martes, 14 de junio de 2016

Galaxias en sus ojos.

En el último capítulo, alguien me dijo que se imaginaba a Scott muy parecido a Zayn. Aquí tenéis una foto de Scott tal cual me lo imagino con 20 años.
No os preocupéis. Yo también me quiero suicidar. Pero VAMO A CALMARNO.
Y VAMO A LEER.


No me sorprendió en absoluto que me dijeran que se iban a cenar otra vez, porque, seamos sinceros, ¿para qué se iban a quedar en casa si sabían que yo no tendría huevos a salir aun si me daban la oportunidad de hacerlo?
               Hasta yo lo haría, para qué mentir. Decidí que tendría por lo menos 4 hijos (uno bastante mayor que los demás) para poder salir a pasármelo bien y que el mayor se comiera el marrón de cuidar a los pequeños, exactamente igual que hacían mis padres cuando les apetecía.
               -Nada de traerse la fiesta a casa-ordenó la sargento, a la que conocíamos con el nombre de “mamá”.
               -Las crías están aquí-respondí, porque ni de coña se me ocurriría llamar a mis amigos y montar una juerga con mis hermanas en casa. Seguro que los chicos intentarían emborrachar a Duna y yo les tendría que partir la cara a modo de respuesta.
               -Las reglas de la semana pasada se aplican a hoy también.
               -Deduzco que no hay pizza pedida.
               Papá frunció el ceño.
               -No sé, Scott, ¿a ti te parece que te mereces que te hagamos la cena?
               -Hombre, pues no, si tenemos en cuenta mi comportamiento, pero sí, si tenemos en cuenta lo guapo y buena persona que soy.
               Mamá puso los ojos en blanco.
               -Cúrrate ese comportamiento y hablaremos.
               Asentí, les di un beso de despedida a cada uno y les dije que se lo pasaran bien. Vi cómo el coche se alejaba por el camino hacia la calle marcha atrás, y cerré la puerta y le di varias vueltas a la llave cuando mamá, que era la que conducía, giró y se incorporó a la circulación con agilidad. Era lo bueno de que no hubiera nadie por la calle, que podías hacer maniobras más cómoda.
               Nos habían dejado comida preparada. Ya no era digno de confianza ni entre los fogones, manda huevos.
               Y, encima, eran verduras.
               Shasha puso mala cara y aplaudió mi orden de coger un cuenco de metal, echar la comida en él y ponerlo en la acera para que lo comieran los gatos callejeros que tuvieran a bien.
               -Llama al japonés, si quieres-ofrecí con desgana, y se puso a chillar de emoción, y le dije que como siguiera con esos gritos no le abriríamos la puerta al repartidor.
               -¿Quién lo dice? ¿Tú? Podría cogerte la llave.
               -¿En serio?-repliqué, metiéndomela dentro de los calzoncillos y asegurándome de que lo viera. Se estremeció y se quedó callada, asintió con la cabeza y fue a buscar a Sabrae para pedirle su cena.
               -¿Nosotros qué vamos a cenar, Scott?-quiso saber Duna, con ojos como platos, de cordero degollado. A mí no me daba más la comida japonesa, pero la pequeña no la soportaba.
               -Sorpréndeme, chef.
               Abrió la nevera, un cajón, y sacó una bolsa de salchichas listas para comer; sólo había que meterlas en el microondas. Me tendió dos paquetes: uno, de salchichas con queso por dentro, y otro, de salchichas puras. Cogí los dos y ella se abrazó a mi pierna como un koala y no me soltó hasta que me la sacudí para que me dejara tranquilo.
               Llevaba desde el lunes sin salir de casa, era viernes, y estaba considerando seriamente hacerme gay. Mira que me gustaban las mujeres, pero me estaba quedando hasta los cojones de todo el sexo femenino de tanto tener que aguantarlas a ellas. Primero, pasaban de mí como de la mierda, y ahora no me dejaban tranquilo, justo cuando yo necesitaba (más bien quería) un poco de intimidad.
               A las chicas las han hecho guapas para joderme y que yo las quiera joder a ellas también.
               Pero mis hermanas tenían como único propósito en la vida amargarme la existencia. Cada día lo tenía más claro.
               -He pedido nachos-Sabrae entró en escena con un cinturón reciclado en falda y una camiseta vieja que era sospechosamente mía tapándole casi hasta donde le empezaba la falda. Bufé mientras sacaba paquetes de pan de perrito, todos caducados.
               -Vamos a hacerlo en baguette-le dije a Duna, y la chiquilla aplaudió, abriendo el horno y metiendo unas barras precocinadas dentro.
               -¿Tenéis pasta?-quiso saber Shasha, reuniéndose con nosotros-, yo no tengo un penique.
               -Pero sí un morro que te lo pisas-le recriminó Sabrae, y empezaron a insultarse, pero Shasha no atacó porque Sabrae con falda se nos crecía todavía más.
               -Todo el mundo a poner dinero, venga-ordené, y sacaron sus carteras. Duna salió corriendo en dirección a su habitación, volvió con su hucha, la sacudió en medio de la mesa de la cocina y contó el dinero.
               -Dos libras y treinta y ocho peniques.
               Shasha lo recogió todo.
               -Debería darte vergüenza, aprovecharte así de los ahorros de tu hermana pequeña, a la que todavía no le dan paga.
               -Y a ti te tendría que dar vergüenza salir con esa falda. Se te ve medio culo gordo.
               -Es para follarme a tu hombre mejor.
               Shasha se la quedó mirando.
               -A Alec no le van las putas, lo sabías, ¿verdad?
               -A Alec le irá lo que a mí me salga del santo coño, puta niña. Vete a darle lecciones de sexo a alguien que tenga menos experiencia que tú; o sea, por ejemplo, una lechuga.
               Y volvieron a empezar a insultarse.
               -Nenas, nenas, eh, ¡eh! Vale ya. No me vais a amargar esta noche.
               -Dile a Shasha que no soy ninguna puta por llevar falda corta.
               -¿La palabra “puta” no era empoderante?-se burló Shasha.
               -Empoderante va a ser la hostia que te voy a meter. Vas a aterrizar en Júpiter. Estás avisada.
               -Pídele perdón.
               -Siento que pienses que te vas a tirar a Alec esta noche.
               -Ésta, y las que a mí me dé la gana, que conste.
               -No te vas a tirar a Alec, Sabrae-gruñí yo.
               -¿Quieres apostar?
               -¿Tú quieres perder?
               Me dio por perdido poniendo los ojos en blanco y sacudiendo la cabeza. Sus trenzas bailaron.
               Cenamos en el salón, con la tele puesta, todos concentrados en Los Simpson. Shasha le cedió todo el wasabi a Sabrae a cambio de un rollito de primavera extra. Duna se puso perdida de kétchup y mostaza. Menos mal que habíamos puesto un mantel para salvar el sofá; de mancharlo, mamá me crucificaría boca abajo en el jardín. Me tendría tres días y tres noches sufriendo un calvario insoportable hasta que finalmente mi cuerpo no diera más de sí; puede que, entonces, con mi cadáver decidiera hacer abono. Había que cuidar del planeta, y se cuidaba al planeta protegiendo a las plantas.
               Duna se empeñó en quedarse con nosotros hasta que nos acostáramos, pero se moría de sueño. Se le cerraban los ojos y daba cabezadas hacia delante, sobresaltándose y abriéndolos muchísimo, preguntándose dónde estaba, sólo para repetir el proceso el minuto siguiente.
               -¿Quieres irte a dormir?
               -No.
               Pero siguió con lo mismo, hasta que Shasha tuvo que agarrarla para que no se cayera al suelo.
               -Venga, pequeña, a la cama.
               -¡Ya soy mayor!
               -Pues por eso; Scott se pasaría el día metido en la cama si pudiera-intervino Sabrae, sonriendo con malicia.
               -Acompañado, si puede ser-malmetió Shasha, sonriendo con más malicia aún.
               -Por cierta hermana de cierto amigo.
               -Dejadme en paz.
               Duna protestó cuando la cogí en brazos y me la cargué al hombro y la subí a la habitación; siguió haciéndolo mientras la sentaba en la cama y le acercaba el pijama. Se cruzó de brazos.
               -No.
               -Te mueres de sueño.
               -Quiero quedarme con vosotros.
               -Ponte por lo menos el pijama.
               -No. Me meterás en la cama a traición. Lo sé.
               -Duna-espeté, ya serio-, ponte el pijama.
               -No.
               Sabía que no le iba a poner la mano encima. Era demasiado pequeña para que la tocara. Demasiados años de diferencia.
               -¿Quieres que llame a Sabrae y te haga entrar en razón?
               Me arrebató el pijama de muy mala manera, con el ceño fruncido.
               -Sal.
               Le di un beso en la frente e hice lo que me pedía. Le cerré la puerta y me senté con la espalda pegada a ella. La escuché saltar de la cama y moverse un poco, cambiar el peso del cuerpo varias veces.
               -Ya estoy-dijo, sacando la ropa a modo de prueba. Me aparté un poco.
               Y lo aprovechó para salir corriendo en bragas por la casa, al grito de “libertad” y “libres domingos y domingas”. Me pilló tan desprevenido y me quedé tan a cuadros que no fue hasta que llegó a las escaleras cuando por fin reaccioné. Me incorporé y salí corriendo tras ella, pero ella podía meterse por sitios por los que a mí me costaba pasar. Shasha se incorporó de un salto al verla bajar corriendo casi desnuda, y se la quedó mirando con ojos como platos, mientras Sabrae cogía una sudadera que me había dejado en el sofá (para que luego dijeran papá y mamá que el ser desordenado era un defecto) y salió en su persecución. Duna siguió chillando y corriendo, resbaló un par de veces, pero no menos que yo, y, como era más pequeña y, por lo tanto, más ágil, dio varios quiebros cada vez que yo estuve a punto de atraparla.
               Hasta que salió de una habitación y corrió directamente hacia la sudadera abierta que Sabrae sostenía en la puerta. No le dio tiempo a frenar; se cayó dentro del saco y empezó a gritar más fuerte cuando Sabrae la levantó con mucho esfuerzo y me la pasó.
               -¡Te atrapé!
               Y la cría empezó a chillar.
               Sabrae tiró del cordón de la capucha, dejando un hueco para que la cría se escurriera, la agarró del brazo y le soltó una bofetada. Ni siquiera me sentí mal. Duna se tocó la mejilla y empezó a chillar más fuerte; esta vez, mi nombre.
               -¡¡SCOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOTT!!
               -No he visto nada.
               -¡¡SCOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOTT!!-se lamentó de nuevo la pequeña fiera.
               Ojalá sea estéril, me cago en mi vida.
               -¿¡Quieres otra!?-amenazó Sabrae, y Duna cerró la boca. Se tocó de nuevo la mejilla y empezó a llorar en silencio.
               -Vete a vestirte-le dije yo, y se fue muy digna. Sabrae la miró cerrar la puerta despacio; si hubiera dado un portazo, habríamos ido los dos a terminar de ponerla en su sitio.
               -Me voy ya, ¿podrás con esto?
               -Me queda Shasha.
               -Pues por eso-se puso de puntillas y me dio un beso en la mejilla.
               -No te folles a Alec-le dije, ya en el piso de abajo. Se giró sobre sus talones.
               -Dijo Scott, mientras se tiraba a la hermana de su mejor amigo-sacó una botella de zumo de la nevera con aire ceremonioso y dio un trago.
               -Va en serio, Sabrae, no…
               -No me voy a pillar por él, tranqui-se acercó y me pellizcó una mejilla-. Dejad de pensar que las tías no podemos tener sexo sin pillarnos, por favor. En realidad, somos mejores que vosotros no sintiendo nada.
               -No vayas sola de noche-respondí.
               -He quedado con él en la esquina dentro de tres minutos.
               -¿De dónde coño has sacado su teléfono?
               -Del tuyo.
               -Tiene código.
               -Ya, bueno, la fecha de nacimiento de Duna al revés tampoco era tan difícil de adivinar. Incluso sin los programas de Shasha podría haberla sacado. Deberías haber puesto la mía-me recriminó, abriendo la puerta-, y admitir de una vez que fue el mejor día de tu vida.
               -Sí, claro, porque es el día en que se inició el apocalipsis.
               -¡Adiós, cariñitos!-dijo, metiendo la cabeza y despidiéndose de todos nosotros.
               -Pásalo bien, zorrita-la animó Shasha, más por cabrearme a mí que por otra cosa.
               -Vuelve pronto-le dije yo.
               -Vale.
               -¡Y no hagas nada con Alec!
               Se dio la vuelta a medio camino, sonrió, se subió un poco la falda y siguió andando.
               -¡Sabrae Malik! ¡Vuelve a casa ahora mismo! ¡Estás castigadísima!
               -La única que puede acojonarme diciendo mi nombre es mamá. Relájate, S. Te veo muy tenso. Voy a ver qué puedo hacer para relajarte.
               -Mantener las piernas cerradas.
               -Mira, cariño, eso no me compensaría. Ya disfruto yo por los dos.
               Me guiñó el ojo y me tiró un beso, y se fue sin más. Yo cerré la puerta y me fui al sofá.
               -¿Y a ti? ¿Te gusta alguno de mis amigos? Lo digo para ir evitando traerlos más a casa-le pregunté a Shasha, que se pensó la respuesta un momento. Duna apareció por las escaleras, las bajó despacio, sin mirarme, y se sentó a mi lado. Me acarició la mano pero yo pasé de ella. Por fin, se produjo la sentencia de Shasha.
               -Tommy. Tommy, sin duda-asintió-, es el que más bueno está.
               -Ah no. Ni de coña. Tommy, no. Cualquiera menos Tommy.
               -Luego seguro que te haces el ofendido cuando él te dice que no te líes con Eleanor.
               -Con uno de nosotros que se líe con un Tomlinson, ya basta. Tampoco vamos a ponernos a mezclar las dos familias así a lo tonto.
               -Yo me pido a Dan-intervino Duna.
               -Tú, te callas, que me tienes contento hoy.
               -¿Por qué?-se lamentó la pequeña, acariciándome el brazo. Como me toque el cuello, estamos perdidos.
               -¿Por qué? ¿A ti te parece normal ese comportamiento de puta cabra ida de la cabeza esquizofrénica y loca del coño?
               -Por curiosidad, ¿cuántas enfermedades mentales dices que tiene esa hipotética cabra?-se metió Shasha, frunciendo el ceño.
               -¿Te puedes callar? ¿Dos segundos? ¿Hacemos la prueba a ver si no te revienta un pulmón, un ojo o lo que sea?
               Se me quedó mirando en silencio.
               -¡Fíjate! ¡Has sobrevivido!
               Duna se había puesto colorada.
               -Es que…
               -¿Es que…?
               -Quería estar con vosotros un poco más, ya que estábamos los cuatro juntos…
               -Nena, estamos los cuatro juntos siempre.
               -No siempre-respondió-, pero ya que estábamos solos. No sé, me apetecía. Pero ahora sólo estamos tres-se encogió de hombros. Y yo la cogí en brazos y la senté en mis rodillas. Ay, mi pequeñita…
               -Quédate con nosotros a ver una peli. Te irás a la cama cuando me vaya yo, ¿te parece bien?
               -Sí.
               -Dame un beso-obedeció-. Vale, y ahora, pídeme perdón por cómo te has portado antes.
               Se colgó de mi cuello a modo de disculpa y me sonrió. Cuando empezara al instituto, tendría a todos los tíos detrás de ella. Ya podía ir preparándose para quitárselos de encima a brazados.
               -Perdón.
               -No les diremos nada a papá y mamá, pero sólo por esta vez, ¿vale?-dije, y las miré a las dos. Shasha se encogió de hombros, volvió a centrar la mirada en su móvil, pero protestó cuando Duna se hizo con el mando de la televisión y puso Disney Channel.
               Yo también protesté, recogí el mando y puse la primera película que me pareció bien. Supe por cómo iba vestido Orlando Bloom que se trataba de Piratas del Caribe, pero no supe decir cuál. Shasha bufó, puso los ojos en blanco y lamentó haberla visto hacía poco.
               -Te jodes-repliqué-, aquí mando yo.
               Decidieron que era un buen momento para empezar a atosigarme y conseguir mandar ellas y no yo, y se me tiraron encima y empezaron a buscarme las cosquillas, pellizcándome y haciéndome carantoñas. Qué puto coñazo no ser hijo único, de verdad.
               Se afanaron con mis calcetines, aun sabiendo lo insoportable que me hacía que alguien me tocara los pies. Consiguieron quitarme uno y empezaron a acariciarme la planta del pie.
               -¡Se acabó!-bramé, dándole una patada a Shasha que no le dio en la cara por un pelo (la próxima vez tendría más puntería, y ella, menos suerte)-, ¡a mí no me pagan por aguantar esto! ¡Haced lo que os dé la gana, putas crías de los huecos, me tenéis harto ya! ¡Qué ganas de independizarme, porque como se os sincronicen las reglas cuando las tengáis las tres me vais a amargar todas la vida!
               Me las quité de encima y Shasha regresó a su lugar original, decidiendo que merecía más la pena aguantarle a Orlando Bloom un peinado que no le favorecía que a mí gritando. Duna se me tiró encima y me acarició la cara.
               -Déjame, piojo.
               -Scott, con lo listo, lo guapo, lo gracioso y lo paciente que tú eres…
               -No te explicas por qué no tengo a medio Londres haciendo cola en la puerta de casa esperando que me las tire, ¿eh?-la corté-. Yo tampoco.
               -Tienes a Eleanor-me recordó. Le acaricié la espalda.
               -Ya lo sé, mi niña.
               -¿Te vas a rendir tan fácilmente?
               -No puedo con vosotras. Es un hecho contrastado científicamente. Y ahora, dejadme tranquilo.
               Pusieron anuncios. Shasha puso música, cronometrando al segundo cuándo volvían de la publicidad. Había pedido por Twitter que la avisaran de cuando volviera la película, y las fans de papá obedecieron.
               El destino es caprichoso y quiso que el aleatorio reprodujera una canción del primer disco de papá en solitario. Like I would. El vídeo estaba bastante bien, muy futurista y eso, pero no pegaba con la canción.
               Shasha me miró cuando papá empezó a cantar, y ella lo acompañó, a pesar de que detestaba cantar porque lo hacía mal, o cantaba mal porque lo detestaba. El caso es que yo le sonreí con malicia.
               -Menudos gallos, cómo se nota que tú eres la adoptada-la pinché. De pequeña estaba segura de que era ella la que no era hija biológica de nuestros padres. Es más, según ella, yo era el único que había salido de los dos de verdad. Porque yo era un chico, y Sabrae una chica, y ella se parecía más a Sabrae, aunque tuviera mis rasgos.
               Una lógica aplastante. Lo que es no saber qué son los cromosomas X e Y.
               -Soy la que más se parece a ti, gilipollas.
               -Más quisieras tú tener esta cara, cría.
               Duna sacudía los pies al ritmo de la canción y la tarareaba.
               -He don’t know your body…-entoné yo al final, con la nota alta de papá. No sabría decir cuál de los tres flipó más.
               Ellas, porque acababa de cantar una parte de una canción de papá, o yo, porque acababa de cantar una parte de una canción de papá. En voz alta. Con gente.
               No las había cantado nunca. Ni en voz alta, ni con gente.
               -Vaya, vaya-sonrió Shasha-, y luego todavía habrá gente que diga que por amor no se hacen locuras.
               -Es tarde. Estoy cansado. Y aburrido. No se va a volver a repetir-gruñí.
               -Lo has hecho bien, S-intervino Duna. Y yo volví la vista a la tele, porque regresaba la película. Cuando terminó, Duna volvió a hacerse con el mando. Volvió al mismo canal cuando Elsa se soltaba el pelo y cantaba sobre dejar ir sus miedos. Yo me crucé de brazos, mirando sin ver la película, y se me empezaron a cerrar los ojos. Duna estaba extasiada, contemplando la tele hipnotizada. Shasha subió las piernas al sofá, miraba de vez en cuando a la pantalla, y seguía con su móvil.
               Entreví cómo se levantaba a por un refresco y se lo tendía a Duna. ¡Sacrílega! ¡Pecadora! ¡Impía! ¡Iría al infierno por ello!
               -Me cago en mis muertos, Shasha, que no le des azúcar de noche.
               -Me la ha pedido-fue su excusa, porque una niña de 8 años era más convincente y poderosa que una de 12 de toda la vida.
               -Si yo te pidiera que me empujaras por un puente, ¿lo harías?
               -Evidentemente, incluso sin que me lo pidieras. Así, tocaría a más herencia.
               -Zorra malparida, te tendría que haber asfixiado en la cuna cuando tuve la ocasión.
               Me tiró un beso y yo negué con la cabeza. Volví a fijar la vista en la pantalla, y a los 10 segundos ya me costaba mantener los ojos abiertos. Me volví a quedar frito y decidieron seguir puteándome a base de taparme la nariz.
               -¡MADRE MÍA QUÉ COJONES OS PASA HOY, DEJADME TRANQUILO, PUTAS CRÍAS DE MIERDA, TODAVÍA OS MATO ANTES DE QUE VENGAN PAPÁ Y MAMÁ!
               -Llaman a la puerta-dijeron a la vez. Estuve a nada de mandarlas a la mierda porque pensé que era mentira, pero llamaron de nuevo al timbre. También me apeteció decirle a Shasha que fuera a abrir, pero era mi trabajo cuando estábamos solos en casa. Me incorporé, solté cuatro maldiciones, froté la sudadera por la cara para espabilarme un poco, y fui hasta la puerta. Di tres vueltas a la llave sin echar un vistazo por la mirilla.
               Y me quedé a cuadros cuando la vi allí de pie, tan perfecta y preciosa como llevaba siéndolo siempre, especialmente ahora que yo la miraba de verdad.
               -Hola-saludó.
               -Hola-sonreí, pasándome una mano por el pelo, por favor, que lo tenga bien. Empecé a ponerme histérico. Joder, Scott, ¿te has duchado hoy? Di que sí, anda. No, creo que no. Fantástico, tío, fantástico-, nena-añadí, en parte para ganar tiempo, en parte porque no podía con mi incontinencia verbal, tío, por lo menos habrás recogido la ropa sucia del suelo de la habitación, ¿no?-, ¿qué…?-dejé la pregunta en el aire, porque decirle “¿qué estás haciendo aquí?” sería una sobrada que me haría merecedor de un par de bofetadas. Encima de que venía de noche, probablemente sola, renunciando a una fiesta y eligiéndome a mí por encima de sus amigas, a un par de besos por varios chupitos, a mí diciéndome que la quería en lugar de a cientos de bocas que gritaban su nombre…
               …me di cuenta de lo perdido que estaba en ella cuando constaté que tampoco me parecía que se estuviera perdiendo mucho y que no renunciaba a tanto. Yo haría lo mismo por ella.
               Estás jodidísimo, tío, te tiene en la palma de la mano.
               Y cómo te da igual, cabrón.
               -He venido a verte-explicó. Pobrecita, se acostaba con un subnormal. -¿Puedo…?
               ¡Pero mira que eres gilipollas, Scott! ¿por qué coño haces que espere en la puerta? ¿Te faltó oxígeno al nacer?
               -¿Eh? ¡Ah! ¡Sí, claro! Pasa, pasa-me hice a un lado y cerré la puerta tras ella; aprovechando que se fue hacia el salón, me miré en el espejo del hall. El pelo estaba pasable. Tenía un par de lagañas. Y se notaba que me había quedado frito en el sofá. Me pasé el dorso de la mano por la boca y fui a su encuentro.
               ¿Querrá subir a la habitación?
               Me miró mientras mis hermanas la miraban a ella. Las tres sonrieron; ella me dedicó una sonrisa torcida, sí, imbécil, claro que quiere subir a tu habitación; Duna le sonrió con calidez, y Shasha, con picardía.
               La noche se acababa de poner interesante para todos nosotros. Shasha podría chantajearme con lo que estaba a punto de hacer. Duna se haría con el sofá pequeño y la mediana se mudaría al grande, hasta hacía poco, mis dominios. Eleanor se mordería los labios para no gritar mi nombre… y yo me esforzaría mucho en conseguir que lo gritara el máximo de veces posible.
               -¿Qué hay, El?-la saludó Shasha, incorporándose y moviéndose hacia mi sitio. Duna ocupó el lugar que acababa de quedar vacante.
               -¿Qué te cuentas, Shash?-respondió mi chica, sacudiendo la melena. Me apeteció que me estrangulara con esos mechones del color del chocolate fundido.
               -Guapas-solté-, nos vamos al piso de arriba.
               -¿Has oído, D? Ya no somos unas “putas crías”. Ahora somos guapas.
               -Exasperante-espetó Duna, elevando la barbilla y haciéndose la digna. Por su manera de usarla toda la tarde, supe que no conocía su significado. Decidí ignorarlas, por la cuenta que me traía, porque si las hacía de rabiar, el que acabaría perdiendo sería yo. Le acaricié la cintura a Eleanor, siguiendo las líneas de sus curvas, curvas que esperaba dividir yo muy pronto, y anuncié:
               -Si necesitáis algo, me llamáis, ¿vale? Si llama mamá, me llamáis también. Si queréis pillar más comida, me avisáis… ¿de qué coño te ríes, Shasha?-ladré.
               -Ay, Scott, ¿seguro que nos escucharás por encima de tus gemidos cuando te llamemos mientras te follas a Eleanor?
               Duna soltó una risita por lo bajo, pero no fue con malicia. Aún estaba en esa edad en las que palabras como “follar” y “tetas” eran graciosas. Pero Eleanor, que ya había superado esa etapa hacía siglos, se echó a reír. Se inclinó un poco hacia atrás, dándome un primer plano de su escote que difícilmente podría pagarse con dinero.
               No sé si lo hacía a posta, pero sea lo que quisiera ocasionar en mí, te aseguro que funcionó.
               -Vosotras estaos calladitas con Tommy, ¿estamos?
               -No sé si conseguiré callármelo mañana, cuando quedemos para tomar el té de todos los días.
               Eleanor me acarició la mano que se paseaba por su cuerpo. Y me miró. Y me importó una mierda que estuviera castigado y que se supusiera que no podía estar aquí, haciéndome compañía. Iba a acostarme con ella y a dormirme a su lado también. Ojalá la tuviera lo bastante cerca como para oler su perfume y sentir su cuerpo contra el mío, soñar que seguía con ella y hacerle el amor también en sueños.
               Los guepardos no son los animales más rápidos del mundo por nada. Por mirar a una gacela a los ojos, llegarás a hacer lo imposible.
               Shasha se hizo con el mando de la televisión y cambió de canal, provocando las protestas de Duna.
               -Déjale la película a la pequeña, total, si tú no vas a ver nada. Estás todo el día con el móvil.
               -¡Uuuuy, cuando me chive de lo que vais a hacer arriba!
               -Chívate, y le digo a papá que fuiste tú la que rayó el coche sacando la bicicleta.
               -Fue Sabrae sacando tu skate.
               -¿Lo sabe papá?-repliqué, demasiado ocupado poniéndome a cien ante la perspectiva de lo que íbamos a hacer como para cabrearme porque Sabrae siguiera cogiéndome el monopatín cuando a ella le daba la gana sin pedirme permiso. Como me lo fastidiara, se iba a acordar de mí.
               -Eres un hijo de puta-acusó Shasha con un dedo que me encañonó como una pistola-. Ten cuidado, El, no te vaya a pegar el sida que le emponzoña el alma.
               Eleanor me miró a los ojos.
               -Él puede emponzoñarme como quiera.
               Se acabó. Se acabó.
               Se.
               A.
               Ca.
               Bó.
               Mis neuronas se revolucionaron, me las imaginé corriendo con unas patitas ridículas por el interior de mi cerebro, demasiado parecido a una nave espacial, gritando “código rojo, código rojo”, y chocando las unas con las otras en un intento por hacer que me calmara.
               No iban a conseguirlo.
               No quería que lo consiguieran.
               La besé. No, no la besé, le comí la boca como está mandado. Y la noté sonreír en mi boca cuando le mordió el beso.
               Nunca había follado en unas escaleras. Podría haberlo hecho esa noche de no ser por mis hermanas.
               -¡Estoy a nada de vomitar!-chilló Shasha, y yo tiré de Eleanor y la llevé hasta mi habitación. Nos peleamos con el pomo de la puerta hasta que finalmente ésta cedió y entramos dentro a trompicones. Me acarició la cara y yo le acaricié la cintura. Me pasó las manos por la nuca y yo le apreté el culo contra mí.
               -Madre mía, Scott. Cómo estás.
               Sonreí en sus labios.
               -¿Cómo estoy?-la provoqué.
               Nadó en mi alma, la desnudó y descubrió cada uno de mis secretos, eligió cuáles le servían y cuáles no eran útiles, y susurró una palabra, sólo una.
               Fue suficiente.
               -Durísimo.
               Y yo la devoré, como si quisiera descubrir sus secretos con mi lengua y no con los ojos, probar las cosas que había hecho mal y saborear las que había hecho bien. Me empujó contra la pared, nos dimos la vuelta y entonces fue ella la que tenía la espalda pegada a ella, y a mí en su pecho, haciéndola mía, recorriendo cada rincón de su cuerpo y arrancándole suspiros que sonaban a gloria, como escuchar el primer disco del que será tu artista favorito de todos los tiempos, como la segunda vez que escuchas la que será la canción del verano y ya puedes cantar con el artista el estribillo, como follar en la playa con tu canción favorita de fondo, rebotando entre las rocas y celebrando cómo os cubrís de arena, pero cómo os da igual, qué poco os importa estar poniéndoos perdidos y que la arena te rasque por todo el cuerpo y se te pegue al pelo, porque ella está susurrando tu nombre mientras sus piernas te rodean la cintura y se niegan a dejarte marchar, y tú la besas como si no hubiera mañana, como si fuerais a moriros después de esto… y tuvierais muchísimas ganas de pasar al otro barrio.
               -¿Me llevas a la cama o me lo haces en el suelo?-quiso saber cuando yo bajé por sus clavículas. La madre que la parió, la madre que la parió, Scott, la madre que la parió. Me separé de ella para mirarla a los ojos. Ella me miró los labios y se mordió el suyo, probando su sabor a cereza.
               Aquí el que no corre, vuela, pensé. Me pasé una mano por el pelo (Tommy decía que ése era nuestro movimiento de frustración sexual), asentí con la cabeza y eché un vistazo a la cama.
               Un montón de ropa que bien podría tener campo gravitatorio propio se mantuvo impertérrito ante mis ojos.
               -Puede que el suelo sea una opción-murmuré, y ella se echó a reír.
               -Te ayudaré a recoger.
               -No, da igual, ya lo… hago yo-espeté, atravesando la habitación, sorteando bolsas de Doritos vacías (había decidido abandonarme a mi suerte y esperar a que la basura tomara conciencia de su propia existencia y se alzara como una especie de monstruo devorador de vagos que serían demasiado dejados como para intentar huir), hice con las camisetas, vaqueros, camisas y calzoncillos una bola inmensa y la metí en el armario. Cerré la puerta, pero el armario decidió putearme, abrirse y vomitar lo que le acababa de echar.
               -No me jodas-bufé. Eleanor dio un paso pero yo negué con la cabeza-. Yo me encargo de esto, tú siéntate y… eh… haz lo que quieras.
               -Te esperaré-susurró, sentándose en la cama y cruzando unas piernas preciosas.
               Aunque más molaban cuando estaban descruzadas.
               Seguí peleándome con la bola, pero nada, que no quería colaborar. Por más que modificara su forma para adaptarla al hueco que había en el armario, no le daba la gana ponerse en su sitio.
               -Scott-me llamó ella, y yo me volví con un montón en la mano y otro metido ya dentro-No te pongas nervioso.
               -Pero…
               -A mí no me molesta-me aseguró.
               -¿Seguro?
               Se echó a reír.
               -Quiero estar contigo, no en un paraíso del orden y la limpieza.
               -Pues menos mal.
               Dejé caer las cosas, las empujé con el pie y me senté a su lado. Y volvimos a besarnos, y yo volví a estar bien. Me tranquilizaba con su boca, pero me ponía nervioso con sus manos. Me ayudó a quitarme la sudadera. Se quitó las botas con los pies, y se tumbó encima de mí, y yo no podía dejar de besarla, ni de mantenerla cerca, ni de acariciarla y tocarla y asegurarme de que no dejara de tocarme y besarme cada momento…
               Díselo.
               Me estaba armando de valor cuando habló.
               -Quítame tú la ropa, S.
               -No me lo digas dos veces-respondí, accediendo a pelearme con su jersey hasta pasárselo por la cabeza. Mis ganas de confesárselo desaparecieron; ahora sólo quería estar con ella, unidos otra vez.
               Por fin, estábamos desnudos. No parábamos de besarnos. Me miraba como si fuera una especie de dios, yo la miraba igual, porque para mí, lo era.
               Me la quedé mirando. Era preciosa como contemplar tu cuadro favorito, ése que te sabes de memoria de tanto buscarlo en internet y los libros de arte, por fin en la vida real. Como ver la planta que da tus frutos favoritos florecer en su primera primavera.
               -Cómo echaba de menos verte desnuda, nena-le dije, porque todo en ella era perfecto, todo lo habían hecho para mí. Su piel suave, sus manos, sus manos, ese pequeño arco que le describía la boca justo debajo de la nariz, sus pechos, sus caderas, su vientre, su pelo, sus ojos…
               -Pues anda que yo a ti…-replicó, pasándome un dedo travieso por los abdominales. Quise que me dispararan. Era mejor que dejarla tocarme así, convertirme en inmortal con su cuerpo, para luego ser arrojado hacia la cruda realidad: no era más que un chico, poco más que un crío que jugaba a ser un hombre con una chica que se movía como una mujer.
               Se inclinó hacia mi escritorio. Se apoyó en la almohada, una mano muy cerca de mi cabeza, y empezó a revolver. Ya sabía dónde los guardaba.
               Estábamos en una posición perfecta para besarle los pechos, y fue exactamente eso lo que hice. Eso, y acariciarla donde más me deseaba.
               Se quedó muy quieta, disfrutando de mis manos en aquel pequeño rincón. De sus labios escapó una letra del alfabeto, la que lo inauguraba.
               -Para, para, quiero que me lo hagas tú-susurró-, y así no… uf.
               Sonreí.
               -¿Tienes prisa?
               -Pues sí, la verdad-comentó-. Tengo que acabar contigo pronto para poder ir a ver a Kellan y luego hacerle una visita a Alfie. Tengo una noche bastante atareada-encontró un paquetito y volvió a ponerse encima de mí.
               -Y tanto-concedí yo, acariciándole el costado. Entonces, me miró, abrió muchísimo los ojos y se tapó la boca.
               -¡Oh, dios mío, Scott! ¡Lo siento muchísimo! ¡Seré gilipollas e insensible!
               -Lo tengo superado, nena. Ya sólo lloro cuatro veces al día-bromeé. Se mordió ese delicioso labio suyo, decidiendo si no me afectaba nada, como decía, o me estaba haciendo el fuerte. Con ella así, a mi lado, desnuda, podría caerme un meteorito encima y no hacerme ni un rasguño. Me hacía fuerte, me convertía en un dios.
               Por fin, decidió que estaba diciéndoselo en serio. Me pasó el paquete, lo rasgué y me lo puse. Se inclinó y me besó, me miró a los ojos.
               -¿Estás bien?
               -Estoy feliz.
               Dejó que entrara en ella y empezó a moverse. Demasiado rápido para mi gusto, la verdad. La echaba de menos y me había puesto a cien, pero ahora que la tenía encima, que por fin estaba con ella…
               -Espera, espera. Para.
               Se detuvo a media embestida y me miró.
               -¿Qué pasa?
               -Te quiero-le dije. Y sonrió.
               -Ya lo sé, S…
               -No, no. Lo hago de verdad, ¿vale? No es sólo cuando es de noche, o cuando me estás besando, o cuando estoy dentro de ti o cuando me tocas o me das vida. Tampoco es exclusivo de cuando nos cruzamos por los pasillos y nos saludamos, ni cuando me tumbo en la cama aburrido y me decido a llamarte aun sabiendo que tienes cosas que hacer porque te echo muchísimo de menos. Te quiero siempre. Esté solo, con tu hermano, contigo o con los chicos.
               Le brillaron un poco los ojos, no sabría decir si por el sexo o por mis palabras.
               -No llores.
               -Y Tommy tiene el morro de decirte que no ibas a quererme como yo te quiero a ti… voy a cargármelo.
               -Sólo quería que lo supieras-respondí, encogiéndome de hombros.
               -Ya lo sabía. Estoy en mi cuerpo cuando lo besas o lo haces tuyo.
               Volvió a moverse, esta vez más despacio. No hacía falta que le dijera de qué humor estaba yo para preferir una cosa u otra. Le había contagiado ese mismo humor, y sabía cómo moverse para hacer que disfrutara.
               Cuando terminé, me besó en los labios.
               -Cámbiame el sitio.
               Se dejó caer en la cama y yo me colé entre sus piernas, y seguí empujándola despacio. Ella cerraba los ojos, inclinaba la espalda para recibirme mejor y me acariciaba la mía. Yo la besé, me harté de besarla, me harté y siempre quería más. Se retorció debajo de mí, me acarició y me besó y dejó que yo hiciera lo mismo, susurrando mi nombre, haciendo que le tapara la boca cuando empezó a acercarse, sus convulsiones se hicieron más violentas y sus temblores dieron paso al final. Se corrió gritando mi nombre contra la palma de mi mano.
               El día en que eso no me volviera loco, por favor, que me enterrasen. Estaría muerto por dentro aunque siguiera respirando.
               Me dejé caer a su lado mientras recuperábamos el aliento. Se pasó una mano por la frente.
               -Madre mía.
               -Ha estado bien, ¿eh?-me eché a reír, y ella también.
               -Sí. ¿S?
               -¿Mm?
               -Si hubiera sabido que lo hacías así, te habría zorreado con bastante más violencia de lo que lo llevo haciendo toda la vida.
               Vale, ahora sí que me tocó descojonarme hasta que me doliera la tripa.
               -Eres tonta.
               -Va en serio. Eres el mejor, de todos con los que he estado.
               -Gracias por inflarme el ego-respondí, acercándola a mí y probando el sabor de su pintalabios de cereza de su boca. También sabía a sexo. A sexo y a sentirse querida, y a estar feliz. Súper feliz.
               -¿Quieres más? Porque sólo tienes que pedirlo.
               -Uy, sí, por favor-respondió, estirándose y paseando un par de piernas por mi pecho, piernas que empezaban en su mano y tenían unos pies que eran en realidad unas uñas perfectamente pintadas de gris.
               Le besé la palma de la mano, luego el dorso, luego la palma, luego el dorso. Ella se echó a reír.
               -Si vieras cómo me moría de envidia escuchando a Tommy y Diana, y yo pensando “joder, yo podría ser ella, él podría ser Scott, sólo si Sherezade me dejara ir a su casa”…
               -Se me caería el pelo si te cazaran aquí.
               -Voy a dormir en mi cama.
               -Ni de puta coña-protesté yo-. Vas a dormir conmigo. Papá ya se rapó un par de veces, y con lo que me parezco a él, seguro que también me favorece estar un poco calvo.
               Nos quedamos callados, contemplando el techo de mi habitación, hasta que la miré. Estudié la curva de sus labios, la hendidura que hacía su barbilla cuando caía hacia el cuello, los bosques nómadas que eran sus pestañas, la cadena montañosa que eran sus cejas, las nubes de chocolate que enmarcaban su cara…
               Mírate, tío. Como te deje, te mata. Y no lleváis ni un mes. Más te vale hacerla la madre de tus hijos y no perderla jamás.
               Era el momento perfecto, joder. Después de hacerlo, fascinado por su belleza… en mi propia casa, hostia. Donde lo había dicho en voz alta por primera vez.
               Pero lleváis tan poco tiempo…
               ¿Qué más daba eso?
               Pensará que se lo dices porque habéis echado un buen polvo.
               Bueno, quizás sí.
               Lleva toda la vida esperando oírtelo decir. No puedes soltárselo así como así. No después de follar, por mucho que se lo hayas hecho despacio.
               Mierda, mi conciencia tenía razón.
               Además, está Tommy. No puedes decírselo sin antes decírselo a Tommy. Eso le quitaría poder.
               -Se lo he dicho a tu hermano-alzó las cejas y me miró, sorprendida.
               -¿Cuándo?
               -El sábado por la noche. Mientras esperábamos.
               -No lo sabía.
               -Quería decírtelo a la cara-había reproducido toda la conversación con Tommy por mensajes, consiguiendo que se indignara y quisiera subir a la habitación de Diana, sacarlo del interior de la americana y molerlo a palos, pero yo la persuadí de que no sería ni lo más inteligente ni lo mejor para ambos. Las cosas que me decía Tommy y que yo le decía a él debían quedar entre él y yo.
               -¿Y cómo se lo tomó?
               -Se descojonó.
               -¿En serio?
               -Creyó que era coña-expliqué-. En realidad, me empecé a descojonar yo primero.
               -Scott-advirtió, poniendo mala cara.
               -Ya lo sé. Estoy en ello.
               Busqué su mano y entrelacé mis dedos con los de ella. Le acaricié despacio los nudillos. Cerró los ojos, concentrándose en nuestro contacto.
               O, tal vez, eligiendo las palabras.
               -¿Se lo vas a decir?-quiso saber, por fin.
               -Pues claro.
               -Pero lo vas a elegir a él. Yo le elegiría a él. Tommy sólo hay uno, en cambio, puedes echar tantos polvos con tantas chicas…
               -Si te crees que a todas las paro mientras follamos para decirles lo mucho que me gustan, no ya lo que las quiero, vas de culo conmigo, chata-gruñí-. Esto no son sólo polvos para mí. Las demás no me ponen nervioso y su opinión, me la paso por lo que vienen siendo los huevos. La tuya, en cambio, es importantísima para mí.
               -Porque soy la hermana de Tommy-replicó.
               -No-la corregí-. Porque eres mi chica y te quiero.
               Reflexionó un momento su siguiente movimiento.
               -Pues me pone de muy mala hostia que mi hermano, que resulta ser tu mejor amigo, piense que no eres o bastante bueno para ti. ¿Qué dicen tus enemigos de ti?
               -Que la tengo pequeña.
               Se echó a reír.
               -¡Scott, por favor!
               -Eso mismo les digo yo, “mirad, tíos, a vuestras novias no les pareció lo mismo anoche; casi se echaron a temblar cuando las monté, algunas pobrecitas incluso conservaban su himen”.
               -Eres estúpido-contestó, pero se echó a reír.
               Estaba volviendo a ponerme encima de ella cuando escuchamos pasos subiendo a toda velocidad por las escaleras y acercándose a mi habitación. Suspiré, me incorporé un poco, me puse los calzoncillos, y ella mi camiseta, y esperé a que entrara una de mis hermanas.
               Era Duna.
               -Shasha está hablando con mamá por teléfono-informó, abriendo muchísimo los ojos porque, vaya, ¿su hermano siempre había tenido los abdominales así de geniales?
               No, pero eso tendríamos que agradecérselo a los amigos de su hermano, que se habían empeñado en machacarse en el gimnasio y en la cancha de baloncesto hasta conseguir cuerpos a los que las tías les encantaba acariciar.
               Se dio la vuelta y se tapó los ojos y salió a tientas de la habitación cuando yo salí de la cama y me puse los pantalones. Eleanor se incorporó y recogió su móvil.
               -Vuelvo enseguida.
               -No tengas prisa-respondió, volviendo a tumbarse en la cama y doblando las piernas por debajo de la sábana hasta convertir ésta en una especie de tienda de campaña nívea, una montaña bañada por la nieve, un cono de helado invertido hecho exclusivamente con chocolate blanco.
               No pude resistirme ver cómo se retorcía para encender la luz de la mesilla de noche y me regalaba una vista perfecta de una de sus caderas. Me incliné y la besé, ella se rió en medio del beso.
               -¡Scott! ¡No hagas esperar a tu madre!
               Bajé a todo correr las escaleras (Shasha sonrió y frunció el ceño, levantando la vista al cielo, como preguntándole a Alá por qué había tenido que soportarme durante toda su vida, cuando era yo el que la había soportado a ella), y me pasó el teléfono.
               -Ya ha vuelto del baño; te lo paso.
               Cogieron un papel y un bolígrafo y apuntaron todo lo que le habían dicho a mamá para fingir que había estado con ellas todo el tiempo.
               -¿Se están portando bien?
               -No me dan problemas porque las meto en cintura pronto-respondí.
               -¿Has hablado con Tommy?
               -Sí-cedí, porque nos habíamos intercambiado varios mensajes mediante el móvil de Diana. La granja no ardía y nuestras aldeas guerreras eran prósperas hasta convertirse en potencias de la zona en la que reposaban y recibir peticiones de protección a cambio de vasallaje de varias aldeas vecinas (la de él, de un pequeño puerto pesquero que nos vendría muy bien para conseguir recursos marinos, y la mía, de una aldea en la cima de una montaña de la que se extraían metales muy cotizados  en el mercado armamentístico global; a veces incluso se extraían diamantes, y era un excelente puesto de vigilancia para ver acercarse a enemigos).
               -Ya sé que te dije que volveríamos pronto, pero nos hemos encontrado con unos amigos y nos vamos a quedar un rato más, ¿te parece bien?
               -¿Qué más da lo que le parezca? Los padres somos nosotros-protestó papá, y mamá lo mandó a la mierda con un “cállate tú, Zayn”.
               -Sí, claro.
               -¿Has acostado a Duna?
               -No podía dormir.
               -No le habréis dado azúcar.
               Shasha abrió los brazos y se encogió de hombros.
               -Tomó un poco del refresco de Shasha cuando se fue a hacer no sé qué.
               -Ya, ¿y tú? ¿Has tomado algo?
               -No, mamá.
               -¿Fijo? Mira que tengo las bebidas alcohólicas contadas.
               -Que noooooooo, mamáaaaaaaaaa-balé.
               -Bien. Bueno. A ver si es verdad. Te dejo, ¿vale? Pórtate bien. Cuida de tus hermanas. No os metáis en líos.
               -Estamos en casa, no podemos meternos en líos.
               -Díselo al Grammy abollado-espetó papá, y mamá se echó a reír.
               -Vale, lo capto; en cuanto cuelgue, metemos el Grammy en la licuadora. ¿Algo más?
               -¡Deja mi Grammy tranquilo!
               -Vale ya, parecéis críos-recriminó mi augusta madre-. No, creo que ya está. ¿Zayn?
               -Diles que los quiero.
               -Papá y yo os queremos.
               -Muy bien; nosotros también. A vosotros. Entre nosotros, no tanto.
               -Cuando subas a dormir, deja la llave con dos vueltas para cuando vuelva tu hermana.
               -Está bien.
               Siguió postergando su despedida hasta que papá metió baza y le dijo que me dejara tranquilo, que era ya mayor, “relativamente de fiar” (¿cómo que relativamente?) y que seguramente estuviera cansado de no hacer nada con mi vida. Mamá nos tiró besos y finalmente colgamos.
               -Mamá dice que os deshereda-dije, colocando el teléfono en la pared de la cocina y enrollando de nuevo el cable de varios kilómetros de largo. Las chicas asintieron y volvieron a su película-. No os acostéis muy tarde, ¿vale?-asintieron con la cabeza otra vez, sin mirarme-. Yo me voy a dormir.
               -¿Así es como lo llamáis los tíos?-se burló Shasha.
               -Shasha, mi amor, mi vida, mi tesorito, mi favorita… hazme un favor y muérete de una vez.
               -Pondremos la tele alta para que hagáis cochinadas tranquilamente-informó Duna, con una sonrisa de suficiencia y orgullo por estar entrando en el terreno de juego en el que los demás ya llevábamos más de la mitad del partido. Les revolví el pelo, les di un beso y volví a la habitación con Eleanor.
               -¿Sabes dónde guarda Sabrae el desmaquillante?-preguntó-. Ya que vamos lo suficientemente en serio como para dormir juntos, también podré quitarme todo lo que llevo en la cara.
               -En el baño, tercer cajón-la acompañé hasta el baño y observé sentado en el borde de la bañera cómo se pasaba el algodón empapado por la cara, recuperando su color natural de piel, un poco más pálido del que había tenido hasta entonces y con ligeras variaciones de tonos en las mejillas; cómo sus pestañas se acortaron y se volvieron un poco más cómodas, cómo sus ojos se empequeñecían un poco y perdían ese matiz más dorado que le daba el lápiz de ojos…
               … cómo sus labios amenazaban con dejar de tener ese sabor a cereza.
               -¿Me vuelvo a poner pintalabios?
               -Como quieras-respondí, encogiéndome de hombros. Por una parte, quería saber qué gusto tendrían sus labios sin nada, pero por otra, no quería renunciar a ese sabor tan característico que tenían sus besos.
               Se miró al espejo un segundo y se atusó el pelo.
               -Me brilla la piel más que de costumbre. ¿Será la luz?
               -No-corregí-, es por mí-se dio la vuelta-. El sexo te abre los poros.
               -¿En serio?-respondió, girándose sobre los talones e inclinándose hacia el espejo para contemplarse con más atención-. ¿Crees que se nos nota?
               -No sé si mis hermanas sabrán vérmelo, pero a tu hermano le basta con mirarme un segundo para saber que he estado con alguien.
               Se acercó a mí, se sentó a horcajadas sobre mis piernas y me acarició los hombros. Me miró a los ojos, se mordió el labio y, por fin, me besó. Lo hizo con rabia, la verdad, como si hiciera varios días que no nos veíamos, ni siquiera por los pasillos del instituto, y me hubiera echado de menos hasta el punto de que sus manos dentro de sus bragas no hicieran mucho.
               Y eso me encendió.
               Su boca seguía teniendo ese toque a cereza, pero ya no tan fuerte. Era algo más sutil.
               -Voy a hacértelo aquí-me informó, moviendo las caderas a pesar de que aún custodiaban sus bragas y estaban defendidas por su camiseta. Pero mis pantalones no estaban acostumbrados a unos ataques tan gratuitos, y se deslizaban suavemente por mi piel, lo cual era exactamente lo que ella quería.
               Sí, nena, házmelo aquí, soy tuyo…
               Empezó a jugar con el borde de su camiseta. Yo bufé. Me iba a volver loco, de verdad.
               -Y luego-dijo, besándome entre palabra y palabra-vamos a ir a tu cama y…-me mordió la oreja y yo pensé, sinceramente, que terminaría antes de empezar-, le vas a mandar una foto a Tommy…-me besó por debajo de la mandíbula y siguió subiendo hasta mi otra oreja-, a ver si nota…-le quité la camiseta y le acaricié los pechos, ella suspiró-, lo que le has hecho…-me volvió a morder y sacudió despacio las caderas encima de mí. Hasta aquí has llegado, Scott, confiésate, salva lo poco que te quede de alma. Va a acabar contigo-, a su hermana.
               Le aparté el pelo de la cara y metí mis manos por debajo de sus bragas. Estaba lista para recibirme, y yo para que la recibiera.
               -¿Y qué le he hecho a su hermana?-quise saber, sonriendo y disfrutando de cómo ella se deslizaba por mis manos, ayudándome a encontrar ese punto en el que terminaría de conquistarla. Había cerrado los ojos y se había echado hacia atrás. Le deslicé las bragas por una pierna y se las quité. Y yo me quité los calzoncillos y la acaricié despacio con lo que estaba deseando.
               La sentía palpitar.
               Susurró algo.
               -No te he oído-repliqué, puteándola cada vez más. A ese juego podíamos jugar dos. Si me quería mandar al cielo, la iba a arrastrar conmigo. Vamos, hombre. Vaya que si la iba a arrastrar.
               -Te la has follado, Scott-terminó, y dejó escapar un gemido cuando entré en ella. Cerró los ojos y volvió a abrirlos-. Más fuerte que a ninguna otra.
               -¿Cómo de fuerte?-respondí, acariciándola mientras la embestía muy, muy despacio.
               -Como nadie lo ha hecho aún.
               -¿El qué, El?-la provoqué. Me encantaba cómo se mordía el labio cuando decía esa palabra.
               -Follado-me concedió. Y fue eso lo que hice. Con toda la fuerza que pude, con toda la rabia que tenía dentro.
               Nunca lo había hecho en el suelo de un baño, aunque sí en una ducha. Me gustaba el contraste del frío del suelo con el calor de nuestros cuerpos, el que manaba del suyo y del mío.
               Tenía un nuevo fetiche sexual, pero no era hacerlo allí. Bueno, vale, hacerlo allí también tenía su morbo. Pero no era lo fundamental.
               Era hacérselo a ella.
              

Le rugieron las tripas cuando fuimos a mi habitación, después de un polvo bestial en el baño, en el que finalmente yo había vuelto a mi posición sentada sobre el borde de la bañera y ella se había balanceado sobre mí, hasta terminar y cogerla de la cintura y sacarme de su interior cuando la acuné hacia el suelo. Estábamos viendo una película en la que Bradley Cooper daba vida a un antiguo cocinero que, al parecer, había perdido su fama por entregarse a las drogas.
               -Qué buena pinta-murmuró cuando depositaron un sándwich del que goteaba la yema de un huevo en un plato y alguien comenzó a devorarlo con rabia. Me acarició la pierna con un pie e, inconscientemente, se llevó la mano a la boca y se mordió la uña del pulgar.
               Tommy hacía lo mismo cuando tenía hambre pero le parecía que no debía decirlo en voz alta, so pena de parecer un manatí anoréxico que de repente ha recordado lo hermoso que es estar gordo, especialmente en un manatí.
               -¿Quieres que te suba algo?
               -Puedo ir yo a por ello-respondió.
               -Ya, ¿y si vienen mis padres, qué haces?
               -Escapar. Tal vez, esconderme en la alacena hasta que se acuesten. Y luego, venir a por mi ropa y huir, porque, S, sinceramente… si vienen estando yo fuera de tu cama, es una señal del destino para que me vaya a dormir a la mía.
               Seguimos concentrados en la película. Un francés negro como mi pelo lo abordó en una callejuela. Y sus tripas volvieron a rugir.
               -Se acabó, El, te voy a subir algo-dije, saliendo de la cama y vistiéndome, porque era diciembre en Inglaterra y las cosas no están para jugar con la ropa en esa época del año.
               -Es que hacerlo me…
               -… abre el estómago, ya lo sé. Crecí con tu hermano-di un par de brincos para terminar de subirme los pantalones y la miré-. Para eso. ¿Qué quieres que te suba?
               Se encogió de hombros.
               -¿Un bocadillo?
               Asintió.
               -¿De qué?
               -Volvió a encogerse de hombros.
               -Vamos, nena, haz gala de esa iniciativa que me demostraste antes, en el baño.
               Sonrió.
               -¿Tenéis jamón?
               Torcí el gesto.
               -Somos musulmanes, eso es un poco insultante-hundió los hombros y yo me eché a reír-, claro que tenemos jamón, El, en esta casa vivo yo.
               -¿Me lo metes en el microondas y luego le añades un poco de queso? ¿Y kétchup?
               -¿Mostaza?
               -No, que engorda mucho.
               Tócate los cojones, macho, no quiere que le eche mostaza pero quiere un bocadillo de jamón de madrugada, cuando no va a quemar las calorías que ingiera.
               -Hoy lo has quemado-le ofrecí una excusa que ella aceptó elegantemente con un “tienes razón, pero poca, que no ahogue lo demás”.
               Las crías aún estaban en el piso de abajo, Shasha tecleando frenéticamente en su móvil con la teletienda puesta, mientras Duna reposaba en el sofá, con los pies colgando y la cabeza apoyada en el reposabrazos. Al menos Shash se había dignado a echarle una manta por encima.
               Cogí el mando y apagué la tele; Shasha alzó la mirada, las cejas, y la voz.
               -¡Eh!
               -Tira para arriba. Acuéstate. Como vengan papá y mamá y sigáis aquí, se me cae el pelo. Cabronas de mierda, menudas ganas tenéis de quedaros sin hermano, a ver a qué amigos zorreáis cuando yo no esté.
               Shasha se guardó el teléfono en el bolsillo del pijama y recogió a Duna; se la cargó de los brazos mientras la pequeña se aferraba a ella como un koala. Duna abrió los ojos.
               -¿Scott? ¿Ya se ha acabado Frozen?
               -A la cama-fue mi contestación, dándoles una palmada en el culo a las dos y un beso en la mejilla. Shasha me soltó una coz, porque era un burro oculto en el cuerpo de una niña. No demasiado; la tozudez era innegable.
               Observé cómo subieron las escaleras, escuché cómo atravesaban la casa en dirección a la habitación, a Shasha cerrando la puerta de la de Duna, y luego asomándose al hueco de la escalera a mirarme. Se pasó los mechones de pelo por detrás de la oreja.
               -¿Me pongo tapones?
               -Depende, ¿quieres aprender algo?
               -No.
               -Entonces, sí.
               Se echó a reír, negó con la cabeza y me dio las buenas noches. Cerró la puerta de su habitación y fingió colocar una silla pegada al pomo, no nos fuera a dar por abordarla de madrugada para una orgía nocturna.
               Las estrellas me habían dado un toque de atención y me habían inspirado como habían hecho con mi padre cada vez que se sentaba a escribir una canción que escalaría al número 1 en todas las listas rápidamente, sólo que yo no lo sabía. Estaba metiendo las lonchas de jamón y de queso en el trozo de pan que había sobrado de todo el día cuando escuché que se abría la puerta. Toda la casa estaba a oscuras, pero enseguida ganó la batalla la luz.
               Lo cual me indicaba que no era Sabrae, quien se creía una pantera nocturna y andaba a oscuras por casa todo lo que podía, aprovechando para darnos sustos indiscriminadamente (hasta que nuestros padres le soltaban una hostia en condiciones, o Duna gritaba y se sentaba en el suelo y se echaba a llorar y, entonces, la hostia corría de mi cargo, porque debería darle vergüenza asustar a la pequeña así).
               Me asomé a la puerta de la cocina y los vi entrar besándose; a papá cogiendo a mamá de la cintura y a ella colgándose de sus brazos. Le desabotonó la camisa y él le cogió el culo, y ella se echó a reír. Y siguió desabotonándole la camisa.
               Pobre Shasha, Eleanor y yo no íbamos a darle una clase. Papá y mamá le darían un curso intensivo.
               Carraspeé antes de que decidieran hacerlo en el sofá, sin inmutarse de mi presencia. Los dos se detuvieron y me miraron, yo alcé la mano a modo de saludo, riéndome.
               -Scott-dijeron los dos, pero su discurso sólo fue similar en eso.
               -¿Qué haces despierto?-quiso saber mamá.
               -Vete a tu habitación-fue la disertación de papá, una tesis digna de ser objeto de examen obligatoriamente para los estudiantes de Literatura Inglesa de todo el mundo. Omitió el “que me quiero follar a tu madre tranquilo”, pero éramos hombres. Y no sólo eso: éramos padre e hijo. Nuestra comunicación no verbal se extendía hasta esos confines.
               -Me entró el gusanillo de noche. Oye, ¿estáis bien? Os noto un poco… tensos-sonreí.
               -Vete a la cama.
               -¿Como vosotros?
               -Sherezade, recuérdame por qué no te convencí para que lo abortáramos.
               -Vete a dormir, Scott.
               -Ah, ¿que me vais a dejar hacerlo?-alcé las cejas-. Papá, creo que estás perdiendo el tiempo. Canal 73. Ahí está el porno.
               -¿Quieres que te amplíe el castigo? ¿Qué te parece… hasta que tengas 40?
               -Tendrías a todas las mujeres de Londres el lunes llamando a nuestra puerta suplicándote clemencia, mamá.
               -Sher, con lo que me está tocando los huevos, casi prefiero que mire. Así aprende algo.
               -U os corrijo en lo que hagáis mal.
               Papá y mamá se echaron a reír.
               -Vete arriba, anda. Acuéstate.
               Recogí el bocadillo y me llevé la mano a la frente, haciendo gala de mi mejor saludo militar.
               -Poneos condón, ¿eh?-les pinché-. Ya basta de traer más niñas a esta casa.
               -¿No querías un hermano?
               -Ya tengo a Tommy-respondí con elegancia, subiendo las escaleras apoyado en la barandilla-. Que folléis bien, papis.
               Me tiraron un cojín. Me importaba una mierda. Iba a ser gracioso ver la reacción de Eleanor cuando se diera cuenta de lo que hacían mis padres.
               O puede que no.
               -¿No subes agua?-me provocó papá, y yo miré el bocadillo. Vale, sí, igual estaba bien subir agua. Me di la vuelta y volví a la cocina. Escuché a papá decirle a mamá: “vete subiendo y poniéndote cómoda, mi amor”, el beso que le dio ella, recordando a quién le pertenecía, y sus pies subiendo las escaleras.
               Papá me siguió y bebió un vaso de agua.
               -Hidrátate, que vas a necesitarlo-lo pinché, y él se echó a reír. Me lo imaginé diciéndome las palabras mágicas.
               -No estás solo, ¿a que no, Scott?
               Ni siquiera se me caería el alma a los pies. Puede que fueran las endorfinas del sexo, que aún me duraban. O puede que me alegrara de ver a mis padres así. A pesar de todas las movidas que tenían y lo mucho que podían gritarse, a la hora de la verdad, estaban locos el uno por el otro. Yo había sido la primera piedra, vale, pero el resto de la inmensidad de la catedral, la habían construido solos, sin ayuda de nadie.
               -No-admitiría, pasándome la lengua por la cara interna de la mejilla y sonriendo como un gilipollas. O como alguien pilladísimo por su chica. No había mucha diferencia entre esas dos sonrisas.
               -No se lo digas a mamá-le pediría.
               -Tendrás suerte si recuerda que existís tú o tus hermanas después de lo que tengo pensado hacerle-respondería todo chulo, y yo sabría exactamente de quién había heredado ese comportamiento.
               Pero sólo bebió agua, me miró y sonrió.
               Después de llamarme por teléfono, se había acercado a ella en la mesa del bar y le había besado el cuello. Y ella había cerrado los ojos.
               -Z.
               -Sher.
               -No me hagas esto.
               -Pero estás preciosa-fue su contestación, jugando con el tirante de su vestido. Papá había contemplado con regocijo que se había puesto el sujetador negro de encaje, su favorito. Le realzaba los pechos y además era precioso. Sabía que le quedaba genial.
               -Zayn-susurró ella, y él le acarició las clavículas-. Para.
               -Que nos vean. Quiero que nos tengan envidia. Que me tengan envidia por haber conquistado a la chica más guapa de toda Europa.
               Mamá se había echado a reír. Y le había acariciado el pecho, siguiendo las líneas de las alas y los labios que tenía allí tatuados. Sonriendo, siempre sonriendo.
               -Te encantan mis tatuajes.
               -Por favor, sí, me encanta ver los labios de otra grabados en tu pecho-pero mamá había vuelto a reírse, y papá le puso una mano en la rodilla, la miró a los ojos y le dijo:
               -Claro que te gusta, porque sabes que, si me dieran a elegir, preferiría una y mil veces los tuyos, nena.
               Eleanor sonrió y se relamió cuando abrí la puerta de la habitación y la cerré con un pie, con el bocadillo y la botella de agua en las manos. Recogió su tentempié con regocijo y le dio un mordisco.
               -Está delicioso.
               -Tengo buena mano-respondí, echándome a su lado y besándola. Se había puesto otra camiseta mía. No parecía tener prisa por usar su propia ropa. Le acaricié la cara interna del muslo, porque se había sentado con las piernas dobladas, y ella se estremeció.
               -Podría quedarme en tu casa toda la vida.
               -No me extraña; te echo polvos y te doy de comer, ¿qué más puedes pedir? ¿Dónde te tratan mejor, nena?
               Sonrió, me hizo un gesto para que esperara, tragó y me comentó:
               -Me encanta que me llames “mi amor”, pero también puedo acostumbrarme a que me llames “nena”.
               Le dio un par de mordiscos más al bocadillo y lo dejó encima del escritorio, alegando que se lo terminaría más tarde, antes de dormir. Rebusqué por unos cascos (“créeme, vamos a necesitarlos”) y, después de 10 minutos abriendo y cerrando cajones, sentencié que tendríamos que compartirlos.
               -¿No tienes uno de estos…?
               -Está en tu casa. En la habitación de Tommy. Joder, si es que hasta me imagino en qué puto cajón los habrá metido tu hermano. Menuda afición tiene con quedarse mis cosas. Se le va a acabar el chollo.
               -Si tanta tirria os tenéis…
               -¡Igual me critica a mis espaldas, el hijo de puta ese!
               -… ¿por qué sois tan amigos?
               Sonreí con malicia.
               -Porque tengo fotos suyas que podrían destrozarle la vida… y él de mí. Es una amistad por conveniencia, más que nada.
               Se echó a reír y se colocó un auricular en el oído, pero fue en el contrario al que le correspondería, para tener su oreja libre orientada hacia mí. Valoraba mucho ese tipo de cosas.
               Son los pequeños detalles los que te aportan la verdad ancestral del universo.
               Nuestra burbuja de intimidad duró poco, pues enseguida empezamos a escuchar a mis padres preguntándole a Alá si tendría a bien darme un hermano. La sonrisa de Eleanor se ensanchaba a cada gemido/suspiro de mi madre.
               -Te viene de familia.
               -¿El qué?
               -Hacerlo bien.
               Bufé.
               -Ya quisiera papá hacerlo como lo hago yo.
               Me acarició la pierna.
               -Eleanor, que nos perdemos.
               -Es que escucharlos…
               -Estás muy enferma.
               -¿A ti no te pone?
               -¡No! ¡Son mis padres!
               -¡Precisamente! ¡Son muy guapos los dos! Me los imagino ahí…
               -No sé si me hace gracia que te imagines a mi padre en bolas y te pongas cachonda, la verdad.
               -Te pareces a él.
               -Sí; en el blanco de los ojos.
               Siguió acariciándome la pierna.
               -Eleanor. Que nos perdemos.
               Se mordió un poco el labio con la sonrisa que me dedicó.
               -Eleanor. No.
               -¿Por qué?
               -Porque no.
               -Un poquito.
               -No. No podría concentrarme. ¿Qué te piensas? ¿Que eso es un gato hidráulico o algo así? Pues no, chiquilla. Requiere unos ciertos estímulos que…
               Me metió la mano por los pantalones y fue más allá. Y me quedé tieso. Y sonrió.
               -¿Decías?
               Empezó a acariciarme muy, muy despacio. Empezó a excitarme, pero no lo suficiente. No iba a poder cumplir, y lo sabía.
               -Eres una mala persona.
               -Ya lo sé.
               -Una persona horrible.
               -Eso es nuevo-me besó, yo le devolví el beso, y nos giramos y el ordenador se deslizó por la cama hasta caerse al suelo. Me dio igual. Seamos francos: soy Scott Malik.
               Hijo de Zayn y Sherezade Malik. Mi madre seguiría estando forrada aun si no se hubiera casado con mi padre, gracias a que era, básicamente, un pitbull de los juzgados. Mi padre podría bañarse en dinero y hacerse porros con billetes de 100 libras y seguir teniendo más dinero del que podría gastar, gracias a que era, modestia aparte, la mejor voz que había dado Inglaterra desde que se inventaran los CDs en que grabar discos.
               Creo que en mi casa podemos permitirnos que yo rompa un ordenador por un bien mayor, o sea: un orgasmo de mi chica.
               Me puse encima de ella y ella siguió acariciándome. Bufó con satisfacción cuando me endurecí. Me quitó los pantalones y yo le ayudé a quitarme la camiseta, pero negué con la cabeza.
               -¿Recuerdas lo de la discoteca? Pues se va a repetir, pero a lo bestia. No quiero hacerte pasar por eso otra vez.
               -¿Qué sugieres?
               Sonreí con malicia. Le dediqué una de mis mejores sonrisas de Seductor™. No vi el calibre ni la calidad de mi sonrisa, pero supe que era buena, lo noté en mis entrañas, igual que sientes que has hecho un examen muy bien o que la tía con la que te has enrollado ha disfrutado en serio, en lugar de intentar engañarte.
               Además, ella se ruborizó un poco. Ojalá nunca dejara de hacerlo.
               -Por favor-dijo por fin. Le quité la camiseta, le besé las clavículas, los pechos, y fui descendiendo. Deslicé un dedo por la costura de sus bragas y tiré de ellas (nota mental: decirle que, cuando venga a mi casa, venga sin bragas, porque no hacen más que molestarnos).
               -Intenta contenerte, mi amor-le dije cuando estaba demasiado cerca como para que ella lo soportara. Se retorció entre mis manos, se deshizo en mi boca… pero era más de lo que pudo soportar.
               Casi podríamos decir que compitió con mi madre, la diferencia estaba en que yo le tapé la boca mientras mamá luchaba por darle a papá lo que quería y, a la vez, no despertar a media casa. Mamá llegó antes que Eleanor, que se retorció, gimió, enredó sus dedos en mi pelo y clavó las uñas en el colchón, luchando por llegar. Yo la ayudaría. Antes me moriría que dejarla a medias.
               Todo su cuerpo se contrajo y se relajó en cosa de un segundo. Cerró los ojos, abrió boca y les cantó mi nombre a las estrellas con una sonrisa. Yo escalé por su cuerpo y le di un beso en los labios que le supo un poco a mar.
               Suspiró con satisfacción, me acarició la espalda, y me dijo que me quería. Que me quería como no había querido a nadie, nunca. Y yo le dije lo mismo.
               Me parecía un poco fuerte decirle que estaba enamorado de ella por primera vez justo después de comerle el coño.
               Quizá pensara, no sé… “me lo dice porque lo tengo sabroso”.
               Que oye, también puede ser.
               Me acarició toda la clavícula y volvió a besarme. No parecía darle asco sentir el sabor de su propio placer en mi boca. A las demás no solía gustarles.
               Si te besa después de correrse en tu boca, cásate con ella, solíamos decir en nuestro grupo de amigos.
               Le brillaban los ojos de una forma especial. Es lo que tiene que una chica te elija: tienes la responsabilidad de ponerle galaxias en los ojos a base de amar su cuerpo hasta el punto de que las estrellas quieran disfrutar de un poco de ese amor. Y por eso deciden caer del cielo y explotar en su mirada.
               -No sabes cómo me alegro de llamarme Scott.
               -¿Por qué?
               -Te gusta esa palabra. No sabes cómo haces que suene. No creo que consiguieras nunca hacer que otra sonara como lo hace mi nombre de tu boca.
               -Hago que suene bien porque me gusta, y me gusta porque tu nombre eres tú.
               Me imaginé a papá y mamá hablando desnudos igual que lo hacíamos nosotros. Papá haría a mamá reír.
               Besé a mi chica, y ella me devolvió el beso. Se acurrucó contra mí y cerró los ojos; inhaló mi aroma y su respiración se fue ralentizando hasta cambiar totalmente de ritmo, como una canción de heavy metal muy apresurada que muere con el ritmo de una nana. Le besé la cabeza y me dormí pegado a ella. Ella estaba completamente desnuda. Yo todavía conservaba los bóxers. Pero no pasaba nada. Podríamos quitármelos en cualquier momento de la noche.


Sabrae nos despertó al llegar. Fue a la habitación de nuestros padres a decirles que ya estaba en casa (papá se quedaba despierto hasta saber que había llegado bien si no habían convenido que trasnocharía y llegaría con las primeras luces del amanecer), luego, fue a la habitación de Shasha a despertarla.
               -Ya estoy aquí, perra mala.
               -Me da igual-le respondió mi hermana, frotándose la mejilla y dándose la vuelta. Sabrae le pellizcaría el culo y se largaría, cerrando la puerta despacio para no despertar a Duna.
               Y luego, tocaba mi habitación. Me pellizcó la nariz.
               -Ya estoy aquí, Romeo; procura que tu Julieta no sea muy escandalosa, ¿quieres?
               -Vete a la puta mierda.
               Se metió en su habitación, cerró la puerta, y yo me di la vuelta. Eleanor cambió de posición, me pasó el brazo por la cintura, proclamó con orgullo que ahora la que mandaba era ella, y añadió:
               -Llega un poco tarde para pedir imposibles, ¿no?
               -Tú has venido con ganas de camorra y lo demás te da igual.
               Pasó por encima de mí y se volvió a tumbar sobre el mismo costado; ahora estábamos frente a frente.
               -Scott.
               -Mm-abrí un ojo.
               -Tu nombre también es bonito. Al margen de que sea tuyo, quiero decir.
               Le besé la punta de la nariz.
               -No me saques más jugo, ¿vale? Tengo que reponer fuerzas.
               Me pasó la pierna por encima de las mías.
               -¿Seguro?
               -Tú sigue en este plan, vas a hacer que me olvide de hasta cómo me llamo.
               -Scott.
               -Ah, es verdad-asentí con la cabeza, se echó a reír, se acercó un poco más a mí y nos volvimos a quedar dormidos.
               Me despertó besándome en los labios, la nariz y la frente. Se estaba abrochando los vaqueros del día anterior.
               -Me voy-anunció.
               -¿Tan pronto?-repliqué, enganchándola de las tiras por las que pasaría el cinturón y tirando de ella hasta tenerla a mi lado. Me incorporé y le besé el vientre, aún descubierto. Ya se había puesto el sujetador. Mal, Scott, te está tomando la delantera. No debes permitírselo.
               -Es para irme antes de que se levanten tus padres-explicó, acariciándome el pelo como lo harías con un perrito que se pone pesado y no te deja ir a currar. Eso me sonaba de algo. Vamos, Toby, ya sabes que volveré por la tarde a comer y pasearte. Tú pórtate bien y no te comas medio sofá, ¿vale?
               La verdad es que tenía sentido. Suspiré y me incorporé.
               -Espera, te acompaño a la puerta.
               Se colgó de mi cuello y sonrió.
               -Si te dejan solo esta noche… ya sabes cuál es mi número.
               -Les compraré “accidentalmente” entradas para tres o cuatro películas en las últimas sesiones, tranquila.
               Nos besamos de nuevo, le acaricié la cintura y se rió cuando le cogí el jersey y lo levanté todo lo que pude, dejándolo fuera de su alcance. Por fin, pudo hacerse con él después de besarme en el cuello, y subir hasta mi oreja y jugar sucio mordiéndome un poco y haciéndome bajar la guardia. Se lo puso, recogió su bolso y abrió la puerta. Bajamos en silencio, sin atrevernos a hacer más ruido, y estábamos a punto de abrir la puerta de la calle cuando una voz nos interrumpió.
               -¡Eleanor! ¿Tienes prisa?
               Eleanor se puso roja como un tomate. Pero roja, roja. Se dio la vuelta y miró a mi padre con ojos del tamaño de Saturno, anillos incluidos.
               -Esto…
               -Quédate a desayunar, mujer.
               Miré a papá, y papá alzó las cejas.
               -Eso, nena, quédate, venga.
               Papá volvió a la cocina, dejándome solo con la difícil tarea de hacer que recuperara un color de persona, abandonando así ese tono de hortaliza que me instaba a volverme vegano.
               -Me da vergüenza, Scott-confesó.
               -¿Por qué? Si has comido aquí un montón de veces.
               -Ya, pero las otras no follábamos-espetó, molesta. Acababa de darse cuenta de que se tiraba a un gilipollas.
               -Recapitulemos: te da vergüenza desayunar en mi casa, pero no ponerte súper cachonda cuando escuchas a mis padres follando en la habitación de al lado, ni que yo te tenga que tapar la boca cada vez que vas a correrte-dije, juntando las palmas de las manos como si me dispusiera a hacer yoga.
               -Deberías tomártelo como un halago.
               -Y lo hago, mi amor, créeme-le acaricié la cintura y le guiñé un ojo-. Quédate, anda. Te freiré un huevo si quieres.
               -Estás jugando sucio.
               -Mira quién fue a hablar.
               Se lo pensó un momento y finalmente asintió con la cabeza.
               Me siguió de vuelta a la cocina, donde papá ya nos había colocado un par de tazas una al lado de la otra. Ella sonrió un poco, superada por la situación.
               -Mujer, tampoco te pongas así, ni que te estuviera haciendo lo que sea que te hizo anoche.
               -¡Papá!-protesté.
               -¿Nos oíste, Zayn?-espetó Eleanor, incrédula.
               -A ver, hija de mi vida… que hicieras esa pregunta a la gente de la otra punta de Londres, vale. Tampoco es que seáis muy discretos.
               Eleanor se pasó una mano por el pelo. Estaba rojísima. Hasta la frente se le había sonrojado.
               -¿Desayunas lo mismo que tu hermano?-quiso saber, incorporándose y buscando la taza de café. Lo miré, desencajé la mandíbula, me levanté y fui a por los cereales. Puse los ojos en blanco-. Sí, Scott, ¿o Tommy no desayuna aquí? ¿Sólo lo hace su hermana, a la que te estás tirando?
               ¡Ah, no, por ahí no íbamos a pasar, ni de puta coña!
               -No me la estoy tirando. Me acuesto con ella porque salgo con ella.
               -Oh, Scott-susurró Eleanor.
               -Sí, oh, Scott-asintió el cabrón que me había dado vida-. Si vieras lo que me dijo la semana pasada sobre ti, dirías eso por algo.
               -Pero, ¡cállate, papá!
               -¿Era malo?-quiso saber ella.
               -No. Era bueno. Muy bueno. ¿No se lo has dicho, hijo?
               -Cállate, papá-repetí. Ahora, el que se estaba poniendo rojo era yo. Y lo odiaba con toda mi alma. Sería que Tommy no me puteaba poco cuando algo me daba vergüenza, una vez cada 1000 años. Al cabrón lo habían criado también mis padres; de ahí le había salido ese gusto por hacérmelo pasar mal.
               -¿Qué era?-ahora Eleanor me miraba a mí con toda su atención.
               -Díselo, S.
               -Que te quiero un montón, nena.
               -Y que le haces un hombre-añadió papá, burlón. Me apeteció pegarle.
               -Las crías son unas cabronas porque han salido a ti.
               -Son hijas mías. Por la cuenta que le trae a tu madre.
               Coloqué la leche en la mesa, frente a ella.
               -En realidad-confesó-, los fines de semana desayuno lo que Tommy.
               -Ah. Es que, como entre semana…
               -Sí, pero los fines de semana tengo más tiempo.
               -Vale. No lo sabía. Pues ahora te frío…
               -Me lo puedo freír yo.
               -Es que estoy impactado. Joder, El, será que no hemos desayunado juntos pocas veces.
               -Tommy y tú siempre os despertabais bastante más tarde que yo-explicó. Y sí, tenía sentido; cuando nos quedábamos a dormir en casa del otro en un fin de semana, solíamos levantarnos casi a la hora de comer.
               -Mira, Scott, no eres el único que cambia la dieta los fines de semana-comentó con malicia papá, hundiendo su bolsita de té en el agua.
               -¡PAPÁ!-bramé-. ¡EN SERIO! ¡VALE YA! ¡QUE ME VOY DE CASA!
               -¿Me tengo que tomar eso como si fuera una amenaza?
               -¿Cómo supiste que no era porno?-investigó Eleanor, cogiendo una galleta.
               -Porque decías mi nombre-espeté yo, en tono de pregunta.
               -Scott no ve porno-explicó papá.
               -Sinceramente, ¿os parece que con la vida sexual que tengo, lo necesite? Deberían hacer un puto documental sobre cómo me las apaño cada fin de semana. La natalidad de este país se triplicaría en nueve meses.
               -Además-añadió-, en 17 años que tiene, no se ha subido comida a la habitación estando solo en su vida. En cambio, Tommy…
               -Así que es genético-confirmó Eleanor, reclinándose en su asiento.
               Terminé de prepararle el sándwich y saqué el zumo de la nevera.
               -¿Manzana o naranja?
               -Sorpréndeme.
               -Pues mayonesa-sentencié, sacando el tarro y poniéndoselo delante-. Que la disfrutes.
               -Te acostumbrarás a su humor mañanero-pinchó todavía más papá.
               -Perdón que me moleste que me toquen los cojones nada más levantarme, es una manía que tengo.
               -Te debe de molestar que te los toque yo; seguro que, si lo hiciera ella, la cosa cambiaría bastante.
               Eleanor tuvo que ir al fregadero a escupir el zumo de tal ataque de risa que le entró.
               -¿Qué te hice yo, papá? Que mamá me provocase tanto sería normal; al fin y al cabo, estuvo día y pico de parto conmigo, pero, ¿yo?
               -Saltas a la mínima. Es divertido.
               -Yo no salto a la mínima. ¡Eleanor! Dile que no salto a la mínima.
               -Sí que lo haces.
               Me la quedé mirando.
               -Pero ponte de mi lado, cría, ¿a quién coño te tiras tú?
               Siguió riéndose.
               -Sí sí, tú sigue en este plan, a ver quién consigues que te lo coma todo como lo hago yo.
               -Hablando de comer-intervino papá, y yo alcé las manos y las dejé caer. No podía más, de verdad-. ¿Quieres quedarte a comer?
               Eleanor se frotó un pie contra la pierna contraria.
               -Es que tengo lasaña-se excusó.
               -Bueno, tú ven cuando quieras. Esta casa es tan tuya como de tu hermano.
               -O sea, nada-dije yo, frotándome la cara. Técnicamente, así era.
               -O sea-corrigió papá-, tan tuya como de tu hermano, y tan de tu hermano como de tu novio.
               Sonrió al escuchar la manera en que me mencionaba. No “mi hijo”. No “Scott”. “Tu novio”.
               Había que reconocer que sonaba bien.
               -Y, si te apetece, vuelve de tarde.
               -¿¡En serio!?-bramé yo.
               -No, Scott-espetó papá, mirándome de soslayo-, te lo digo para que te ilusiones y así poder romperte el corazón. Sí, claro Ya hablaré con tu madre. Al fin y al cabo, le dijiste a Shasha lo que tenía que hacer.
               Salté de la silla y fui a estamparle un beso en la mejilla.
               -¡Dios, gracias, papá!-y lo estreché entre mis brazos.
               -Pero intentad que no se os note tanto que estáis juntos si de verdad queréis llevarlo en secreto, ¿eh? Erika es bastante más lista que yo, y seguro que no le hará gracia que le mintáis mucho tiempo.
               Asentimos con la cabeza y papá me regaló un oasis de tranquilidad en un desierto de puñaladas por la espalda cuando sólo nos hizo una pregunta: que cuándo habíamos empezado.
               No le dijimos nada del baño, obviamente. Sólo nos peleamos por si lo habíamos hecho un viernes o un sábado. Lo gordo había pasado el sábado, así que, finalmente, decidimos que fue un sábado.
               -Ya era hora, ¿cierto, El?
               -Me tenía harta de esperarle-confesó ella, acariciándome el brazo-, estaba a un pelo de mandarlo a la mierda y buscarme a otro.
               -¿Para mandarlo a él a la mierda cuando a mí me diera la gana? Tú sueñas, mi amor.
               Nos echamos a reír, terminamos el desayuno, ella le dio las gracias a papá por dejarla quedarse, y yo por interceder por nosotros, por mí, ante mamá. Respondió que era su hijo y, aunque estaba bien darme un poco de mano dura de vez en cuando, lo realmente importante era que estuviera feliz.
               -Eso sí, sigues castigado.
               Pero las cosas eran diferentes.
               Eleanor jugó con la correa de su bolso, pasándose el pulgar por entre ésta y su hombro.
               -¿Quieres que venga por la tarde?
               -No lo sé, Eleanor, ¿el agua moja?-respondí yo. Y sonrió, y le puse un mechón de pelo detrás de la oreja-. ¿Qué vas a hacer con Tommy?
               -Si me acosa, le doy una patada en los huevos y que se encargue Diana de él-razonó. Torció la cabeza-. Oye, ¿te importa si me traigo los deberes? Tengo cosas atrasadas y… también tengo ejercicios de mates-me guiñó un ojo, yo le acaricié la mejilla y la besé.
               -Suena bien.
               -Ya lo creo.
               -¿A las cinco te parece bien? ¿Estarás en casa?
               -Uf, no lo sé, creo que tengo expedición con la NASA hacia Marte… tal vez pueda retrasarla un poco.
               Volví a besarla.
               -Scott, ¿te das cuenta de que nos estamos convirtiendo en la típica pareja que le da asco a todo el mundo?
               -No creo que haya nacido todavía un gilipollas de suficiente calibre como para sentir asco por ti.
               Se echó a reír; su risa sonaba a canción del año.
               -Creo que vendré a las cuatro.
               Se colgó de mi cuello cuando yo la abracé, me besó en la mejilla y me acarició el pelo. Abrió la puerta y salió con decisión, sacudiendo la mano a modo de despedida cuando giró la esquina y desapareció de mi vista.
               -Y luego tienes los cojones de decir que te tratamos peor que a tus hermanas porque eres el mayor y el único chico-sonrió papá.
               -Es la vida la que me la ha dado, papá, no vosotros.
               -Aun así, no puedo dejar de recordar dónde he visto esa mirada antes.
               Me senté a su lado en el sofá.
               -¿Dónde?
               -En Louis. Cuando miraba a Erika. Y míralos ahora-alzó una ceja-: tienen cuatro críos.
               -Más me vale cuidarla, ¿eh?
               -Pues sí. Es la chica por la que escribirías discos que conseguirían Grammys. Sé de lo que hablo, créeme. Por mucho que lleven mi nombre, la que los consiguió fue tu madre.
               Me senté sobre las piernas cruzadas.
               -¿Crees que nos irá bien, papá?
               -No te vas a arriesgar a cagarla con ella-sacudió la cabeza-. Sé lo que estás pensando-me miró a los ojos. No estaba pensando en nada-. Ella no es tu Perrie, Scott. Es tu Sherezade.
               Encendió la tele y centró su atención en ella, como si no me hubiera hecho la revelación del milenio.

               Como si no acabara de resumirme en una sola frase por qué se marchó del grupo una vez.

96 comentarios:

  1. ME QUIERO SUICIDAR. NECESITO TRES TANQUES DE INSULINA AHORA MISMO.

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    1. Yo lo que necesito son básicamente 4 toneladas de calmantes porque pOR FAVOR PRESTÉMOSLE ATENCIÓN AL POLVO DEL BAÑO MUCHAS GRACIAS.

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  2. PODEMOS HABLAR DEL HECHO DE QUE ESTÁ TAN PILLADO DE ELLA QUE HASTA A LO HACE CUANDO SUS PADRES LO ESTÁN HACIENDO JUSTO EN LA HABITACIÓN DE AL LADO

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  3. ME QUIEOR PEGAR CON UN BATE DE BÉISBOL HASTA QUEDAR INCONSCIENTE. JODERM. ESTE CAPÍTULO ES DEMSIADO PARA MI CORAZÓN.

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    1. Es que entre que es largo y que hay Sceleanor a tope yo no puedo con mi puta vida, ya veréis cuando se declare Scott, YA VERÉIS.

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  4. SE QUE LA PAREJA PRINCIPAL DE ESTE NOVELA DE SUPONE QUE ES TOMMY DIANA (AHORA LAYLA SE HA COLAO POR AHI) PEOR A MI NO ME JODAIS SCELEANOR MANDA Y EL RESTO OBEDECE PUTAS

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    1. ¿Te puedo ser sincera? En un primer momento, Diana iba a terminar con Scott y no con Tommy. O sea, empezaría liándose con Tommy pero a medida que avanzase la trama Scott y ella se irían dando cuenta de que son básicamente IGUALES y de que no se soportaban precisamente por esto, y se putearían tantísimo el uno al otro (que es lo que les gusta en el fondo a los dos, que alguien los putee) que acabarían pilladísimos, y claro, el pobre Tommy en medio. PERO, como Tommy es HERMANO DE SCOTT Y ME LA BUFA QUIÉN HAYA PARIDO A QUIÉN, FIGHT ME ON THIS SI TIENES COJONES, Tommy cogería a Scott y hablaría con él para saber si de verdad estaba interesado en Diana o simplemente era "un capricho" y cuando Scott le dijera que de verdad le gustaba, T se haría a un lado (porque es una bellísima persona mi pobre hijito ay xdio) y Diana y Scott acabarían juntos.

      Pero claro, Eleanor tuvo que besarlo para pararle los pies y que no se cargara al hijo de puta de la discoteca... y AQUÍ ESTAMOS, con una nueva pareja estrella a la que no va a separar ni Cristo resucitado.
      A no ser...

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  5. QUIERO QUE SE DECLARA DE UNA PUTISIMA VEZ. ME ESTOY ENERVANDO. PENSÉ QUE LO HACÍA YA.

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    1. Estoy creando tantísima expectación con eso que estoy segura de que os voy a decepcionar porque lo bonito en sí es el momento y no lo que le va a decir él :(

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    1. Ni siquiera pagando el PIB conjunto de toda Europa multiplicado por 7 estaríamos alcanzando el precio real de Scott, estoy muy triste de repente :(

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  7. tengo muchas ganas de suicidarme por culpa de este capítulo. EN SERIO MANDA ESTÁ PUTA NOVELA A WARNER BROS O A LA MIERDA QUE TE APETEZCA PERO NECESITO QUE HAGAN UNA SERIE CON UNOS PROTAGONISTAS COMO ELLOS

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    1. HOSTIA CALLA, ¿TE IMAGINAS? MADRE MÍA SERÍA IMPOSIBLE ENCONTRAR A ALGUIEN TAN GUAPO COMO ME IMAGINO A SCOTT pero oye, puede intentarse
      Voy a empezar a ser todavía más explícita en las escenas de sexo y a meter más y más, por si acaso terminan cogiéndome la historia, ya tú sabe
      (╭☞ ͡ ͡° ͜ ʖ ͡ ͡°)╭☞

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  8. LA VIDA NOS SONRÍE HERMANAS. SCELEANOR HA VUELTO Y DURANTE TODO UN CAPÍTULO.

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    1. NOTICIÓN DE ÚLTIMA HORA: cuando Scott se declare van a llevar él y Eleanor un capítulo entero solos... y todavía les quedará, por lo menos, otro (eso, si no me inspiro y acabo haciendo una historia paralela de mil páginas sobre lo que van a hacer durante ese período de tiempo).

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  9. Nunca una pareja literari me había provocado tantos chillidos de felicidad. Necesito que se casen.

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  10. POR FAVOR SI HASTA EL LO DICE SE GANA A CASAR Y A TENER HIJOS.

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    1. Estoy orientando la novela poco a poco y vosotras no tenéis ni zorra idea de lo que se os viene encima

      porque Scott y Eleanor van a tener básicamente gemelos
      ea ya lo he dicho

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  11. ME HE REÍDO UN HUEVO EN LA APRTE EN LA QUE ZAYN Y SHEREZADE LLEGAN A CASA. yo una vez pille a mis padres (no haciendolo) pero digamos que en preliminares y la cara que pusieron y las risas que me eche fueron gloriosas.

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    1. BUENO pues ahora nos lo cuentas con más detalle, no pienso subir nada más hasta que no haya un comentario de dos kilómetros de largo explicando tus peripecias cazando a tus padres en pleno acto conyugal.
      Voy por las palomitas.

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  12. ME ESTOY DESCOJONANDO CON ZAYN. PUTO AAMO.

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    1. En tu barrio te vasilo y en el mío marco estilo
      -Zayn Malik en algún momento de su vida, probablemente.

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  13. SCOTT ES DEMSIADO JODER. NECESITO PINCHARME CADA DOS MINUTOS CUANDO NARRA EL NO SE COMO LO VES.

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    1. NO SÉ SI OS DAIS CUENTA DE QUE ÉL ES LA RAZÓN DE QUE ESTEMOS ENGANCHADÍSIMOS A LA NOVELA PORQUE FUE CON ÉL CON QUIEN REDESCUBRÍ ESTA HISTORIA Y ME ENCANTA CÓMO NARRA Y ÉL ES MI FAVORITO ME LA SUDA QUE EN TEORÍA TOMMY SEA MI HIJO LARGA VIDA A NUESTRO SEÑOR Y SALVADOR SCOTT MALIK!!!!!!!!!!

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  14. Espero que seas consciente del hecho de que todos tus lectores amamos a SCELEANOR y que si permites que algo les ocurra te destruiremos. En serio, iremos a por ti.

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    1. Mi vida, si Sceleanor fuesen unos dioses, yo sería su Papa y vosotros, mis hermosos feligreses. Peregrinemos por ellos.
      Guardémonos de los tiempos duros que necesariamente han de venir.

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  15. ME ESTAS DICIENDO QUE TENDREMOS QUE ESPERAR HASTA QUE SE LO CUENTE A TOMMY???
    NOS VEMOS EN 2060 CHICAS

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    1. El 25 de junio, si no antes, escucharéis (bueno, más bien leeréis) a Scott diciéndoselo por fin a Eleanor sí o sí, tranquila :D

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  16. -Aun así, no puedo dejar de recordar "dónde he visto esa mirada antes.
    Me senté a su lado en el sofá.
    -¿Dónde?
    -En Louis. Cuando miraba a Erika. Y míralos ahora-alzó una ceja-: tienen cuatro críos." LA EMBOLIA JODER. LA EMBOLIA. ESTOY REBOZANDOME POR EL SUELO MIENTRAS LLORO.

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    1. Me puto da de verdad te lo digo, los feels de mi primera novela son reales

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  17. ME VA A EXPLOTAR UN PULMON
    "-Pues sí. Es la chica por la que escribirías discos que conseguirían Grammys. Sé de lo que hablo, créeme. Por mucho que lleven mi nombre, la que los consiguió fue tu madre."

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    1. Zayn es un puto poeta quién es Góngora yo no le conozco

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  18. "No, no. Lo hago de verdad, ¿vale? No es sólo cuando es de noche, o cuando me estás besando, o cuando estoy dentro de ti o cuando me tocas o me das vida. Tampoco es exclusivo de cuando nos cruzamos por los pasillos y nos saludamos, ni cuando me tumbo en la cama aburrido y me decido a llamarte aun sabiendo que tienes cosas que hacer porque te echo muchísimo de menos. Te quiero siempre. Esté solo, con tu hermano, contigo o con los chicos." SI YA ME HE ECHADO A LLORAR SOLO CON ESTO CUANDO SE LE DECLARE ME EXPLOTA UN OJO

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    1. DIOS MÍO COQUITO GRACIAS POR COPIAR ESE PÁRRAFO PORQUE ES DE MIS PREFERIDOS DE ESTE CAPÍTULO, LITERALMENTE HE CONSTRUIDO MEDIO CAPÍTULO ALREDEDOR DE ÉL Y ME HE ROTO LA CABEZA PENSANDO CÓMO PONERLO PORQUE SE ME OCURRIÓ Y LO ESCRIBÍ HACE COMO MES Y MEDIO Y UF DIOS MÍO QUÉ HERMOSA ERES

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  19. Me los imagino a los dos tumbados en la cama, hablando y tocándose y me entra un no se que. Quiero algo así. Lo necesito.

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    1. NOTICIÓN DE ÚLTIMA HORA. Lo vas a tener.
      Justo después de que Scott se declare.

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  20. ESTOY GRITANDO TANTISIMO

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  21. "No es sólo cuando es de noche, o cuando me estás besando, o cuando estoy dentro de ti o cuando me tocas o me das vida. Tampoco es exclusivo de cuando nos cruzamos por los pasillos y nos saludamos, ni cuando me tumbo en la cama aburrido y me decido a llamarte aun sabiendo que tienes cosas que hacer porque te echo muchísimo de menos. Te quiero siempre." QUIERO UNO ASI

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    1. ¿Qué te pica ahora a ti? Ya lo tienes eh. Yo te digo todas las mañanas que te quiero aun cuando estas rumiando el desayuno.

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    2. Me destrozáis el alma de amor cuando copiáis párrafos porque os gustan ayyyyy me duele el corasonsito.

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    3. PD. Guillermo, ella te quiere más que a él, no te pongas celoso ♥

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  22. EN SERIO SON DEMASIADO MONOS ME QUIERO SUICIDAR FUERTEMENTE

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    1. Otro comentario que he escrito yo con el seudónimo de Fátima

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  23. DUNA DI QUE SI FREE THE NIPPLE HOMBRE YA

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    1. En un primer momento iba a titular el capítulo "libres domingos y domingas" pero quería que fuera una sorpresa y os rierais con ese momentazo así que ahí tenéis el título ñoño

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  24. Como te imaginas a Tommy? Como Louis pero más guapo o....? Tienes alguna foto así de referencia como con Scott?

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    1. Davina, te va a tener que dar todo el mundo las gracias porque me has animado a hacer una colección de tweets con fotos que tengo como de "base" para imaginarme a los demás.
      Están aquí: https://twitter.com/caliraspberry/status/743018306295193600
      A Tommy me lo imagino idéntico a Louis, pero IDÉNTICO A LOUIS, o al menos al Louis del año pasado cuando salía sin barba y todo. De hecho, tengo en borradores (no creo que vaya a subirla) una escena en que Tommy y Louis miran a la vez a Eri y ella se apoya en la encimera y les dice algo así como "os tengo dicho que no me hagáis esto porque mi corazón no aguanta el ver a mi marido en su versión de ahora y en la que lo conocí" porque de verdad que es que son UNA COPIA. Calcados. Fotocopiados. Clonados.
      Pero que esto que te estoy diciendo no te haga sentir que tienes que seguir un determinado camino a la hora de imaginártelos, ¿vale? Tampoco quiero constreñiros e imponeros un "TOMMY, DIANA, SCOTT, ELEANOR, SABRAE, ETC. SON ASÍ Y PUNTO", yo los describo un montón porque tengo una imaginación como muy visual y me guío mucho por las imágenes, lo cual no quiere decir que porque a Tommy te lo imagines de pelo negro y ojos oscuros y a Scott rubio y de ojos claros no vayas a disfrutar con la novela igual que lo hago yo

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  25. Se ha puesto todo nervioso mientras recogía la habitacionnnnnnn. Es demasiaod precioso joder

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    1. Es que entre que no la esperaba y que quería estar con ella y que la ropa no colaboraba y necesitaba estar con ella urgentemente pues el pobre se nos atolondra :(

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  26. "-Hola-sonreí, pasándome una mano por el pelo, por favor, que lo tenga bien. Empecé a ponerme histérico. Joder, Scott, ¿te has duchado hoy? Di que sí, anda. No, creo que no. Fantástico, tío, fantástico-, nena-añadí, en parte para ganar tiempo, en parte porque no podía con mi incontinencia verbal, tío, por lo menos habrás recogido la ropa sucia del suelo de la habitación, ¿no?-, ¿qué…?-dejé la pregunta en el aire, porque decirle “¿qué estás haciendo aquí?” sería una sobrada que me haría merecedor de un par de bofetadas." DIOS MIO ES MONISIMO

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    1. ES QUE YA LO SABÉIS PERO ES QUE ELEANOR LE GUSTA TANTÍSIMO QUE SE PONE NERVIOSO PORQUE LO QUIERE HACER TODO BIEN *cojo la silla de mi escritorio* *la estampo contra la ventana* ADIÓS ME VOY AL OTRO BARRIO *salto por la ventana*

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  27. "-Pues sí, la verdad-comentó-. Tengo que acabar contigo pronto para poder ir a ver a Kellan y luego hacerle una visita a Alfie. Tengo una noche bastante atareada-encontró un paquetito y volvió a ponerse encima de mi
    -Y tanto-concedí yo, acariciándole el costado. Entonces, me miró, abrió muchísimo los ojos y se tapó la boca.
    -¡Oh, dios mío, Scott! ¡Lo siento muchísimo! ¡Seré gilipollas e insensible!"
    Me he perdido salvajemente en esta parte. De que coló hablan???

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    1. La primera novia de Scott le puso los cuernos y él estuvo jodidísimo y por eso empezó a ser un mujeriego de la virgen, para ver si era capaz de volver a estar a gusto con alguien o si por el contrario iba a tener que convivir con ese dolor durante el resto de su vida.
      Llegó a pensar en cosas MUY jodidas, pero claro, Tommy estaba ahí para romperle la cara y hacerlo espabilar.

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  28. "Mírate, tío. Como te deje, te mata. Y no lleváis ni un mes. Más te vale hacerla la madre de tus hijos y no perderla jamás." SI HASTA YA LO DICE ÉL. COMO NO LO HAGAS HIJO DE PUTA DE DEGOLLO VIVO.

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    1. VAMO A CALMARNO
      Y VAMO A BUCAR NOMBRE PARA LA CAMADA SCELEANOR

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  29. "-Porque soy la hermana de Tommy-replicó.
    -No-la corregí-. Porque eres mi chica y te quiero." Y asi empieza la Biblia señores y señoras.

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  30. "aprovechando que se fue hacia el salón, me miré en el espejo del hall. El pelo estaba pasable. Tenía un par de lagañas. Y se notaba que me había quedado frito en el sofá. Me pasé el dorso de la mano por la boca y fui a su encuentro." DIOS MIO ESTA SUPER PILLADO

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    1. Al pobrecito lo han pillado sin maquillar, ayyyyyyyyyyy, qué duro es no estar soltero

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  31. "Y me quedé a cuadros cuando la vi allí de pie, tan perfecta y preciosa como llevaba siéndolo siempre, especialmente ahora que yo la miraba de verdad." ME VOY FUERA DE ESTE MUNDO

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    1. Espérame, que te quiero coger de la mano para IRNOS LAS DOS A LA MIERDA BIEN ACOMPAÑADAS

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  32. ME DESCOJONO CON LA PARTE DE ZAYN Y SHEREZADE SOCORRISIMO

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    1. Aún no me puedo creer lo mucho que me he controlado no convirtiendo esto en un festival sexual porque, si ya venía traviesa por culpa del polvo en el baño de Scott y Eleanor, con lo de Zayn y Sherezade ya terminé de ponerme golosa.
      Me encanta vivir en mi mente calenturienta.

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  33. "-No se lo digas a mamá-le pediría.
    -Tendrás suerte si recuerda que existís tú o tus hermanas después de lo que tengo pensado hacerle"
    YA SABEMOS DE DONDE HA SACADO LO DE SER UN SOBRADO DE MIERDA

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  34. COINCIDO CON SCOTT EL ESTÁ ENFERMA LOL
    como le pone por a sus suegros hacerlo???? A mi me cortaría el rollo muchísimo

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    1. Bueno...
      su suegro es Zayn Malik
      su suegra es Sherezade Malik
      créeme, ésas son dos razones DE PESO.

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  35. ERIKA ME CAGO EN LA PUTA A POCO HACES QUE ME MUERA, PRIMERO CON LA CRIA CORRIENDO Y GRITANDO MEDIO DESNUDA POR LA CASA, Y LUEGO LO DE SI NARANJA O MANZANA ENTONCES MAYONESA, TIA JAJAJAJAJAJAJAJAJA

    VALE, LA FAMILIA MALIK RULEA EL MUNDO, DIOS MIO NO SÉ QUIÉN COJONES ES PEOR SI EL PADRE O EL HIJO, PERO OLÉ ELLOS

    Y LA ÚLTIMA FRASE QUE DICE ZAYN?!?!?!?! HOLA HO-LA SEÑOR JESÚS DE MI VIDA


    SCELEANOR MANDA Y NO TU BANDA

    QKDBJSKSKDJQKS

    TE QUIERE LIKE ALWAYS VIR

    P.D.: el otro día pensando (sí yo pensando, un premio pls) me di cuenta de que a Diana me la imagino como a Gigi y es todo muy lol vale (espero que no me quieras pegar por esta reflexión)
    ❤❤❤❤

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    1. Te ha conquistado Duna en bolas eh SO PEDERASTA SERÁS VICIOSA VETE DE AQUÍIIIIIIIII.
      Totalmente de acuerdo, los Malik mandan y el mundo obedece, fin de la cita.
      Zayn es un poeta de verdad HARTITA me tiene, te lo digo en serio.
      TE QUIERE, LIKE ALWAYS, ERI.
      PD: yo me la imagino más como a Barbara Palvin, pero mira, el cuerpo bien podría ser de Gigi porque Diana tiene lunares y no sé si Barbara los tiene... aunque me sigue gustando muchísimo más Barbara en TODO (cara, cuerpo, etc.), no sólo para ser Diana, sino como persona en sí misma.

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    2. Siii yo pienso lo mismo, Bárbara me encanta, es guapísima y tal, pero es que con las descripciones que das de Diana (rubia, ojos verdes, etc) mi mente la registra como Gigi y idk JAJJAJA

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    3. Sí sí, te entiendo; lo que pasa es que yo veo a Barbara con los ojos verdes pero por lo demás es que es ELLA madre mía me va a dar mal

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  36. Zayn esta sembradisimo en este capítulo joder

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    1. Zayn es dios, estamos de acuerdo todos en ello, hagámosle un templo o algo, no sé

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  37. "Quizá pensara, no sé… “me lo dice porque lo tengo sabroso”." ES SUBNORMAL PERDIDO. CONFIRMADISIMO.

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    1. ESTUVE MEDIA HORA RIÉNDOME INTERNAMENTE POR ESA FRASE MIENTRAS IBA ESCRIBIENDO ES QUE!!!!!!!!!!!!

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  38. Me encanta la facilidad que tienen todos los personajes de esta novela para hablar de sexo tengan la edad que tengan

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    1. A los hijos ya los han criado con una mentalidad diferente, todos entienden que el sexo va a jugar un papel importante a medida que vayan creciendo y TODOS tienen derecho a lo mismo sean chicos o chicas; igual que a Scott nunca le dirían "nada de chicas hasta los 30 años", es lógico que tampoco se lo digan a Sabrae, ni Shasha, ni Duna. Zayn y Sher quieren que disfruten los cuatro, pero con cabeza.

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  39. He pensando por un momento que al subnormal de Zayn de le iba a escapar que está enamorado de ella y casi me da algo

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    1. Habría sido súper épica la cara de cada uno si Zayn lo llegara a soltar así, sin más

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  40. Este a los declara en fin de año después de un orgasmo glorioso. Vereis.

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    1. JAJAJAJAJAJAJAAJJAJAJAA No, mujer, tampoco soy tan mala.

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  41. Exigo momento de tarde es estudios Sceleanor.

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  42. Scott va a tardar mucho en declararse? Si es así también tardará mucho en enterarse Tommy?

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    1. El día 25 sí o sí se declara, si no lo ha hecho antes. En aproximadamente tres capítulos o así, lo tenéis ♥

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  43. Son demasiado monos. Me ha explotado una vena wno.

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    1. A mí tres, más una arteria. No puedo con ellos de verdad.

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  44. Ahora en serio, va a haber momento en el que Scott tenga que elegir entre los dos?? Porque si es asi las Sceleanor Shippers vamos de calle xd

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  45. J
    O
    D
    E
    R
    Se me acaban los adjetivos para seguir elogiandote. En serio. JODER

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