró una palabra:
-Encendedlos.
Se oyó un chasquido, y de repente el escenario cobró vida. Las cajas resultaron estar tapadas, y en sus tapas había unas luces... con la silueta del chico que se iba a meter dentro. Me giré, boquiabierta, y los miré. Noemí se había quedado quieta, mirando a su alrededor, maravillándose con los pequeños milagros luminosos que se sucedían aquí y allá.
-Espectacular, ¿verdad?-inquirió Harry, abriendo los brazos, pretendiendo abrazar todo lo que nos rodeaba. Asentí, imaginándome cómo sería actuar para toda esa gente, y mi garganta se secó.
-Los vídeos son lo mejor-convino Louis. Una cámara se acercó a ellos, y Niall rápidamente se puso a explicar lo que iban a hacer. Él sería el encargado de llevar la cámara portátil durante el tour, pues los demás no se movían lo suficiente, y Louis tenía la costumbre de tocarse el vientre mientras cantaba, lo que estropearía los planos. Deduje que los cámaras le estaban dando instrucciones a Niall.
Uno de los cámaras nos miró un segundo, nos contó con los labios y miró a Liam.
-Falta una, pero, ¿cuál?
Todo el mundo sabía cuál.
-Eri-gruñó Louis, su humor cambió a la velocidad del rayo. No era para menos.
El cámara asintió con la cabeza.
-¿Vendrá?
-Ojalá-replicó el mayor de todos, bufando y dándole la espalda al hombre. No quería hablar del tema. Fue justo en el momento idóneo, pues una coreógrafa entró corriendo, con un auricular conectado a la oreja y un micrófono conectado a este. Traía un iPad que no dejaba de comprobar cada dos segundos. Estaría actualizándolo.
-Chicos, vamos a repasar los movimientos, ¿vale?
Ellos asintieron, se fueron a las escaleras y se sentaron en ellas... en el mismo orden que en el primer vídeo diario de One Direction de toda la historia. Me acerqué a Noe y se lo comenté.
-¿Será a posta?
-No lo sé, pero deberíamos hacerles una foto así.
Sin embargo, no lo hicimos. Estaban demasiado concentrados, nos parecía que nos estábamos inmiscuyendo demasiado. La chica se colocó frente a ellos y les enseñó el iPad, que fue pasando de unas manos a otras.
-Se os informará por el pinganillo a los cinco qué canción es la siguiente, por si no lo recordáis o no habéis tenido tiempo a memorizar la lista de canciones. Os avisaremos con la antelación de una canción de que tenéis que situaros en la plataforma para ir al escenario cuadrado. Allí cantaréis One way or another, responderéis a las preguntas de Twitter, y, dependiendo de cómo se estén portando las fans, volveréis al escenario principal u os quedaréis una canción más. Sólo una-recitó prácticamente de memoria, sin detenerse, a una velocidad tal que cualquiera que la viera pensaría que le estaba haciendo burla a Liam.
Miró un par de papeles que se sacó de ninguna parte y asintió con la cabeza.
-El orden de la plataforma es el siguiente: Zayn, Harry, Louis, Liam, y Niall. Podéis intercambiaros las posiciones si queréis, o eso me parece, pero no debéis caminar por la plataforma en el momento en que esté colgada. Podríais caeros o tirar a los demás, o, incluso, tiraros todos. Nada de movimientos bruscos. Es por eso que os hemos escogido las baladas precisamente para eso.
Asintieron con la cabeza. Louis y Harry se miraron.
-Voy a parecer enano contigo al lado, Hazza.
-Ya eres enano, Tommo.
-Bien, ahora, mientras preparamos la plataforma, ¿qué os parece si termináis de probar las canciones? Creo que Rock me aún no ha tenido su momento de gloria. ¿Puedo llevarme a las chicas?
Nosotras nos miramos, preguntándonos qué querría aquella chica de pelo corto y azulado de nosotras. Nos encogimos de hombros cuando ellos nos miraron, pidiendo permiso.
Seguimos a la chica hasta bajar por una escalera improvisada que habían puesto para que nadie se matara, y esquivamos a los de seguridad, que estaban comprobando si la altura del escenario sería suficiente para que las fans no subieran a él. Seria difícil que consiguieran saltarse las medidas de seguridad, pero, en caso de que fueran lo suficientemente listas, los guardaespaldas contaban con que el escenario fuera lo bastante alto para darles a los chicos un poco más de seguridad, y a ellos, tiempo suficiente para controlar a la marabunta.   Serían especialmente vulnerables en el escenario cuadrado, pues no tendrían manera de escapar hacia ningún lugar. Sólo podrían esperar a que las cosas se calmaran.
Fuimos tras la chica hasta una cabina que había en la parte de arriba de la arena, desde la que había unas vistas fantásticas del escenario. La chica se sentó rápidamente en una silla y empujó un micrófono de mesa en nuestra dirección.
-Vosotras os encargaréis de probar si los auriculares de los chicos funcionan. Hablad con ellos.
Asentimos con la cabeza, contentas de poder ayudar. La chica se giró sin esperar a que respondiéramos nada y empezó a preguntar por las cámaras. Había cinco en total, una para cada uno.
-Vale. Quiero primer plano de Zayn.
Justo en ese momento Zayn alcanzaba una de las notas más altas de Rock me y se hacía con la ovación de sus compañeros, que se echaron a sus pies y empezaron a hacer reverencias.
-Zayn-dijo Louis, pasándole un brazo por los hombros. La coreógrafa-organizadora frunció el ceño y pidió un primer plano de los dos. Harry y Niall estaban juntos, podrían compartir cámara. Una cámara pasó de Niall a los dos chicos, que en ese momento miraban a su alrededor-. Te haría un monumento del tamaño del London Eye.
-Oh-replicó Noe, enternecida por el comportamiento de nuestros amigos. Zayn le dio un beso a Louis, que sonrió.
-Zouis is real, bitches!-clamó. Liam abrió la boca y negó con la cabeza, deplorando esa sucia palabra desde el momento en que nació.
-Casémonos-instó Zayn, acariciándole sensualemente el vientre al único en el grupo que era mayor que él.
-Donde quieras-replicó Louis. Liam se echó a reír, se acercó a ellos y susurró:
-Pensaba que teníamos algo, Zayn.
-Te dejo por Louis-replicó el otro sin hacerle el menor caso. Me eché a reír. Echaba de menos que los chicos se comportaran así en público, pero odiaría que por culpa de tener que guardar las apariencias dejaran de ser como eran incluso cuando estaban solos. Me daba lástima que el resto de la gente no disfrutara de ellos así, pero una parte de mí se regodeaba en que yo era de las pocas que aún veía el secreto en acción.
-Chicas, hablad con ellos. Por el micrófono. Tenemos que asegurarnos de que oyen bien.
Asentimos con la cabeza y Noe se inclinó en dirección al micrófono, que se parecía más a la trompa de un elefante negro sujetando una bola también negra que a cualquier otra cosa.
-Chicos, ¿me oís?
Ellos asintieron con la cabeza, Niall arrugó la nariz mientras se ajustaba el auricular.
-Yo te oigo un poco alto, Noe-susurró.
-¡Que alguien le arregle el auricular a Niall!-bramó la chica, que empezaba a estar histérica.
-Vale, a ver, ¿qué podemos hacer?-inquirió Noemí. Me encogí de hombros y me incliné yo también hacia el bracito del elefante negro.
-Vamos a haceros unas preguntas cuyas respuestas ya sabemos. Levantad la mano mientras decís yo, así de paso veremos cómo funcionan los micrófonos y las cámaras.
Los chicos asintieron con la cabeza, otros levantaron los pulgares, y empezamos con la ronda de preguntas.
-Veamos, ¿quién es irlandés?
Niall levantó la mano, murmuró que era él, mientras los demás coreaban su nombre.
-¿Quién es mi novio? ... Vale. ¿Quién trabajó en una panadería?... Perfecto.
-¿Quién fuma?-espetó Noemí. La miré de reojo, ella se encogió de hombros... y Louis levantó la mano casi a la vez que Zayn.
-¿Louis?
-¿No puedo darme a la mala vida? No me jodáis, tengo 21 años. Dejadme vivir un poco.
Nos encogimos de hombros en cabina; no me gustaba que se fastidiara los pulmones, pero a) eran sus pulmones y b) eso era jurisdicción de Eri... así que ahora, técnicamente, Louis no estaba en la jurisdicción de nadie y no tendría que rendir cuentas ante otro que no fuera él mismo.
-¿Cuál de vosotros está soltero?
Ninguno se movió.
-Chicos-gruñí-. Noe os ha dicho que digáis cuál está soltero.
-No hay solteros en esta banda. Otra vez.
Pasé olímpicamente de mirar el cuadro de las pantallas. Miré directamente hacia aquellas cinco figuras idénticas que apenas levantaban un pulgar del suelo.
-Louis-susurré, incrédula, negando con la cabeza. ¿Qué cojones pasaba?
-Vosotros decíais que saliera y tratara de relacionarme, ¿no? Un clavo saca a otro clavo, y todas esas gilipolleces. Bueno, pues lo he hecho. Y tengo... novia. Si se la puede llamar así.
Los chicos dieron su consentimiento en las pequeñas pantallas; las manchas del tamaño de dedos apenas vacilaron en los cristales.
-¿Qué te preguntamos, Louis?
-Quién es el más guapo-se cachondeó. Eso hicimos, y todos levantaron la mano y se pusieron a discutir acerca de sus atributos físicos, explicando sus argumentos de por qué eran los más guapos y por qué los demás estaban equivocados. Niall se echaba a reír de vez en cuando, pero en seguida se recuperaba y salía a rebatir lo que los demás decían.
-Vale, ahora preguntas que no tengáis que contestar todos.
-Asuntos morbosos, por favor-pidió Harry.
-Edad en la que perdisteis la virginidad-todo el equipo se volvió hacia mí, pero me daba lo mismo. Los chicos dieron la edad sin ningún problema (seguramente la hubieran visto circulando por Internet, no era información valiosa), y, poco a poco, establecimos un diálogo bastante normal para la situación.
Tuvieron que irse a comprobar que con los vídeos les daba tiempo a cambiarse, se pusieron varias veces la ropa indicada, y luego volvieron a comprobar los micrófonos. Ya se escuchaba al público impaciente por entrar afuera, esperando para dar el pistoletazo de salida al tour.
-Vale, chicos, rápidamente, decidnos cómo os sentís.
-Estoy bien-susurró Harry al micrófono, colocándolo en el pie que le correspondía.
-No puedo esperar a empezar esto-susurró Liam. Sonreí.
-Tengo muchísimas ganas de salir-dijo Niall, asintiendo con la cabeza.
-Estoy nervioso-confesó Zayn-, pero vamos a hacer historia en esta banda.
Louis asintió con la cabeza, todos los ojos estaban fijos en él.
-Tengo muchas ganas de empezar esto, pero cuando nos bajemos del escenario y volvamos a casa o hagamos lo que sea que vayamos a hacer después de actuar, volveré a sentirme como antes.
Alguien le preguntó ¿que es...? sin utilizar micrófono. Apenas fue un susurro en la cabina de mandos, fueron los toques de voz que el propio micrófono de Louis captó.
-Me siento como un drogadicto al que todo el mundo le dice que toda la heroína que había en el mundo se ha agotado, pero que luego ve cómo el que le proporcionaba la droga recorre el mismo trayecto a casa con las manos cargadas de billetes. Y eso ni Daphne puede cambiarlo.
Me dio un vuelco el corazón. Un vuelco de envidia. Si el amor resucitara, Eri no habría vuelto nunca. Los sentimientos que Louis tenía por ella no le habrían dejado quitarse la vida. Sentí envidia de que dos personas se amaran hasta ese punto. Louis se encogió de hombros, dejó que los chicos le dieran palmadas de ánimo en la espalda, y se acercó con ellos al borde del escenario. Bajamos corriendo a verlos y desearles suerte, pues pronto tendríamos que separarnos para ir a nuestros lugares.
Pero cuando llegamos a su altura, no pudimos hacer otra cosa que quedarnos calladas mirando cómo sus mentes se entrelazaban hasta formar una única mente, la auténtica mente de la banda, que latía en cinco corazones distintos pero que recibía el amor y la esperanza en forma de uno solo. Los diez ojos, cada par diferente y único en el mundo, se clavaron en el público, viendo lo que iba a venir, disfrutando del cariño del público que los estaba esperando... y dieron las gracias en silencio, por aquello, por todo, unas gracias enormes, masivas, como ellos decían. Se giraron y se perdieron en el backstage, los cinco juntos, la mejor piña del mundo.
Unas horas después, tras la actuación de sus teloneros, la arena se apagó. Las cinco luces con sus siluetas brillaban en la oscuridad mientras los vídeos de presentación se exponían por primera vez al público. Yo estaba en primera fila, acompañada de mis cuñadas y de toda la familia de los cinco, mirando fascinada lo que estaban haciendo. Los vídeos terminaron entre risas de todo el mundo; estos son los cinco idiotas de las escaleras, escuché por ahí, y sonreí. Era una pena que Eri se estuviera perdiendo todo aquello.
Las siluetas se apagaron, fueron sustituidas por sus hombres de carne y hueso. El público empezó a gritar. El escenario se iluminó. Liam, Harry, Niall, Zayn, Louis; mis cinco chicos, los cinco idiotas de las escaleras, aquellos cinco dioses, estaban allí. El público siguió chillando, celebrando que Take Me Home Tour acababa de comenzar.

15 comentarios:

  1. Quiero llorar Eri... es todo demasiado real PEDAZO DE CABRONA
    Sobretodo lo del principio...juro por lo que quieras que era demasiado real para ser cierto JAJAJAJA

    Atentamente,
    Alba :)

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    1. Bitch please, yo escribo con una calidad que ya quisieran muchos JAJAJAJAJA me alegro que te haya gustado :D
      Atentamente,
      Erika :)
      PD. sí, te he copiado.
      PD2 es mi blog y hago lo que me da la gana
      PD3 me gustan los posdatas.
      PD4 Mamá se llevó esas pilas que tanto duran.♪
      PD5. ¿Coincidencia? No lo creo. ¿Casualidad? Seguramente. ¿Tu madre es puta? Sí.
      PD6. Ya me voy
      PD7. no puedo irme, es mi blog. Vete tú.
      PD8. No te vayas mamá, no me dejes aquí, adiós mamá, pensaré mucho en ti ♪
      PD9. ya pasó.



      PD10 o no.

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    2. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA en el fondo has amado que te comentara y ambas lo sabemos
      PD.Si, yo te acabo de copiar
      PD2. Mi aportación para el capítulo especial es nuestra agraciada conversación sobre la importancia del agua...
      PD3. Te amo en silencio por escribir de esta manera
      PD4. Todos sabemos que no solo tú sufrirás cuando acabes la historia...

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    3. PD. a ti te dejo copiarme
      PD2 me parece soberbio, aunque no sé si ya lo usé en otro capítulo, JAJAJAJAJA
      PD3 yo te amo a ti a gritos
      PD4 soy la que peor lo va a pasar.

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  2. ASDFGHJKLÑ :')))))))))))))
    El final, por cierto, es lo mejor, creo que se te ha olvidado borrarlo... XD pero da igual, el capítulo mola igual JAJAJAJA :))) y eso, no wese
    qué más comentarte así que te dejo, KISES.
    De tu @mullingar_smile, que te quiere, muxo, x100pre.
    Vir.

    P.D.: Vir es la puta ama, y lo sabes JAJAJAJA
    <333333333333333333333333333

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    1. ¿a QUE SÍ? JAJAJAJAJAJAJA tendré que borrarlo. Es la última vez que lo hago así, es un lío de la hostia, más de 12 veces me metía y seguía escribiendo después de eso y era muy "Eri. No. Esto es del final" JAJAJA ays.

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    2. JAJAJAJA recuerdo que en otro capítulo (no se cuál) creo que también te pasó JAJAJAJA xD

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    3. No, en otro lo publiqué sin acabar, no me di cuenta, tenía dos frases y estaban esas de recordatorio también JAJAJAJAJAJAJAJAJA menos mal que fui rápida y lo quité antes de tener 80 visitas (cosa que no puedo decir de esto)

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  3. No se* que más comentarte.
    (un pequeño error) (espero que sepas perdonarme) (ya sabes, mi móvil y su corrector) (sí, te comento desde el móvil, problem?) (em, ya paróparo con los paréntesis) (parezco las acotaciones de la Celestina, o como se llamen, sí eso que va en cursiva al lado de cada diálogo, bueno fada igual xD) (esa novela me ha dado fuerte eh) JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAocya.
    Vir.

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  4. Me tendrías que ver descojonándome de mis comentarios, fallos:
    -Em, ya paro*
    -Da igual*
    JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAsoy la puta ama como bien sabes, xD <3333333333333
    (espero a ver escrito bien este comentario) (sin faltas y eso, ya sabes)
    Siento petarte los comentarios,
    Vir.

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  5. Haber escrito bien*
    Sorry, otra vez, <3333333
    Vir.

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    1. JAJAJAJAJAJAJA ojalá siguiéras escribiéndome comentarios por toda la eternidad.

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    2. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA me frustraría.

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    3. Ya me descojonaba yo por las dos, no te preocupes (PD. casi elimino tu comentario. Me siento sucia)

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    4. JAJAJAJAguay. (PD. Eres mu puta. Pero te quiero igual)

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