miércoles, 1 de junio de 2016

Tempestad y mar en calma.

Se me hizo evidente que no tendríamos que haberlas dejado subir solas, encargarse de ese cabrón solas… en fin, estar solas.
               Jamás se me hubiera ocurrido que pudieran llegar al extremo de recrear alguna de las escenas más impactantes de las películas de mafiosos más famosas del mundo, pero eso no me eximía de culpa de haber dejado que subieran solas. Puede que incluso hubiera sido mejor que las acompañásemos; Scott y yo nos encargaríamos de aquella basura mientras ellas recogían las cosas de Layla. Seguro que conseguiríamos terminar antes de que llegase la poli, a la que habría llamado el dependiente del que se había hecho amigo Scott.
               En el caso de que no fuera así, las cosas seguirían saliendo bien: no sería la primera noche que pasaríamos en comisaría, y a ellas no podrían hacerles nada. Layla era la dueña de la casa, las había invitado a entrar, nos había invitado a los cinco. Nosotros cargaríamos con las culpas, con todas las culpas, porque para algo éramos los mayores. Ellas se irían y nosotros nos quedaríamos.
               Pero eso… este espectáculo, esta sátira de lo que habían sido, ese paso que habían terminado por dar sus mentes de “se acabó, no podemos más, se acabó”, atravesando la delgadísima línea entre el júbilo y la histeria… era culpa nuestra.
               Era culpa mía, por no haber dejado a Scott atrás y haberle ordenado que viniera al piso de Layla en cuanto terminara con su ligue.
               Era culpa mía por no haber insistido en subir.
               Era culpa mía que él la hubiera violado también esa tarde, si no, ¿por qué me habría llamado Layla, suplicándole como nunca pensé que fuera capaz de hacerlo? ¿Por qué había pasado de no oírse ni un solo grito a escucharlas chillar y ver cómo lo sacaban por la ventana, no decididas a tirarlo pero con la idea demasiado presente en la mente?
               Tenía que haber intentado hacerle algo mientras nosotros estábamos abajo. De lo contrario, Eleanor no me habría mentido, diciéndome que estaba intentando separarlas y volver a meterlo en la casa cuando, en realidad, intentaba asegurarse de que ese saco de mierda andante no pudiera volver a violar a ninguna otra chica, jamás.
               Scott fue a coger a Sabrae, la agarró por la cintura y tiró de ella con un brazo, mientras con el otro le tapaba la boca. La dejó en el suelo de la cocina, con la mano tapando sus constantes gritos. Finalmente, la separó para darle un tortazo.
               Sabrae se tocó la mejilla en la que la había golpeado y lo miró con ojos como platos. Después, lo abrazó, se colgó de él como la hermana pequeña que era, y él su hermano mayor, se apretó a su cuello y se echó a llorar. Scott le acarició la espalda, le susurró que ya estaba, ya había pasado todo, ahora estaba a salvo, ahora él volvería a cuidar de ella y no al revés.
               Diana era la que mejor estaba de las cuatro. Se incorporó, temblorosa, y me ayudó a apartar a Eleanor de su juguete humano. Le quitó el cuchillo y lo tiró por la ventana, porque no podía soportar estar un segundo en la misma habitación que ese objeto.
               Eleanor pataleó mientras yo la agarraba, chilló, me maldijo en inglés y en español, me insultó en los dos idiomas, intentó alcanzarme la cara con las uñas mientras con los pies trataba de darle otra ronda de patadas al casi-cadáver del suelo.
               -¡DÉJAME VENGARME, TOMMY, DEJA QUE HAGA QUE PAGUE POR ESTO!             
               Se escurrió entre mis dedos, y observé con impotencia cómo se arrastraba hacia él y se ensañaba a puñetazo limpio con su cuerpo. Ella también se echó a llorar. A mí, empezaron a picarme los ojos.
               La tenía delante. Scott me había descrito la escena con la claridad y detalle suficiente como para permitirme estar delante. Imaginármela entre los brazos de un cabrón cuya cara cambiaba con cada parpadeo imaginario que daba; verla empujarla con todas sus fuerzas y que éste no se moviera… verla verme. Susurrar mi nombre. El mío, y no el de Scott.
               En un mundo paralelo, sería yo quien la encontrase en el baño. Megan no entraría en la discoteca y yo podría ir a buscar a Diana. En un mundo paralelo, Simon estaría muerto. Yo lo mataría. Me daría igual que Eleanor se pusiera entre él y yo y lo defendiese. Acabaría matándolo pasara lo que pasase; si tenía que dejarla a ella inconsciente para hacerlo, lo haría. Nadie le hacía daño a mi hermana pequeña.
               Y allí estaba yo, de pie, mirando sin hacer nada cómo se ensañaba con él.
               Si podemos llamar “ensañarse” a darle golpes cada vez más débiles, con los ojos cada vez más nublados y el pecho con movimientos cada vez más irregulares.
               -Eleanor, para.
               Dio otro puñetazo.
               -Eleanor, basta.
               Era Layla la que hablaba por mi boca. Layla y no yo. Pero eran mis labios los que se movían.
               Diana volvió a recogerla, esta vez no se resistió. Se dejó arrastrar hasta la esquina opuesta de la cocina, y yo me deslicé por la pared, quedándome sentado a su lado. Le cogí la cabeza y se la besé. Ella se echó a llorar contra mi pecho, y yo empecé a llorar con la nuca pegada a la pared y las manos en la espalda de mi pequeña. ¿Cuánto daño habían tenido que hacerle para que llegara hasta ese punto?
               Diana se limpió un par de lágrimas que se le escaparon de los ojos. Sonrió con tristeza cuando la miré, seguro que los neoyorquinos no lloraban tan abiertamente como lo hacíamos los ingleses.
               Bueno, normalmente no lloraba. Pero hoy era un día especial.
               Layla se arrastró hacia mí y le acarició la espalda también a Eleanor. Apoyó su cabeza en mi hombro y le susurró algo que yo no pude entender, mientras Sabrae se separaba de Scott, se reía de algo que él le decía, y asentía despacio, con las manos de él en sus mejillas.
               -No llores, mi niña, estás más guapa pateando culos.
               Sabrae volvió a reírse.

               Scott le dio un beso en la mejilla, en la que le había aparecido un corte. Así se curaría antes.
               -¿Qué vamos a hacer ahora, Tommy?-preguntó Diana, sentándose a mi lado y frotándose la cara. Aun con las mejillas sonrosadas, el pelo alborotado y los ojos ligeramente rojos y brillantes de las lágrimas que querían escapar de su prisión, era preciosa. Preciosa como bucear entre arrecifes de coral la primera vez.
               -Vámonos a casa-musité yo, y todos se pusieron en marcha. El chaval seguía inconsciente cuando las chicas salieron de la cocina, dejándonos a Scott, Layla y a mí solos con él. Layla se lo quedó mirando. Así, ya no podía dar tanto miedo.
               Scott le puso una mano en las suyas.
               -Vámonos, Lay.
               -No puedo dejarlo-fue su respuesta.
               A Scott y a mí se nos cayó el mundo encima. Ya nos veíamos de negro, enterrándola. Diciéndole adiós y echándole un puñado de tierra por encima. Liam no nos lo perdonaría en la vida. Alba no nos lo perdonaría en la vida. Yo no se lo perdonaría a él en la vida, y Scott a mí tampoco. No me lo perdonaría en la vida, y Scott a sí mismo, tampoco.
               -Princesa, te ha…
               Dejé la frase en el aire. Me miró con ojos llorosos.
               -Ya sé lo que me ha hecho. Lo sé de sobra. Estaba ahí cuando me lo hizo. Estaba aquí esta tarde. Yo siempre estaba ahí. Estaba sola-acusó, ¿o me lo pareció a mí?-. Pero le quiero, Tommy. Le quiero y le odio y me alegraría muchísimo que ahora mismo se cayera el edificio y los dos acabásemos muertos. Sólo nosotros. No tenemos por qué llevaros por delante a vosotros también.
               -Tú no…-empezó Scott.
               -Si lo dejamos aquí tirado, no seremos mejores que él. Voy a dejarlo en el sofá. Lo voy a vestir y voy a llamar a una ambulancia. Y luego, nos vamos. No le deseo nada bueno, pero tampoco quiero que le pase nada gordo y eso acabe en las conciencias de Diana y Sabrae.
               Scott habría dicho que Diana no tenía conciencia alguna en cualquier otra situación. Pero no entonces. Había que saber elegir el momento, y él sabía hacerlo.
               -Ayudadme a moverlo-dijo, acercándose a él y cogiéndolo del brazo sano. Ninguno de nosotros se movió. Nos miró con unos ojos acusadores, llenos de decepción-. Por favor.
               Scott me miró. Él era el mayor, el más sensato de los dos. Pero el que mandaba solía ser yo.
               -¿T?
               Tragué saliva. Miré el cuerpo y la miré a ella. Se le veían un par de cardenales. Se le intuían marcas de dientes en el pecho. Estaba destrozada y sólo podía dormir bien cuando yo la vigilaba, y aun así se negaba a abandonarlo de aquella manera, bastante mejor de lo que se merecía. Porque, desde luego, se merecía que le atásemos un par de piedras a los pies y lo tirásemos al mar, donde nunca nadie fuera a encontrarlo, de no ser por un par de huesos en el estómago de algún tiburón.
               Decía que era gilipollas, pero a mí me parecía la persona más valiente que conocería jamás.
               Asentí tan despacio que ni siquiera sé cómo consiguió verme Scott. Se acercó a Layla y agarró al tío de un pierna; después, me miró.
               Podríamos quitárselo y tirarlo por la ventana. Acabar lo que las pequeñas habían empezado. Podríamos mandarlo al otro barrio y asegurarnos de que fuera problema de unos enterradores, y no de otra chica. Podíamos terminar el ciclo de vida de las Laylas del mundo antes de que empezara.
               A mi madre le daría vergüenza enterarse de que no le había tocado un pelo.
               Pero a mamá también le daría vergüenza que le llevara la contraria a Layla y no cumpliera un deseo cuando estaba en mi mano.
               Cogí la otra pierna y lo levantamos. Las chicas se quedaron flipando al vernos pasarlo al salón.
               -¿Qué coño estáis haciendo?-espetó Eleanor. Las otras dos no pudieron articular palabra. Scott siseó, mandándola callar. Y ella no dijo nada más. Qué poder te da el abrirle las piernas a una chica y conseguir que diga tu nombre.
               Llegan al extremo de que se preste a abandonarte bastante mejor de lo que te mereces.
               Layla se apartó el pelo de la cara, se fue un momento a la habitación, cruzando la casa a oscuras, y regresó con una camiseta.
               Se la pasó por la cabeza y le metió los brazos por cada agujero. Scott, Sabrae, Diana, Eleanor y yo miramos sin decir nada.
               Layla se limpió los ojos, sorbió por la nariz, puso los brazos en jarras, y murmuró algo para sí misma. Volvió a cruzar el pasillo a oscuras y regresó con un botiquín.
               -Tienes que estar de coña-dijo Scott.
               -Que él no tenga conciencia no significa que yo tampoco la haya perdido.
               -Una cosa es tener conciencia y otra ser estúpida, Layla-respondió Diana.
               -Cierra la boca-ordené yo. Ella bufó, pero no dijo nada más. Contempló en silencio cómo sacaba las cosas de la caja roja.
               Eleanor se colocó al lado de Layla. Se ofreció a ayudarla. Creo que era la única en la casa que podría haberse ofrecido a ayudarla. La única cuya ayuda Layla habría aceptado.
               Sacaron dos tablillas de nadie sabía dónde y las colocaron siguiendo la línea del brazo de Chris, que se quejó desde un lugar al que no podíamos acceder. Layla le envolvió el brazo bien fuerte con una venda. Hizo un nudo y asintió despacio con la cabeza. Se abrazó a sí misma, como si no pudiera creer lo que acababa de hacer (mira, igual que yo) y murmuró:
               -No sé cuándo empezaron a torcerse las cosas. Cuando dejó de ser mi novio y se convirtió en este monstruo. Así, incluso parece inofensivo. Parece que vuelve a ser él.
               -Pero...-empezó Sabrae, Scott le lanzó una mirada envenenada, mandándola callar.
               -Ahora, la única prueba que queda de este año pasado soy yo-susurró, llevándose las manos inconscientemente a la cintura. Eleanor la abrazó. Diana, también. Scott y yo, también.
               Sabrae lo hizo a regañadientes. Le costaría perdonarle que se ofreciera a curarlo tan fácilmente.
               Lo malo de ser rencoroso como éramos nosotros era, principalmente, que pensabas que tu rencor era un castigo hacia los demás, cuando lo único que representaba era un lastre para aquella persona que lo sufría. A los demás les importa una mierda tu rencor. El único estómago que se retuerce recordando algo que has sufrido es el tuyo.
               Perdonar, o por lo menos olvidarse, era un don de los dioses. Y Layla lo tenía. Había nacido con él. Llevaba toda la vida ejercitándolo. Era demasiado buena como para ser de este mundo. Alguien tenía que habérselo concedido.
               Lo miró una última vez, con ojos llorosos. Le dijo adiós, aunque no podía oírla. Le acaricié la mano e hice un gesto con la cabeza en dirección a la puerta. Yo fui el último en salir. Eché un vistazo en dirección al piso en penumbra, a la figura tirada en el sofá. Cerré la puerta despacio y no eché el cerrojo, tal y como Lay me pidió que hiciera. Llamó ella misma por teléfono a urgencias, diciendo que había escuchado unos ruidos extraños en el piso de arriba, y que había llamado al timbre, pero nadie había respondido.
               Sonaba realmente preocupada. Casi, como si se arrepintiera. Más tarde me diría que aquella había sido la mejor noche de su vida, y yo había contribuido en gran medida a ella.
               Recitó la dirección de memoria, asintió con la cabeza, colgó y se guardó el teléfono en el bolsillo del pantalón. Se había calzado unos playeros aprisa y corriendo antes de marchar. No había sacado ninguna de las chaquetas del fondo de su bolsa de deportes.
               Le di la mía.
               -No, T, hace frío…
               -Y tú estás en tirantes. Venga, hoy has sido muy valiente, princesa. Estoy orgulloso de ti.
               Se pasó la chaqueta por la espalda; gracias a Dios, el baloncesto me obligaba a comprarlas bien anchas, y ella estaba delgada, por lo que podía servirle. Otra cosa era lo larga que le quedase de mangas o cuerpo.
               -Siento ser más bajo que tú.
               -Está perfecta-replicó, subiéndose la cremallera y bajándose la chaqueta en sí. Cerró los ojos, oliendo mi colonia-. Y huele bien.
               -Sólo para que conste, Lay: ninguno de nosotros llegará nunca a ser tan buena persona como lo eres tú-le dijo Scott. Ella sonrió con timidez.
               -Sí, princesa. Brillas con luz propia. No dejes que nadie, ni siquiera nosotros, te apaguemos esa luz.
               Se sonrojó un poco a la luz de las farolas que no terminábamos de adelantar.
               No nos la merecíamos, tío. Nadie se la merecía.

Al principio, nos pasamos el camino a casa en silencio, cada uno pensando en sus cosas. Las chicas habían decidido sin tan siquiera hablarlo rodear a Diana, como lo harían los satélites de un planeta que no quieren, bajo ninguna circunstancia, que un meteorito impacte contra éste y perder la principal fuente de su unión.
               Iban delante de nosotros, fingiendo estar más seguras de sí mismas de lo que en realidad estaban.
               Diana le había cogido la mano a Layla, y se la apretaba y acariciaba a intervalos regulares. Sabrae y Eleanor se inclinaban hacia delante para comprobar que la mayor de nosotros estaba bien.
               Ella asentía y sonreía cuando alguien le preguntaba si se encontraba bien, si quería que siguiéramos o quería que parásemos. No, no, estaba bien, de verdad. Era de noche y hacía frío, teníamos suerte de que no lloviera, ya estaba bien de tentar al destino. Lo último que quería era que cogiésemos una pulmonía por su culpa.
               Porque éramos ingleses, tres de nosotros éramos medio asturianos, pero aun así nos las apañábamos por hacer caso omiso de lo que nos gritaba la sangre y salíamos de casa sin paraguas.
               Como tiene que ser. La vida es más dramática y tú te vuelves más aventurero cuando no llevas un paraguas a mano.
               Ese silencio se terminó de romper definitivamente cuando pasamos frente a un japonés. Eleanor se detuvo un momento, contemplando a la gente que había dentro. Me detuve un segundo antes de que lo hiciera Scott, pero los dos le estábamos prestando la misma atención.
               -Tengo hambre, Tommy-se quejó ella. Scott sonrió para sí mismo, una sonrisa socarrona. Divertida.
               -Ya te dije que la ensalada no era suficiente para cenar.
               -La ensalada llena muchísimo-replicó, lastimera. Sabrae y Layla se dieron la vuelta; Diana se había detenido un par de metros más allá de la posición de mi hermana.
               -Es que sólo se te ocurre a ti cenar ensalada. Es como comerte una bomba atómica-le dijo la americana, atusándose el pelo-. Pero… yo también tengo hambre.
               -Genial, chicas, ¿alguien más? ¿Sabrae?-sugirió Scott. Su hermana negó con la cabeza.
               -Estoy bien, gracias.
               -Menos mal, después de comerte tres cuartos de una pizza tú sola, lo único que nos faltaba era que todavía quisieras comer más.
               -Estoy pegando el estirón-se limitó a decir, sacudiéndose los rizos que le colgaban debajo de la gorra.
               -¿Qué vas a decir cuando tengas 20 años?
               -Le echaré la culpa a las hormonas por la regla.
               -¿Y cuando tengas 60?
               -La menopausia es horrorosa.
               Scott se la quedó mirando con gesto muy serio.
               -Algún día perderás, niñata.
               -Ese día no será hoy.
               Layla se echó a reír, confesó que ella también tenía hambre, pero que no le apetecía comida japonesa. Prefería carne. Un kebab, por ejemplo. Para Eleanor, fue como si nuestra madre se hubiera materializado frente a ella de la nada y hubiera empezado a chillarle que moviera el culo, que no estábamos para historias.
               Recogimos comida cerca del piso de mis padres, y subimos a cenar allí. Sabrae fue la única que pidió un dürüm; las demás, todas un kebab que se les escurría por todas partes.
               Scott y yo compartimos una bolsa de patatas, sintiéndonos demasiado culpables como para ceder ante las protestas de nuestros estómagos. Tampoco habíamos hecho tanto ejercicio como ellas, ni nos habíamos sometido a tanta presión (o eso creía yo, pero si teníamos en cuenta el episodio del baño del que yo no sabía nada de él con mi hermana, mi amigo sí que había tenido una noche movidita). Había que ser consecuentes.
               Layla apartó su kebab a la media hora de empezarlo. Apenas había comido un cuarto.
               -¿Lo quiere alguien?
               Sabrae alzó la mirada, Scott puso los ojos en blanco.
               -Es un puto basurero, tío, ¿qué voy a hacer con ella?
               -A ti lo que te pasa es que tienes envidia del culo precioso que me da la comida y el ejercicio.
               -¿Y de tu cabello sedoso y hermoso?-la picó Scott, sabedor de que su hermana se peleaba con sus rizos en la ducha y haciéndose recogidos que hicieran que su pelo pasara de ser una criatura con vida propia a una melena dócil y manejable.
               -Vete a la mierda-dijo, cogiendo un pedazo de carne con los dedos, remojándolo en la salsa con la que se habían pasado en el restaurante, y metiéndoselo en la boca. Yo cogí un poco también; la ansiedad me daba hambre. A Scott, le cerraba el estómago.
               Una vez me ponía a comer, yo no podía parar. Él subió los pies a la parte superior de la silla y nos observó mientras nos hacíamos con las sobras.
               -¿Por qué estabas sola, Lay?
               Se hizo un silencio sepulcral en la estancia. Layla suspiró. Se encogió de hombros.
               -Creía que le habíamos dicho a Keira que no te dejara sola.
               -Le dije que se fuera a su casa a descansar.
               -¿Qué cojones, Layla?-intervine yo-. Ni que estuvierais de maratón.
               Layla volvió a encogerse de hombros.
               -Y después de contarle todo lo que le contasteis de Chris, ella todavía accedió a irse.
               -Le dije que seguramente estuviera de fiesta. No me esperaba que volviera tan pronto.
               Scott se pasó una mano por el pelo y me miró.
               -De verdad, Tommy, yo no sé cómo hago para follarme a las más retrasadas de Inglaterra.
               -Es un talento innato.
               -Puede ser. Ahora, Lay, no me fío de ella-anunció-. Pero es tu día de suerte: cuando vuelva a casa, mi madre intentará matarme, así que me quedaré contigo un par de semanas hasta que se calmen los ánimos.
               -Si no vuelves mañana, será peor-intervino Sabrae, rechazando uno de los últimos trozos de carne y entregándomelo en bandeja.
               -Teñidle a Tommy el pelo de negro y rebozadlo un poco en Cola Cao. Seguro que no nota la diferencia.
               -¿Y qué hacemos con sus ojos, listo?
               Se me quedó mirando. Luego, miró a la americana.
               -Diana, pídele a Tam la mejor droga que tenga, la que abra las pupilas durante más tiempo, y llevadlo así a casa.
               -Y, ¿crees que Zayn te dejaría faltar a clase dos semanas?-espetó Eleanor, en un tono más borde del que pretendería.
               -Seguiría yendo para que no me echases de menos, mi amor-replicó él, con una chulería que me hizo obviar la última parte de la frase. Eleanor puso los ojos en blanco, pero sonrió.
               ¿Por qué puso los ojos en blanco? Porque no soportaba a los tíos chulos.
               ¿Por qué sonrío? Porque le encantaba que la excepción a esa regla estuviera sentada delante de ella.
               -¿A qué hora te levantarías, por curiosidad?-ataqué yo. Él alzó las manos.
               -¿Qué especie de persecución policial es ésta? ¿Me estáis interrogando? ¿Cuáles son mis cargos? ¡Quiero a mi abogado! ¡Tengo derecho a una llamada!
               Layla se echó a reír.
               -No hace falta que te quedes, S, en serio.
               -Estás loca si te crees que te voy a dejar sola. Si me tengo que levantar a las 5 de la mañana…
               -… odias madrugar, no vayas por ahí-murmuré yo, limpiándome las manos.
               -Bueno, ¿quién más quiere atacarme? ¿Diana?
               -Estoy bien como estoy, pero gracias por pensar en mí.
               -Llamaré a Keira, le contaré lo que ha pasado, y no se separará de mí.
               -Como se suponía que no se iba a separar hoy, ¿no?-defendí yo, pero ella se encogió de hombros.
               -Ninguna pensó que esto fuera a terminar así, ¿vale? Subestimamos a Chris. No volveremos a hacerlo.
               -¿Justo ahora, que es cuando puedes permitírtelo?-festejó Sabrae, terminándose su refresco y soltando despacio todos los gases. No quería eructarnos en la cara, y mira, yo se lo agradecí.
               Diana decidió sorprendernos a todos siendo la primera en levantarse, recogiendo los papeles y las cajas de cartón en que nos habíamos llevado la comida, apilándolo y tirándolo a la basura.
               -Recicla, ¿eh, Diana?-la pinché, y ella me sacó la lengua. Una lengua que hacía milagros.
               Eleanor apoyó la cabeza en el hombro de Sabrae, que bostezó.
               -Ay, los bebés tienen sueño, T-se burló Scott.
               -No sé cómo puedes estar tan despierto, hermano-le respondió Sabrae-. Quedarse sentado en el bordillo mientras tu hermana pequeña se encarga de darle a un cabrón la paliza de su vida tiene que ser agotador.
               -¡¡¡¡¡¡¡¡Oooooooooh!!!!!!!-replicaron Diana y Eleanor a la vez. Diana incluso abrió las palmas de las manos y se las mostró a Sabrae, elevándolas e inclinándolas, haciéndole una reverencia improvisada.
               Layla sacudió la cabeza mínimamente; Scott se reclinó en la silla.
               -¿Has acabado?
               Sabrae se atusó el pelo.
               -Eso creo. Sí.
               -Genial. Me encantará verte la cara cuando le diga a mamá que dejé a las demás en casa de Tommy porque tuve que salir a buscarte, que te fuiste a pesar de que te dijo expresamente que te quedaras en casa... y que yo sólo estaba cumpliendo, como un buen hijo, con las instrucciones que me da.
               -Y mamá se lo creerá porque…
               -Porque soy el mayor.
               -¿Me estás declarando la guerra, Scott?
               -Notición de última hora: llevamos en guerra desde que naciste.
               Layla se revolvió en el asiento.
               -No lo dicen en serio-le aclaré yo.
               -Ya me lo imagino, Rob y yo… en fin, nos llevamos más tiempo. Bastante más.
               Sí, Scott le llevaba a Duna casi el mismo tiempo que Layla a Rob. Su relación con ella sería la que más se parecería a la que tenían los Payne.
               -Deberíamos ir acostándonos, ¿no?-murmuró Diana, apoyándose en la encimera y mirando el reloj. Su cuerpo empezaba a acostumbrarse a nuestros horarios, y no le vendría bien que nos comportásemos como aves nocturnas. Además, su día había sido bastante más largo que el mío.
               -Hay un problema-dije yo-. Dos camas. Seis personas. Dos duermen en el sofá.
               -Yo puedo sacrificarme y dormir con Scott-murmuró Eleanor, guiñándole el ojo a él, que soltó una risotada.
               Eran cosas como ésa las que hacían que las sospechas de una hipotética relación entre ellos se desvanecieran antes incluso de cobrar vida. Scott sonrió.
               -Qué espabilada estás, niña-gruñí yo, y Scott se rió más. Diana puso los ojos en blanco.
               -¿Con quién va a dormir Layla?-intervino la americana. Eleanor suspiró trágicamente.
               -Espero que no te importe ser un segundo plato, Lay.
               -Lo más importante es el postre-replicó ella, asintiendo con la cabeza.
               -Mira qué bien, Diana, creo que nos toca a nosotras el compartir cama.
               -¿Segura? ¿Tantas ganas tienes de una experiencia lésbica?
               -Van a hacerse los machos-explicó, señalándonos con la cabeza-. Nada de dormir en la cama si una de nosotras se queda en el sofá.
               -Somos los mayores-protestó Scott.
               -Layla es mayor que tú.
               -Layla es la que más necesita descansar-respondí yo.
               -Pues duerme tú con ella y yo me quedo en el sofá con Scott.
               -¡Y dale con Scott, Eleanor! ¡Que no os voy a dejar solos toda la noche! ¿Qué quieres hacerle?
               -Cosas sorprendentes.
               -No creo que me sorprenda nada a estas alturas, El, pero lo puedes intentar-dijo él.
               -Algún día os mataré. A alguno de los dos. ¿A cuál me cargo, Lay?
               Layla se encogió de hombros.
               -Quedaría un poco feo que te cargaras a tu hermana.
               -… pero…-aventuré yo, escuchando una contraposición en esa frase aun cuando todavía no la había formulado.
               -… pero Scott es tu mejor amigo.
               -Tu hermana o tu mejor amigo, ésa es la cuestión-dijo él, poniendo morritos. Le agarré la cara y la aparté de mí.
               -Aquí no hay cuestión que valga; tú y yo nos vamos al sofá.
               -¿A hacer cosas sucias?
               -No, Scott.
               -Vaya manera de desperdiciar un fin de semana, Thomas.
               Layla se echó a reír. A la pobre le hacía falta. Se fueron a cambiarse de ropa y nosotros nos hicimos con unos pijamas improvisados, que nos pusimos en el salón.
               Scott se las arregló para hacerse con el sofá más grande y se echó cuan largo era, con los pies sobresaliéndole un poco por un extremo y la cabeza hundida en el reposabrazos.
               Vinieron a desearnos las buenas noches; Eleanor incluso se sintió generosa y me regaló un sonoro beso en la mejilla. Se puso colorada cuando se inclinó a darle un beso a Scott y yo le di una patada en el culo, haciendo que se  cayera sobre él. Bien. Todavía conservaba un mínimo de decencia.
               Layla se excusó diciendo que se quedaría un poco con nosotros, que acostarse nada más cenar le sentaba mal. Scott le hizo sitio en el sofá, y antes de darme yo cuenta, estábamos los tres compartiéndolo, los pies de Layla sobre las piernas de Scott y su cabeza pegada a mi pecho. Acabó tumbada con la espalda contra el lugar que había ocupado unos minutos su culo y la cabeza en mi regazo.
               Suspiró con satisfacción cuando hundí los dedos en su pelo y empecé a acariciárselo como había hecho mi madre cuando yo era pequeño y algo me preocupaba, o como había hecho con mis hermanos en las mismas situaciones. Incluso cerró los ojos. Scott se inclinó un poco para comprobar si estaba dormida, pero ella los abrió, sintiendo su movimiento.
               -¿Os molesto?
               -Claro que no-dijimos los dos a la vez.
               Seguimos contemplando la televisión, con el volumen casi al mínimo.
               -¿Cómo estás, princesa?
               Layla alzó un poco los ojos.
               -Estoy… bien.
               -¿Fijo?-inquirió Scott-. A nosotros, puedes contarnos lo que sea.
               -Sí. No puedo creer que se haya acabado. No lo asimilo, ¿sabéis?
               Se llevó una mano sin darse cuenta a la cintura, a tocar las marcas que le había dejado en la piel su ya exnovio. Qué bien sentaba pensar en él con esa palabra, “exnovio”.
               Sintió su movimiento en nuestros ojos; nos preguntó si queríamos verlos. Scott le dijo que sólo si ella quería enseñárnoslos. Asintió despacio y se levantó un poco la camiseta, mostrándonos esa mancha ennegrecida en su piel, la que le había causado tanto daño y, con todo, le había otorgado la libertad.
               Scott y yo la miramos en silencio. Luego, intercambiamos una mirada, y Layla se tapó el moratón.
               -¿Cuánto llevabas?-preguntó él.
               -¿Aguantando, o con él?
               -Tres años.
               -Tres años-repitió, frotándose la cara y apoyándose hacia delante, los codos sobre sus rodillas. Yo hundí un poco más los dedos en su melena; ella no se quejó. Lo miró con aquellos ojos marrones, hechos de chocolate con leche del que se llenaban piscinas y corrían ríos en la fábrica de Willy Wonka. Era un montón de tiempo, tres años. Era casi el mismo desde que Scott y yo habíamos probado el sexo por primera vez. Un poco menos, pero poco.
               -Es una eternidad.
               -Lo sé.
               -¿Y aguantando?
               -Desde que llegamos a Londres-informó, con toda tranquilidad. Scott se unió las manos y suspiró a aquella posición, en la que parecía estar rezando.
               No había nadie arriba. Nadie que escuchara, al menos. Y si lo hacía, no merecía la pena perder nuestro tiempo mortal hablándole. No hacía caso. No era bueno. Jamás habría dejado que Layla pasara por aquello de lo que acababa de liberarse.
               -¿Empezaste en el bar por…?
               -Sí.
               Scott y yo asentimos muy despacio. Luego, él le sonrió y le puso una mano en la rodilla. Layla fingió no ponerse tensa, porque no era nada sexual. Y era Scott.
               Pero yo vi la chispa en sus ojos, la que duró un segundo y bajó hasta su vientre, endureciéndolo.
               -Puedes ir cogiendo sitio en la  cola del paro.
               Se relajó un poco; ya no le molestaba su mano en su rodilla.
               No tuvo que soportarla más, de todas maneras.
               -Siento haberos fastidiado el fin de semana, chicos-espetó de repente, después de varios minutos de silencio en los que yo me centré exclusivamente en su pelo.
               -Y nosotros sentimos no habernos dado cuenta de esto antes, Lay-contestó él, y yo asentí con la cabeza. Los ojos de Layla buscaron los míos; se mordió el labio, decidiendo si iba a creernos o no-. Pero te lo compensaremos. Nadie te va a tocar, Lay. Nadie te tocará un pelo sin que nos lo carguemos.
               Detuve un momento mis caricias.
               -A ver, T. Es metafórico. Ya lo sabes.
               -Claro-contesté-. La próxima vez que te eches novio, nos lo traes para pedirle los datos. Redactaremos informes con regularidad sobre su comportamiento.
               Volvió a reírse en silencio. Se le achinaban un poco los ojos, exactamente igual que a Liam.
               -En ese caso, os dejaré dormir para que podáis cumplir con vuestro deber-dijo, incorporándose y estirándose cuan larga era. Se puso de puntillas, nos dio sendos besos en la mejilla, nos dio las gracias por ser así (“Bueno, Lay, desde luego, parece mentira” le dijo Scott; “Es un placer, princesa” le dije yo), y nos dejó solos en el sofá. Abrió y cerró despacio la puerta de su habitación. Se tropezó con un mueble por ir a oscuras, y le pidió perdón a mi hermana por despertarla. Escuchamos cómo Eleanor le decía que no era nada y se arrastraba por la cama para hacerle sitio.
               Yo volví a mi pequeño sofá, me descalcé y me senté sobre los pies. Scott se sacó el móvil del bolsillo, lo puso en modo avión y lo dejó descansando encima de la mesa donde colocábamos los mandos.
               -¿Deberíamos haber subido nosotros?-preguntó.
               -No lo sé. Puede que sí. Puede que estuviéramos huyendo a Francia, puede que esto no les correspondiera a ellas, pero… ¿para qué comernos la cabeza, S?
               -Es verdad.
               Miramos la televisión. Estaban poniendo dibujos animados, porque los niños de madrugada se dedican a ver series, no a dormir. Lo típico.
               Él luchaba por mantener los ojos abiertos, fracasando estrepitosamente en ocasiones. Terminé por tirarle una manta por encima y decirle que hiciera el favor de dormirse tranquilo. Con uno de los dos que se comiera la cabeza, ya era suficiente.
               -Vete a buscar a la americana-fue su respuesta, dándose la vuelta para que la luz de la televisión no le molestara-, haz que ella te haga olvidarlo todo.
               -Eres insoportable.
               Me miró por encima del hombro, infló un moflete y se lo tocó con el dedo índice. Suspiré, me incorporé y le di un beso en la mejilla.
               -No te pongas celoso de tu hermana-me dijo-, ya sabes que yo sólo tengo ojos para ti.
               -Haz el favor de dormirte, Scott, si no quieres que te haga tragar medio bote de somníferos.
               -El que me debes.
               Los dos nos reímos; cuando se lo quité, no nos hizo ni puta gracia a ninguno de los dos. Pero burlar a un destino trágico te volvía invencible.
               -Tú intenta dormir un poco, ¿vale? Te sientan fatal las ojeras.
               -Yo también te quiero.
               Bufó con satisfacción, se estiró, se arrebujó y, por fin, se quedó muy quieto. Al cabo de un par de minutos, ya roncaba suavemente. Yo cerré los ojos, sintiendo los cambios de color de la tele más allá de los párpados. No iba a dormirme, ya lo sabía, estaba demasiado espabilado y tenía muchísimas cosas en las que pensar. Las marcas de Layla; qué se suponía que iba a hacer con Diana, qué iba a hacer esa semana, cuando llegara a casa y mis padres me encerraran en una jaula…
               Se oían pasos. Y no era la tele. Abrí los ojos y contemplé, expectante, el pasillo. Me imaginé que sería Layla, que no podía conciliar el sueño. Demasiadas emociones juntas en un mismo día.
               Me equivocaba. Los rizos de mi hermana colgaron de su cabeza, que se asomó, flotante, sin nada que la sostuviera, a la puerta. Me miró y miró a Scott, como temiendo interrumpir una conversación importante. Parpadeó y se acercó a la luz.
               -¿Tommy?-inquirió.
               -¿No puedes dormir, pequeña?
               Negó despacio con la cabeza, con un poco de lástima en la mirada.
               -Ven aquí, anda-dije, abriendo los brazos. Sonrió un poco, más animada, y se sentó en mis rodillas, como hacía cuando empezaba a caminar y se las apañaba para coger un libro de los que mamá dejaba siempre desperdigados por ahí, y me lo traía para que se lo leyera. Le acaricié la espalda y le besé la punta de la nariz; ella me besó la mejilla y colocó la cabeza en el hueco de que quedaba entre la mía y mi cuello.
               -Si fuera por tu novio, te sentabas en el suelo.
               Se echó a reír.
               -¿Duerme?
               -No lo sé, Eleanor, ¿a ti qué te parece? ¿Que ronca porque es asmático?
               -¿Lo es?
               -No, mi niña.
               Asintió con la cabeza y dejó que la acunara.
               -Layla está muy mal.
               -Ya lo sé.
               -Me pone muy triste.
               -Es lógico.
               -Me he levantado porque cada un brinco cada vez que yo me movía.
               -No es culpa tuya.
               -Lo sé, pero aun así… me entristece un montón. Porque, ¿qué hubiera pasado si Sherezade no le hubiera visto el moratón?
               -Da igual lo que hubiera pasado. Sherezade se lo vio. Ahora todo va a estar bien.
               Se quedó mirando los créditos de los dibujos. Luego, a Scott. Él se dio la vuelta muy hábilmente, como recordando que su espacio era reducido, y suspiró con satisfacción. Eleanor sonrió.
               -Tommy, ¿te puedo hacer una pregunta?-susurró-. Es sobre Scott.
               -Qué raro-me burlé yo-. Venga, dispara.
               Tragó saliva, eligiendo las palabras.
               -¿Se suele poner nervioso estanco con una chica?
               -¿Con una chica? ¿Scott? ¿Mi Scott? ¿Nuestro Scott? Está en su salsa. Qué va, le tiene que gustar muchísimo para que se le note. Entonces, se vuelve torpe. Y se le nota. Intenta disimularlo, y a veces lo consigue, pero se le nota. Yo soy torpe siempre, así que ellas jamás lo descubren.
               -¿Son eso celos lo que noto en tu voz?
               -Para nada. Os gusta que seamos un poco torpes. En fin-me encogí de hombros-, ¿a qué se debe este interés repentino por mi mejor amigo?
               Se abrazó las piernas y se mordió el pulgar.
               -Creo que le gusta Layla.
               Si tú supieras cómo se me puso…
               ­-Nah. Escomo una hermana para él. Un poco como tú.
               Sonrió un poco más. Se le encendieron un poco las mejillas.
               -No le tires la caña, El.
               -No te prometo nada, T-me dio un beso en la mejilla y se acurrucó más contra mí.
               -No llevaría a ninguna parte.
               -Pero Tommy, es que es tan guapo, y tan bueno, y me trata tan bien…
               -Ya lo sé, mi nena. Pero no puede ser. Sólo os romperíais el corazón el uno al otro. Y yo no puedo curaros a los dos a la vez-le aparté el pelo de la cara y se lo coloqué como pude detrás de las orejas-. No te hagas esto, El. Puedes tener a quien quieras; eres buena, eres preciosa y eres valiente-ella no solía sentírselo, pero yo sabía que lo era. Defendía todo en lo que creía con rabia, mataría por la gente que le importaba… eso era ser valiente, y no el no romperse nunca-. No te eches a perder intentando atarte a la única cosa que sabes que no puede funcionar.
               -Pero yo le quiero, Tommy-respondió, le brillaban un poco los ojos.
               -¿Más que a mí?
               -Es diferente.
               -Íbamos bien, pequeña. Ya habíamos hablado de esto.
               Se encogió de hombros.
               -No puede ser, mi vida.
               Tenía que hacer que lo entendiera. Tenía que ver que Scott no era para ella. Tenía que conseguir que se le metiera en la cabeza, porque sabía cuándo se había encaprichado de algo y cuándo lo quería de verdad.
               Incluso cuando se encaprichó de él, yo ya le dije lo que había. “Scott es mi amigo, te ha visto crecer, jamás conseguirás llevártelo a donde tú quieres”. No había sido lo suficientemente insistente, porque ella había salido con otros chicos, sí, se había acostado con otros chicos… pero en cuanto Scott la llamase, iría corriendo, dejándolo todo atrás, a atender su reclamo.
               -Íbamos bien, ya habíamos hablado de esto.
               -El sábado no ayudó-musitó. Y tenía razón, tenía que concedérsela. Le besé la sien y le acaricié la mandíbula.
               -No puede ser, mi vida-repetí, negando despacio con la cabeza. Me dolía tener que decirle eso con él delante, aunque estuviera seguro de que dormía profundamente y no escuchaba nada de lo que estábamos diciendo. Por muy ridículas que fueran las posibilidades de que Scott terminara por fijarse en Eleanor, me seguía pareciendo una traición el intentar separarlos.
               Pero yo no me podía arriesgar a que él le rompiera el corazón a ella… o peor, que ella lo terminara haciendo con él.
               -¿Por qué? ¿Porque es tu mejor amigo?-estalló. Sí, claro, en parte era por eso. ¿Y si empezaban a salir y luego se acababa? ¿A cuál de los dos iba a dejar de ver tan a menudo?-. Casi mejor, así sabrías cómo es, sabrías que me cuidaría, sabrías…
               -Ya lo sé, nena, pero…
               -Pero piensas que no es bastante bueno.
               -Es Scott. No hay nadie mejor que él.
               Con la excepción de Layla, claro.
               Eleanor se frotó los ojos. Volvía a ser mi pequeñita, la que me disputaba con Scott cuando éramos pequeños para cogerla en brazos, la razón de que le hiciese jurar y perjurar que bajo ningún concepto dejaría que le pasara nada y, después de cinco segundos sosteniéndola, intentaría arrebatársela diciendo “bueno, ya es suficiente, me toca a mí”.
               Es curioso: jamás le dije “bueno, ya basta, es mía, me merezco más”, porque ninguno de los dos lo veía así. Era hermana de ambos. Cuando venía a mi casa a jugar, lo primero que hacía era preguntar por ella. Cuando yo iba a la suya, lo primero que hacía era decirle que se había quedado durmiendo para hacer que se quedase tranquilo.
               -No llores, princesa.
               -Es que es todo tan frustrante, T…-murmuró, lastimera, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano y respirando hondo, intentando calmarse. Soy una mierda de hermano, pensé, viéndola llorar, recordando que no había sido yo el que la había ayudado la semana pasada, cuando más lo necesitaba… Scott era mil veces mejor que yo. Ni esforzándome con toda mi fuerza de voluntad lograría alcanzarlo, ni viviendo mil vidas, ni dos mil.
               -Encontrarás a alguien.
               -¿Como tú encontraste a Megan?-la mejor defensa era un buen ataque. Yo me puse tenso. Tenía sus labios en los míos, sus manos en mis brazos, sus piernas alrededor de mi cintura, era de noche y estaba dentro de ella… y me miraba a los ojos… y se reía cuando yo le besaba los pechos… y…
               … y aquellos no eran sus ojos. Eran los de Diana.
               -No te atrevas a entrarme al trapo así, y menos con ella-gruñí por lo bajo. Scott se removió en sueños-. Él te considera una hermana. Empieza a verle así tú también.
               -No puedo-era tozuda como ella sola, pero luego, el cabezón, según papá, era yo. Pues nada. Yo clavé los ojos en la tele, porque no soportaba observar cómo centraba su atención en él.
               Había visto esa mirada antes. La había tenido él con la chica que lo destrozó por dentro. No podía perderla a ella también.
               -En el fondo piensas que, si consiguiera que se fijara en mí, me utilizaría, ¿no es así?-susurró como por casualidad, pero la rabia le bullía en la voz, más allá de la garganta, en lo más profundo de sus entrañas-. Tiene morbo liarte con la hermana pequeña de tu mejor amigo. Diana dice que sería así.
               Diana era bipolar. No podía besarme como lo hacía con esa boca y luego ir soltando por ahí semejantes tonterías.
               -Scott se habrá tirado a medio Londres, pero no ha utilizado a una sola tía en toda su vida.
               -Lo repites como un lorito en una tienda que saluda a la gente que entra y se despide de la que sale, pero, ¿te has parado a pensar en si te lo crees de verdad, Tommy?
               -¿De qué vas, tía? Primero te ofende que te diga que Scott no te va a querer nunca, y ahora te molesta que lo defienda de cosas que tú sabes de sobra que son mentira.
               Se quedó callada, y se puso de morros. Apartó la mirada de él y la clavó en la televisión.
               -Deja de mirarlo como lo miras, y dejará de ser como un dios para ti, El.
               -Y tú deja de ir a buscar a Diana cada vez que te sientas solo, fingiendo que la quieres, y no que te encanta la sensación de no poder pensar en Megan cuando estás con ella-espetó, sin venir a cuento-. Todos habláis de Scott, pero ninguno de vosotros parece tener conciencia. Él, por lo menos, es consecuente y acepta lo que hace. Empezad a hacerlo vosotros también.
              

Layla.
No puedo dormirme cuando Eleanor está en la cama, a mi lado, pero tampoco lo consigo cuando se levanta, lo más sigilosamente que puede, para darme un poco de intimidad. He hecho lo mismo que hice con su novio: echarlo de la cama porque soy incapaz de sentir algo moverse a mi lado sin pensar que es Chris y dar el consiguiente brinco, porque no estoy en casa, y sé que me puedo permitir el sobresaltarme. No me hace nada cuando no estamos en casa.
               Yo podría volverme loca. Podría empezar a gritar.
               O, simplemente, es la casa la que lo vuelve como es. Puede que sea la luz. Quizás, el aire. O el feng shui del que tanto hablan mis amigas. Hay que colocar los muebles en una determinada posición para que la energía de la casa fluya como es debido y no te obstruya.
               Cuando posa los pies en el suelo, yo levanto un poco la cabeza. Lo justo para hacerle saber que estoy despierta.
               -¿Te he despertado?
               -No, El. No te preocupes. Tardo un montón en dormirme.
               -Yo no puedo dormir. Me voy al salón con los chicos. Que descanses, Lay.
               Me da un beso en la frente, lo bastante suave como para que no me estremezca, pero con la fuerza necesaria como para transmitirme su valentía.
               Deseo que Scott esté despierto y Tommy duerma para que por lo menos se pueda acurrucar en su pecho. Sé que no harán más. Sería muy arriesgado que hicieran más, y no estaría bien.
               Mis deseos no se cumplen: las estrellas son caprichosas y no dan nada a cambio de nada. Me han liberado porque quieren algo de mí, pero no van a ir haciéndome favores por las buenas, por amor al arte. Escucho cómo dice el nombre de su hermano y él le responde.
               Contengo la respiración, intentando entender las palabras de Tommy. Su voz es lo único que mantiene a Chris a raya. Cuando escucho a su hermana hablar, suelto el aire que he almacenado durante tan preciados segundos, y lo vuelvo a retener al escuchar que ella termina su intervención estelar, que no estoy entendiendo.
               En condiciones normales, no hago esas cosas. Jamás me pondría a escuchar una conversación ajena (aunque, para ser justos, no estaba entendiendo lo que decían), pero tengo una excusa. Más o menos. ¿Verdad?
               Me niego en redondo a repetir en bucle las escenas que he vivido esa tarde, las que me empujaron a terminar llamando a Tommy y suplicarle que viniera a buscarme. Necesitaba que cuidaran de mí, y él era el único que podía hacerme sentir segura.
               Recuerdo sus manos en mi pelo, sus ojos bajando a mis labios cuando hablo, sólo un segundo, pero es más que suficiente para que una voz en mi cabeza me susurre dos palabras: te desea.
               Me deseará, tal vez. Pero está con Diana. Y no creo que pueda acercarse a mí de esa manera sin volverme loca. Y a él no se le ocurriría nunca. Y yo necesito estar sola. Sola espiritualmente, no físicamente, claro. Ellos no van a dejarme sola. Ni siquiera aunque yo se lo pida.
               -Dejadme sola, chicos, en serio-les dije en el sofá, mientras discutían qué hacer, cómo arreglar mi situación. Yo no era su problema, pero iban a encargarse de mí de todas formas, porque eran un par de soles más cálidos y brillantes que la estrella que orbitaban-. Quiero estar sola.
               Sola para refugiarme en mi dolor, sola para dar rienda suelta a mis emociones sin que nadie se sintiera mal o sintiera lástima por mí, sola para llorar lo que me apeteciera. Sola para contemplarme desnuda frente al espejo, observando mis moratones y preguntarme cuánto tiempo tardarían en curarse.
               Y cuánto tiempo tardaría en curarme yo.
               Tommy siseó.
               -Qué lástima, ¿eh, Malik? ¿Dejamos a Payne sola?
               -Naaaah, Tomlinson-replicó su amigo-. No hacemos esas cosas. ¿Styles? ¿Qué opinas?
               -Nos necesita-fue todo lo que dijo la americana, cuyo acento iba y venía dependiendo de muchos factores. El alcohol que llevase en la sangre, lo enfadada que estuviese, que hablara más alto o más bajo…
               Y es su acento el que hace que me dé cuenta de que necesito más un abrazo que abrazarme a mí misma, un hombro sobre el que llorar que llorar yo sola, alguien que me haga reír aunque lo único que me apetece sea ahogarme en mis lágrimas.
               Ahora, están hablando en susurros. Distingo sus voces a duras penas. Cierro los ojos, concentrándome un poco más.
               Y Chris se materializa encima de mí.
               Vuelvo a abrirlos, enciendo la luz y me incorporo. Me concentro en mi respiración, sólo mi respiración. Me siento sobre mis piernas y trago saliva, contando mentalmente hasta cien.
               Lo dejé en el sofá. Seguro que ya está en el hospital, con alguien tratándole en condiciones el brazo que le rompió Sabrae en mi nombre. Dios, sabe cómo se llama ella. Puede ir a buscarla. La destrozará. No será suficiente con su protección ni con la de su hermano. Ella juega sucio, pero él también. Yo soy la prueba viviente de que a él le encanta jugar sucio.
               Junto las rodillas, me abrazo las piernas y apoyo la barbilla en ellas. Se me cae la habitación encima, las paredes se acercan por momentos y será cuestión de segundos que me aplasten. Debería intentar ganar espacio, pero no puedo separar las piernas. Si separo las piernas, estoy perdida. Si separo las piernas, le doy vía libre.
               Si separo las piernas, me folla. Así de simple.
               Tommy le dice algo a Eleanor en tono más fuerte, y ella le responde igual. No se están gritando, pero se les nota cabreados el uno con el otro.
               No, con que yo sufra es suficiente. Iré al salón y le pediré a Eleanor que vaya a la cama.
               Me incorporo, me subo un poco la camiseta de tirantes que ni me he molestado en quitarme cuando me acosté, y salgo de la habitación. Me dirijo al salón, sólo para encontrármelos colocando un tablero de ajedrez encima de la mesa. Eleanor coloca las piezas con decisión; Tommy, bastante inseguro de sí mismo. En diversas ocasiones levanta la mirada para estudiar la fila de su hermana. Tiene las fichas negras, y ella, las blancas. Cambia de posición a sus caballos e intercambia los puestos del rey y la reina. Eleanor asiente con la cabeza.
               Tommy levanta los ojos y me ve. Me convierte en una planta que lleva meses en la oscuridad. Soy una planta ártica que recibe la llegada de marzo con ilusión. Por fin, un poco de calor, de luz, de algo bueno en la vida. Me sonríe. Madre mía, es un sol.
               Un sol que no me abandonará ni en invierno. No importa que desatienda a otra región del mundo.
               Soy su flor polar favorita.
               -¿Tú tampoco puedes dormir, princesa?
               Ojalá lo último que oiga si al final me tiro por un puente sea esa palabra. A poder ser, de su voz.
               Niego con la cabeza.
               -Únete a la fiesta. Puedes ser Hermione, si quieres.
               Me siento entre él y Eleanor, que se han desplazado al suelo.
               -Blancas juegan y ganan-anuncia su hermana. Noto la respiración de Scott, que sigue durmiendo, en mi nuca. Pero no me molesta. Tengo una rodilla pegada a la de Tommy. Ni un dragón podría hacerme daño si él me está tocando.
               Tommy no le hace caso, espera a que mueva un peón y estudia sus filas. Está concentradísimo. Detesta perder, incluso al ajedrez, en el que ella es mil veces mejor que él.
               -Es para hoy.
               -¿Te puedes callar?
               Tommy también rompe la unidad de sus filas, enfrentando un peón con otro. Eleanor lo desplazó una casilla; él, dos. Observo cómo juegan en silencio; Tommy intenta que lo ayude, pero yo niego con la cabeza y Eleanor protesta. Bufa, va perdiendo piezas hasta quedar con cuatro en el tablero. Por lo menos, se las ha apañado para conservar a la reina, pero la utiliza para defender al rey cada vez que Eleanor amenaza con jaque.
               -¡No muevas el alfil!-le ladra Scott, y yo doy un brinco. Me toca el hombro y me pide perdón. Él se incorpora, estudia las piezas bajo una mirada de fastidio de Eleanor, cuya trampa muy bien tendida se acaba de ir al traste, y explica-: fíjate en su torre. La tiene preparada. No puedes llevar la reina en un movimiento hasta el sitio en el que ella puede comerse a tu rey antes de que lo haga si mueves el alfil.
               -Que no le ayudéis-protesta Eleanor de nuevo. Tommy abre los brazos.
               -¿Puedes arreglarlo?
               Scott contempla el tablero. Niega despacio con la cabeza.
               -Es imposible que ganes, T. Ríndete.
               -En realidad-intervino Diana, que había aparecido sin que ninguno se diera cuenta en la puerta-, va a ganar él.
               Scott se la quedó mirando.
               -Tiene cuatro piezas y Eleanor las conserva todas.
               -Adoro cuando os ponéis chulos-responde Diana, sentándose al lado de Tommy y haciéndose una cola de caballo rápidamente-. Se os hace insoportable no ganar. Y yo jamás pierdo.
               -Cámbiame el sitio, Didi-le pide Tommy, y ella asiente. Desplaza al rey a la izquierda. Scott frunce el ceño. Eleanor mueve su torre. Scott suspira. Diana se come la torre. Tommy y yo nos miramos un momento.
               Eleanor mueve un alfil hasta colocarlo en ruta para comerse al rey.
               -Jaque.
               Diana sonríe.
               Le da un toque al alfil, lo derriba con el dedo, lo recoge, y en su lugar planta a la reina.
               Todos nos quedamos a cuadros.
               -¿Cuál quieres que me coma ahora, Scott?-pregunta, zalamera.
               Scott se sienta en el suelo, al lado de Eleanor.
               -¿Puedo?
               Pero ella niega con la cabeza. No quiere perder su partida, y si se la entrega y él gana, no habrá ganado.
               Scott observa en silencio el tablero.
               -El caballo.
               -¿Tengo límite de movimientos?
               -Tres.
               Se queda pensando.
               -Necesito siete.
               -Necesitas cinco. Pero vas a sorprenderme, ¿no es así?
               Diana observa en silencio las piezas. Hace cálculos mentales. Frunce el ceño. Tommy la contempla, sonríe cuando ella tamborilea en la barbilla con los dedos. Estira el brazo.
               -Vas mal-le dice Scott. Ella retira la mano. Vuelve a concentrarse. Se acerca a una pieza y levanta la mirada-. Eso está mejor.
               Eleanor le da un manotazo en el brazo a Scott.
               -¿De parte de quién estás?
               -Es evidente-le contesta Tommy. Scott les dedica una media sonrisa a los dos, mordiéndose un poco el piercing.
               Eleanor intenta por todos los medios defender a su caballo (sin perder de vista, evidentemente, al rey). En esa batalla, incluso cae su reina. Diana recoge el caballo y lo levanta, victoriosa. El se vuelve hacia su novio y le clava una mirada asesina.
               -Te odio. Un montón. Lo sabes, ¿no es así?
               -¿Por qué? Si llevas haciendo jaque dos movimientos.
               Diana se queda helada. Scott le sonríe. Recoge un peón que se había quedado olvidado al final del tablero, lo saca del tablero, y en su lugar pone a la reina perdida. Hay un caballo delante del rey. Diana se frota la cara.
               -No me lo puedo creer.
               -Dame una alegría, rubia-la invita Scott.
               -¡No! ¡Me! ¡Lo! ¡Puedo! ¡Creer!
               Diana coge al rey negro y se lo tira a la cara a Scott.
               -¡Serás gilipollas!
               -Seré todo lo que quieras que sea, muñeca, pero te acabo de dar la paliza de tu vida.
               Tommy todavía no sabe lo que ha ocurrido. Yo tampoco.
               -Lo de los cinco movimientos…
               -Era verdad. Me habría venido mejor, sinceramente-se encogió de hombros-. No tienes que picarte tan rápido, americana.
               -Iba a ganar Tommy.
               -Iba a ganar si tú ibas a por el rey. No a por un puñetero caballo. Hay que tener claras las prioridades en esta vida.
               -¡Eres un tramposo!
               -No lo digas como si fuera una novedad; todo el mundo aquí sabe que yo no soy de fiar, rubia.
               -¿Quién lo diría?-espeta con intención, apoyándose en las palmas de sus manos y reclinándose hacia atrás. Sonríe, y Scott le devuelve la sonrisa con el mismo cinismo que la de ella-. Quiero la revancha.
               -Y te la voy a conceder, porque…
               -Porque quieres ver cómo te pateo ese culo inglés que tienes.
               -Un octavo es pakistaní-informa, sonriente.
               -Enhorabuena-replica la americana, colocando las piezas en sitios peculiares. Quiere retomar la partida desde donde la había dejado Tommy, y parece recordar la situación exacta de cada una de las figuras. Scott la deja hacer. Diana mueve la reina tan sólo una casilla; Scott se queda pensando durante bastante tiempo.
               El suficiente como para que su hermana se despierte y se reúna con nosotros en el salón.
               -¿Estáis de fiesta y no estoy invitada?
               -¡Sabrae! Ven a ver cómo pongo a tu hermano por los suelos jugando al ajedrez.
               -Scott es buenísimo en eso-responde Sabrae, sentándose en el sofá y recibiéndome a la misma altura. Tommy hace lo propio, dejándose caer en el solitario sillón que lleva ocupando toda la noche. Se arrebuja y observa los movimientos de Diana y su amigo.
               Eleanor es la única que se mantiene en su sitio. Me doy cuenta de por qué lo hace; puede apoyarse en Scott todo lo que quiera.
               Sabrae cambia de canal, pone uno en el que reproducen vídeos musicales. Eleanor y yo clavamos la vista en la televisión mientras la batalla del milenio se desarrolla frente a nosotras. Saab sonríe al empezar el vídeo de Only, en el que Nicki Minaj se pasea en corsé por diferentes escenarios. Pero chasquea la lengua cuando sube un poco el volumen y se encuentra con que la canción tiene la versión censurada.
               -¿Por qué tenéis tanta obsesión los americanos con limpiar el vocabulario de vuestras cadenas de televisión?-le pregunta a Diana, que se encoge de hombros.
               -De alguna manera tendremos que compensar que haya tiroteos en colegios cada mes por nuestro derecho a llevar armas.
               -¿Los hay cada mes?-pregunto, incrédula. Que diga que los hay cada año, vale, pero cada mes… la americana me miró y asintió, muy seria.
               -Sí, lo que pasa es que no nos interesa que os enteréis de todo lo que tenemos liado dentro de nuestras fronteras. Sólo os contamos lo gordo, como me imagino que os pasará a vosotros también. Sólo exportáis lo importante.
               Desliza de nuevo la mirada hacia el tablero. Eleanor se apoya en el hombro de Scott, que apenas se inmuta. Tommy tampoco le da demasiada importancia. Scott mueve una pieza y Diana responde en el acto.
               -Jaque.
               -En tus sueños, muñeca.
               Elimina con eficacia la reina de Diana, que suspira.
               -S-ronronea Sabrae. Él ni la mira.
               -Mm.
               -¿Puedo poner música?
               -La casa es de Tommy.
               Sabrae mira a Tommy suplicante, él asiente con la cabeza haciendo un gesto con la mano. La chiquilla abre la aplicación de iTunes, busca la canción y la escucha con concentración casi divina. Estamos asistiendo a una misa. Pone el aleatorio y le sale una de una cantante que yo no conozco. Eleanor lanza una exclamación y sigue la letra.
               Antes de que nos demos cuenta, las tres estamos cantando las obras de voces femeninas. Yo lo hago cuando las conozco; si no es el caso, las escucho a ellas compaginarse. Llegamos incluso a hacer armonías, porque cantar te levanta el ánimo vivas donde vivas, pero siendo hijo de quien eres, más aún. He crecido escuchando música a todas horas, he valorado mezclas de mi padre antes incluso de saber la trascendencia que tenían mis opiniones; me he sentado frente a pianos cuando todavía mis pies no llegaban al suelo…
               … y sentaba bien recuperar lo único que no había hecho delante de Chris jamás. Él nunca me había oído cantar; pero los que están en esta habitación, sí. La única que no me ha escuchado nunca es Diana, y decide ponerse al día mirándome cada vez que Scott piensa su siguiente movimiento.
               Mueven sus fichas adelante y atrás, sin conseguir quitarle terreno al otro.
               -Creo que lleváis empatados un montón de tiempo-interviene Tommy, que está empezando a cansarse de que se nieguen a dar su brazo a torcer. Diana no perderá ante un inglés, y Scott no va a perder ante una americana. Son reglas sencillas: pertenecemos a naciones orgullosas.
               Scott levanta la vista.
               -Empecemos desde cero.
               -Estoy matada, ¿mañana, quizás?
               -Hecho-acepta él, extendiendo la mano y estrechándosela. Diana se levanta y se estira. Scott hace lo mismo-. Vale, señoras, fuera de mi sofá. Si vosotras no queréis dormir, os sentáis en el suelo, pero yo quiero descansar.
               Sabrae se incorpora y se sienta en el suelo; yo me arrastro hasta el reposabrazos del sofá de Tommy.
               Scott se echa cuan largo es mientras Diana sigue estirándose, parece disponerse a realizar ejercicios olímpicos de gimnasia rítmica en lugar de querer acostarse de nuevo. Eleanor coge el móvil de Sabrae, ahoga una exclamación y le muestra la pantalla a Sabrae, que sí que lanza un grito y se la pasa a Scott.
               Scott coge el teléfono, sonríe y niega con la cabeza.
               -Adivina cuál es la siguiente, T.
               -Dime que no es Live while we’re young. Que no sea Live while we’re young. Todo menos Live while we’re young-dice él, que no soporta esa canción. No me extraña; a mí también me supera muchas veces, especialmente el estribillo. Aunque he de decir que papá suena muy bien en ella, pero… demasiado repetitivo.
               Diana se vuelve a sentar, le han picado la curiosidad. A mí también. Tommy coge el teléfono y pone los ojos en blanco.
               Suenan unos acordes. Sabrae sonríe.
               -Haces tú lo de Drake, ¿no, S?
               -Que te lo haga Tommy.
               -Work work work work work-empieza Sabrae, reinventando la canción, que se ha hecho para ella. Diana y yo nos miramos y sonreímos mientras ella sacude la cabeza, mueve las manos y las caderas. Eleanor la contempla fascinada. Dice esa palabra que le han dicho esa misma noche y que tan locas nos ha vuelto, pero ella puede hacerlo. De sus labios, no es sucia. De sus labios, tiene poder. No es un insulto.
               Las dos criaturas se levantan y empiezan a sacudir los culos. Los demás nos echamos a reír. Tommy se ocupa de la parte de Drake, cerrando los ojos e imitando sus gestos en el vídeo de la canción (en la parte del sofá, la versión rosa, claro está). Baila con Sabrae, Scott le dice que ni se le ocurra tocarla.
               Los dos se acarician y Scott les tira un cojín.
               -¡Dios mío, menuda traición!
               Eleanor lo recorre con la mirada y se muerde un poco el labio. Él la ve y no puede evitar sonreír una milésima de segundo. Suficiente para ella.
               -Recuérdame que no te vuelva a dejar acercarte a mi hermana en lo que nos quede de vida-protesta Scott cuando Tommy se sienta, dejando morir la canción en manos de Sabrae. Pero se olvida de que se ha cabreado con él en el momento en que la misma voz de antes empieza:
               -You used to call me on my cellphone.
               -Late night when you need love!-decimos todos, alzando las manos. Cantamos todos juntos, incluida Diana, que se ha quedado apartada, escuchando con admiración nuestras voces. Nos miraba con tanta fascinación que yo me convenzo de que no puede hacer lo que hacemos nosotros. Por eso ha debido de meterse en el mundo de la moda.
               Por eso, y porque es preciosa.
               El aleatorio es caprichoso, y apenas se ha callado Drake, vuelve a sonar Nicki. O, más bien, alguien que repite una frase de Nicki.
               -Boy toy named Troy used to live in Detroit-canta Sabrae, enrollándose y desenrollándose los rizos en los dedos, con los ojos cerrados y sonriendo. Eleanor le da un codazo, ella asiente; El se sienta en el reposabrazos libre del sofá de Tommy y espera con paciencia-. Bought me Alexander McQueen, he was keeping me stylish, now that’s…
               -REAL, REAL, REAL-chillan las dos, abofeteando suavemente a sus hermanos, que les preguntan si son gilipollas/imbéciles y si quieren morir/que las despellejen. Les devuelven los golpes mientras la canción sigue sonando.
               Repiten la operación con resultados similares en la parte de “don’t want none unless you got buns, hun”.
               Scott le quita el móvil a Sabrae y pasa la canción. Las dos protestan, por lo que no oímos unas guitarras que conocemos de sobra.
               Sólo Diana las escucha, pero con eso es más que suficiente.
               -A week ago, you said to me, do you believe, I’ll never be too far…
               Todos nos quedamos en silencio, mirándola. Canta bien. Canta muy bien. Tiene la fuerza en la voz de Harry, pero es ligeramente distinta. Tiene poder, es, evidentemente, más aguda, pero hay algo detrás. Puede que sea su acento, diferente al de su padre, que apenas me sacaba unos años a mí cuando grabó esa canción. El caso es que le da un nuevo sentido a la música.
               Tommy se inclina hacia ella; Scott se sienta y la observa con muchísima atención. Se ocupa de la parte de Niall, yo de la de mi padre, y Tommy, de la del suyo. Sabrae y Eleanor no se entrometen, Walking in the wind nos pertenece a los primogénitos.
               Incluso a aquéllos cuyos padres no estaban en la banda cuando se grabó esa canción. Llega el estribillo de la canción, los cuatro lo bordamos. Scott se inclina hacia delante también a medida que la parte más complicada, el puente de Harry, se acerca. Diana se echa un poco hacia atrás, abriendo los pulmones, y convierte el solo de su padre en suyo, igual que Sabrae le robó la canción a Diana.
               -AND I KNOW WE’LL BE ALRIGHT CHILD, JUST CLOSE YOUR EYES AND SEE­-Diana incluso sube varias notas, y todos la aplaudimos-, I’LL BE BY YOUR SIDE anytime you need me-cierra los ojos, sacude la cabeza, toma aire de nuevo y coloca la guinda del pastel mientras nosotros seguimos con nuestra parte-OH YEAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH-alarga la nota más de lo que Harry acostumbraba, la termina sonriendo y se une a nosotros. Sonamos genial juntos. Nunca pensé que fuera a sonar tan bien con alguien.
               Se acaba la canción y pasa otra, pero nadie le hace caso. Diana está un poco sonrojada, puede que por la atención a la que desde luego no está acostumbrada, al menos, por estos motivos, puede que por el esfuerzo de lucirse.
               -No me dijiste que pudieras cantar así-le acusa Tommy.
               -No me lo preguntaste-dice ella. Su sonrisa se amplía un poco. Por dios, son tan monos juntos…
               -¿Cómo se supone que te voy a odiar ahora, Diana? No puedo odiar a la gente que canta así-bufa Scott. Ella se echa a reír.
               -¿Por qué os sorprende tanto? Soy la única hija de Harry, la hija del que mejores notas alcanzaba en la banda.
               -¡¿Perdona?!-bramamos Sabrae, Scott y yo. Los dos hermanos se me quedan mirando.
               -¿Layla? ¿Vas a comparar las notas que hacía papá?-bufa Sabrae, apartándose el pelo de la cara.
               -¿Vas a decirnos en serio que Liam conseguía que la gente chillara cuando se acercaba el micrófono a la boca como lo hacía papá?-inquiere Scott.
               -¿Quién hacía los falsettos, eh? ¿Quién alcanzaba los mayores agudos? ¿Era Zayn? ¡No! Era mi padre.
                -El mío tendría el peor directo-interviene Eleanor, mesándose los rizos-, pero era el que mantenía el equilibrio en las canciones. Además, yo canto mejor que todos vosotros juntos-se sonríe-. No obstante, debéis seguir esforzándoos. La mediocridad está en el conformismo.
               Diana le tira un cojín.
               -Sabéis que tiene razón-interviene Tommy, que da un brinco cuando Scott le da un pellizco en el costado.
               -Vuelve a ponerla. Que vuelva a cantar. Hay que hacer video llamada con Chad.
               -Le mandamos un audio y pista, tío. Son las 5 de la mañana.
               -¡Quiero verle la cara a Chad, Tommy!
               -Puedo volver a hacerlo con él delante-sugiere Diana. La mejor idea de la noche.
               Scott y Tommy asienten, y nos sumimos en un silencio reflexivo. Alguien bosteza. Desde luego, no soy yo. Eleanor se incorpora de un brinco y anuncia que se va a dormir; Sabrae hace lo propio. Diana quiere quedarse despierta; hablará con un par de amigos y luego, si eso, se dormirá en el sofá. Scott ya tiene el sitio cogido, y Tommy también. Sólo quedo yo por manifestarme, y digo que también me iré a la cama, revolveré en algún armario hasta encontrar otra camiseta que ponerme, porque ya es hora de enterrar el pasado, y…
               -¿Quieres la mía?-ofrece Tommy-. Seguro que te queda bien; el resto de camisetas me quedan justas. Puedo usarlas yo.
               -Gracias-replico, y me acompaña hasta la habitación que, según me figuro, es de sus padres. Se la desabotona con rapidez y me la tiende; el azul de sus ojos se apaga un poco al alejarse del azul de su camisa.
               Le adoro cuando no aprovecha que tengo que quitarme la camiseta para ponerme su camisa para observar mi anatomía. Él sólo se vuelve, abre un armario y empieza a revolver hasta encontrar algo que le pueda servir. Se desabotona los vaqueros, se los baja y se mete en unos pantalones de chándal parecidos a los míos, sólo que más cortos.
               Se anuda el cordón y se me queda mirando.
               -¿Necesitas algo más, princesa?
               Llámame por teléfono sólo para susurrarme esa palabra. No se la digas a ninguna más. Resérvala sólo para mí. Abrázame y dímela al oído. Susúrramela hasta que me duerma.
               Niego con la cabeza.
               Se acerca a mí y me estrecha entre sus brazos. Aunque es más bajo que yo, me siento protegida como pocas veces lo había hecho en mi vida. La última vez que tuve esta sensación, estaba con mis padres. Preparaba las maletas, las había cargado, me iba a Londres a estudiar. Chris todavía me quería. Todavía era bueno conmigo.
               Me aferro a él como lo haría si estuviera en un naufragio y fuera el único salvavidas disponible. Él se da cuenta.
               -¿Layla?
               Dejo de hacer tanta fuerza para que no se me escape. Pero no lo dejo marchar. Él tampoco parece querer irse.
               -¿Me enseñas los demás?
               No necesita decir qué son “los demás”. Lo sabemos los dos.
               Asiento despacio.
               -Si tú quieres, claro.
               -Quiero-murmuro con la voz temblorosa, y es verdad. En cuanto los vea, dejarán de ser horribles. Se curarán antes bajo su mirada. Además, no va a juzgarlos. No puede. Y, aunque pudiera, no querría. Es bueno y me aprecia muchísimo, igual que yo a él. No lo sabíamos hasta ahora que me ha salvado la vida, pero lo que cuenta es el ahora, y no el antes.
               Me bajo las manos a la camisa que me he abrochado tan rápidamente, temiendo que se volviera y no fuera él, sino Chris. Pero me tiemblan las manos, se me hace muy complicado, mis dedos no encuentran los botones.
               Me coge las manos y dejan de temblar en el acto.
               -No tienes que hacerlo, princesa.
               -No, no. Quiero que los veas-creo que nunca he dicho nada tan cierto, en toda mi vida-. Es que… se me hace raro. Después de tanto tiempo, ahora, tan de repente… desnudarme de otra persona. Después de todo lo que significó… lo que significó esta misma tarde…
               -Puedo esperar.
               Me paso una mano por la cara, apartándome los mechones más rebeldes.
               -No hace falta, en serio. Si te cuesta mucho, con el de tu cintura, es suficiente…
               -Házmelo tú-le digo, casi sin pensar. Es mi subconsciente el que habla, porque es ahí donde más sé que no puede hacerme daño y que necesito más que él que vea mis moratones. Tal vez así dejen de ser las huellas de un monstruo y se conviertan en simples coágulos de sangre que no han conseguido salir al exterior, atravesando la piel.
               Tommy me mira a los ojos, decidiendo si esto está bien. Son océanos. Me entran ganas de hacer un crucero por los fiordos noruegos. Así, sin más.
               Papá y mamá me llevaron una vez a atravesar el Canal de la Mancha en barco. Vimos delfines. Recuerdo haberme reído muchísimo mientras los animales saltaban, aprovechando las olas del barco.
               -Tú me lo harías mejor que yo-le digo, porque es evidente que esa tarea está muy por encima de mis posibilidades-. Y, desde luego, mejor que él.
               Asiente despacio con la cabeza, se inclina, me da un beso en la mejilla, y con los ojos siempre puestos en los míos, lleva sus manos hasta mis botones. Tira de la camisa para asegurarse que no me roce sin que yo quiera que lo haga. Baja la mirada y empieza a separar los dos extremos unidos de la camisa azul.
               Qué despacio los desabrocha.
               -Paramos cuando tú quieras.
               Me mira a los ojos. Me apetece que me bese. A él también le apetece besarme. Nos miramos los labios mutuamente antes de apartar la mirada, avergonzados.
               Estoy dejando que me desnude un chico con novia.
               Él está desnudando a una chica a la que han violado esa misma noche.
               Ya ha terminado. Mete las manos por dentro de la camisa y las desliza suavemente por mis hombros. Sacudo un poco los brazos, lo suficiente como para que ésta se deslice hasta caer al suelo. Ninguno de los dos hace amago de recogerla.
               Él los mira. Me observa. Los cuenta mentalmente. Los estudia. Intenta adivinar de cuándo es cada uno. Yo lo sé de sobra. Si me los señala, le puedo decir hasta qué hice para ganármelos. Cómo me los hizo, qué contestación solté a destiempo…
               Estoy empezando a sentirme mal porque él está sufriendo al verlos, cuando me aparta el pelo del hombro y me besa el cuello. Justo donde tengo el primero, que se oculta siempre gracias a que, cuando me recojo el pelo, me coloco la trenza de ese lado. Eso, y que es pequeño. Podría pasar por el fruto de una noche de pasión… porque lo es. La pasión del dueño que se ceba con su juguete.
               Su beso es tierno, dulce. Como una mariposa que aterriza suavemente en una herida. Te recuerda que está ahí, pero nada más. Hace que me estremezca, porque sienta bien. Extremadamente bien.
               Me los besa todos, uno por uno. Mamá hacía eso cuando era pequeña y me abría una herida. Si les das amor, sanarán antes, me decía, siempre en español. Nunca le he oído decirme esa frase en inglés. Bien podría decirme que no sabe traducirla, que yo me lo creería.
               Se pone de rodillas frente a mí para besarme los del vientre. Luego, van los de las caderas.
               -Estoy orgulloso de ti, princesa. Eres una guerrera. Una superviviente.
               Me entran ganas de llorar. No me merezco a alguien así. Es tan diferente de Chris… a Chris tuve que ganármelo, algo tuve que hacer yo, pero Tommy… la Tierra no ha hecho nada para merecerse orbitar al sol.
               En lugar de rendirme a unas emociones que llevan demasiado tiempo contenidas y que ahora quieren desbordarme, le digo que también tengo en las piernas. Y quiero que los vea. Necesito purificarme por completo.
               Se echa a reír, se incorpora y me besa la punta de la nariz. Yo me doy cuenta de que se está acercando a mis labios. Seguro que lo hace sin querer.
               Deshace el nudo de mis pantalones con suavidad. Me está haciendo el amor con las anos. Soy virgen y él es el novio experto que bajo ningún concepto dejará que mi primera vez me duela. Ni un poco.
               Me los baja. Yo salgo de ellos, y los aparto con un pie descalzo. Y él vuelve al moratón que me ha salvado, el de la cadera, y baja por mis piernas. No se atreve a besar los de mis muslos. Yo se lo agradezco. No sé hasta dónde llega mi autocontrol, pero es el único lugar que sólo ha tocado una persona durante mucho tiempo. Los labios de otro seguirán siendo los suyos durante mucho tiempo.
               Se separa un poco de mí y los mira, preocupado.
               -Estoy horrible-le digo, como si mi torso fuera una obra de arte o algo por el estilo. No soporto su silencio.
               -Se te pasará.
               -Tendrías que verme los pechos-replico, porque esa zona que está mal. Suspiro, sabiendo que la mueca que tiene ahora no sería nada comparado con la que uno de mis atributos más femeninos me dibujarían.
               -¿Los tienes peor?-pregunta. Hay una nota de tristeza infinita en su voz. Sabe lo sensible que es esa zona. Se da cuenta de hasta qué punto han querido hacerme daño.
               No se atreve a pedirme verlos. No quiere que piense que intenta meterse en mis bragas. Sé que no lo haría ni en un millón de años. Tiene novia. Además, los pechos no son órganos sexuales: es el resto del mundo el que los sexualiza.
               Estoy cansada de ser un juguete, y él me va a dar la vida. Me envalentono, no sé cómo ni por qué, y llevo mis manos a la espalda. Ya no me tiemblan. Busco el enganche; ahí está. Lo desabrocho y la presión en mi espalda y mis pechos desaparece. Me deslizo los tirantes por los hombros y también dejo que el sujetador se caiga al suelo, entre nosotros. Como mi camisa.
               Él los mira. Me cruzo de brazos. Y me imagino que da un paso al frente, me besa en los labios tan despacio que creo que me voy a volver loca. Su boca llena de amor y comprensión, algo que llevo meses sin probar, hace que descruce los brazos y le muestre mis heridas de guerra. Él se inclina y los besa muy despacio, como si fuera su esposa y estuviera embarazada y adorase esa parte de mi cuerpo que se encargará de alimentar de manera exclusiva a sus hijos durante un año, puede que más.
               Me avergüenzo de estar imaginándome eso. En sus ojos hay una pregunta. Quiere tocarlos. Asiento.
               Sus dedos apenas rozan mi piel, pero algo dormido en mi interior se despierta. Vuelvo a avergonzarme por imaginármelo quitándose la camiseta, y los pantalones, y bajándome muy despacio las bragas, mirándome desde abajo, besándome en ese rincón que hasta hace muy poco estaba monopolizado por alguien que lo sobreexplotaba. Me imagino que me tumba en la cama, consigue que yo quiera separar las piernas y entra en mí despacio, mirándome a los ojos, besándome en la boca.
               Me da muchísima vergüenza imaginármelo haciendo el amor conmigo no por Diana, sino por todas las Laylas que alguna vez han tenido un Chris pero nunca un Tommy o un Scott. Por todas las que se pudren bajo tierra. Por todas mis hermanas humilladas, torturadas, destrozadas, asesinadas.
               -¿Princesa?
               Esa palabra me hace olvidar mi particular vía crucis. Estoy desnuda y él me hace sentir como si llevara la corona más elaborada jamás vista en la cabeza. Como si me vistieran las más finas pieles que el mundo hubiera conocido.
               -Di, T.
               -No voy a dejar que nadie te toque un pelo si tú no quieres que lo hagan. Olvídate de lo que te dijo Scott. Los mataré. Con mis propias manos. Te lo juro.
               Asiento y agacho la cabeza; él me toma de la mandíbula y me obliga a levantar la mirada.
               -Me alegro muchísimo de que te hayas atrevido a contarlo, Lay. Eres fuerte-me dice, apartándome un mechón de pelo detrás de la oreja-. Puede que a ti no te lo parezca ahora, pero lo eres-Está tan cerca que mis pechos rozan el suyo. Me abrazo inconscientemente el torso.
               Recoge la camisa del suelo, me la tiende y se vuelve sin decirme nada para que me viste tranquila. Me queda corta, pero para dormir, servirá. Me pongo los pantalones de nuevo y me siento en la cama.
               Él se sienta a mi lado, y me mira. Me mira con esos océanos en los ojos… me pregunto qué se sentirá siendo un velero, surcándolos, sin preocupaciones. En ellos, no puede haber tormentas.
               Se inclina y me besa en la mejilla.
               -Así, te curarás antes.
               Le sonrió con tristeza. Él chasquea la lengua, se saca las llaves del bolsillo y saca una cruz del llavero.
               -¿Tienes una cadena?
               Me quito la caracola plateada que Rob escogió como mi regalo de cumpleaños cuando cumplió 10 años, recojo la cruz e introduzco la cadena por su minúsculo aro. Ahora, la caracola no está sola. La sostengo en alto, y la reconozco casi al instante. No he visto nunca la de verdad, pero nadie con ascendencia asturiana puede verla sin saber qué es.
               -La cruz de la victoria-musito en español, y Tommy asiente y me contesta en la misma lengua. La lengua de nuestras madres, la lengua en la que más se nos ha dicho que se nos quiere.
               -Mi abuela me perdonará que te la haya dado. Tú la necesitas más que yo.
               Erika tiene una parecida, aunque nunca se la pone. Sólo cuando vuelve a España o hay algún evento relacionado con su país. La cruz es la virgen de Covadonga, la Santina, y la Santina es Asturias, y meterse con la Santina es meterse con Asturias, y si te metes con Asturias, te metes con ella.
               Lo abrazo fuerte y me echo a llorar. No lo soporto más. Él me devuelve el abrazo, me acaricia la espalda y me besa la cabeza. No me mete prisa para que me tranquilice, ni me dice que deje de llorar. Sólo espera. Espera a que me calme. Espera a que deje de sentir que me ahogo.
               Espera un milagro que acaba por suceder.
               -A la cama, princesa. Tu caballero de la brillante armadura va a cuidar de ti. Duerme tranquila.
               Me besa la frente y se levanta. Me estoy metiendo entre las mantas cuando se acerca a la puerta. Me mira y me guiña un ojo. Está cerrando la puerta cuando por  fin mi boca me responde, con un murmullo, pero lo hace.
               -¿T?
               -¿Sí?
               -¿Quieres dormir conmigo?
               Sé que sólo voy a poder dormir con él. Ojalá pudiera decir lo mismo de Scott, pero, por alguna razón, con Tommy estoy más tranquila. Creo que se debe a que sus ojos no se parecen en nada a los de Chris. No estoy siendo justa, ya lo sé, pero la vida tampoco lo ha sido conmigo.
               Es absurdo mandarlo al sofá cuando cabemos de sobra dos en la cama. Y Diana ya no tendrá sueño. Y Scott estará acostándose también, y seguro que prefiere irse con él, porque nadie querría compartir sábanas con una persona que se estremece con el simple contacto de la manta por las manchas que le cubren el cuerpo, pero de verdad que me apetece mucho sentir un cuerpo cálido y que no me hará daño al lado del mío, y…
               -Claro, princesa-es su respuesta. Sonrío al preguntarme si accedería a cruzar un océano a nado por mí. El pobre es tan bueno, que seguro que lo intentaría con tal de verme feliz.
               Se vuelve a meter dentro de la habitación y cierra la puerta. Se pasa una mano por el pelo y me mira.
               -¿Te importa si…?-dice, señalándose la camiseta. Niego con la cabeza, él se da la vuelta, se la quita y la deja colgada de una silla, porque ese es el verdadero propósito de las sillas.
               -Es que cuando estoy acompañado paso calor, pero si quieres…
               -No pasa nada.
               Se mete en la cama, se tapa y nos miramos. Algo en mi interior parece querer salir a flote. Pero yo me ahogo. Estoy cansada de mantener la respiración.
               Me acerco un poco a él, que no se aparta. Me inclino y lo beso en los labios. Muy, muy despacio. Disfrutando del proceso.
               Y entonces, me doy cuenta de lo que estoy haciendo.
               -Dios, Tommy. Perdona, yo… ha sido un día muy duro y…
               -No te preocupes-me dice, encogiéndose de hombros. En su boca, baila una sonrisa.
               -No quiero interponerme entre Diana y tú y Dios Tommy, de verdad que lo siento, lo hago todo fatal y…
               -No besas mal.
               Nos miramos en silencio y nos echamos a reír. Meto las manos debajo de la almohada y me lo quedo mirando.
               -Los dos estamos cansados, ¿eh?-dice.
               -Sí. A dormir.
               Esta vez es él quien me besa a mí. En la punta de la nariz. Quién te va a querer a ti, Layla. Quién te va a querer a ti así.
               Apoyo la frente en su mandíbula, me aparto un mechón de pelo detrás de la oreja, y no protesto cuando él me pasa una mano por la cintura y me acaricia despacio la espalda. Qué bien lo hace. Seguro que a Eleanor también se lo hace así cuando tiene una pesadilla. Seguro que a Dan y Astrid también.
               Su mano se posa en mi cintura, y me mira a los ojos mientras me la acaricia, y yo lo miro a él. En su mirada hay una chispa. Me pregunto si también lo habrá en la mía. Su mano sube y baja. Sé que si pasa más allá de mis caderas y se mete dentro de la camisa, a continuar siguiendo la piel, a leer braille en mi cuerpo, no protestaré.
               Casi hasta lo deseo. A pesar de las que no pidieron ayuda a tiempo.
               A pesar de que le he pedido que duerma conmigo y de todas las promesas que me he hecho y de la vergüenza por mis hermanas muertas, quiero que me haga el amor. Aunque no me quiera. Aunque le pertenezca a otra.
               Me freno por Diana. Por Diana y por Scott, porque sé todo lo que sufrió él, y no quiero que la americana pase por lo mismo. Y porque estoy demasiado eufórica. Mañana no se me ocurrirán estas cosas. Habré salido de su área de influencia. Estaré tranquila. Habré salido de su área de influencia. Podré volver a ser yo, y no la princesa de Tommy.
               No importa que me apetezca estar más cerca de él. No importa que no me apetezca tener sexo, pero sí estar lo más cerca posible de él. No estaría bien, aunque esté dispuesta a ello (porque bien saben las estrellas que no podría tratarme peor de lo que me han tratado, ni hacerme más daño del que ya me han hecho).
               No estaría bien, igual que no pueden estarlo sus manos en mi cintura. Me dan una paz interior que difícilmente puede ser legal.
               Se me cierran los ojos.
               -No te preocupes, princesa. Estás bien.
               -No me preocupo, T. Estoy contigo.
               Me duermo con mi cuerpo orientado hacia el suyo. Tommy hace lo mismo. No sabe que llevo un año sin dormir mirando hacia nadie. no sabe que llevo un año sin dormir de un tirón y no soñar nada. Lo necesitaba muchísimo.
               Tampoco sabe que es la primera vez en que me tocan desde que estoy en Londres dentro de una cama en el que el contrato es confortable… y suave… y agradable.
               No puede ser, me reprocho. Tiene novia.
               Lo que yo no sé es que él está tan confundido como yo. Menudo puto lío, está pensando.
               Porque Diana es una tempestad, y las tempestades hunden barcos.
               Y yo soy un mar en calma, y los mares en calma nunca te llevan a ninguna parte.

80 comentarios:

  1. DIOS SANTO. ESTOY GRITANDO. GRITANDO.

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    1. Ya somos dos es que tenía unas ganas de que lo leyerais que!!!!!!!!!!!!!!

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  2. MADRE MÍA. QUE ALGUIEN ME RECUERDA YA MISML EL NÚMERO DE URGENCIAS. NO ESTOY BIEN.

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    1. VAMOS JUNTAS NO TE PREOCUPES YA HE LLAMADO AL HELICÓPTERO

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  3. estoy hiperventilado por el final del capítulo....
    Eres una cabrona tia. Que yo shippeaba a Tommy y Diana. ¿QUE HAGO YO AHORA CON MI PUTA EXISTENCIA?

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    1. Vas a sufrir con:
      1. migo
      2. Tommy
      3. Diana
      4. Layla
      al menos vas a estar bien acompañada :D

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  4. HASTA LUEGO MARI CARMEN. ESTOY SCREAMING CON EL PUTO CAPÍTULO. ENTRE QUE A SABER COMO TOMMY VA A REACCIONAR CUANDO SEPA LO DE SCELEANOR Y EL PUTO TRIÁNGULO AMOROSO QUE ACABAS DE SACAR DE LA NADA HE TENIDO QUE PINCHARME INSULINA

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    1. UF no puedo deciros las ganas que tengo de que leáis el capítulo en el que Tommy se entera (no lo tengo escrito pero va a haber un salseo de la virgen), puede que incluso más de que se declare Scott

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  5. QUE PUTA MANÍA CON DAR A ENTENDER QUE SCOTT NO PODRÁ AMAR A ELEANOR. SI ESTA MÁS ENCHOCHADO QUE ELLA JODER, LO QUE PASA ES QUE EL CABRON ACTÚA BIEN.

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  6. Layla se merece el mundo entero. Hay que protegerla a toda costa.

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    1. Lleva la frase "ser un pobre melocotón" a otro nivel de verdad; la adoro, aunque no lo parezca.

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  7. PERO QUE SCOTT ESTÁ SUPER ENAMORADO JODER. COMO QUE NO PODRÁ AMARLA IGUAL. SI ESTA MÁS ENCHOCHADO QUE ELLA

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  8. hostia Eri menudo capitulazo!!!! me ha ENCANTADO la parte en la que están todos sentados cantando y eso porque son muy cuquis jo
    tengo miedo a como va a reaccionar T a lo de S y El porque está empeñado en que no y mira pf
    Y EL FINAL. Tenía los ojos llorosos cuando Layla narraba cosas pero es que ya con el final se me han saltado laas lágrimas porque se merece lo mejor y T puede dárselo y son lo más bonito y pf

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    1. Ha sido un momento muy "representing 1d salute salute" tengo muchísimas ganas de juntarlos a todos ya
      Haces bien teniendo miedo porque Tommy es TERCO como una mula mira me está cayendo mal(es broma, es mi hijito, pero aun así).
      Y buENO el final es lo MEJOR del capítulo creo que todos coincidimos en eso, el hecho de que Layla se pueda sentir bien al lado de él y que a él le encante poder tranquilizarla... me acaba de explotar un pulmón, discúlpame.

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  9. DIOS MÍOS ESTOY MURIENDO CON TOMMY Y LAYLA. QUE NO ME LO ESPERABA SU MADRE. ELLA LE QUIERE. LE ATRAE UN HUEVO TOMMY. MADRE MÍA. Y EL TAMBIÉN. SI NO NO LE HUBIESE BESADO TODO EL CUERPO TÍO. ESO NO SE LO HACES A UN AMIGO. OH JODER

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    1. Tommy se va a escudar todo el rato en que "no no es que ella estaba mal y yo quería ayudarla" pero UNA POLLA COMO UNA OLLA VAMOS tienen más tensión sexual que Scott y Eleanor en la discoteca

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  10. Tía, el dolor de todos al principio del cap me ha traspasado. He acabado llorando yo también si es que pufff.

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    1. Ay mi vida, me alegro de haberte llegado tanto, no sabes la ilusión que me hace <333333333

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  11. Tommy y Layla me tienen en el suelo. Si CHILLO más me escuchan en Camerún.

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    1. En Camerún ya escucharon mis gritos, así que desahógate a gusto, ya están acostumbrados

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  12. NO AGUANTO MASSSS. POR FAVOR ERI SE BUENA Y DIME CUANTOS CAPÍTULOS TENDRÉ QUE SOPORTAR MÁS HASTA QUE SCOTT SE DECLARE. ME ESTÁ DANDO ALGO.

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    1. UF pues va a tardar un poco porque quiero que pasen un mes juntos antes de que se arme de valor para decírselo y mientras tanto voy a ir narrando con los demás porque sucederán cosinas (evidentemente no tan gordas como esto pero salseo is coming).
      Me imagino que en 8 o 10 capítulos haré que lo diga, voy a intentar publicarlo para el día 25 o por lo menos tenerlo ya orientado y que lo veáis inminente porque estamos todos TENSÍSIMOS. Y no es para menos.

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  13. CUANDO TOMMY SE ENTERE DE SCELEANOR SE LIA LA DE DIOS

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  14. Hablamos de la bronca que se van a comer cuando vuelvan a casa xd

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    1. La de Erika y Tommy ya la tengo escrita y no es muy épica pero la de Sherezade con Scott aún está por llegar *coge una libreta* *cruza las piernas* iniciemos el brain storm

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  15. TOMMY Y LAYLA ON JODER. NO ME LO ESPERABA. NECESITO QUE ESTÉN JUNTOS. QUE TENGA HIJOS. VALE NO MIERDA. QUE SHIPPEO TAMBIÉN A DIANA Y TOMMY. TE ODIO.

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    1. YO TAMBIÉN TENGO EL CORASONSITO DIVIDÍO QUE ALGUIEN LLAME A LOS BOMBEROS

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  16. QUE SCOTT SE DECLARE YA MISMO POR EL BIEN DE MI CAROTIDA

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    1. Queda todavía un poco, resiste, carótida!!!!!!!!!!!!

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  17. ESTOY PINCHANDOME INSULINA A DIESTRO Y SINIESTRO. PAREZCO UNA PUTA YONKI

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    1. En la vida real no soy tan amorosa como en esta historia, lo prometo, sólo doy besitos y llamo guapas a mis amigas antes de empezar a tirarnos fichas las unas a las otras a diestro y siniestro.
      Si nos organizásemos, follaríamos todas, pero somos tímidas.

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  18. Como de bajo es Tommy en comparación con Layla, bc me los estoy imaginando y idk ....

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    1. Pues Layla les sacará como 10 centímetros a Tommy y Scott, que miden (EVIDENTEMENTE COMO NO PUEDE SER DE OTRA MANERA PORQUE SON HERMANOS QUÉ DIGO HERMANOS SON GEMELOS)más o menos como Louis, un poco más de 1.75 (aunque Louis en la vida real es m i n ú s c u l o como pude comprobar en el wwat).
      Para un chico 1.85 está bien pero en una chica eso se nota un montón. En fin, que Layla casi llega al 1.90 y ellos casi al 1.80, la diferencia no es muy grande pero ahí está :)

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  19. Me encanta todos discutiendo sobre que padre cantaba mejor y Eleanor de sobrada. La amo tantísimo.....

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    1. Es que Eleanor con novio suelta unos puñales que no te cuento, imagínate ahora que está con SCOTT que es como el Dios de la Contestación

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  20. ME. CAGO. EN. LA. MADRE. QUE. TE. PARIO. (con todos los perdones)!!!!!!!!!!!!!! Ahora si que ya esto tiene que ser definitivo, como no mandes a la americana a freír espárragos te juro que monto una manifestación! Layla se merece que la quieran y la protejan como lo hace Tommy. Layla necesita amor. Layla necesita a Tommy(?) En fin, que espero que haya quedado clara la idea.

    En otro orden de cosas, el momento hermanos de Eleanor y Tommy ha sido muy intenso, y espero que poco a poco Tommy vaya cambiando de idea sobre lo de Scott porque YA NO PUEDO ESPERAR A QUE SE ENTEREEEEE! Pero además de él, quiero ver como reacciona Louis hahahahahaha!!
    Oye, a proposito, ahora que empezamos a conocer a Layla como es debido, también seria bonito tener aunque sea un pequeño marco sobre la familia Payne al completo, porque supongo que en algun punto tendra que contrarles Layla lo que pasa... echo de menos a Liam hahahahahah :)))

    Tu sigue asi, y subenos así los caps, seguiditos, que ya veras como enseguida te construyo un templo maya ^^ *emoticono sacando la lengua* <3 <3

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    1. AY ES QUE OS PONÉIS TODOS DE PARTE DE LAYLA PERO TOMMY Y DIANA TAMPOCO ESTÁN TAN MAL EL UNO CON EL OTRO COMO YA VERÉIS EN LOS PRÓXIMOS CAPÍTULOS pero estoy de acuerdo Layla es una delicia de persona se merece todo lo mejor del puto mundo.
      La reacción de Tommy va a ser muy épica, pero, si lo hago bien, os sorprenderá más la de sus padres JAJAJAJAJAJA soy malévola.
      En breves llegan las vacaciones de Navidad, y ya sabes, cada polluelo vuelve a su nido y veréis qué tal les va a Alba, Liam y Rob por el norte.
      No te preocupes que voy a seguir subiendo seguido, el 90% del tiempo que estoy con el ordenador lo dedico a escribir o estar en el blog contestándoos o corrigiendo cositas, ahora que he aprobado todos mis exámenes tengo verano de sobra para daros lo que queréis, golosos ;D Vete preparando las piedras para el templo jajajaja

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  21. Una pregunta. ¿Eleanor va a hacer algo con su talento? Me refiero a que si se va a presentar a The X factor o algo... xd. Sería un puntazo.

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    1. Antes que nada OMFG TU NOMBRE VIVA DAENERYS DE LA TORMENTA DE LA CASA TARGARYEN LA PRIMERA DE SU NOMBRE REINA DE LOS ÁNDALOS LOS RHOYNAR Y LOS PRIMEROS HOMBRES, PROTECTORA DEL REINO, KHALEESI DEL GRAN MAR DE HIERBA, REINA DE MEEREN, ROMPEDORA DE CADENAS Y MADRE DE DRAGONES.
      Bueno, y ahora, entrando en materia: sí, Eleanor tiene clarísimo que va a traer más Grammys a su casa y quiere empezar como lo hizo su padre; lo he dejado caer en los capítulos en los que se empieza a contar lo de Layla pero en breves descubriréis qué tal le va y de dónde viene el título de la novela :D

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  22. He llegado ha sentir el dolor de Eleanor por no poderle contar a Tommy que está con Scott. Quiere hacerlo pero en el fondo sabe como reaccionaría...

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    1. Es estúpido el puto Thomas voy a hacer que Astrid lo atropelle con su bicicleta porque SE LO MERECE

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  23. No me jodas que ahora van a montar un grupo todos y por eso el título de la Novela.....

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    1. Compra un billete de lotería que me da a mí que tu intuición es bastante buena ;D

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  24. ESTOY VICIADA A ESTA NOVELA COMO NO HE ESTADO A OTRA COSA EN MI VIDA. QUE ME ESTAS HACIENDO HIJA DE SATÁN?

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    1. En realidad, cuando abres el blog te aparece un vídeo de Molly Moon hipnotizándote y diciéndote que tienes que entrar a leerlo cada día y comprobar que no he subido nada; ¿qué puedo decir? las visitas son adictivas :D

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  25. TODOS CANTANDO UNA CANCIÓN DE SUS MADRES Y WALKING IN THE WIND AKA MI CANCIÓN FAVORITA DE FOUR. HASTA LUEGO. TE BESO LOS PIES.

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    1. PUES SE ME OCURRIÓ QUE LA CANTARAN EN EL BUS YENDO A LA UNIVERSIDAD PORQUE ME SALIÓ EN ALEATORIO y tenía ya en la cabeza el momento en que Diana se pusiera a cantar y todos fliparan pero no se me ocurría cómo y PUM, una señal divina. Dios existe y lee esta novela.

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  26. TODOS HABLÉIS DE CUANDO SE ENTERE TOMMY ¿PODEMOS IMAGINAR POR FAVOR LA REACCIÓN DE ERI Y LOUIS? ME MEO SÓLO DE PENSARLO LOL

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  27. DIANA SERÁ LA TEMPESTAD Y LAYLA LA CALMA PERO YO TENGO LAS PUTAS CATRATAS DEL NIÁGARA ENTRE LAS PIERNAS POR CULPA DE LOMMY Y SI YA LOS HE BAUTIZADO. QUE PASA?

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    1. A mí también me encienden las entrañas de verdad es que quiero que follen y estar delante y grabarlo
      Oops, ¿he dicho eso en voz alta?
      PUES NO ME ARREPIENTO

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  28. Sceleanor me la vida con cada capítulo, de verdad y Tommy y Layla me tienen hiperventilado. Creo que en el fondo aunque no haya llegado a algo específicamente sexual los dos han compartido algo tan íntimo que a partir de ahora ya todo será distinto... A ver como reacciona Diana lol....

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    1. EXACTAMENTE para mí es especial no porque a los dos les despierte un deseo sexual, sino porque lo interpreto como un:
      Layla: estoy aquí y te dejo mirarme desnuda porque sé que vas a ser bueno para mí y quiero que me cures y me cuides
      Tommy: estoy aquí para lo que necesites y te voy a besar cada moratón para que veas que pueden quererte como TE MERECES y como deberían haberlo hecho desde el principio y te voy a respetar y no voy a intentar NADA CONTIGO aunque te desee MUCHÍSIMO porque ante todo me preocupa que estés bien y no echar un polvo.
      Y Diana nos va a sorprender a todos... para bien.

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  29. Si me diesen a elegir entre seguir leyendo tu novela o seguir viendo Anatomía de Grey te juro que tardaría días en decirme y ese es el mejor eligió que alguien puede recibir de mi

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    1. OH DIOS MÍO QUÉ HONOR MUCHAS GRACIAS yo tengo ganas de verla pero es que las series de médicos <//////////3 aunque mis padres estaban enganchados

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  30. YO NO SÉ COMO PUEDES ESCRIBIR TAN BIEN SO JODIDA.

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    1. UF YO NO SÉ DE DÓNDE ME SALEN ALGUNAS FRASES DE VERDAD CREO QUE EL ESPÍRITU DE CERVANTES SE ME APARECE POR LAS NOCHES Y ME SUSURRA EN SUEÑOS PORQUE ESTOY IRRECONOCIBLE

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  31. He leído por ahí arriba que aún van a formar todos una banda. Votó porque el guitarra sea Chad, los coros que los hagan Layla y Diana, Sabrae y Tommy los raps y Sceleanor las voces principales. Yo y lo dejó por aquí por si deseas considerarlo

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    1. Siempre he tenido la banda en mente y muy pronto encontraréis la relación entre los hijos mayores y el título de la novela ;D paciencia, pequeños saltamontes. Paciencia.

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  32. NECESITO UNA PUTA BOMBONA DE OXÍGENO DESPUÉS DE LEER ESTO. ESTOY SUPER INESTABLE.

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  33. ¿Cuantos capítulos crees que tendrá la Novela? Más o menos. ¿Será tan larga como Ir's 1D bitches o...?

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    1. Mi intención en un primer momento no era que fuera larga ni que llegase a Its 1d biches pero visto lo muchísimo que me enrollo y todo lo que me queda por contar, y que aún no hemos llegado a la mitad (aunque vamos cerca) y que ahora estoy reconsiderando dónde terminarla, creo que no deberíamos descartar que alcanzara a Its 1d bitches.
      Me parece que los 100 capítulos están bastante asegurados, pero teniendo en cuenta que con los 45 primeros tenía 490 páginas escritas en Word, no te sabría decir si va a ser más larga o más corta.
      Lo que sí te puedo decir es que los 80 capítulos los paso fijo.

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  34. Tardarás mucho en explicar como es que se resolvió todo si se suponía que ellas volvían a su universo o algo así???

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    1. Tenía pensado explicarlo en el último capítulo y hacer de eso el final de la novela, pero como no sé cuánta gente ha leído la otra o no ahora lo estoy reconsiderando todo.
      Pero os doy una pista: la respuesta está en los últimos capítulos de Its 1d bitches. El último sería posterior a todo lo que está pasando en Chasing the stars.

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  35. Estoy deseando ver la reacción de los chicos cuando escuchan cantar a todos juntos.... buah

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  36. Pregunta que me lleva comiendo la cabeza un par de capítulos Eri, Louis en general todos los padres saben que sus hijos cantan bien?

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    1. Cada uno de los propios sí (Rob no canta bien pero él lo intenta, a Shasha no le gusta y Astrid y Duna son aún demasiado jóvenes para poder decir si van a cantar bien de mayores o no).
      Chad está en una escuela de artes porque Niall es súper progre (di que sí, ole tus cojones irlandeses Niall) y en cuanto el crío le dijo que quería dedicarse a la música pues VENGA derecho a la mejor de Dublín.
      Eleanor ensaya muchísimo en casa porque se quiere preparar para el futuro, Dan a veces le canta a Astrid para que se duerma (cuando Tommy no quiere hacerlo), Sabrae se pica un montón con Scott jugando al SingStar, y Tommy y Scott cantan también un MONTÓN, y tanto Zayn como Louis saben que el hijo del otro tiene muy buena voz porque básicamente la casa de Scott es la de Tommy; y la de Tommy, la de Scott.
      Me ha quedado un poco liosa la explicación, espero que puedas entenderla. Si no, me lo dices y trato de hacerla un poco (bastante) menos caótica. :)

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  37. Molaría ver la reacción de todos si se enteraran que los chicos vuelven a ir de Tour. Estos son capaces la verdad.... A Niall le gusta más ir de hoy que a un tonto un lápiz y todos sabemos que si Niall quiere arrastra a todos al final (en esto no se incluye Zayn por razones obvias)

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    1. Niall está que no caga con la puta banda de verdad, parece una Harry stan con Dunkirk, uf.
      La única diferencia es que también se llevaría a Zayn, que volvió a la banda misteriosamente (porque echaba de menos a los chicos y ZOUIS VIVE, SÍ SEÑOR!!!!!!!!!!!!!!). Todos tuvieron proyectos en solitario (menos Louis porque, y mira que me duele decirlo, él no está para mantener canciones enteras en directo solo)y aparcaron la banda, pero 1d sigue existiendo y de vez en cuando la resucitan (cada vez menos porque ya van teniendo una edad, pero aun así).

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  38. Me encuentro en el suelo después de leer este pedazo de capítulo.
    Era una puta maestra. ¿Donde quieres que y empiece el monumento?

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    1. :'''''''''''''''') planta tres árboles en mi honor, con eso me conformo ♥

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  39. Em hola??

    ERIKA, SON LAS PUTO 1:08 DE LA MADRUGADA Y NO HAGO MÁS QUE FANGIRLEAR.

    NECESITO QUE LAYLA Y TOMMY ESTÉN JUNTOS, VALE, ME DA PENA DIANA PERO ES QUE KAJZJAHSJAJSHAKDH

    TAMBIÉN NECESITO QUE APAREZCA YA CHAD OSEA NECESITO A MI SUNSHINE

    DE VERDAD ERIKA YA NI DORMIR ME DEJAS ��������

    ❤❤❤❤❤❤

    Te quiere, Vir❤

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    1. TE VOY A DAR UNA ALEGRÍA CON CHAD EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO YA VERÁS YA.
      AY VIR GRACIAS POR COMENTARME A ALTAS HORAS DE LA NOCHE EN ÉPOCA DE EXÁMENES ES QUE TE COMO LA CARA.
      Podemos hacer cosas cochinas a la luz de la luna, traviesa ❤

      Te quiere más, tu Eri ❤

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    2. AY AY CHAD POR FAVOR BEB����

      TS, EN ÉPOCA DE SELECTIVIDAD, QUE NO ES MOCO DE PAVO JAJAJAJAJA

      Cuando tu quieras❤
      Gr

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    3. Traviesaaaaaaaaaaaaaaa, mucha suerte, yo ya los acabé y puedo escribir como un animal :D

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