viernes, 24 de febrero de 2012

Supongo que me están vaciando, o será la costumbre.

Nunca en mi vida había tenido un dominio tan grande sobre mí misma ayer. Me entraron ganas de llorar, por supuesto, lo que me decían era asqueroso, horrible. Pero decidí que no les dejaría ganar, que ellos no podrían conmigo. Sus palabras me resbalaban, se supone que deberían dolerme, pero de repente solo notaba un vacío en el interior de mí. Oía, pero no escuchaba, miraba, pero no veía, hablaba, pero no decía. Simplemente me defendí, esta vez a pecho descubierto, sin armadura ni escudo, pero con la fiereza del que sabe que no tiene nada que perder.
Discutí con el ahínco del que se sabe con la razón.
Fue más tarde cuando me di cuenta de lo que había hecho, de que nada me había afectado. ¿Me estaba conviertiendo en un monstruo que ni siente ni padece? ¿Me estaba convirtiendo en algo invencible pero incontrolable? ¿Llegaría a ser peligrosa algún día?
Y una voz en mi cabeza respondió: serás peligrosa, pero no para ti. Lo serás para los demás.
Fue entonces cuando mi corazón hizo una pausa para susurrar: No me importaría convertirme en un monstruo si con eso fuera más fuerte.
Ahora soy más fuerte. Pero... ¿seré un monstruo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dedica un minutito de tu tiempo a dejarme un comentario; son realmente importantes para mí y me ayudarán a mejorar, al margen de la ilusión que me hace saber que hay personas de verdad que entran en mi blog. ¡Muchas gracias!❤