jueves, 23 de junio de 2016

Inshallah.

¿Sabes cuando estás un tiempo con ganas de comer tu plato favorito, y finalmente llegas a casa y tus padres lo han preparado, y resulta que es mejor de lo que recordabas? ¿Bastante mejor de lo que esperabas?
               Así era estar con Scott.
               Estaba acostumbrada a tenerles envidia a las demás. Celos porque podían presumir d él, aunque a él le importaran una mierda y no recordara sus nombres al día siguiente (pero lo hacía, no por obligación, sino porque era un verdadero sol). Aunque sólo les prestara atención cinco o diez minutos; lo que tardaran en correrse para él.
               Yo había tenido toda la vida atención de su parte para dar y regalar, pero no era la que yo quería. La que yo quería era la que él repartía en pequeñas dosis; así es como se da lo bueno.
               Ellas podían fardar todo lo que quisieran, con quien quisieran. Me he follado a Scott Malik. Me la ha metido Scott Malik. Se la he chupado, o me lo ha comido, Scott Malik.
               Yo también presumiría si tuviera la oportunidad de cómo me haría cualquier cosa, pero había una diferencia: presumiría de Scott. No de Scott Malik.
               La envidia seguía estando ahí aun cuando él ni siquiera las miraba. Podría tocarlas si quisiera. Si quisiera morir, quiero decir. Por muy Scott que fuera, no le iba a pasar ni media.
               Pero no lo hacía.
               No le apetecía, y tampoco podía.
               Y eso me mataba. Me mataba no poder presumir; mira, zorra, dijiste que jamás me miraría y ahora me lo hace en su cama.
               Eso era cuando no estaba con él, porque cuando lo miraba a los ojos y veía cómo me miraba él, se me olvidaban las demás. Le dejaba acariciarme y me olvidaba de que yo misma existía; bien podía ser una planta a la que están regando en un día de sol.
               Por lo menos, me quedaban mis amigas. Me sentía muy afortunada de poder ir a un sitio fijo en el recreo, sentarme en una mesa con gente a la que conocía y a la que prácticamente podía dar por sentado. Las mismas chicas que me habían apoyado cuando lo veía con otra y me moría por dentro, aun estando con otro. Más chupitos, más bailar. Menos tristeza, menos Scott.
               Casi se alegraban más que yo de estar con él, igual que se alegraron más que yo de que le diera una oportunidad a un chico que no me disgustaba cuando me enteré de que iba detrás de mí… como podía. El pobre era demasiado tímido.
               Había sido una buena idea. Me había olvidado de Scott estando con él, incluso había llegado a quererlo. Era una persona preciosa, y me trataba genial. Pero se acabó, como todas las historias. No era plan de ir sacando secuelas hasta que los actores originales se murieran, y cambiaran el elenco y se hiciera como si no hubiera pasado nada. Venga, por Dios, ¡la Hermione original era blanca! ¡¿En serio nadie ha notado que la del escenario es negra?!
               Además, aun en el caso de que no se alegraran por mí porque por fin el chico del que llevaba enamorada toda mi vida, incluso antes de saber que aquello era amor y que no estaba confundida porque le quería de una forma diferente a lo que hacía con mi hermano (Tommy y Scott podían decir misa; ellos serían como hermanos, pero yo a Scott no lo veía con ese vínculo en mi dirección, y él, está claro que tampoco), lo hacían porque tenían algo con que martirizarme.
               La noche en que Sabrae salió con nosotras y se dio a conocer en la discoteca, una semana después de que yo alcanzara la gloria, Claude se empeñó en jugar al “yo nunca”, decisión que apoyaron las demás con aplausos y miradas maliciosas en mi dirección.

               Sabrae se reclinó en el asiento y disfrutó del espectáculo.
               -Yo nunca me he acostado con Scott Malik.
               Chupito al canto.
               -A mí nunca me ha hecho un oral Scott Malik.
               La madre que las parió. Otro chupito. Todas gritaron.
               -¿Cómo se lo pediste?-espetó Marlene, incrédula.
               -No lo hice.
               -¿¡Fue de gratis!? ¡Es puta coña! ¡Sabrae! ¡Tienes que conseguir que tus padres tengan otro hijo!
               -Yo estoy sexualmente disponible, Marlene-se burló Sabrae, y todas se echaron a reír.
               -Yo nunca le he hecho un oral a Scott Malik.
               Crucé las piernas y los brazos. Y todas me miraron como si estuviera mal de la cabeza.
               -Eleanor. Bebe.
               -No lo he hecho; no tengo por qué beber.
               -Pues menuda manera de desperdiciar la relación con un tío-gruñó Marlene, negando con la cabeza, diciendo que a ella nunca la habían cazado sus padres liándose con un tío en su habitación, y casi todas bebieron.
               -Cállate, Marlene-le dijo Mary, molesta.
               -¿Cómo se lo compensaste?-preguntó Celine.
               -¿El qué?
               -Que te pusiera una oreja en cada muslo, chiquilla.
               -No lo hice.
               -Madre mía, los que lo hacen todo por nada son los peores. Me casaría con ellos-respondió Celine, alisándose la falda y maldiciendo mi suerte.
               -Sí que lo hace. Seguro que le hace el espagat cuando él quiere-replicó Marlene, y yo puse los ojos en blanco.
               -Qué mala es la envidia, mi amor.
               Y todas brindamos por “Sceleanor”, que fue como nos bautizó Mary. Que, por cierto, estaba en alza.
               Ya lo creo que lo estaba; en seguida llegó Scott a buscar a Sabrae, y de paso a mirarme a mí y hacer que me derritiera cuando me acarició la cintura al levantarme yo. Las chicas chillaron, yo me hice la indiferente. Me moría de vergüenza cuando se comportaban así delante de mis novios. Pero no podía quejarme: yo me unía a la manada cuando era otra la que era capturada.
               Me seguían cabreando igual que el día que empezamos a hacer esas cosas de la misma forma que me seguía sorprendiendo (un poco) cuando Scott me mandaba un mensaje, o me sonreía, o me besaba.
               Cuando nos acostábamos, ya se me había pasado la sorpresa, por eso de que era bueno conmigo y les daba la importancia que tenían a los preliminares.
               Pero se me seguían retorciendo un poco las tripas cuando él me sonreía. Puede que lo hiciéramos como lo habíamos hecho siempre, pero para mí ya nada era igual. Y creo que para él tampoco.
               Y cuando me decía que me quería… aquello sí que desataba un torbellino de emociones en mi interior. Era como levantarse una mañana y descubrir que la flor que habías plantado hacía unas semanas comenzaba a germinar. Te sentías bien por dentro y por fuera.
               Llevábamos un mes juntos y todavía me sorprendía que estuviéramos juntos. Cuando le abrí la puerta el lunes en el que por fin era libre, me lo quedé mirando como lo hacía siempre; un poco embobada, pero con las defensas altas. No me iba a dejar cazar tan fácilmente, o eso creía yo.  Me sorprendí un poco igual que se sorprendía mamá cuando llegaba a casa y un Noble de cachorro la estaba esperando… o se le partía el corazón cuando llegaba de la universidad y nadie ladraba ni saltaba del sofá para ir a saludarla, incluso llegando en mayo cuando su perro había muerto la madrugada del 6 de febrero.
               -Hola-saludó.
               -Tommy no está-espeté yo a modo de explicación, porque cuando lo tengo delante las dos neuronas que funcionan con normalidad se cogen la baja por depresión. Madre mía, es que es tan guapo…
               -Vengo a verte a ti-informó como quien no quiere la cosa, como la persona que está acostumbrada a relacionarse con deficientes mentales (Scott me volvía un poco gilipollas de vez en cuando)-. ¿Quieres bajar al centro?
               -¿Tú y yo?-respondí, escandalizada, como si no me hubiera pasado dos fines de semana metida en su cama, haciéndole todo lo que me apetecía y dejando que él me hiciera no menos-. ¿Solos? ¿Scott?
               Asintió con la cabeza.
               -¿En qué vamos?
               Levantó las llaves del coche.
               -No tienes carnet-recriminé.
               -Otra igual-bufó, suspirando y bajando las llaves, también se le hundieron un poco los hombros, pero incluso haciéndose el triste estaba guapísimo-. Pero tengo manos y pies, que es con lo que se conduce.
               -¿Y se te da bien?
               -Ya sabes qué es lo único que se me da mal en la vida-y aquella sonrisa torcida que no se podría pagar con dinero. Sentí cosquillas en mi interior. Pero no de las que me hacían cuando era pequeña y querían hacerme de rabiar; no las cosquillas que te dejan sin respiración y que te hacen pasarlo un poco mal, no. Las cosquillas que sientes cuando recuerdas cómo plantaste la semilla y descubres, una semana después, los primeros brotes verdes.
               Resistirme a ti.
               -Entra-invité, haciéndome a un lado-; voy a cambiarme.
               -Así estás bien.
               -Que me voy a cambiar, te digo-repliqué, sonriendo, poniéndome de puntillas y dándole un beso en los labios. Me quité las zapatillas de dinosaurio rosa y subí a quitarme la sudadera de la universidad de Oxford que había rescatado de algún mercadillo de Covent Garden.
               Él se sentó en el sofá con mi padre, un poco tenso. Era la primera vez que estaba en casa en calidad de novio y no de mejor amigo/hermano/hijo en trámites de adopción. Louis lo miró.
               -¿Vienes a por Eleanor?
               Scott se envaró.
               -Sí.
               -¿Qué vais a hacer?
               Mi chico se encogió de hombros.
               -Ir al centro, a dar una vuelta. Como Tommy está con Diana… me apetecía salir después de mi cautiverio-Scott se mordió el piercing, se frotó las manos y bajó la mirada. Estaba luchando por no ponerse colorado mientras yo me volvía loca decidiendo qué coño iba a ponerme.
               -Tranquilo, hombre, ni que me tuviera que poner en modo “escucha, hijo de puta, como le hagas daño a mi hija, te arranco la cabeza” contigo-le dijo papá, dando un sorbo de su cerveza y negando con la cabeza cuando un delantero del equipo contrario se acercó a la banda de la defensa.
               Scott no pudo evitar ponerse colorado ante ese comentario. Era imposible que lo supieran, sólo habíamos estado juntos en mi casa un par de minutos, no más…
               Encontré unos vaqueros rotos en el fondo del armario. Con él no tendría frío, además, nunca estaba de más presumir de piernas delante de tu novio, hacerle que le entren ganas de meterse entre ellas… una sudadera azul celeste estaría bien. La robé de la habitación de Tommy y me la pasé por encima; me quedaba un poco grande, pero era tan cómoda, y olía tan bien… me daba confianza. Terminé con unos playeros blanco nuclear y bajé corriendo las escaleras, anudándome un pañuelo a modo de diadema en la cabeza para evitar que el pelo me cayera por la cara.
               -Voy a dar una vuelta-le dije a mamá, inclinándome y dándole un beso mientras ella revisaba la contabilidad de un sector de la empresa.
               -Pasadlo bien. Invita a Scott a algo.
               Me la quedé mirando, impasible. Formé una pregunta  en mi cabeza y traté de que se materializara en mis ojos: “¿me he perdido algo?”.
               -Vais juntos-fue la respuesta de mi sabia, augusta y santa madre.
               -No…-empecé a rebatir, en tono de pregunta.
               -Eleanor, por favor, no soy tonta-dijo, y me miró por encima de sus gafas de leer. Y noté cómo perdía la batalla cuando sonrió ante mis mejillas rojas como tomates-. Hacedlo con cabeza, no me vengas a casa preñada a los 15 años, anda.
               -¡Mamá!-protesté, y salí de la habitación antes de darle oportunidad a seguir avergonzándome. Me planté delante de los sofás y Scott se levantó casi de un brinco, me miró de arriba abajo y asintió imperceptiblemente.
               -Nos vamos, papá.
               -¡Erika!-ladró papá después de echarme un vistazo-. ¡Mira cómo va a salir tu hija!
               -¿Qué pasa?
               -¿Adónde coño vas así?
               -A dar una vuelta.
               -Vete a cambiarte.
               No puede ser, tío, nunca han llegado a este nivel de tocapelotismo, es imposible que empiecen ahora, y encima delante de Scott, por favor, Buda, si es que existes, haz que me trague la santa madre tierra ahora.
               -Pero…
               -¡Vas a coger frío, Eleanor, que te quites esos vaqueros!
               -¡Deja a la cría, Louis!
               Papá se dejó caer en el sofá, bufó algo de perder autoridad con nosotros, y negó con la cabeza. Estábamos llegando a la puerta cuando espetó:
               -Es increíble las cosas que hacéis para darles una alegría a vuestros novios, de verdad, tu madre era igual que tú con tu edad-y suspiró trágicamente.
               Scott se me quedó mirando y se encogió de hombros.
               -Nosotros no…-empecé, porque si se lo decía a ellos, ellos se lo dirían a Tommy, y Tommy se pondría de muy mala hostia y se nos acabaría el chollo de follar los fines de semana cuando salieran, porque Scott tendría la excusa de cómo había sido hasta entonces y yo… bueno. Yo podía pegarme a ellos diciendo que no tenía dinero, y desaparecer en momentos puntuales para “reunirme con mis amigas”.
               -Chicos, por favor, no nací ayer.
               Scott me cogió la mano.
               -¿Tengo tu bendición, Louis?
               ¡MADRE MÍA, ES QUE ME LO COMO CON PATATAS Y TODO, DIOS MÍO, QUÉ BONITO ES!
               Papá se volvió hacia nosotros, nos miró y sentenció, sonriendo:
               -Eleanor no podría haber elegido mejor, Scott-y él se me quedó mirando, se perdió en mis ojos y yo en los suyos, y en mi interior empezaron a formarse galaxias con un millón de estrellas cada una, y cada estrella, con un millón de planetas, y cada planeta, con un millón de criaturas que tenían una cosa en común: estaban hechas de amor. De él.
               -Soy un tío con suerte-susurró, y me acarició la palma de la mano con el pulgar. Apenas habíamos cerrado la puerta de mi casa cuando empezó a besarme, y me besó sonriendo, y hay pocas cosas que sepan mejor que los besos de Scott: los besos de Scott cuando sonríe. Pasé mis labios por su piercing, disfruté de él como él lo hacía de mí, y enredé mis manos en su pelo negro como la noche.
               Me dejé caer de nuevo sobre mis talones para recuperar el aliento, y él sonrió.
               -Mi niña preciosa-susurró, y se inclinó para volver a besarme y terminar de revolucionar mis pulsaciones.
               -Te quiero-le dije, y me hizo lo que le hace la primavera los cerezos japoneses cuando me respondió:         
               -Y yo a ti, mi amor.
               Esas dos palabras. Esas dos minúsculas palabras con un significado tan inmenso. Él lo hacía todo bien, pero la forma en que pronunciaba “mi amor” estaba por encima incluso de su propia media.
               Ya no tenía envidia de nadie. Me daba igual que hubiera llamado así a medio mundo. Sólo conmigo pronunciaba con tanto cariño esas dos palabras. Mis dedos bajaron de su pelo a su espalda, le acaricié los brazos y disfruté de los músculos que sentía debajo de la camiseta con la yema de los dedos. Me detuve en su cuello porque sabía que era su punto débil.
               Ahora, la que ganaba era yo. Yo lo ponía nervioso, y lo aceleraba, y Tommy en persona me había dicho lo que eso significaba. Estaba loco por mí, por fin, ya era hora.
               -No se me da tan bien como te he hecho pensar.
               -No pasa nada. ¿Cuándo lo sacas?
               -En teoría, cuando cumpla los 18. Y luego pasearé a tu hermano por media Inglaterra esperando que se lo saque él. Iremos a medias con la gasolina-explicó, dejando que se deslizara despacio y cogiendo confianza a medida que el coche cogía velocidad.
               Empezó a llover, él suspiró, puso los limpiaparabrisas y encendió las luces, haciendo que le coche brillara también por dentro. Se mordía el labio cada vez que tenía que girar, pero lo hacía como si llevara toda la vida conduciendo. Se relajó un poco cuando llegamos a la carretera, pero seguía contemplando todo a su alrededor.
               A mí me bastaba con mirarlo a él.
               -¿Qué pasa?-preguntó mientras salía de nuestro barrio y seguía las calles en dirección a la autopista.
               -Eres súper guapo-susurré. Y sonrió. Qué bonito era ser la causa de la sonrisa de alguien.
               -Ay, gracias, mi amor.
               -¡No, Scott! ¡Lo digo en serio! ¡Eres súper guapo!
               -Calla-susurró, tapándose la boca, y me recordó al monito que no le hablaba al mal. Era mi emoji favorito, pero en ese instante me empezó a gustar incluso más.
               -Te quiero un montón.
               -Bueno, ¡cómo estás hoy! Yo a ti también, mi nena-apoyó la mano en el cambio de marchas y yo la apoyé en la suya; la recogió y me acarició los nudillos, y yo me deshice por dentro.
               -Es que tú me lo dices siempre que nos vemos, y sueles ser el primero en decirlo, y yo no te lo digo nunca, y, ¡buf! Scott, te quiero muchísimo y eres precioso, madre mía, la suerte que tengo de estar contigo…
               -¿Quieres que pare y nos enrollemos?
               Se detuvo, pero por culpa de un semáforo. Me desabroché el cinturón y le planté un beso en la mejilla.
               -Quieres que pare y nos enrollemos-confirmó.
               -Puedo esperar a llegar al centro.
               -Vamos al cine-dijo-, pero no sé si podré llegar hasta allí. No contigo en este plan.
               -Me controlaré.
               -El problema es que yo no quiero que lo hagas.
               Giró en una rotonda y nos metimos en la autopista. El sonido de las ruedas contra el asfalto mojado intentó acallar mis pensamientos, pero yo estaba demasiado enredada en ellos como para poder escuchar. Miré al resto de coches, los que nos adelantaban y a los que adelantábamos. Un autobús con niños volvía a su pueblo, y los chiquillos nos saludaron. Yo sacudí la mano, y un par de ellos dieron brincos porque habían conseguido captar la atención de alguien y una prueba de esa atención.
               -Estás muy callada.
               -Me estoy controlando.
               Se echó a reír.
               -¿Puedo poner música?
               Apoyó la cabeza en la mano.
               -Ponla.
               Encendí la radio y asentí con satisfacción cuando reconocí la canción. Él sonrió, se puso derecho y me escuchó cantar. Silbó cuando cambiaron la canción y yo hice el “Nooooo” más elaborado en Aint Your Mama. Di una palmada cuando sonó Worth It y vi cómo me contemplaba por el rabillo del ojo mientras movía las caderas.
               -¿No cantas eso también?-preguntó, cuando el que estaba acoplado en la canción se afanó con su solo.
               -No sé rapear.
               -Pero, ¡si es lo más fácil del mundo! Es como hablar rápido, pero con ritmo.
               -A mí no me sale.
               La segunda vez que intervino el tío, rapeó con él. Tamborileó con los dedos en el volante al ritmo de las palmadas y sonrió con satisfacción cuando alabé su rap.
               -Tengo que decirle a tu hermano que tenemos que enseñarte a rapear.
               Pasó otra canción de Sia con la que volví a lucirme, y luego, otro rap que me sonaba. Scott silbó, se echó a reír y siguió con la canción, hasta que yo conseguí situarme gracias a las voces femeninas. Nos miramos y empezamos.
               -I call my girls, hey, cause i got a problem (what?), only a curl (aha), it’s gonna solve it.
               Subió el volumen y cantamos los dos juntos, riéndonos y diciendo “gilipollas” cuando Little Mix sólo añadían el sonido de una campanilla. Hicimos las notas altas, incluso las elevamos un poco más cuando nos atrevimos, le hicimos armonías al otro y aceptamos ser la voz principal.
               Cuando terminó la canción, yo estaba extasiada.
               -¡No sabía que te gustaran Little Mix!
               -¿Será puta coña? Si son unas diosas de la canción, lo mejor que le ha pasado a este país musicalmente hablando.
               -Tu padre es Zayn Malik-le recordé, decidiendo ignorar la sensación de vértigo que me produjo pensar tu suegro es Zayn Malik, y Zayn Malik es el padre de Scott.
               -Lo cual indica que hablo con conocimiento de causa-me vaciló.
               -Hair es para él.
               -Ya lo sé.
               -¿No te parece un poco fuerte cantarla?
               -¿Por? Fue un cabrón con Perrie, las cosas como son. Se merecería cuatro discos, pero fueron buenas y sólo le dedicaron una canción.
               -Eres malo como él-me burlé, y él se echó a reír.
               -Es verdad.
               -Pero son unas jefas.
               -Los mejores directos que ha habido y habrá nunca.
               -No las hemos visto en directo-repliqué.
               -Pero tenemos internet en casa. Dime ahora que nuestros padres tienen mejor directo que ellas.
               -Sería mentir. Yo no pagaría por ir a un concierto de One Direction, sinceramente-respondí, cruzándome de brazos y apartándome un mechón de pelo de la cara, en modo diva. Demasiado caóticos, demasiadas gilipolleces en el escenario, muy poca coordinación… y pocas veces conseguían estar a la altura de las canciones en todo momento. De eso, la mayoría de las veces la culpa recaía en papá.
               Y estaba el minúsculo detalle de que mantenían canciones cantadas por cinco cuando hubo una época en la que fueron sólo cuatro.
               -Yo tampoco-reconoció-. En cambio, por Little mix, me prostituiría una semana.
               -Tampoco sería mucho cambio de la vida que llevabas antes, ¿o no?
               -Tendría más pasta-fue su respuesta, metiéndose por un desvío y sonriendo, sumido en sus pensamientos.
               -Fíjate cuánto cambia la gente en un mes, ¿eh, S? Quién te ha visto y quién te ve.
               -Ya ves-se echó a reír-. Pero, ¿quién te habría dicho a ti que estarías un mes conmigo?
               -Pf-sacudí la cabeza.
               Estábamos llegando al centro comercial cuando pusieron otra canción. Esta vez, era su primer single, Wings.
               Esperó pacientemente a que terminara la canción para apagar la radio y ponerse a aparcar.
               -Esto requiere concentración.
               Me quedé callada, dejando que se centrara y avisándolo cuando me parecía que estaba acercándose demasiado a otros coches. Cuatro ojos eran mejores que dos.
               -¿Cuál es tu favorita?-preguntó cuando apagó el motor y suspiró, orgulloso por habernos traído con vida.
               -Jesy. ¿La tuya?
               Y sonrió con su media sonrisa.
               -¿Qué pasa?-me incorporé un poco.
               -Adivínalo.
               Me lo quedé mirando, él bajó la mirada un segundo, para mantenérmela mejor.
               -¡No! ¿En serio? ¡Scott! ¿Perrie?-casi chillé.
               -Soy hijo de mi padre-fue su respuesta.
               Hizo de una tarde de lunes de fin de trimestre, que prometía ser más asquerosa incluso de lo que podría llegar a pensarse, un día genial. No importaba que lloviera, ni que apenas prestáramos atención a la película que habíamos decidido ver (después de pelearnos porque nuestros gustos no coincidían) porque estábamos ocupados metiéndonos mano, besándonos y aprovechando que éramos los únicos en la sala (el cine independiente no tiene mucho éxito entre semana) para amenazar con pasar a mayores.
               No lo terminamos haciendo en el cine, pero no sería por falta de ganas por parte de ninguno de los dos. Cuando me puse encima de él y empecé a besarlo con más insistencia de la que lo había hecho hasta entonces, me agarró de las caderas, se aseguró de que notara que tenía las mismas ganas que yo, y me miró a los ojos en la oscuridad.
               -Podemos hacerlo si quieres, pero… hoy quería demostrarte que, para mí, esto es bastante más que sexo.
               Me aparté un mechón de pelo de la cara y asentí con la cabeza.
               -Para mí también.
               -Vale.
               Nos miramos el uno al otro. Tenía los labios un poco doloridos por la sal de las palomitas y sus besos, pero nunca me había sentido mejor. Me acarició despacio la cintura y yo me dejé hacer.
               -¿Qué te parece si esperamos, eh? ¿Al fin de semana, por ejemplo?
               -Dejemos el polvo en el cine para cuando hagamos dos meses-concedí, me di la vuelta, me quedé sentada en sus piernas, con la cabeza apoyada en su hombro, mi nariz en su cuello y mis labios en la pantalla. Le acaricié el pecho y, a pesar de que se había empezado a tranquilizar, el animal que tenía dentro pareció cobrar fuerza con la ayuda de mis dedos.
               -Facilítame un poco la vida, nena-sonrió, y yo le besé el cuello, y él bufó.
               Salimos de la sala cogidos de la mano, como habíamos entrado, pero yo con el pelo un poco revuelto y él, con marcas de pintalabios en su boca. Nadie nos juzgaría; estábamos en la edad de convertir el cine en un pasatiempo más con tu pareja en lugar de con los actores a los que se suponía que debías prestarles atención.
               Los dos estábamos de muy buen humor, y nos quedamos metidos en el coche, hablando y riéndonos, mucho después de aparcar él a la entrada de mi casa. Se intuía luz en los árboles del patio trasero; seguramente Diana y Tommy estuvieran en la habitación de ella, quizás estudiando sus apuntes, quizás estudiándose el uno al otro.
               Scott miró la calle, tragó saliva, y me miró a mí. Le acaricié la mano y él la cerró alrededor de la mía, negándose a dejarme marchar.
               -Te echo muchísimo de menos, Scott-susurré-. Tener que verte todos los días, y no poder siquiera abrazarte…
               -Pero ahora estoy aquí-me contestó él, y sí, el “ahora” y el “aquí” eran todo lo que yo necesitaba y a lo que me aferraba en ese instante. Me acarició los labios y yo sonreí con tristeza; su pulgar siguió la curvatura de mi boca-. Y soy todo tuyo.
               Otra vez esa sensación de estar experimentando el Big Bang dentro de mí.
               -Vamos a Londres-comentó finalmente.
               -¿A qué?
               -A pasar el fin de semana en el piso de mis padres-respondió.
               -Pero Tommy…
               -Se van a Bradford a ver a mis abuelos. Nos toca comer en casa de los padres de mi madre en Navidad, así que…-se encogió de hombros-. Puedo perderme “accidentalmente”.
               ¡Dios, qué bien sonaba!
               -¿Cuándo?
               -Cuando termine el trimestre. Así tendré todo el tiempo del mundo para estar contigo, sin presiones ni nada.
               Sonaba demasiado bien para ser posible.
               -Marlene quiere irse de fin de semana también para celebrar el fin de exámenes. A la casa de sus abuelos, en Canterbury-murmuré. Él suspiró, asintió con la cabeza y se quedó mirando la calle. Llovía demasiado para arrancar e irse a casa-. Puedo decirle que me ha surgido algo, si quieres.
               -Un fin de semana repleto de sexo con tu novio-asintió con la cabeza-. El, en serio, no hace falta que…
               -Puedo ir con ellas en otra ocasión. No vamos a tener una oportunidad tan buena en un montón de tiempo.
               -¿Estás segura?
               -Prefiero estar contigo; a mis amigas las veo todos los días y salimos todos los fines de semana. Además-medité-, en vacaciones no va a ser tan fácil… ya sabes…-alcé las cejas y él se echó a reír.
               Me besó en los labios, aliviado de que hubiera aceptado sin oponer resistencia. Se había pasado la noche anterior jugando con una pelota de baloncesto minúscula, hecha de tela, que le cabía en la mano, lanzándola al aire y recogiéndola y pensando qué podía hacer para darme todo el tiempo posible, desembolsar su deuda de cinco minutos diarios de una vez, antes de que empezaran a correr intereses.
               Me acompañó a la puerta, volvió a besarme, lo invité a pasar, se quedó a cenar, puteó a Tommy todo lo que quiso y más con cómo lo había pasado mi hermano en el entrenamiento con las modelos (“mejor que tú, hijo de puta”, terminó contestando Tommy, y los dos se rieron). Esa noche, segura de que Tommy estaba solo en su habitación, recogí un catálogo abandonado de Victoria’s Secret y subí a pedirle consejo a Diana. A ella se le tenían que dar, por fuerza, mejor que a mí estas cosas. Al fin y al cabo, ella era la modelo, hija de una diseñadora, y no yo.
               Scott no me dio opción a que cambiara de opinión; al día siguiente, en el recreo, aprovechando que ya cundía oficialmente la histeria entre los cursos superiores, se escapó de la biblioteca y fue a buscarnos. En época de exámenes, al cafetería se llenaba de gente demasiado agobiada que pasaba sus apuntes a toda velocidad, lo cual nos agobiaba a nosotras, por lo que nos sentábamos en unas escaleras al final de un pasillo a mirar por la ventana y lamentarnos de nuestra suerte, hablar de lo que íbamos a hacer en vacaciones, los regalos que esperábamos que las otras se deslomaran para conseguirnos (en broma, evidentemente), los trabajos que nos mandaban para mantenernos ocupadas…
               … ah, y los novios.
               Scott era el único tema de conversación últimamente, más por cabrearme que por otra cosa.
               Imagínate cuando lo vieron aparecer y yo me levanté como un resorte, sorprendida y complacida de verlo solo.
               -Hola-saludó, y yo también, y me puse roja muy a mi pesar, y mis amigas empezaron a reírse, y yo me puse más roja aún. Me dio un beso en la frente y todas contuvieron la respiración. Scott no podía darme besos en la frente, se suponía que follábamos en baños, nuestra relación no podía ser tan genial.
               Mi novio clavó los ojos directamente en Marlene.
               -Marlene-dijo, y todas enmudecieron en el acto. Miraron a mi amiga, que se puso aún más roja que yo (dulce victoria), se levantó muy despacio, temiendo hacer movimientos bruscos, y se alisó la falda.
               -Scott-replicó ella, intentando hacerse la valiente pero tartamudeando en la primera sílaba.
               -Bueno, chicas, no sé si El-suspiro general, ¡joder, también la llama “El”, ¿puede ser más perfecto?!- os ha dicho algo, pero el caso es que ayer hicimos un mes-“ooooh” colectivo, Marlene estaba a punto de echarse a temblar de miedo, porque todas habíamos andado en algún punto de nuestra vida detrás de Scott, y donde hubo fuego, cenizas quedan-y para celebrarlo, habíamos hablado de pasar un fin de semana…
               -Me lo dijiste tú-corregí, y todas me lanzaron una mirada envenenada, ¡cómo te atreves a corregir a nuestro Señor y Salvador, Scott Malik, el príncipe de los polvos, el rey del sexo, el emperador de estar bueno, so pecadora, te mereces ir a la horca!
               -Bueno, vale, pues como soy un novio adorable-otro suspiro, porque esa palabra de sus labios era el verdadero nombre del dios verdadero-, la invité a pasar un fin de semana solos en casa de mis padres el primer fin de semana de vacaciones-asintieron despacio, intentando entender. Marlene estaba a punto de desmayarse-, porque luego yo me marcho a Bradford y no voy a poder verla hasta… ¿cuándo, mi amor?
               Pude ver en cada uno de sus rostros cómo sus cerebros se desconectaban y las neuronas empezaban a corretear extasiadas gritando “también la llama mi amor”, “zorra con suerte”, “la llama mi amor”, “MADRE MÍA” y sucedáneos. Lo mismo que me pasaba a mí, en resumen.
               -Fin de año, creo.
               -Fin de año-repitió él-. Así que, ¿os importa que me la quede?
               Murmullos de aprobación. Miró a Marlene y el corazón de Marlene de repente se creyó su estómago, porque le entraron ganas de hacer la digestión en lugar de bombear sangre; sus pulmones pensaron que eran su cerebro y empezaron a enviar impulsos nerviosos a todo su cuerpo… y su cerebro cogió un abrigo, una maleta y un gorro, y saliendo por la puerta se despidió con un “¡hasta luego, Lucas, yo con esos ojos no puedo!”.
               -¿Marlene? ¿Te parece bien si soy yo el que se la lleva a su casa y no tú?
               Marlene asintió muy despacio. Scott se mordió el labio y pude sentir cómo todas mojaban las bragas. Todas. Sin excepción. Yo incluida.
               -¿Seguro que no te importa?
               -No, no-musitó Marlene, bajando la mirada. Era chula como ella sola, pero a la hora de la verdad, pasaba de ser un rotweiller a un chihuahua. Y Scott, sonriendo victorioso, se inclinó hacia ella y le dio un beso en la mejilla.
               Las chicas habrían protestado en cualquier otra situación, pero tenían delante a Scott y no a un tío cualquiera.
               -Eres un sol-dijo él, y supe en ese instante que Marlene no se casaría nunca, se convertiría en una loca de los gatos que le habla a su microondas porque le gusta saber que puede calentar algo  con su boca, porque en su vida ningún otro tío conseguiría superar a Scott.
               -No es nada…-musitó ella, y él asintió.
               -Te veo luego, nena.
               ¡TAMBIÉN LA LLAMA NENA!, chillaron internamente mis amigas, ¡DEBEMOS MATARLA Y REPARTIRNOS SU SUERTE!
               Me besó en los labios (consiguió que mis amigas me odiaran), les guiñó un ojo a todas (ahí ya no me odiaron tanto) y volvió a la biblioteca.
               Cuando giró la esquina del pasillo y se perdió de vista, empezaron a chillar.
               -¡¡¡¡HABÉIS VISTO ESO!!!!!!
               -CREO QUE ME HE CORRIDO CUANDO NOS HA GUIÑADO EL OJO.
               -LA PUTA QUE TE PARIÓ, ELEANOR, CON EL HERMANO QUE TIENES YA TE BASTABA.
               -DIOS MÍO, CREO QUE QUIERO IR A MIRAR CÓMO SE ACUESTAN ESE FIN DE SEMANA.
               Marlene no abrió la boca. Se tocaba la mejilla. Se dejó caer en silencio y las chicas le pusieron una mano en el hombro, la cintura, el pelo, donde fuera. Scott acababa de besarla y ahora era algo bendito.
               -Scott Malik me ha dado un puto beso en la mejilla. Es el mejor día de toda mi jodida existencia.
               -¿Se nota el piercing?
               -Seguro que lo hace genial.
               -Me voy a morir virgen por culpa del novio de Eleanor, pero la verdad es que me la suda.
               -¿¡Me habéis oído!?-ladró Marlene-. ¡Scott! ¡Malik! ¡Me! ¡Ha! ¡Dado! ¡Un! ¡Beso!
               -Yo me lo tiro todos los fines de semana y no me montáis rituales satánicos.
               -Que tú sepas-contestaron al unísono.
               -Y no lo llaméis Scott Malik, joder. Es Scott. Sólo Scott.
               -Se está riendo de nosotras-cacareó Claude-, “sólo” Scott. Yo también quiero a uno que sea “sólo” Scott.
               En el cambio de clase, le mandé un mensaje.
               -Se han vuelto locas, muchas gracias, S.
               Me contestó a los pocos minutos, cuando entraba el profesor por la puerta. Mary puso el estuche delante de mí para que no me viera leer la pantalla del teléfono.
               -A ver si te piensas que tú eres la única que puede usar sus encantos-y un emoticono.
               El lacasito con gafas de sol.
               Evidentemente.
              
Tommy estaba enfurruñado. Era peor que un niño pequeño. No quiso levantarse del sofá para despedirme y apartó la cara cuando le fui a dar un beso. Yo me tiré encima de él, tanto por hacerle de rabiar como porque sabía que, siendo el hermano mayor, estás programado genéticamente para ser el que más echa de menos (yo también iba a hacerlo, aunque fuera un tocapelotas de campeonato y muchas veces me dejara harta), y le planté un enorme beso en la mejilla que le dejó una marca de pintalabios de color ligeramente chocolateado del tamaño de Australia.
               -Déjame-gruñó él-. Estoy de luto. Me abandonáis Scott y tú. No tengo a nadie. Me quiero morir.
               -Mañana te vas a Irlanda, y todavía se queda Diana haciéndote compañía, no seas gruñón.
               -Te odio-replicó, cruzándose de brazos. Le volví a dar un beso y, muy a su pesar, su subconsciente le traicionó y me rodeó la cintura. Me apretujó contra él y me lo devolvió a regañadientes-. ¿Y si ahora no te suelto?
               -Déjame, T, soy un espíritu libre, no debes intentar detenerme.
               -Joder, todavía me acuerdo de cuando eras un piojo tocapelotas que se me metía en la cama para que le leyera el libro de cuentos en español que se trajo mamá de casa. Y ahora, mírate-susurró-. Estás incluso más fea.
               Se rompió el hechizo.
               -Vete a la putísima mierda.
               -No te tires a sureños. No los aguanto.
               -Que. Te. Vayas. A. La. Putísima. Mierda.
               Abracé a Diana, le deseé un buen viaje y le pedí que me mandara un mensaje tanto cuando despegara como cuando aterrizara. La americana me devolvió el abrazo, me acarició la espalda y me deseó que me lo pasara bien.
               -Y tú con T-repliqué, pegándole con la cadera-. Haz que te suplique para que te quedes… y luego, márchate. Que se entere de quién manda.
               Se echó a reír y sacudió la mano en mi dirección cuando me subí al coche de los padres de Mary. Hablamos de lo que se suponía que íbamos a hacer el fin de semana, y nos callamos cuando nos acercamos a la estación. Recé mentalmente por que Scott no hubiera llegado aún.
               No, no lo había hecho.
               La madre de Mary detuvo el coche en una acera, puso los intermitentes y esperó que saliéramos. Insistió en acompañarnos y nosotras en que no lo hiciera. Yo no tenía billete. Además, queríamos hacernos las mayores.
               Esperamos en los tornos a que llegaran las demás; las abracé a todas, ellas a mí, me desearon suerte y yo un buen fin de semana. Me colgué la bolsa de viaje del hombro con seguridad y contemplé cómo cruzaban en fila india las barreras y se dirigían al andén. Se giraron y se despidieron, yo hice lo mismo. Me di la vuelta sobre mis botas y me dirigí hacia la parte que daba a la entrada del metro, en el pequeño centro comercial subterráneo donde había quedado con Scott. No miré atrás; ellas, sí. Especialmente Mary, que, cuando subía al tren, se quedó un momento con un pie en el aire, mirando cómo me perdía entre la gente, y deseándome suerte de corazón.
               Ella era la que mejor sabía hasta qué punto podía ser bueno Scott con una chica. Son las ventajas de ser la hermana de otro de sus amigos, en este caso, de Alec. Sí, eran como el día y la noche, pero se querían con locura, tanto o más que Tommy y yo… porque entendían al otro desde un punto de vista que nadie más compartía. Así que no era de extrañar que, de todas mis amigas, ella fuera la que menos flipara con Scott (porque ya lo conocía), y la que más se alegrara de que fuera a estar tanto tiempo con él.
               -Vamos, Mimi-instó Leigh, y Mary accedió a subir.
               Seguí las líneas del suelo que indicaban la dirección a la estación de autobuses y me detuve en la inmensa plaza subterránea plagada de restaurantes de comida rápida, de cuyo techo colgaban banderas de Reino Unido. Le había mandado un mensaje a Scott cuando me subí al coche para que se fuera acercando al metro; él había ido al piso nada más levantarse de la noche de juerga anterior para ir subiendo las persianas y poniendo la calefacción. Tenía que estar helado, después de una semana cerrado.
               La noche del miércoles y el jueves entero había sido propiedad exclusiva de sus amigos; fueron de fiesta para celebrar el fin de exámenes y que habían sobrevivido a una de las épocas más duras del curso, levantándose a la hora de comer, yendo a comer todos juntos (Diana incluida), saliendo al cine, volviendo a dormir y quedándose otra vez de fiesta hasta que saliera el sol.
               Sólo esperaba que hubiera dormido bien.
               Estaba mirando la entrada del metro, por la que no paraban de materializarse turistas, cuando un grupo de chicos que pasaba a mi lado empezó a silbarme.
               -¿Adónde vas, guapa?
               -¿Te has perdido, mi amor?
               -¿Quieres venir con nosotros a pasártelo bien?
               -¿En serio creéis que con esa actitud de trogloditas vais a meter la polla en un agujero caliente y húmedo que no sea una toalla, imbéciles?-ladré. La única vez en mi vida en que había abandonado esa actitud de “no aceptes la más mínima gilipollez de nadie”, no me violaron por los putos pelos. No iba a dejar que se repitiera otra vez.
               -¡La gatita tiene garras!-se rió el único que no se quedó frío ante mi contestación.
               -Ten cuidado, tesoro, no las vayas a probar en tus bajos fondos y dejes de poder considerarte un tío.
               Sus amigos se echaron a reír cuando se puso colorado. Me dieron por perdida, me llamaron puta, zorra y dijeron que no era tan guapa.
               -Sí, cariño, por eso me entráis nada más verme, ¿verdad? Ah,  y respecto a lo de puta-sonreí-, lo soy con quien se lo merece. Divertíos con vuestras manos; es lo único a lo que vais a poder aspirar en vuestras miserables vidas.
               Se marcharon sacudiendo la cabeza; un par de chicas se acercaron a mí y me preguntaron si estaba bien. No las conocía de nada, ni ellas a mí, pero agradecí el gesto. Dijeron que eran unos imbéciles y que ya era hora de que se encontraran con una como yo; se habían metido con varias extranjeras y ellas habían intervenido siempre ante la timidez de las demás. Incluso llamaron a seguridad, pero enseguida los machitos se acojonaron y se piraron.
               Estaba a punto de sacar el móvil del bolsillo exterior de mi maleta cuando me agarraron por la cintura y me plantaron un beso en el cuello.
               -Hola-saludó-, ¿has esperado mucho?
               -Acabo de llegar, pero unos chavales muy simpáticos que me querían follar en grupo me han entretenido mientras te esperaba.
               Se quedó mirándome, decidiendo si era verdad o mentira.
               -Joder, El, ¿estás bien?
               -No te preocupes-respondí, colgándome de su cuello y besándolo en los labios-, me puedo salvar a mí misma de vez en cuando.
               -Me alegra que…-empezó, y se me quedó mirando y se quedó callado. Empezó por abajo; por las botas que me llegaban a la pantorrilla, las medias hasta el muslo que hacían que se me intuyera un milímetro de piel desnuda, pero para él un milímetro ya era suficiente; el jersey gris largo de cuello de cisne que se acercaba al final de las botas, el pendiente de dos piezas con una cadena que se enganchaba en el cartílago, y que colgaba desde el enganche del lóbulo hasta el pequeño aro que se aferraba con desesperación (o puede que no tanto) al cartílago; los labios con un color nuevo, los ojos con una línea hecha a la perfección (gracias, Diana), y el moño medio despeinado que terminaba conmigo.
               Me sentí muy bien viendo cómo buscaba las palabras.
               -Estás…
               -Genial, espero.
               -Más que eso… joder, El. Muchísimo más que genial.
               -Quería ver si te podía dejar sin habla-respondí, acercándome a él, dejando caer la bolsa a nuestros pies, pasando las manos por su cuello y acariciándole la nuca. Se estaba derritiendo entre mis brazos, era arcilla que yo podía moldear para darle la forma que quisiera en mis dedos…
               Probó mi boca y yo la suya, nos fundimos en un beso lento que se volvió apasionado. Sus manos bajaron a mi cintura, y un poco más abajo. Estábamos en público pero no nos importaba; podríamos darles una lección a todos los que estaban allí, comiendo, esperando para bajar al metro… o esperando a que nos animáramos más para grabar un vídeo porno.
               Ya me podía imaginar los titulares: Zouis vive. Sin más.
               Me eché a reír, imaginándome la escena. Él también sonrió, sin saber por qué me reía; sólo sabía que le gustaba que me riera mientras nos besábamos.
               Me apretó un poco el culo y yo bajé por su mandíbula.
               -Joder, El-susurró cuando le besé por debajo de la mandíbula. Me encantaba oírlo decir “joder” igual que a él le gustaba verme decirlo a mí. Se mordía el labio de una manera que hacía que quisiera morirme. Y más ahora que sabía cómo lo hacía. Quería que me matara a base de polvos, que me redujera a cenizas. Madre mía, qué bien lo hace. En la cama, en el suelo, en un probador, en un baño. Da igual, es el mejor.
              Menos mal que es el último.
               -Si seguimos en este plan, no vamos a llegar a casa-meditó él.
               -Podemos buscarnos un baño.
               Se echó a reír, y yo también. Recogí la bolsa del suelo y nos metimos en el metro; se empeñó en llevarla a cuestas él cuando salimos del tren y hasta que llegáramos a su edificio. Subimos besándonos en el ascensor, él se quedó mirando el botón de stop, decidiendo si merecía la pena quedarnos encerrados y terminar de darme lo que yo quería, pero, finalmente, decidió que nos bastaría con llegar a casa bien.
               Metió las llaves en la cerradura y empujó la puerta, invitándome a entrar. Yo fui la primera en entrar, y vi cómo esperaba con impaciencia mi reacción. Me imaginaba el apartamento bastante más grande, pero las enormes ventanas que lo rodeaban lo hacían incluso mayor de lo que parecía. Era pequeño, sí, pero no sabía si me gustaba más que el de mis padres.
               -No he podido ir a comprar comida para la cena, ¿te hago el tour más tarde?-inquirió, alzando los hombros y enredando las manos detrás de la espalda. Asentí, me incliné a la cartera y bajamos a un supermercado que había en la calle. Era pequeño, pero suficiente para nosotros. Cogimos verduras, carne, fruta (le prometí que le haría un plato especial que me había enseñado mi madre al día siguiente)…
               … ah, y preservativos. Cosa importante. Más que la comida, me atrevería a decir.
               Me tiró una caja morada; yo la cogí al vuelo y me la quedé mirando.
               -¿Será bastante?-pregunté.
               -Me entusiasma tu optimismo, El, pero yo también tengo cuerpo. Es de 12-respondió.
               -Vamos a estar tres días juntos. Solos.
               Sonrió mordiéndose el piercing, como si estuviera orgulloso de que acabara de pasar una prueba de fuego del que sólo él tenía conocimiento.
               -Tengo suerte de haberte encontrado-dijo por fin, cogiendo otra. Si por mí fuera, las habríamos gastado para mañana por la mañana. Se quedó en el pasillo mientras yo seguía con la cesta. Me giré sobre los tacones de las botas y lo miré.
               -Scott.
               -¿Cogemos un lubricante?-preguntó, enseñándome dos botecitos de dos colores diferentes.
               -Mi vida, sinceramente, ¿de verdad crees que los necesitamos?
               -Es por experimentar, mujer.
               -No te precipites, S. Llevamos un mes. No corras.
               -Eleanor-dijo él-, te comí el coño al día siguiente de empezar a salir. Creo que es un poco tarde para pedirme que no corramos.
               Me eché a reír, me acerqué a él, le cogí la cara entre las manos y lo besé con pasión, como recalcando mi pregunta. Nuestras lenguas se acariciaron la una a la otra igual que él me había acariciado en aquella madrugada de viernes para sábado, en la que estaba asustada y confusa y no me podía creer lo que me estaba pasando, cómo había cambiado mi suerte en un par de segundos cruciales para mí.
               De tener las manos de ese baboso de mierda a tener las de él había un mundo de distancia… recordé cuando estaba en aquel cubículo, pensando cómo librarme de aquello, si pedir ayuda serviría de algo; no sabía que Diana estaba fuera, y con la fama que tenía Simon de buen chico, nadie me creería si yo lo contaba… si me veían allí… le echarían la culpa al alcohol. Porque no os equivoquéis: no son los violadores los que violan, oh, no, pobrecitos. Son las copas de más que llevan encima. Son buenas personas. Dan los buenos días.
               Supliqué por una salida y la salida se plantó ante mí, y antes de que me quisiera dar cuenta, volvía a estar en un callejón: Scott se ensañaba con él, y veía en sus ojos que no iba a poder parar, y no me hacía caso cuando tiraba de él para separarlos… y yo pensaba “Eleanor, joder, tienes que parar esto, como lo mate lo perderéis tú y lo perderá Tommy, y como lo pierda Tommy, tú también perderás a tu hermano”.
               No pensé en besarlo hasta que tuve sus labios sobre los míos, y no sabría decir cuál de los dos flipó más. ¡Acabas de besar a Scott, imbécil! ¿Por qué te haces esto? ¿Cómo puedes traicionarte de esa manera?
               Con mis labios había invocado a un ángel.
               Y con mis labios lo conservaría.
               Ya arriba, dejamos las bolsas en la cocina y empezamos a besarnos. Nos costaría dios y ayuda llegar al dormitorio, pero lo conseguiríamos; tenía una sorpresa para él, un regalo atrasado de aniversario, o como quiera que se llamen los aniversarios cuando son mensuales.
               -Scott. Scott-susurré-, S-sus manos subían por mis muslos, me había sentado encima de la mesa y no paraba de besarme, de acariciarme y hacerme ver que podría volverme loca con sus manos si se le apetecía.
               -Mm-susurró, deteniéndose en la oreja que tenía un pendiente más sencillo y mordiendo despacio el lóbulo. Se acabó, va a hacer que me corra y sin penetración.
               -La casa.
               -Sí, es muy bonita-asintió, siguiendo mis curvas con las manos.
               -No-y me eché a reír, y fue hasta mi boca, a comerse mis carcajadas-, que me la enseñes.
               -Ah-replicó, se mordió los labios, asintió con la cabeza, miró a su alrededor, como ubicándose, y musitó-. Es verdad. Ven.
               Me deslicé por la mesa hasta el suelo y lo seguí. Me sacó hall e hizo un gesto en dirección a la cocina.
               -La cocina-anunció, y yo me eché a reír.
               -Creo que la conozco.
               Me llevó hasta el salón, me sacó la terraza y me enseñó las vistas, me abrazó por detrás y me mordió de nuevo el lóbulo de la oreja, me confesó que nunca lo había hecho en un balcón y que le apetecía un montón saber qué se sentía, y yo le dije que algo podríamos hacer para solucionarlo… me llevó hasta el baño, me enseñó un par de habitaciones con camas individuales, y luego me llevó a la mayor de todas. Tenía las paredes blancas, la inmensa cama que la presidía no tenía cabecero, y tenía una terraza propia que daba al Támesis.
               -Lo mejor para el final, ¿eh?-me reí, y empecé a besarlo, y antes de que quisiéramos darnos cuenta, yo estaba tumbada encima de él, con sus manos por todo mi cuerpo y las mías siguiendo el suyo. Lo notaba duro debajo de mí, y seguro que él podía sentir las ganas que le tenía. Subió una mano de mi rodilla hasta mis bragas, y yo gemí su nombre… y empezó a desabrocharse el pantalón.
               -Scott. Espera.
               Se quedó quieto. Era un sol, madre mía, seguro que si le dijera que parase entre embestida y embestida, justo cuando estuviera a punto de correrse, lo haría.
               -¿Qué pasa? ¿Voy muy rápido?
               -No, vas genial, y tengo muchísimas ganas…
               -Menos mal, porque, nena, estás tan guapa hoy…-y me volvió a besar, y me cogió la mano y dejó que tirara de él para dejarlo sentado al borde de la cama.
               -Tengo una sorpresa para ti-anuncié, ceremoniosa, y me bajé la cremallera de una bota.
               -¿Entradas para la final de la Champions? Porque si no va el Manchester, puedes ir vendiéndolas-se burló.
               -Mejor-repliqué, inclinándome para besarlo y dándole un beso en los labios. Observó con interés cómo me descalzaba, luego, cómo me quitaba la otra bota, cómo me bajaba las medias (sería demasiado que me las dejara puestas), cómo salía de ellas, cómo jugaba con la parte baja del jersey, hasta que vi en sus ojos que no podía más, y me decidí a quitármelo.
               Se le secó la boca al ver mi sujetador de encaje negro con un par de tiras por el costado que se enganchaban de nuevo atrás, las diminutas figuras dibujadas en tela que apenas se intuían pero que no hacían más que reafirmar mis curvas, y las bragas a juego, enganchadas al sujetador con otro par de tiras, esta vez más gruesas, al sujetador.
               Se apoyó en las rodillas, bufó, se me quedó mirando, se frotó la cara y se dejó las manos en la boca.
               -¿Qué llevas puesto, Eleanor?-dijo por fin. Tenía la voz ronca. Me lo haría en el suelo, lo estaba viendo.
               Yo quería que me lo hiciera en el suelo.
               -¿Esto?-repliqué yo, jugando con el tirante del sujetador. Siguió mi mano con atención y casi con temor reverencial-. Lo primero que he cogido. ¿Te gusta?
               Se frotó los ojos de nuevo y volvió a suspirar. Me siguió mirando, se aclaró la garganta y me cogió de la mano, tirando de mí.
               -Te voy a decir exactamente lo que te voy a hacer ahora por esto. Te voy a terminar de desnudar yo. Te voy a besar hasta que me supliques que entre en ti, y, ¿sabes qué? Lo voy a hacer. Muy fuerte-me besó el ombligo y me apeteció empezar a suplicar en ese mismo instante-. Espero no dejarte paralítica, pero no te prometo nada. No va a ser nada personal, pero es que tú eres preciosa y me encanta el encaje.
               -Sabrae me lo dijo-respondí, sentándome sobre sus piernas y empezando a moverme. Lo notaba duro debajo de mí.
               -La madre que la parió-replicó, no sé si por su hermana o por mí, y me ayudó a quitarle la camiseta y me empezó a besar por todo el cuerpo, me deslizó los tirantes del sujetador por los hombros, me lo bajó de los pechos y empezó a besarme, y a morderme, y a hacerme gemir… me lo desabrochó y me lo quitó, y yo me peleé con sus pantalones.
               -Luego, si quieres, lo hacemos despacio-me dijo.
               -Fuerte está bien-respondí, ayudándolo con mis bragas y quitándome los pendientes, no fuera a ser que me terminara arrancando una oreja-. Me gusta. Eres más tú cuando lo hacemos fuerte.
               La primera vez que lo habíamos hecho, había sido fuerte. Uno de los mejores polvos de mi vida. No es que mi vida sexual tuviera mucho que envidiar (para nada, más bien), pero él tenía una forma de hacerlo con la que los demás no podían ni soñar. Parecía leerte la mente mientras estaba en tu interior, se movía hacia donde tú querías y te sorprendía demostrándote que cosas que ni sabías que existieran te volvían loca.
               Terminó de desnudarme y nos ocupamos de él, me quedé mirando su erección mientras se peleaba con el paquetito. Estuvo a un pelo de pedirme hacerlo sin nada. Yo estuve a un pelo de sugerirle hacerlo sin nada.
               Pero el paquetito cedió, menos mal.
               Se puso el condón y entró en mí con ansia, y yo grité su nombre, y follamos como nunca había follado con nadie en toda mi vida. Me besó, me mordió, me recorrió con sus manos, activando mis células; sentía mis caricias muy dentro, era como si sus manos llegaran hasta mi alma.
               Se corrió con un gemido, pero siguió moviéndose, decidido a que yo me corriera de la misma forma que lo había hecho él.
               Me devoró como el diabético que espera con impaciencia su cumpleaños para poder comer tarta.
               Yo me retorcí, le supliqué que parara y que no se detuviera nunca, susurré y grité su nombre, y protesté cuando sintió que me acercaba y me puso la mano en la boca.
               -Scott, estamos solos, no tienes que… ¡DIOS!
               -Es la costumbre, nena, perdona.
               Me eché a temblar, estaba cerca, muy cerca. Me acarició los pechos, me los besó, me besó en los labios, me besó la mandíbula sin parar de embestirme y de acompañar a mis caderas.
               -Córrete para mí, nena-susurró en mi oído, y fue la gota que colmó el vaso. Obedecí gritando su nombre, arqueando la espalda, contrayendo todo mi cuerpo y dejándolo libre una vez más.
               Me quedé tendida en la cama, sudorosa y borracha de él, recuperando el aliento.
               Salió de mi interior y se tumbó a mi lado. Recuperamos el aliento mirándonos de vez en cuando, y echándonos a reír.
               -Supongo que cuando le contemos a Tommy lo nuestro, no le hablaremos de esto, ¿no?
               Se echó a reír y me besó en los labios.
               Continuamos mirando al techo. Sentía cómo todas y cada una de las estrellas del firmamento, ocultas por la luz del celoso sol, nos contemplaban con admiración. Yo había estado entre ellas por un momento, y ellas adoraban soñar con ser una doncella a la que posee un caballero. Se alegraban por mí igual que yo me alegraba cuando se precipitaban finalmente hacia la tierra para concedernos a los mortales un deseo.
               -¿Te he hecho daño?-preguntó Scott, arrancándome del abrazo de las estrellas al arrasar mi tranquilidad acercándome a él.
               -Scott, tienes una polla, no un cohete espacial.
               -Puede, pero es juguetona.
               Me eché a reír hasta que prácticamente me dolió la barriga. Le acaricié el pelo negro como la noche, como la noche estrellada en la que habíamos estado hacía unos minutos.
               -¿Qué voy a hacer contigo?-meditó, pasando un dedo juguetón por mi silueta.
               -Cosas malas, espero.
               Llenó cada uno de mis poros de calor al acariciarme como sólo él sabía. Casi sentía cómo mis moléculas se peleaban por acercarse más a sus manos. Me acarició el costado, los pechos, las clavículas, el cuello, la mandíbula. Los labios.
               -Te quiero, El. Joder, estoy loco por ti, ¿sabes? Ni viviendo 50 putas vidas podría dar las gracias haberte encontrado, ni en 75 conseguiría que me perdonases el haber estado tan ciego durante tantísimo tiempo.
               Ahora me tocó a mí acariciarle el costado.
               -No hay ceguera peor que no querer mirar.
               Sonrió. En su cuerpo, vivía Zayn. Pero en sus ojos, reinaba Sherezade.
               -No me cites a la diosa Shakira después de hacerlo, porque no respondo.
               -Lo hecho está hecho, volví a tropezar con la misma piedra que hubo siempre-sonreí, sentándome sobre él y besándole el cuello-. Se siente tan bien todo lo que hace mal y contigo nunca es suficiente
               Se incorporó y empezó a besarme. Me acarició la espalda y la cintura.
               -¿Quieres más?
               -Sí.
               -Eres insaciable.
               -Llevo un montón esperando, Scott, entiéndeme.
               -No has estado a pan y agua, precisamente-se burló, besándome la punta de la nariz.
               -Hijo de mi vida, estaba esperándote, no muerta.
               -No te culpo, que conste-me apartó un mechón de pelo rebelde detrás de la oreja y yo me deshice el moño. Dejé las dos gomas del pelo en la mesilla de noche.
               -Aunque lo hicieras, tampoco me iba a quitar el sueño.
               -Eres tonta.
               Volvió a tumbarse encima de mí; sentía la almohada en mis pies. Me besó despacio, me recorrió con su boca, y yo me estremecí con cada beso. El piercing estaba frío al contacto con mi piel, pero todo lo demás era puro fuego.
               -Hueles genial-susurró, de nuevo dentro de mí, embistiéndome esta vez suavemente.
               -Gracias.
               -¿Qué colonia es?
               Me eché a reír.
               -No me jodas-respondió, incrédulo, y se quedó quieto un instante, de manera que yo tuve que  poner más de mi parte.
               -Tengo la fórmula en casa. Cada vez que subimos a Doncaster, yo me paso por el laboratorio y les pido que me hagan un par de botecitos.
               -Pues huele bien-respondió, besándome el cuello.
               -Sí, lo único bueno que han hecho nuestros padres con You&I, porque el vídeo…
               -No me hables del vídeo, ¿quieres? Podría pasarme el fin de semana entero explicando por qué es basura.
               Me eché a reír de nuevo.
               -No te tapes la boca cuando te ríes, El. Tienes una sonrisa preciosa.
               Fue en ese preciso instante cuando mandé a la mierda todos mis sentimientos “positivos” en lo referente a estar con Scott de cara al público. No me gustaba estar con él por poder presumir de él, aunque fuera con poca gente. No me gustaba porque fuera el chico al que todas querían.
               Me gustaba estar con él por cómo me hacía sentir estando solos. Por cómo me cuidaba y se aseguraba de que yo estuviera bien incluso cuando todo parecía apuntar a que lo estaba… y por cómo mejoraba mi humor cuando nadie, ni siquiera yo, creía que pudiera hacerse.
               Le acaricié el cuello, lo miré a los ojos y sonreí. Sonreímos los dos mientras seguíamos haciendo el amor.
               Qué suerte tienes, pensé, porque nadie lo conoce desde que nació.
               Sí. Nadie había experimentado su magia desde el primer día en ese mundo.
               Sólo yo.


Salimos a bailar. Es sábado; es lo natural y lo lógico. Diana estará a punto de aterrizar en su casa y Tommy se estará metiendo con Chad por irse a la cama tan temprano.
               En un principio, íbamos a ir directamente a la discoteca más famosa de Londres (por motivos ligeramente diferentes a los que la gente suele considerar famosas las discotecas), cenando primero en casa, pero Scott sugirió que antes nos comiéramos una hamburguesa o algo así. Casi habíamos quemado la comida esa misma mañana, y nos había costado un montón terminar salvándola. Nos habíamos distraído mucho el uno con el otro.
               Pasamos delante de un kebab y yo le solté la pregunta más estúpida de todo el mundo, porque me moría de curiosidad por saber si él sabía prepararlos.
               Se detuvo en medio de la calle y me miró.
               -¿En serio, mi amor? ¿En puto serio? Soy pakistaní-mentira, su bisabuelo era pakistaní; él era más inglés que yo, una mestiza inglesa y española-, y el kebab es turco. Entre Turquía y Pakistán hay como… una millonada de kilómetros. Así que perdóname si encuentro muy racista que me espetes que si sé hacer kebabs, cuando, ¿hola? ¿La pasta es italiana y tu madre es española, no? ¿Acaso sabe tu madre preparar espaguetis?
               -Claro, sabe todo el mundo-repliqué, echándome a reír.
               -Bueno, pues un plato italiano.
               -Vale, hombre, no te enfades. Si no sabes hacer kebabs, me lo dices y punto.
               Me cogió la mano, todo ofendido.
               -Pues claro que sé. Tengo cultura.
               Y nos echamos a reír y nos besamos, pero terminamos entrando en un Burger King.
               Y, después de quince minutos haciendo cola (pillamos a los porteros en un buen momento y la discoteca no estaba muy llena aún), conseguimos entrar. Me apetecía muchísimo bailar, aunque el vestido que había cogido por si las moscas en casa, corto tanto por arriba como por abajo, y que Scott se había apresurado a alabar, tampoco me dejaba mucha libertad de movimientos. Pero yo sacudí las caderas y el pelo igual, le canté a Scott al oído las canciones lentas que mejor me sabía igual que él me cantaría al día siguiente.
               Incluso pusieron canciones en español, y él me juró que, como le siguiera hablando en mi lengua, me arrastraría hasta el baño y me volvería a hacer suya allí. Desgraciadamente, no me sabía la siguiente canción que pinchó el dj, pero me sirvió para sonreírle a mi chico y besarlo en los labios, enredar mis dedos en su pelo mientras sus manos bajaban por mi culo y me lo apretaban. Nuestros cuerpos estaban muy pegados, y yo sentía su excitación pegada a mi entrepierna.
               Tenía tanta hambre como yo.
               Nos miramos a los ojos y no necesitamos más. Pusieron Pillowtalk, él alzó las manos y soltó un:
               -¡No me lo puedo creer!
               Yo sacudí la cabeza, lo besé en los labios, pidiéndole que se centrara. Con un segundo de mirarnos a los ojos ya sabíamos que queríamos ejecutar el ballet más antiguo del mundo, aquel que hacía que la humana fuera la especie más abundante en el planeta en lo que se referí a mamíferos.
               Aquella discoteca era famosa en Londres porque decían que había algo en el ambiente que hacía que todo el mundo se excitase con más facilidad. Pocos eran los que iban al baño a usarlos para lo que realmente servían. Normalmente, los llenaban bailarines como nosotros.
               Entramos en el baño empujándonos y besándonos, yo preguntándome si tendríamos algo por los baños, él, estando seguro de ello. Encontramos un cubículo abierto, teníamos mucha suerte. Nos metimos dentro, no estaba muy limpio ni era un hotel de lujo, pero serviría.
               Se escuchaban los gemidos, los suspiros y los movimientos de los otros bailarines. Y eso no hizo más que calentarnos.
               Empujé a Scott a la taza del váter. Se sentó en ella y se bajó la cremallera un poco.
               Me senté encima de él, porque ya estaba bien de que se pusiera encima la mayoría de las veces (y porque era más fácil en ese lugar si yo era la que mandaba) y me balanceé sobre su dureza.
               -No me hagas esto, mi niña.
               Le permití meter la mano por mis bragas y quitármelas, y me las tiró al suelo. Me acarició abajo, preparándome. Finalmente, entró en mí con fuerza, y yo no pude contener una exclamación. Y también, una sonrisa. Sacudí las caderas al ritmo de las de él, con muchísima fuerza. Me bajó el vestido y me acarició, me manoseó, me besó y me mordió los pechos.
               Cada polvo con él era mejor que el anterior.
               Me derretí en sus manos. Me derretí sobre él. Era un helado puesto al sol, un muñeco de nieve al  llegar la primavera.
               Grité su nombre, y eso acabó con él. Gimió, en mi interior noté un par de sacudidas, y supe que lo había hecho. Me sentí como una diosa, sabiendo hasta qué punto podía volverlo loco. Mil veces más de lo que jamás me hubiera atrevido a soñar, ya no digamos pensar.
               -He vuelto a dejarte marcas-murmuró con la tranquilidad de quien acaba de llegar al orgasmo con éxito. Me acarició el cuello como cuando le enseñé los que me había hecho en el probador, aquel idílico probador. No sabía de las que le había hecho yo en el cuello ni en el pecho; yo también sabía morder.
               Un poco dolorida tanto abajo como arriba, me incorporé y me escapé de su abrazo. Me subí el vestido, asegurándome de que todo volviera a estar en su sitio, y me limpié un poco las piernas (un par de gotitas, mías y no de él, se deslizaron por ellas), y me incliné para recoger mis bragas, pero él era más rápido. Se las guardó en el bolsillo y me dedicó su mejor sonrisa de Seductor™.
               -¡Scott!-me quejé.
               -Para cuando me siente a verte bailar-explicó-y los demás se acerquen a ti. Para acordarme de que es mi nombre el que gritas cuando llegas al orgasmo.
               Apoyé la espalda en la puerta y cerré los ojos. Me mordí el labio y miré al techo. Mierda, joder, era mejor de lo que me habría esperado nunca.
               ¿Cómo no enamorarme de él? Me folla súper fuerte, me dice estas cosas, luego me llama “mi amor” y me lo hace tan despacio que creo que me voy a volver loca. Tengo suerte de no ser su 13ª esposa. Su religión se lo permitiría, y yo también.
               -¿Y si el que sale solo eres tú?
               -¿Y alejarme de ti a voluntad? Ni de coña-sacudió la cabeza-, pero, si se diera el caso… para recordar quién es mi dueña.
               El hecho de que diga que es mío pero que no deje caer en ningún momento que yo soy suya me encanta casi más que toda la situación en sí. Me recorrió un escalofrío con su sonrisa malévola. Los bailarines entraban y salían, gimiendo palabras que no tenían sentido.
               Ninguna era un nombre.
               El único que no era anónimo allí era Scott.
               Una chica saldrá de esa baño embarazada y, en el fondo de mi corazón, en un rinconcito en el que hay un cartel que reza “maternidad”, lamentaría no ser ella. Era pequeño, pero estaba ahí. Ya tenía al padre, ¿o no?
               A pesar de que quedarme embarazada entonces acabaría con mi futuro. A pesar de que quiero casarme antes de tener hijos. A pesar de que quiero un vestido que el cuerpo de una madre no podría llevar. A pesar de que me encantaría quedarme embarazada en la noche de bodas (me gustan los libros románticos, qué pasa). A pesar de que quiero regalarle lo más bonito que puedo a un marido y no a un novio. A pesar de que quiero tener un Grammy en al estantería que observar mientras me acaricio el vientre. A pesar de que quiero notar mi alianza en el dedo mientras aprieto la mano de mi marido cuando la ginecóloga me pase el aparato de la ecografía por el vientre.
               Miré a Scott a los ojos, ya en la calle. Él me sonrió, y le di un menú degustación de mi pintalabios de cereza, su favorito.
               Me dice que me adora. Te adoro, mi amor.
               Esas cuatro palabras (cinco, en mi idioma materno), borran de un plumazo todos los “a pesar de”. Con que sea de Scott, será más que suficiente.
               Nos detuvimos un segundo a besarnos en medio de un paso de cebra desierto; los Beatles los cruzan, los hijos de parte de One Direction los usan como escenario de un beso precioso. Cualquiera diría que acabábamos de hacerlo muy fuerte en un baño no muy limpio de la discoteca más famosa por los polvos que se echaban dentro de todo Londres.
               Cuando fuimos a echar a andar, yo descubrí que me dolían los pies horrores, más de lo que llevaban haciéndolo toda la noche. Me quité los zapatos y Scott se me quedó mirando, con el ceño fruncido.
               -Llevarás medias, por lo menos.
               -Sabes que no-respondí, saltando de una línea blanca a otra y aterrizando en la acera. Me tendió una de sus Vans negras y yo lo miré-. No voy a dejar que…
               -Tenemos dos opciones-me cortó-, o te llevo a cuestas hasta casa, y estamos a casi un kilómetro y yo llevo 15 días sin hacer baloncesto como dios manda, por lo que no llegaré a la esquina contigo en brazos, o tú te pones mis playeros y yo voy descalzo, que para algo tengo calcetines, al menos.
               Los cogí, no muy segura de mí misma.
               -No tienes por qué hacerlo.
               -Me estoy garantizando otro polvo cuando lleguemos a casa-replicó, burlón, y yo supe que lo decía en broma. En realidad, no necesitaba garantizarse polvos. Yo no me hacía la dura, y tampoco podía resistirme a cuando se mordía el piercing. Puse los ojos en blanco y metí los pies dentro, refunfuñé algo y él se lo tomó a mal-. Soy tu novio, Eleanor. Te quiero, y no me apetece que te destroces esos pies tan bonitos que tienes porque no te ha dado la cabeza para meterte unas bailarinas en el bolso.
               -Quería ver si eras un caballero.
               -Soy inglés-respondió.
               -¿No eras pakistaní?
               -Seré lo que me dé la gana.
               Pero me cogió la mano a pesar de su tono áspero, y me besó en los labios y me guió hasta casa. Nos besamos en el ascensor, mientras abríamos la puerta, tirándonos en el sofá, desnudándonos el uno al otro, protestando cuando el otro sugirió ponerse el pijama… nos desnudamos con la paciencia y el cariño de dos personas que se han saciado (de momento) del otro.
               Volvió a sentarse en la esquina de la bañera a contemplar cómo me desmaquillaba igual que había hecho el sábado en el que fui a su casa cuando estaba castigado. Me miró con muchísima atención, y en sus ojos estalló una supernova muy lejana, en el otro confín de la galaxia, cuando me giré, ya sin nada que tapara mis imperfecciones.
               -Cómo perdemos las chicas cuando cogemos confianza y no dormimos con maquillaje, ¿eh?
               -A mí me gustas más así-confesó, mirándome a los ojos-. Me recuerdas más a la única niña por la que me peleaba con Tommy.
               Me senté en sus rodillas, pero no a horcajadas, le acaricié el pelo y lo besé.
               -Qué suerte tengo de haber crecido viéndote, S.
               -Qué suerte tengo yo, de haberte visto crecer, El.
               Me bajó la camiseta de tirantes (aunque fuera pleno diciembre, no necesitaba más que tenerlo a él cerca cuando compartíamos cama para sentirme calentita y acogida), me besó los pechos y me repitió que me quería. Era su Quinta Sinfonía, el mejor movimiento, la partitura más hermosa y difícil tocada por el creador del piano, el único maestro que tendría ese instrumento en toda la vida.
               Me preguntó si me apetecía que lo hiciéramos, yo me encogí de hombros. Estaba cansada, y él también. Volvió a besarme, yo le besé a él, nos fuimos a la cama, nos quitamos la ropa y nos acariciamos mutuamente, sólo por disfrutar del cuerpo del otro en nuestras manos.
               Me apetecería estar con él siempre, pero a veces mi cuerpo necesitaba descansar. Me acurruqué contra él y le pregunté tonterías, nimiedades que ni yo misma sabía que me interesaban, y él entró en detalles como la luna entró en el cielo y la madrugada entró en la habitación. Nos quedamos dormidos casi al unísono, nuestros cuerpos enredados en una maraña imposible de distinguir, ángulos masculinos y curvas femeninas, hechos uno y fusionados como sólo podíamos estar nosotros. Respiré en su pecho y él respiró en mi frente, entrelazamos los dedos en sueños y cada uno sonrió desde su rincón en los brazos de Morfeo.
               En un momento dado, yo me separé de él, me di la vuelta y le di la espalda. Seguí durmiendo plácidamente, sin enterarme de que él se despertó y se me quedó mirando, a la luz de la luna. Parecía una diosa que había aparecido en sus sueños y se había materializado en la cama para regalarle el don de la inmortalidad y hacerle probar un poco del famoso éter que te ilumina el alma como nada puede hacerlo.
               Scott se convirtió en un manantial de amor, vislumbrando mi silueta gracias a la luz reflejada por la reina de la noche. Y, como todos los manantiales, sirvió de alivio a los más sedientos.
               Fueron mis lunares, las constelaciones de mi espalda, lo que le hicieron decidir que aquel era el momento. Que cualquiera habría sido el momento. Bastaba con que me lo dijera él.
               Estiró la mano y me acarició el hombro.
               -El. El. Despierta. El.
               -Mm-respondí, frotándome la cara y volviéndome a mirarlo.
               -Estoy enamorado de ti.
               Nos cambiamos los papeles, yo era la mortal y él, el dios. Creó fuegos artificiales en mí, galaxias de luz que bajo ningún concepto perderían su miríada de colores. Era la primavera, un amanecer en una playa, una ola que rompe cerca de tu castillo de arena y llena de agua el foso que tanto tiempo has tardado en hacer, un beso esperado durante toda una cita, que te pongan tu flor favorita en el pelo en el día de vuestro aniversario y que te hagan el amor muy, muy despacio la primera vez que os veis desnudos.
               Todo eso, y muchísimo más, era Scott para mí.
               Sonreí, me pegué a él y lo besé en los labios.
               -Estoy enamorado de ti-repitió, celebrándolo en mi boca. Acaricié sus labios con los míos según iba formulando las palabras, saboreé la frase nada más terminar de cocinarla él.
               -Hazme el amor, entonces-le pedí-. Muy, muy despacito. Como si fuéramos los reyes de la última nación del mundo, y quisieras darme un príncipe justo y bueno que se mereciera ese trono.
               Se puso encima de mí con una sonrisa que jamás le había visto hasta entonces. A partir de ese momento, no la perdería estando los dos juntos. Me acarició, me besó y me poseyó muy despacio.
               Si me hubiera dejado embarazada en ese momento, nuestro hijo no habría conocido jamás el mal. Sería puro como el agua de una playa del Caribe, y a la vez, poderoso como los volcanes que sepultaban ciudades en cuestión de segundos.
               Pero no me dejó embarazada.
               En su mente, resonaron huecos lejanos que le costó comprender. No fue hasta que terminamos, susurrando nuestros nombres, bautizándonos ante las estrellas y el resto de astros que observaban escondidos, y me observó dormir sintiéndome protegida y amada como nunca antes, y me acariciaba la espalda y el pelo y yo suspiraba de satisfacción, sintiéndolo incluso en mis sueños, cuando entendió lo que decían esas voces.
               Algún día.
               Y sonrió.
               -Inshallah.

               

122 comentarios:

  1. ESTOY LLORANDO. ALELUYA JODER. ALELUYA .

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  2. ESTOY CON UN PUTO INHALADOR EN LA MANO. NO ESTOY BIEN VALE. ESTOS DOS ME DAN LA VIDA.

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    1. Tardé un MONTÓN en deciros que teníais que leerlo con inhalador, menos mal que sois previsoras ♥

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  3. DIOS MÍOS DE MI VIDA. SON LA PAREJA MÁS BONITA QUE HE LEÍDO EN MUCHÍSIMO TIEMPO. NECESITO SABER QUE HAY UNA PAREJA ASÍ COMO ELLOS EN LA VIDA REAL.

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    1. La hay, la hay. Kate Winslet y Leonardo DiCaprio. El problema es que les gusta jugar al despiste.

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  4. SE LO HA DICHO POR FIN. Y HA SIDO TAN PURO, TAN SENCILLO, TAN PERFECTO. NADA DE CELOS POR EL MEDIO, O UNA SITUACIÓN DESESPERADA EN LA QUE EL NECESITE SABERLO. NO PODRÍA SER MEJOR. GRACIAS GRACIAS.

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    1. Tenía muchísimo miedo de que no os gustara cómo se lo iba a decir porque en el momento en que los lié tuve CLARÍSIMO que Scott se iba a declarar así y [dios mío estoy sonriendo como una puta anormal :)))))))))] como no me parecía más "épico" que dulce y con las ganas que teníais de leerlo no dejaba de pensar en que os iba a decepcionar. No veas el peso que me habéis quitado de encima diciéndome que os gusta♥

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  5. "-Fueron mis lunares, las constelaciones de mi espalda, lo que le hicieron decidir que aquel era el momento. Que cualquiera habría sido el momento. Bastaba con que me lo dijera él. Estiró la mano y me acarició el hombro.
    -El. El. Despierta. El.
    -Mm-respondí, frotándome la cara y volviéndome a mirarlo.
    -Estoy enamorado de ti." Y ASÍ EMPIEZA EL PUTO NUEVO TESTAMENTO.

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    1. Me acabo de hacer súper beata, así de repente. Me voy a aprender el nuevo testamento de memoria.

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  6. ESTOY LLORANDO EN EL MEDIO DE UN PUTO BURGER KING MIENTRAS LEO LA ÚLTIMA PARTE DEL CAPÍTULO.

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    1. Puedo corroborarlo.
      Pd: Si no lo hubiese hecho ya, le hubiese copiado la idea de la declaración a Scott. Muy orginal si señor.

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    2. Así me gusta Guillermo, que no tengas a tu chica esperando como lo ha hecho él. Scott es cruel.

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  7. LLÁMAME RETRASADA PERO ESTÁ NOCHE NO HE SALIDO POR EL HECHO DE QUE DIJISTE QUE SUBIRIAS EN CAPÍTULO HOY Y MANDÉ TODO A LA MIERDA Y ME QUEDÉ EN CASA PARA FANGIRLEAR A GUSTO.

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    1. diOS Lilith por una parte me siento muy mal porque noche de San Juan sólo hay una (y encima es una noche mágica porque si pones una clara de huevo en un vaso de sidra y lo dejas a la intemperie a partir de medianoche, por la mañana cuando te despiertes el huevo habrá hecho la forma de un barco y es PRECIOSO de ver en serio, tienes que probar a hacerlo el año que viene), pero por otro me siento TAN halagada de que por este capítulo hayas renunciado a tus planes, te doy un beso gigantesísimo❤

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  8. ME DUELE EL PULMÓN IZQUIERDO, EL HÍGADO Y EL PUTO PANCREAS. SON LA PAREJA MÁS PRECIOSA QUE HE LEÍDO NUNCA.

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    1. No paraba de sonreír según escribía de verdad aún no me entra en la cabeza que los haya creado YO con mi mente enferma

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  9. HE APLAUDIDO COMO MÁS DE 2 MINUTOS SEGUIDOS CUANDO ELEANOR HA APLASTADO VERBALMENTE A ESOS GUSANOS EN EL METRO. L A A D O R O

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    1. Eleanor es una diosa madre mía se merece todo lo bueno de este mundo y lo va a tener la chiquilla

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  10. PENSÉ QUE EL CAPÍTULO ESTARÍA NARRADO POR SCOTT, PERO LA VERDAD ES QUE NARRADO POR EL CREO QUE HA SIDO UNA MEJOR IDEA. TE HA QUEDADO PRECIOSO ERI.

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    1. Quería daros una sorpresita ( ̯͡◕ ▽ ̯͡◕ )

      En un principio iba a narrarlo todo Scott y me iba a reservar a Eleanor para el final, de hecho, las notas estaban desde su punto de vista, pero luego me di cuenta de que había cosas que, si narraba él, iban a perderse, así que... ¡ELEANOR RISE!

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  11. LA FORMA EN LA QUE LOUIS Y ERI LE HAN DICHO QUE YA LO SABÍAN. ME DESPOLLO LO.
    PD:POR FIN SE LO HA DICHO.

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    1. En el siguiente vais a descubrir un poco más de cómo se enteraron (voy a hacer un flashback porque veía imposible poner todo lo del fin de semana de la parte de Eleanor en un solo capítulo, y más teniendo en cuenta que tuve un día nada más para escribirlo).

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  12. YO ES QUE YA NO ESTOY AOLO ENAMORADA DE SCOTT. ESTOY ENAMORADA DE LOS DOS JODER. ENAMORADA.

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  13. SE LO HA DICHO JODER. TRAED A LAS PURAS Y EL CHAMPÁN OS ESPERO EN LA LIMUSINA HERMNAS.

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    1. *Alquila un helicóptero para llenar España de confeti*

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  14. "-Eleanor no podría haber elegido mejor, Scott-y él se me quedó mirando, se perdió en mis ojos y yo en los suyos, y en mi interior empezaron a formarse galaxias con un millón de estrellas cada una, y cada estrella, con un millón de planetas, y cada planeta, con un millón de criaturas que tenían una cosa en común: estaban hechas de amor. De él." MI PULMON DERECHO ESTÁ BAILANDO SALSA AHORA MISMO.

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  15. QUIERO QUE SE CASEN Y QUE ESTÉN ASÍ DE BIEN TODA LA VIDA.

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  16. Fijo que cada vez que acerca más el momento en el que Tommy se entera y va a haber fin salado de la hostia.

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  17. ME LOS HE IMAGINADO A LOS DO CANTANDO EN EL OCHE Y SONRIENDOSE Y CASI HE CONTEMPLADO LA ODEA DE TIRARME POR LA VENTANA WNO

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    1. Yo me los imagino así totalmente, y el capítulo es más corto porque escribir 27 hojas otra vez usando una ouija no es rentable ni para mí, ni para el mortal que está de este lado redactando y subiendo los capítulos

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  18. ERIKA ESTOY GRITANDO EN 81638823672 IDIOMAS,CÓMO ECHABA DE MENOS A SCELEANOR DE VERDAD

    CÓMO ES QUE LOS PADRES LO SABEN YA Y TOMMY, QUE CONOCE A ELEANOR Y A SCOTT COMO LA PALMA DE SU MANO, NO SE HUELE NADA??????? NO ME LO EXPLICO, EN SERIO

    TE PROMETO QUE ME HE PASADO CASI TODO EL CAPÍTULO SONRIENDO COMO UNA POSESA, DE VERDAD PERO QUÉ BONICOS QUE SON ME. MUERO.

    ME HE DESCOJONADO CON TODO LO DE LITTLE MIX, EN SERIO, SCOTT ES EL MEJOR

    ¡¡¡¡¡¡¡¡QUIERO UN SCOTT PARA MI, POR QUÉ NO EXISTEN TÍOS ASÍ EN LA REALIDAD!!!!!!!!

    TE QUIERE POR CREAR A SCOTT, VIR❤

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    1. Sceleanor al poder madre mía estoy tan feliz :')
      Al margen de que no lo quiere ver, ya está acostumbrado al tonteo constante de ellos dos, así que tampoco hay tanto cambio. Eso sí, ya se están volviendo muy obvios y Tommy va a empezar a mosquearse, pero va a ser más porque lo están vacilando a él que porque estén liados. Que Scott le dé coba a Eleanor es un poco una traición para él, y no quiere imaginarse a su mejor amigo haciéndole eso

      YO TAMBIÉN SONREÍ CUAL POSESA NO TE PREOCUPES. Y es que BUF, tenía que meterlo sí o sí, porque aunque Scott es un Malik él reconoce las cosas que se hacen bien y se hacen mal y en ningún momento se va a cortar de hacer algo que le gusta porque vaya "contra su familia" si es que realmente le atrae. Mi niñito hermoso.
      TE QUIERE HABIENDO CREADO A SCOTT, ERI. ❤

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  19. QUE CRIATURAS MÁS HERMOSAS. HAY QUE PROTEGERLAS A TODA COSTA.

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  20. LA PARTE DE LAS AMIGAS DE ELEANOR. ME ESTOY PUTO MEANDO.

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    1. Son malas, pero malas, malas.
      También son la versión femenina del grupo de Tommy y Scott, así que... JÉ

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  21. "Da igual, es el mejor. Menos mal que es el último." MAS VALE QUE LO SES ZORRA. LA MANERA EN LA QUE OS SHIPPEO NO ES NI MEDIO NORMAL.

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    1. (╭☞ ͡ ͡° ͜ ʖ ͡ ͡°)╭☞ de nada hermana

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  22. EXIGO SABER TODO LO QUE VA A PASAR ESE FIN DE SEMANA.

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    1. DAD GRACIAS SI NO OS CUENTO EL NÚMERO DE PEDOS QUE SE TIRAN, PORQUE POR LO DEMÁS, VOY A ENTRAR EN DETALLES COMO SCOTT ENTRA EN ELEANOR

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  23. A QUE TOMMY SE ENTERA PORQUE LOS PILLA LIANDOSE EN FIN DE AÑO. LO VEO.

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    1. Va a ser AÚN MEJOR aunque sí, van a echar un polvo en fin de año como está mandado

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  24. "Marlene asintió muy despacio. Scott se mordió el labio y pude sentir cómo todas mojaban las bragas. Todas. Sin excepción. Yo incluida." Me meo. Yo cada vez que pasa algo así me imagino al puto Scott como un Adonis porque madre mia.....

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    1. Mi cerebro no da para imaginarlo lo suficientemente guapo, no te preocupes, tesoro.

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  25. "-Te quiero, El. Joder, estoy loco por ti, ¿sabes? Ni viviendo 50 putas vidas podría dar las gracias haberte encontrado, ni en 75 conseguiría que me perdonases el haber estado tan ciego durante tantísimo tiempo." CREO QUE ME ACABA DE EXPLOTAR UNA VENA.

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    1. Me he disparado en un pie, la cosa es sangrar, no importa el motivo

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  26. SE LO HA DICHO JODER Y LA HA DESPERTADO EN EL MEDIO DE LA NOCHE PARA DECÍRSELO ES QUE NO PUEDE SER MÁS PRECIOSO

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    1. VERDAD QUE SÍ SON TAN MONOS POR FAVOR ANALICEMOS EL HECHO DE QUE LO HACEN SIN CONDÓN PORQUE SI ELLA SE QUEDA EMBARAZADA LOS DOS SABRÁN CUÁNDO FUE Y <3333333333333333

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  27. Llevo esperando tanto tiempo este momento que cuando lo he leído casi me he echado a llorar, en vez de eso he chillado como una poseída.

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    1. He sufrido mucho pensando en que no estaría a la altura, si te soy sincera, me alegro TANTO de que os gustara el momento❤

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  28. PUES VEO QUE A MI TAMBIÉN ME PASA COMO MARLENE POR CULPA DE ESTE PUTO CHAVAL VOY A ACABAR SOLTERA

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    1. Me siento TAN identificada con este comentario que, si no hubiera estado despierta cuando lo escribiste, creería que lo redacté yo sonámbula.

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  29. QUE YA LO SABE DIOS MÍOS. A PARTIR DE AHORA YA NO HABRÁ MÁS TE QUIERO. ESCUPIRAN LOS TE AMO A DIESTRO Y SINIESTRO. ESTOY FELIZ.

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    1. Sí sí sí sí SÍ! Aunque en inglés no hay distinción entre esas dos frases ni a mí me gusta especialmente la segunda (me suena mejor la primera, no sé por qué), pero alguno caerá ;D

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  30. ESTOY CHILLANDO FUERTEMENTE JODER POR FIN LO SABEEEEEE

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    1. Y SE LO HA DICHO DE ESA MANERA ESTOY TAN ENFURECIDA CONMIGO MISMA PORQUE ME VOY A MORIR YO SOLA

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  31. "Era la primavera, un amanecer en una playa, una ola que rompe cerca de tu castillo de arena y llena de agua el foso que tanto tiempo has tardado en hacer, un beso esperado durante toda una cita, que te pongan tu flor favorita en el pelo en el día de vuestro aniversario y que te hagan el amor muy, muy despacio la primera vez que os veis desnudos.
    Todo eso, y muchisimo más era Scott para mí."
    SON LOS DOS UNOS POETAS MACHO. NO PUEDEN ESTAR MAS ENAMORADOS. ME QUIERO MORIR.

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    1. Ella es hija de Louis y Louis escribió muchísimo en los discos de los chicos, lo lleva en la sangre, Y ÉL BUENO, ÉL ES UN CASO APARTE. Se quieren tantísimo por favor qué hermosos son

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  32. QUIERO TIRARME DE UN QUINTO PORQUE NI EN DOS MIL MILENIOS EXESTIRIA UNA PAREJA COMO ESTOS DOS.

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    1. VERDAD QUE NO AY DIOS MÍO ESTOY SUFRIENDO PORQUE NO VAMOS A PODER VER SU AMOR EN VIVO Y EN DIRECTO

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  33. SI ESTO FUERA UNA SERIE DE TELEVISIÓN TENDRÍA UN PUTO SHARE DE LA HOSTIA GRACIAS A ELLOS. TENLO CLARO.

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    1. Juego de Tronos, nos faltan los dragones, la sangre ya la pone Chris por cortesía de Sabrae.

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  34. “Eleanor, joder, tienes que parar esto, como lo mate lo perderéis tú y lo perderá Tommy, y como lo pierda Tommy, tú también perderás a tu hermano”. Esto me ha dado que pensar. A que la muy imbécil deja a Scott cuando Tommy se entere sólo para que no se peleen entre ellos.

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    1. No te preocupes, se avecinan problemas pero ella no va a renunciar al amor de su vida tan fácilmente

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  35. QUIERO QUE TENGA MILES DE HIJOS. Y QUE ME DEN A SU PRIMOGÉNITO.

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    1. VOY A PONER A PARIR A ELEANOR DENTRO DE TRES CAPÍTULOS, ATENCIÓN






      es broma, no te me ilusiones :(

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  36. SON LA PAREJA MÁS ADORABLE QUE HE TENIDO EL PLACER DE LEER.

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    1. Todavía no me entra en la cabeza cómo he conseguido crearlos o por qué me han elegido a mí de entre todo el mundo para que sea yo la que cuente su historia, uf, sufro

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  37. ESTOY PINCHANDOME INSULINA

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  38. Tengo la sensación de que toda esta alegría va a durar muy poco y eso me pone muy triste

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    1. Lo bueno si breve, dos veces bueno.
      Te garantizo un final feliz, de verdad, en lo que respecta a Sceleanor, te va a gustar.

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  39. "Era su Quinta Sinfonía, el mejor movimiento, la partitura más hermosa y difícil tocada por el creador del piano, el único maestro que tendría ese instrumento en toda la vida." H O S T I A S Menuda frase más jodidamente preciosa. Me quito el sombrero que no llevo.

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    1. ESTABA DESEANDO QUE ALGUIEN SE FIJARA EN ESA FRASE de verdad MUCHAS GRACIAS ❤

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  40. ESTOY SACANDO AHORA MISMO EN CHAMPÁN DE LA CUBITERA. POR FIN SE LO HA DICHO ME CAGÓ EN DIOS POR FIN.

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    1. BRINDEMOS COMO HACEN LOS DE MOTOGP O FÓRMULA 1 CUANDO GANAN Y SE BAÑAN LOS UNOS A LOS OTROS EN CHAMPÁN

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  41. SON UNA PAREJA TAN PRECIOSA. ME DAN GANAS DE METERLOS EN UNA HURNA DE CRISTAL PARA QUE NADA MALO LES PASE.

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    1. Lo mejor de ellos es que se adoran el uno al otro y encima no me parecen nada tóxicos (aunque no tengo mucha idea del tema) pero lo que más les importa es que el otro sea feliz y que su relación sea sana ay madre mía estoy tan triste de repente :(

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  42. La parte de Eri y Louis me estoy meando. Como se nota que le estaban diciendo todo eso para putearla delante de Scott.

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    1. Eri es un personaje independiente con su propia historia, pero no debemos olvidar que ella se basa en mí
      y yo no perdería una oportunidad de putear a alguien a quien quiero en mi vida (╭☞ ͡ ͡° ͜ ʖ ͡ ͡°)╭☞

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  43. NECESITO SABER CADA DETALLE DE ESE FIN DE SEMANA. HASTA CUANTOS CONDONES USARON AL FINAL. T O D O.

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    1. Como he dicho arriba: dad gracias si os ahorro los detalles de cuántos pedos se tiran, porque por lo demás, voy a contar hasta la trayectoria de la más minúscula partícula de polvo de la casa según la atraviese.
      No hice una encuesta preguntando si queríais detalles sexuales para nada (╭☞ ͡ ͡° ͜ ʖ ͡ ͡°)╭☞

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  44. POR FIN SE LO HA DICHO COÑO YA. PD: Ya vamos más o menos por la mitad de la novela?

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    1. ¡FIESSSTA!
      Sí, creo que acabamos de pasar a la segunda mitad, espero no enrollarme mucho

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  45. DESPUÉS DE DOS MILENIOS POR FIN HA OCURRIDO EN GRAN MOMENTO. BAILEMOS UNA SARTA TODSS JUNTAS HERMANAS.

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    1. Juntos como hermanos, miembros de la Iglesia, vamos caminando, al encuentro de Sceleanor ♪♫♪♫

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  46. Pregunta que me ha asaltado durante el capítulo. Va a pasar algo entre Alecy Sabrae al final??

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    1. Este fin de semana lo van a narrar entre Eleanor y Scott (el siguiente capítulo va a volver a ser de ella). Alec le contará qué pasa entre Sabrae y él a Scott cuando le toque narrar a él
      Tengo que mantener el misterio, mi vida, entiéndeme

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  47. PROTECT SCELEANOR ALL COSTS.

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  48. NOS TETAS ESTÁN BAILANDO UNA SAMBA. SON DEMSIADO PRECIOSOS ME CAGO EN TODO MIS MUERTOS MISMAMENTE.

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  49. Cuando son los cumpleaños de todos?? Tienes pensado escribir sobre alguno de ellos?
    Pd: POR FINNNNNNNNNNN

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    1. Sólo sé que el de Diana es el 17 de agosto, el de Scott el 23 de abril (tiene sus motivos, ya los desvelaré en el siguiente capítulo, y tienen relación con su nombre, jeje), el de Eleanor el 18 de mayo (es mi santo JAJAJAJAJAJA) y el de Tommy en octubre. Quiero que sea libra.
      No sé cuándo son los de Layla y Chad :( igual pregunto en Twitter qué día quiere la gente y voy mirando cuál me encaja más ^^

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  50. CAERME POR UN BARRANCO AHORA MISMO DOLERIA MENOS. ERI ERES UNA PUTA DIOSA Y AMO POR HABER CREADO A ESTAS DOS CRIATURAS TAN HERMOSAS.

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    1. Yo me amo a mí misma por haberlos creado también es que UF
      Te acompaño al barranco si tus planes siguen en pie

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  51. QUIERO AHORCARME CON UNA SÁBANA. ALELUYA.

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  52. "Pero no me dejó embarazada.
    En su mente, resonaron huecos lejanos que le costó comprender. No fue hasta que terminamos, susurrando nuestros nombres, bautizándonos ante las estrellas y el resto de astros que observaban escondidos, y me observó dormir sintiéndome protegida y amada como nunca antes, y me acariciaba la espalda y el pelo y yo suspiraba de satisfacción, sintiéndolo incluso en mis sueños, cuando entendió lo que decían esas voces. Algún día." Y AHI ES CUANDO LOS DOS SE DIERON CUENTA QUE MORIRIAN SABIENDO QUE TUVIERON UNA VIDA FELIZ JUNTO AL AMOR DE SU VIDA.

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  53. SON LA PUTA APREJA LITERARIA MÁS PERFECTA DE LA HISTORIA. TE AMO POR HABERLOS CREADO.

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    1. SON TAN BONITOS DE VERDAD QUIERO ACARICIARLOS PER SECULA SECULORUM

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  54. POR FIN POR FIN POR FIN. HE CHILLADO TSNTO CUANDO SE LO HA DICHO. QUE CREO QUE ME HAN ESCUCHADO EN EL ÁRTICO.
    GRACIAS POR CREAR UNA PAREJA TAN MARAVILLOSA.

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    1. UF TODAVÍA NO ME CREO QUE HAYA CREADO YO ESTA HISTORIA TE LO DIGO DE VERDAD ES QUE ME TIENE TAN ENTUSIASMADA D:
      A vosotros por leerla, si no fuera por las visitas y los comentarios seguramente no estuviera tan enamorada, me animáis un montón, hacéis que valga la pena pasarse tardes enteras tecleando como una loca delante del ordenador.
      Soy afortunada de teneros.❤

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  55. Ahora la gran pregunta. Va a tardar mucho Tommy en enterarse?

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    1. No sé en qué fecha pasa ese fin de semana, pero en un mes (de la novela, no nuestro), se enterará Tommy

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  56. Cuando Tommy se entere va a estar mucho tiempo enfadado con ellos?

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    1. Todavía estoy decidiendo el tiempo, cuándo se va a enterar y el tiempo que le va a durar el cabreo, pero a los dos se les va a hacer una eternidad (a él y Scott, quiero decir).

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  57. Dijiste una vez respondiendo un comentario que Scott no tendría que elegir entre Tommy y El, que lo harían por el. A que te referías? Perdón si soy corta

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    1. Ay mi vida, no eres corta jo ❤ Es que tampoco quiero desvelar mucho porque esa parte de la novela es muy bombazo, pero digamos que Scott tiene miedo de decírselo a Tommy por si tiene que elegir entre él y su hermana, pero cuando Scott se lo cuente, en realidad no va a tener que hacer ninguna elección.
      No va a estar en sus manos elegir "Eleanor o Tommy", va a ser otra persona la que tome la decisión por él
      No te preocupes, calculo que en 10 capítulos como muchisísimo, se desvelará la incógnita

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  58. "Marlene asintió muy despacio. Scott se mordió el labio y pude sentir cómo todas mojaban las bragas. Todas. Sin excepción. Yo incluida."
    DESCOJONANDOME ESTOY.

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  59. "-El. El. Despierta. El.
    -Mm-respondí, frotándome la cara y volviéndome a mirarlo.
    -Estoy enamorado de ti.
    Nos cambiamos los papeles, yo era la mortal y él, el dios. Creó fuegos artificiales en mí, galaxias de luz que bajo ningún concepto perderían su miríada de colores. Era la primavera, un amanecer en una playa, una ola que rompe cerca de tu castillo de arena y llena de agua el foso que tanto tiempo has tardado en hacer, un beso esperado durante toda una cita, que te pongan tu flor favorita en el pelo en el día de vuestro aniversario y que te hagan el amor muy, muy despacio la primera vez que os veis desnudos.
    Todo eso, y muchísimo más, era Scott para mí."

    igual no me ha reventado la aorta al leer esto (y bueno todo el capítulo para qué mentir)
    creo que te odio una mijita por haber creado un personaje como Scott porque tía, de verdad te has lucido, y por eso voy a estar sola el resto de mi vida

    (perdona por comentar tan tarde, pero es que he estado sin portátil y no he podido )

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    1. Me duele el corazón María, es tan hermoso, quiero protegerlo hasta conseguir descubrir el secreto de la inmortalidad.
      No te preocupes por tardar, mujer, lo importante es que lo has hecho y HAS SIDO EL COMENTARIO Nº 60 EN ESTA ENTRADA, AH.

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  60. Es la 1:10 de la madrugada y yo necesito unos pulmones nuevos, un puto Scott en mi vida y tarta.


    P.D. Obama bendito que el corazón me va a mil ( no sólo por los polvos que ehcan este par sino por cómo se quieren. Es un amor... bonito, sano, libre (está lo de Tommy pero tú me entiendes), son iguales y ah. Me muero).
    By the way, soy @young_bloodx

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    1. Son tan hermosos de verdad me alegro un montón de que me diera la venada y los creara así de la nada UF. Sciana no es nada al lado de Sceleanor :( encima es lo que decís que son tan sanos y tan sdfghjklñ me apuñalo un ojo

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