sábado, 22 de septiembre de 2012

Mi suegra me zorrea. Descaradamente.

Mientras Noe hacía pucheros para conseguir lo que quería, miré en derredor. Alba y Liam, como siempre, besándose y prometiéndose que se llamarían todos los días, a todas horas.
Hasta que Zayn se acercaba y chillaba ¡PARTY TIME!, era entonces cuando los dos comenzaban a besarse y a empujar a Zayn para que les dejara un poco de intimidad.
La típica intimidad que se puede conseguir en un aeropuerto abarrotado cada vez más de fans, fans que saben que vas a ir allí a despedir a tus amigas y tu novia hasta el viernes siguiente. Y allí volverían a estar las fans.
Gracias a Dios que la seguridad del aeropuerto no permitía entrar a todas, y las que conseguían colarse eran un grupo reducido que no solían dar problemas. Aunque, al final, siempre terminábamos saludándolas y dándoles todos los autógrafos que podíamos.
Niall hablaba con unas chicas, se echaba a reír, asentía con la cabeza y negaba a una velocidad infernal.
Eri y Louis, fieles a sus costumbres en público, charlaban animadamente el uno con el otro. Eri hacía sobresalir ligeramente su labio inferior, Louis se reía, le acariciaba la mandíbula y le susurraba que era tonta, boba o algún sinónimo de esa palabra. A veces se inclinaba hacia ella y le daba un rápido beso en los labios, ella sonreía y se sonrojaba cuando veía que tenían un público que esperaba más que un piquito.
Estaba seguro de que si acabaran haciéndolo delante de ellas, las Directioners, en vez de abuchear a Eri, la animarían a que le enseñara a Louis lo que valía un peine.
Y, las manos de Louis, como siempre, estaban en la cintura de ella. La camiseta de la chica se subió un poco, lo justo para descubrir su vientre plano... y una pequeña mancha en la cadera. Ella rápidamente se bajó la camiseta y le sonrió a su novio.
Noemí me había dicho algo.
-¿Qué? ¿Qué?
Pasó sus brazos por mi cintura y me abrazó. Le palmeé la cabeza, pues en esa posición me era bastante difícil besarla.
-Ven a España-suplicó. Me miró con ojos centelleantes, rompiéndome el corazón-. Ven a mi casa.
-Pero esta semana tenemos libre, y vamos a ir cada uno a su ciudad a...
Noemí volvió a la carga con los pucheros.
-¡Por favor, Harry! ¡Liam ya ha ido!
-Pero esta semana ya había quedado con mi madre...-me excusé. Ella negó con la cabeza.
-Está bien.
Se apartó de mí y fue a reunirse con Niall y Zayn, que ahora discutían acaloradamente sobre los equipos de fútbol que habían ganado los mundiales. Zayn nos defendía, pero Niall atacaba a Inglaterra y gritaba que muchos de los goles de nuestro país los había metido el suyo.
Recordé lo que había visto esa mañana en mi habitación, cómo había entrado Noe, la cogí de la muñeca y la obligué a mirarme.
-Vale-asentí rápidamente, temiendo cambiar de opinión. Su rostro se iluminó en una anchísima sonrisa.
-¡Bien!-miró a los chicos con desconfianza, y añadió, en voz muy baja-. Si no quieres, no se lo digas... por si se ponen celosos.
Sonreí.
-Son mis hermanos. No nos mentimos. Les diré lo que hay y ellos lo entenderán.
Noemí alzó una ceja y puso mala cara.
-Tenéis que mentiros.
-¿Mientes tú a Alba y Eri?
Ella asintió, mirándome como si fuera natural.
-Pues claro. Ellas me mienten, yo les miento, todas contentas. Todo el mundo lo hace.
Suspiré y observé a la pequeña de las tres.
-Deberíais miraros eso...
Ella se encogió de hombros y se reunió brincando con las demás cuando anunciaron su vuelo.
Una de las fans le gritó a Eri que si iba a abandonar a Louis a medias, ella se echó a reír, se volvió, corrió hacia él y le plantó un beso en los labios de esos de película. Todos los que conocíamos a Louis nos echamos a reír cuando miró cómo su novia se alejaba con gesto embobado, todavía con la cabeza inclinada hacia abajo y los labios un poco separados. Le arrastramos fuera y lo metimos en el coche, aún aturdido.
Sacudió la cabeza y sonrió.
-¿Habéis visto lo que me ha hecho?-espetó, sonriente. Asentimos con la cabeza, divertidos. Silbó-. Joder.
-¿Qué llevaba Eri pintado en la cadera?-preguntó Niall, soñador. Todos nos giramos a mirar a Louis.
Casi nos mato. No debería haber apartado la vista de la carretera.
Louis sonrió, e incluso juraría que se había sonrojado un poco.
-Una L.
Todos empezamos a chillar y a silbar mientras Louis se hundía más y más en su asiento, intentando fundirse con él y desaparecer.
-Una L, ¿cómo?-preguntó Liam, divertido. Louis cogió el teléfono y buscó una foto.
-¡¿TIENES FOTOS DE ELLA EN BOLAS?!-gritó Zayn, incrédulo. Louis lo miró como si estuviera mal de la cabeza.
-NO.-espetó. Zayn asintió.
Lou le pasó el teléfono al irlandés, que se lo pasó al musulmán, que le enseñó la pantalla a Liam UnsoloRiñón Payne y, por último, me la mostró a mí.
Una L como las que hacía ella, con principio detrás de lo vertical, una curva en la parte superior y otra en la inferior. Una L de las clásicas, de las que solo se veían en libros antiguos.
Ni siquiera Louis las hacía así.
-¿Por qué se la pintó?-preguntó Zayn, sonriendo y dándole un codazo.
-Porque eres... ¿cómo dijo? ... Ah. Lustrosísimo. Sí, porque eres muy lustroso, Zayn.
-¿Qué coño significa eso?
-¿Yo qué sé?
-¿Por qué se la ha pintado?
-Se la pinté yo-gruñó él. Nos echamos a reír.
-¿Y por qué, si puede saberse?-inquirí yo. Louis me miró y yo le sostuve la mirada.
-Te creía mi amigo, Harry.
-Soy como una veleta. Cambio mucho de bando. ¿Por qué?
Louis suspiró.
-Me dijo: ¡Eh, Lou! ¡Píntame algo! Y yo el contesté: ¿Cómo qué? Y ella: Lo que quieras. Una L. Una L mola.
-¿Con qué?
-Permanente.
-¿Por qué?
Se encogió de hombros.
-Mujeres. ¿Quién las entiende?
-Tienes cuatro hermanas.
-Y no entiendo a ninguna-soltó, y empezó a reírse.
-¿Ella te pintó algo?
Asintió con la cabeza, tiró del cuello de su camiseta y mostró una pequeña E (tal cual las hacía Lou, no un tres invertido como Eri) en el hombro. Todos sonreímos.
-Oh, qué bonito. Marcas de agua-se cachondeó Niall. Louis le dio un puñetazo.
-Cierra esa boca.
Continuamos el trayecto a casa jodiendo a Louis, como tenía que ser.

No me apetecía una mierda seguir buscando, total, Alba no movía un dedo para conseguir solucionar su problema, así que, ¿por qué debía hacerlo yo?
Me dirigía a la habitación de Louis a decirle que me largaba a dar una vuelta y preguntarle si quería venir al piso a echar unas partidas a la Play 3 cuando, sin querer, miré dentro de la habitación de Eri de la que pasaba.
En el momento exacto en que Eri se quitaba la camiseta y se echaba a reír.
Louis se incorporó, tumbado debajo de ella, para poder besarla.
En realidad, podría haberme sentado al lado de la cama con una bolsa de palomitas a contemplar el espectáculo sin que ellos se enteraran, pero era su momento.
Yo también había tenido intimidad con Noe, y debía devolvérsela a los demás.
Así que di media vuelva y decidí volver a mi habitación, coger el teléfono y llamar a alguien (al que fuera) para quedar.
Lógicamente, mientras caminaba iba pensando en lo que acababa de ver.
Yo me las tiraría a todas... simplemente por curiosidad. Debía reconocer que Alba no provocaba tanto como Eri (Eri era un poco fulanilla para eso, hasta Louis y ella lo decían), pero aun así, sentía curiosidad por Alba. Porque Liam decía que siempre lo dejaba boquiabierto con la pasión que demostraba en la cama... a pesar de que Alba tenía una cara de sueño que no podía con ella.
Eri era un caso aparte. Eri parecía pedir a gritos que te acostaras con ella. Se paseaba por casa sin pantalón, porque, según ella, si yo podía ir por ahí en gayumbos ella tenía derecho a corretear por la casa con una camiseta.
Si la camiseta fuera o suya o de Louis, no pasaría nada. El problema era que siempre estaba cogiendo la primera camiseta que pillara, fuera de quien fuera.
-¿Es tuya, Niall/Louis/Liam/Zayn/Harry? ¿Me la dejas?
Siempre le decías que sí. ¿Cómo decirle que no a la niña de la casa?
Y se la ponía.
Y el cabrón de Calvin Klein tenía razón con lo de que no había mujer más sexy que la que llevaba la camiseta de su novio. O de su amigo.
Nunca ninguno se atrevería a decir en voz alta que lo que había hecho Eri le había sentado de miedo. Donde antes tenías a una chica normal, ahora tenías un bombón de relojería... y latina. ¡Latina, joder! Las latinas estaban todas buenas. Y ella era la prueba de que, por mucho que se escondieran detrás de capas y capas de grasa, las cosas eran así.
Un día, Zayn había dejado caer que Eri era como el Louis de las tres españolas. Todos nos lo quedamos mirando. Louis alzó una ceja.
-¿Por qué?
-¿Has visto el culo que tiene?-replicó Zayn, echándose a reír.
Si estuviera hablando de Noemí, yo le habría roto la cara.
Pero a Louis parecía enorgullecerle que miráramos a su chica... como si le gustara que envidiáramos lo que él tenía.
Por que él estaba orgulloso de poder llamar a la mediana que había tenido acento californiano su novia.
Y sí. Eri tenía buen culo. Buenas piernas (aunque las de Noe serían mejores si mi pequeña fuera mayor, las tenía más bonitas)... y buenas tetas. Algo fundamental en una mujer.
Y mi Noe no podía competir con ella.
A veces te parabas a pensar, y Eri no tenía mucha más que Alba, sino más, y punto. Pero Eri sabía sacarle partido a lo que la naturaleza le había dado, y Alba no. Nunca había visto a Alba con escotes. Ni siquiera cuando se ponía un vestido resaltaba sus atributos femeninos, y Eri sí.
Una vez le había preguntado a Zayn si se sentía... atraído por alguna de ellas. Zayn me había mirado con los ojos entrecerrados y una ceja alzada, y yo se lo había terminado contando todo.
Por ejemplo, aquella vez que, sin saber nadie cómo, Eri y Louis se habían mirado un momento, habían sonreído y habían comenzado a enrollarse como nunca lo habían hecho delante de nosotros. Ella se sentó a horcajadas sobre él y fundieron sus bocas.
Y mi imaginación de mujeriego comenzó a trabajar por sí misma.
Terminaban desnudándose, haciéndolo, luego ella nos miraba a los demás y hacía lo mismo con nosotros, todos la probábamos y ella nos probaba (incluso Niall, algo que era bastante improbable), en una espiral de sexo, sexo y más sexo...
Zayn se me quedó mirando a la luz de una farola, y yo detuve mi carrera por llegar a casa. Pensé que iba a decirme que no estaba bien de la cabeza, que estaba enfermo, que era la novia de un amigo y las novias de los amigos no se tocaban... y sin embargo, me dio la razón.
-Yo no tengo la culpa de que Eri esté buena, ¿eh? Si ella quiere provocarnos, lo consigue. Y lo hace bien. No me he montado una película como la tuya, pero digamos que sí que le tengo ganas en ese sentido. Y porque todos sabemos que está... sin estrenar, ya sabes-me había dado un codazo y yo me había echado a reír. Acabamos metiéndonos en un bar, ligándonos a unas chicas y llevándolas a casa.
No, no les pusimos la cara de Eri.  Pero cuando nos tocó acompañarlas hasta casa y prometerles que las llamaríamos, Zayn y yo nos miramos un momento.
-Louis no tendrá que hacer esto con ella cuando se la tire.
-No, la verdad es que no.
Era la ventaja de tener la tentación en casa.
Me encogí de hombros; las cosas eran así. Louis, Liam y Niall estaban hechos para una relación más estable, necesitaban querer a la chica con la que se acostaran, y a nosotros con sentir atracción nos bastaba.
Cavilando sobre esto último, entré en mi habitación, me tumbé en la cama y saqué el teléfono. Aún continuaba mirando las menciones de Twitter cuando Noemí se deslizó suavemente dentro de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella.
Envuelta en una toalla.
Y, como diría Eri, mis instintos de depredador se despertaron en ese instante, recordándome que tenía hambre.
Mucha hambre.
-Hola-susurró ella, acercándose hacia mí. Moví la cabeza verticalmente sin dejar de mirarla, deseando ver a través de esa cortina de algodón, tenerla entre mis brazos, hacerla mía...
Cumplió mis deseos y dejó caer la toalla al suelo. Me quedé observando su cuerpo casi desnudo, cubierto tan solo por su bikini, y suspiré.
-¿Qué...?
-Un tampón.
-Ah.
Temas de mujeres. Candado en la puerta: colocado.
-Pues vivan los tampones-musité, sin dejar de recorrerla con la mirada. Sonrió, se echó en la cama conmigo y se acurrucó contra mí.
Me besó en los labios.
-He estado pensando en lo que está pasando...
-Bienvenida al club, entonces.
Se echó a reír, me acarició el torso y negó con la cabeza.
-No en lo de Alba. Bueno, eso también. En lo de que Liam haya ido a España. ¿Me entiendes?
-Hablamos el mismo idioma.
Me respondió en español, fruncí el ceño, y se echó a reír.
-¿Sabes qué he dicho?
-¿Tú qué crees?
-He dicho que en realidad no era así.
Me encogí de hombros.
-¿Importa mucho?
-Harry.
-¡Vale!-repliqué, alzando los brazos. Dejé caer uno alrededor de sus hombros, y ella suspiró, mirando la puerta cerrada.
Esperé a que continuara con su monólogo particular, pero, cuando vi que no parecía interesada en continuar, volví a centrarme en la pantalla de mi teléfono; por supuesto, siempre acariciándola. Estuvo pensando un rato en sus cosas, deleitándose con nuestro contacto, hasta que por fin decidió continuar:
-Mañana ya no debería tener la regla...
Me miró con ojos chispeantes, suplicando que yo continuara con su debate interno. Alcé una ceja.
-Ah.
Iba a decir qué guay cuando me di cuenta de lo que me proponía.
Liam.
Mañana.
Mi comprensión se reflejó en mi rostro, porque arqueó la espalda y siguió taladrándome con aquellos pozos color avellana que a mí tanto me gustaban. Sus labios, aquellos labios a los que podría besar todo el día si ella me dejara (¿otra vez copiando canciones, Harold? Se cachondeó Eri dentro de mí ¿Qué pasa? Como Bruno Mars no está aquí para reñirnos, le plagiamos, ¿no?), se curvaron en una sonrisa seductora.
-¿Vendrías?
¿Hola? ¿Yo, diciendo no a una buena sesión de sexo? ¿ESTÁS MAL DE LA CABEZA? quise gritarle, pero caí en la cuenta justo a tiempo de que aquella no sería la respuesta idónea. Ella más bien esperaba algo como Te seguiría hasta el fin del mundo, o Claro, pequeña, hago la maleta y cojo el avión con vosotras, ¿guay, eh?
Mi lengua me tomó la delantera, recordando a la mujer a la que yo más quería en este mundo.
-Tenemos la semana libre y voy a ir a Chesire.
Si estuviera solo, o incluso si no hubiera tenido uno de mis brazos alrededor de sus hombros, me habría tapado la boca rápidamente, como aquella condenada vez que me salió risa de conejo en un acto público y los chicos comenzaron a cachondearse como si no hubiera mañana.
Pero mamá... La echaba de menos. Necesitaba verla. Y sabía que ella sentía lo mismo; hacía mucho tiempo que no la visitaba y pasaba tiempo con ella, apenas hablábamos por teléfono (entre que yo era más de mensajes y que ella olvidaba cargar su móvil cada dos por tres apenas teníamos contacto), y, para colmo, mi hermana también iba a ir a Chesire. No podía dejarlas tiradas de esa manera.
Sin embargo, Noe revolvía mis entrañas, luchando por esas sensaciones, recordándome que tenía que reorganizar mis prioridades y ponerla a ella la primera...
Y rompiéndome el corazón cuando le di esa respuesta.
-Pero, Harry...
-¿Puedo pensarlo?-repliqué rápidamente. Ella asintió, herida, se levantó de la cama y cruzó la habitación.
-Noe.
-¿Qué?
-Te quiero.
Miró al suelo, asintió, se envolvió en la toalla y desapareció por el pasillo.
Me senté en la cama con la cabeza inclinada hacia los brazos, los codos en las rodillas, y estudié la moqueta.
Levanté la cabeza y miré al Harry Styles del espejo.
-Estás perdiendo facultades, macho-le solté.
Y ambos nos echamos a reír.

Louis bajó a la cocina con el pelo alborotado, se inclinó a coger una cerveza de la nevera, y estaba ya marchándose otra vez a la habitación cuando me miró y se detuvo en seco.
Alcé la vista y me crucé con sus ojos azul grisáceo.
Si fuera cualquier otro amigo, habría mirado en dirección a las escaleras, decidiendo qué hacer: si volver con su novia y fingir que no me había visto, o despacharme rápidamente para volver con su chica.
Pero era uno de mis cuatro mejores amigos, era mi mejor amigo.
Se sentó a mi lado y empujó la cerveza hacia mí en un gesto muy natural.
-¿Mujeres?
Asentí.
-¿Reunión de Swagmastas?-inquirió, sonriendo. Me obligué a dedicarle una pequeña sonrisa cuando utilizó esa palabra; la usábamos muy de vez en cuando cuando hablábamos de trucos de ligar, entonces él pasaba de ser el único Swagmasta del grupo a ser uno de cinco.
Negué con la cabeza y abrí la botella de cerveza.
-No sé si quiero hablar de ello.
-En realidad quieres, ricitos de chocolate.
Tuve que echarme a reír.
Me lo pidió mi corazón.
Louis apoyó su rostro en una mano y se me quedó mirando con expresión de enamorado.
-¡Qué bello eres, joder!
-Eso es de Eri-repliqué entre risas. Asintió.
-¿Mejor?
-Un poco.
-Cuéntale al Tommo, pues.
-Noemí.
-Mujeres-convino él, asintiendo con la  cabeza, los ojos cerrados como si fuera un científico al que validan una teoría.
-Quiere que... vaya... a España-murmuré, y supe que había tardado casi medio minuto en formular esa frase porque hasta para mí había sido demasiado lenta. Louis asintió.
-¿Y tú no quieres?
-No sé si quiero ir esta semana, Lou. Quiero decir... iba a ir a Chesire, y...
Negué con la cabeza y él me pasó una mano por la espalda.
-Pues dile que quieres ir a Chesire.
-No sabes cómo es.
-También es mi amiga. Creo que sí.
-No es como Eri. O Alba. A una de ellas les dices que vas a tu ciudad, y te contestan: Vale, nos vemos el fin de semana que viene, entonces. Noemí te lo recordará hasta el día en que te mueras.
Se encogió de hombros.
-¿Y por qué no le sugieres que se quede y la llevas a Chesire, se la presentas a Anne y a Gemma, y listo.
-Tienen instituto-repliqué automáticamente. Chasqueó la lengua, asintió y le dio un trago a la cerveza.
-Puede saltárselo.
-Paso. De. Aguantar. A. Noemí-espeté, mirándolo como si estuviera mal de la cabeza. Se echó a reír, incrédulo.
-Encima de que la dejas sin instituto, ¿todavía te va a montar un pollo?
-Mi suegra se lo monta-susurré-, y entonces ella me lo monta a mí.
Louis asintió.
-Pues dile: Noemí, mi amor, no me da la puta gana ir a España. Ya tengo planes. Mi madre está primero. Ponte a la jodida cola, ¿quieres?
Cerré los ojos.
-Y me deja sin sexo un mes.
-¿Qué? ¿Tengo que recordarte quién eres? ¡Eres Harry Styles, joder!-ladró, levantándose de la mesa y dando un puñetazo en ella-. ¡Chasqueas los dedos y tienes cinco tías delante de ti preparadas para que te las tires! ¿Y te preocupas porque no te puedas tirar a una en particular?
-Eso también se aplica a ti-gruñí. Se quedó allí plantado, mirándome.
-Pero...
-¿Tú lo harías?
Frunció el ceño.
-¿El qué?
-Tirarte a una fan si te cabreas con Eri.
Parpadeó un par de veces.
-No.
-Pues eso.
-¿Qué?
-No voy a ponerle los cuernos a Noemí. Ya lo hice una vez. Y nos costó una actuación, ¿te acuerdas?
Ni se inmutó, pero casi pude oír sus pensamientos, ¡claro que me acuerdo, estúpido!
Dimos un trago de la cerveza y nos quedamos mirándonos.
-¿Qué tal el polvo, Swagmasta?
Me miró con ojos como platos.
-¿Se nos oye?
-Se os oye por toda la casa.
Cerró los ojos, se los frotó y me miró, suplicante.
-No se lo digas, ¿vale? Que entonces me quedo sin marcha.
Sonreí.
-Guay. Ahora se lo cuento.
Me incorporé y fingí ir hacia su habitación. Me cogió de la muñeca cuando pasé a su lado y se me quedó mirando.
-Si le dices algo a Eri te vas a acordar de mí el resto de tu vida-replicó, con semblante serio. Luego nos echamos a reír.
-¿Es buena?
-Ya lo sabéis.
-Es verdad-asentí, sonriente.
Se pasó una mano por el pelo y me miró.
-¿Se nos oye mucho de verdad?
Me encogí de hombros.
-Sí... un poco.
Asintió, me invitó a volver a sentarme y me pasó la cerveza. Me miró un rato, hasta que por fin se lanzó a preguntar.
-¿Quieres ir a España?
-No lo sé.
-¿Quieres ir?
-No lo sé, Louis.
-¿Quieres o no?
-SÍ. SÍ QUIERO. PERO TAMBIÉN QUIERO VER A MI MADRE.
Se encogió de hombros, se levantó de la mesa y se encaminó a la puerta. Ya estaba bajo el marco cuando se giró para mirarme.
-Entonces, tendrás que elegir entre la que te dio la vida y la que te hace vivir.
-Noe no me hace...-comencé a protestar.
-Entonces, la decisión es fácil.
Subió las escaleras lentamente, sin dejar de mirarme.
-¿Tú qué harías?-le grité. Se detuvo, bajó un par de escalones y se agachó para contemplar mi rostro.
-¿Qué te parece que haría yo, Hazza?-sonrió.
-Ir a Doncaster y llevar a Eri si pudieras...
-Hablar con Eri y decirle que ya tengo planes pero que puede apuntarse, y...-me animó, asintiendo con la cabeza.
-Son diferentes.
-Pregúntale a Liam. Pero seguro que haría lo mismo con Alba.
Asentí con la cabeza, me quedé un par de minutos sentado, cavilando. Cuando alcé la cabeza, él seguía allí, con una sonrisa en los labios.
-¿Qué?
-Estás perdiendo facultades, macho.
Se incorporó y terminó su ascenso.
-Si tú supieras, tío-repliqué. Oí su risa pasear sobre mi cabeza de un lado a otro mientras recorría el pasillo.

-Me voy a España-les anuncié. Louis sonrió al suelo, y los demás asintieron.
-¿Cuándo?
-Mañana, supongo-respondí a Liam, encogiéndome de hombros y sacando el móvil-. Aún no lo sé.
-¿Cuánto tiempo?
-Tampoco lo sé.
-¿No ibas a ver a tu madre?-atacó Louis con una sonrisa divertida. Alcé una ceja.
-¿De qué te ríes?
-De que sabía exactamente que terminarías haciendo lo que estás haciendo ahora.
-¿Qué estoy haciendo ahora?-espeté a la defensiva. Zayn suspiró.
-Chicos...
-Dejar que ella sea la que decida, y luego vas de mártir cuando te torea. Reconócelo, Harry.
Liam asintió imperceptiblemente, me volví a mirarlo. Niall se revolvió incómodo en el asiento.
-¿Qué?-les solté. Louis alzó las manos.
-Eh, tío. Voy de buenas, ¿sabes? Solo te lo digo. Simplemente tienes que decirle "no" a veces.
-A Eri nunca le decimos que no.
-Porque Eri no nos pide nada-replicó Niall. Me encogí de hombros.
-No queréis que vaya.
-¡No!-gritaron todos a la vez.
-Está bien, pues no voy.
-No te estamos diciendo que no vayas, Hazza...-Louis sacudió la cabeza y suspiró.
-Simplemente te decimos que hay cosas en las que no conviene ceder demasiado, o será ella la que mande-argumentó Liam.
-Tienes 18 años, chaval. Elige tú lo que quieras hacer.
-Quiero ir a España.
-Pues vete-replicó Louis, asintiendo con la cabeza.
-Pero quiero ver a mi madre.
-Adminístrate el tiempo-murmuró Niall. Todos lo miramos-. Yo estaré en Mullingar unos días, pero también quiero ver a mi abuela en su pueblo. Para... buscar-se sonrojó, se encogió de hombros y comenzó a jugar con su móvil-. Ya sabéis.
Como si Louis hubiera dicho algo, todos lo miramos.
-¿Lou?
-Yo también buscaré. Y Eri. Si puede, traerá libros de su madre. Pero tendrá que leerlos o ella, o Niall. Yo no puedo hacer nada, de momento. Simplemente mirar los que tiene mi madre en casa y quedar con Savannah.
-¿Está buena?-sonrió Zayn, dándole un codazo-. Podrías presentármela.
Louis se echó a reír.
-Está estudiando medicina.
-Oh, enfermeras. Me encantan-sonrió él, y nuestras carcajadas llenaron la casa.
-¿Eri sabe que vas a quedar con otra?-le pinché. Louis me sacó la lengua.
-Es mi prima, imbéciles.
-Sigue siendo una chica.
-¿Cuántos años tiene?-quiso saber Niall, inclinándose hacia el mayor de todos. Louis frunció el ceño.
-¿Medidas?
-¿Tiene novio?
-¿Se deja hacer guarradas?
-¿Y YO QUÉ SÉ? ¡DEJADME!-bramó él, levantándose y echando a correr a la piscina. Todos lo perseguimos, Niall lo alcanzó y le cortó la retirada mientras Liam y yo lo cogíamos. Zayn empezó a arrastrarnos a todos hacia la piscina.
-¡NO! ¡NO, MALDITA SEA, NO! ¡CON ESTA CAMISA NO!-gritó Louis, pataleando como un niño pequeño.
Lo alzamos sobre nuestras cabezas y lo tiramos en lo más profundo.
-¡HIJOS DE PUTA! ¡OS ODIO! ¡CABRONES! ¡CABRONES TODOS!-gritó mientras nos salpicaba, furioso.
Terminamos riéndonos, como siempre.

La puerta de la calle se abrió y un par de pies entraron procurando hacer el menor ruido. Me rasqué la barriga y me puse a gritarle a Snooki que le rompiera la cara a JWoww.
-Dale a esa zorra, dale, ¡dale!-chillé. Noemí asomó la cabeza.
-Hola, mi amor.
-Hola, pequeña.
Dejó caer la mochila a un lado y corrió a besarme.
-¿Qué tal el día?-pregunté. Se encogió de hombros.
-Bien. Eri y Alba te mandan recuerdos.
-¿En serio?-fruncí el ceño.
Y Snooki le dio un tortazo a JWoww. Jódete, zorra.
-No.
Se quedó sentada sobre mis piernas un momento, estudiando la pelea de gatas de la tele y terminó taladrándome con la mirada.
-Tus padres han salido.
-Lo sé. Trabajo los dos.
Se echó sobre mí y comenzó a besarme el cuello.
-Lo que significa que tenemos la casa para nosotros solos-sonreí cuando su lengua llegó hasta mis labios y pasó entre ellos, buscando la mía. Cerré los ojos y me dejé llevar.
-Oh, sí-replicó ella, y nos echamos a reír ante su pobre imitación de mi voz.
No sé cómo hizo para descalzarse, pero, de repente, estaba acariciando con los dedos de sus pies mis pantalones. Gimió.
-Harry...
-Mmm.
-Quiero sexo.
-Yo comer-repliqué. Ella se apartó y se me quedó mirando, herida. Asintió lentamente con la cabeza y se trató de levantarse, pero se lo impedí.
-Eh, ¿dónde vas? He dicho que quiero comer-me miró sin comprender-. Pero no he dicho el qué-le guiñé un ojo y ella al principio se sonrojó, luego se echó a reír y se sentó sobre mí.
Creo que era la primera vez que lo hacíamos en un sofá. Sus manos se deslizaron suavemente por mi cuerpo, deseando fundirse conmigo, mientras yo no paraba de darle vueltas a cómo me había capturado. Ella, que era justo todo lo contrario de lo que a mí me gustaba (con la excepción de su pelo y su nacionalidad, claro, pero lo del acento no se aplicaba a ella, pues hablaba igual que yo, o eso decían los demás), pequeña, sin demasiadas  curvas... y sin embargo hacía lo que a ella se le antojaba.
Recordé lo que le había dicho a mi reflejo, lo que me había dicho Louis subiendo las escaleras, lo que me dijeron los chicos cuando nos despedimos en el aeropuerto.
Estás perdiendo facultades, macho.
Aunque debía reconocer, en su defensa, que se movía y que la sentía como había sentido a pocas en mi vida.
Ninguno de nosotros lo había expresado en voz alta, pero era una de las ventajas que tenían las españolas: las tres eran vírgenes cuando las conocimos, y a las tres las estrenamos nosotros. Eso creaba un vínculo emocional que no se rompería nunca, las acompañaría hasta que murieran.
Louis lo había leído en un tweet y nos había mirado a Liam y a mí. Giró el ordenador y dio unos suaves toquecitos en la pantalla.
-Son nuestras-murmuró Liam.
Louis asintió.
-Para siempre.
-Suena bien-convine yo.
Liam y Louis sonrieron.
-Tiene que ser mentira-replicó Liam, haciendo gala de su lógica irrefutable. Y Louis asumió el papel del soñador; dado que no estaba Niall, le tocaba a él.
-¿Y si es verdad? ¿Os lo imagináis? Pase lo que pase, nunca dejarán de querernos.
Les sonreí tímidamente, acababa de tener una pelea con mi chica.
-¿Aunque a veces no lo demuestren?
-Sobre todo cuando no lo hacen.
No sabía si era solo en su primera vez o si era en todas y cada una de las veces que te acostabas  con una tía, pero sí que era cierto que ella tenía un vínculo contigo.
Noemí me mangoneaba porque yo me dejaba mangonear. Si a mí un diera me diera la gana de llevarla a cualquier sitio (Inglaterra no servía en eso, pues ella iría aunque no la maniataras), ella me seguiría. Lo sabía.
Y me lo demostraba cada vez que nos acostábamos.

Se giró en la cama y dejó al descubierto su torso desnudo. Hacía calor, sí, pero no el suficiente como para estar durmiendo solo con la sábana como Dios nos había traído al mundo, así que me incorporé y tiré de la manta para taparla. Ella murmuró algo, no sé si en español, inglés o alguna otra lengua, se giró y me dio la espalda.
Sentí deseos de recorrer con la yema de los dedos aquellos costados, pero me detuve, temiendo despertarla. Ella tenía instituto.
Yo podía dormir hasta que ella volviera a casa.
Justo cuando estaba a punto de batir mi propio récord jugando a Angry Birds, me llegó un mensaje de Louis.
-No puedo dormir, fulana de barrio.
-Pues pégate un tiro, perra del averno.
Una carita triste.
Ya no me quieres.
Nunca te he querido. Te he utilizado. Yo solo quería  sexo. ¡JAJAJAJAJA! ¡SOY MALÍSIMO!
¡Mala persona! ¡No quiero vivir! ¡Me voy a sucidar!
Suicídate.
Estoy preparando la cuerda. ¿Cómo se hace el nudo este del ahorcado?
Míralo en Internet.
Qué majo eres, tío.
Menos hablar y más suicidarse.
Me estoy suicidando.
Ok.
Me suicido.
Vale.
Me he suicidado.
Ams, ok. Interesante.
Diez minutos después:
Hace diez minutos que me he suicidado. Espero que hoy no puedas dormir por el peso de la conciencia.
Nah, creo que dormiré bien.
... Tu indiferencia se clava en mi corazón cual puñal en el pecho de Julio César.
¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA LOOOOOOOOOOOOL! ¿De dónde has sacado eso?
De los libros que he estado leyendo. Estoy hasta el culo de leer, tío. ¿Qué tal todo por ahí?
No me quejo. Cuatro polvos. Un buen día.
No estás en tu mejor racha.
No, lo cierto es que no. ¿Estás conectado?
¿Cuándo no lo estoy? Y un guiño.
Voy a Skype.
Vale.
Espérame, eh.
Claro, mi amor. Yo te esperaré, nos sentaremos guntos frente al mar...
¿No es con J?
No, eso es je y ji.
Como sepa Eri que me estás cantando reggaeton te mata.
La culpa es de Niall. Que no ponga la radio a todo volumen, joder. Yo no tengo la culpa de que pongan porquería a todas horas.
Eres un santo.
Lo sé. Me están haciendo una estatua para meterme en la Catedral de Canterbury.
LMFAO.
Me arrastré fuera de la cama, intentando que Noemí no notara mi ausencia, encendí el ordenador y, mientras se iniciaba, me puse unos bóxers y encendí una luz. Rebusqué en mi bolsa unos cascos para que no le molestara el ruido que pudiéramos hacer y me la quedé mirando mientras me conectaba a Internet.
Rápidamente Louis me mandó una petición de videollamada.
Meneé las cejas y él se echó a reír cuando nos vimos. Se metió una gominola en la boca y pasó una página del libro que estaba leyendo. Golpeó varias veces con su lápiz la hoja, luego se lo llevó a la boca y se pasó una mano por el pelo.
-Me estoy pensando seriamente lo de pegarme un tiro, ¿sabes?-murmuró por fin, frunciendo el ceño.
-Supongo que eso no es muy interesante.
-Atención, chaval. Cultura en estado puro. La mutación genética puede deberse a varias causas-comenzó a leer-, bien se puede dar a causa de acción humana, artificializando los ácidos que componen el sistema del ácido Desoxirribonucleico, o bien por causas naturales, como, por ejemplo, la malformación de algunas células o partículas de la composición del ADN que tienden a mutar elevadas a potencias desmesuradas para el número de componentes que van a cumplimentar.
Se me quedó mirando y asintió con la cabeza, los ojos cerrados y una ligera sonrisa en los labios.
-Fascinante.
-¿Verdad que sí?
-Ahora en serio. ¿Qué mierda pone ahí?
-Buena pregunta.
Me eché a reír, y pronto él me imitó.
-No sé si el libro me está insultando o algo, pero por si acaso, lo quemaré cuando acabe de leerlo.
-Jay te mata.
Se encogió de hombros.
-Soy más rápido que mi madre.
-Eri te mata.
Se quedó pensativo un rato.
-Vale, Eri tiene más formas de joderme-comenzó a girar la mano con el pulgar y el índice sosteniendo un objeto invisible-, ¿lo pillas?
Me eché a reír.
Continuó pasando sus ojos por las páginas y suspiró.
-Voy a matar a Alba y Liam.
Fruncí el ceño.
-¿Por qué no paras un poco, tío? Que lo hagan ellos, joder. Estoy seguro de que están los dos durmiendo tan tranquilos, y tú ahí.
Levantó la vista.
-¿Crisis en la banda? ¿Tengo que romperte la cara?
-No. A ver, Dios me libre de criticar a Liam, pero... Joder, nunca pensé que te fuera a decir esto, pero relájate, BooBear.
Se metió otra gominola en la boca y se recostó hacia atrás en la silla, se estiró y bostezó.
-¿No podías dormir?
Negué con la cabeza.
-Y tú estudiando.
-Manda huevos, ¿eh? Nunca en mi vida estudié para mis exámenes, en plan de quedarme hasta las tantas, y por vosotros me quedo sin dormir varios días. Para que luego digáis que no os quiero.
-Oh, por favor. Eso es muy bonito-me eché a reír y él negó con la cabeza.
-Ya tengo los planes trazados, y todo. Mira, te cuento: me caso contigo.
-Larry Stylinson-volví a reírme, y él asintió.
-Me voy de Luna de miel con Niall, allí me acuesto con Liam, y cuando vuelva me enrollo con Zayn. Así tenéis todos cuernos.
Di dos palmadas y me giré rápidamente para comprobar que Noe seguía dormida. Tenía suerte; podías ponerte a tocar la batería con ella en la habitación, que no se despertaría.
Volvió a meterse una gominola en la boca y suspiró.
-¿Qué tal tu princesita?
-Durmiendo-me hice un lado para que la viera, y él sonrió.
-Qué mona.
-Todas son monas cuando duermen.
-Eri es el demonio estando despierta, pero cuando se duerme... parece la cosa más buena del mundo.
-Eri parece la cosa más buena del mundo.
-Pues es el demonio-sonrió él. Miró su teléfono-. ¿La llamo?
-Louis, tío, estará durmiendo, déjala.
Pero no me hizo caso, ya estaba tecleando en su teléfono, marcando el número de la mediana de las chicas.
-Pon el manos libres-le pedí. Alzó una ceja, divertido.
-Louis, tío, déjala, estará durmiendo-me imitó con voz adormilada. La verdad es que lo bordó.
Dio unos diez tonos antes de colgar.
-No me lo coge.
-Ya lo veo. Igual tiene el móvil sin sonido.
-El iPhone vibra y mete un ruido de la hostia.
-Ya lo sé. Tengo uno, ¿recuerdas?
-Mierda, es verdad.
-No estás muy lúcido.
-Esta última noche he dormido unas tres horas.
Abrí los ojos, incrédulo.
-¿Solo?
-Me acosté a las cinco, y a las 8 ya estaban mis hermanas tocando los cojones para ir al colegio. Y luego mi madre limpiando. Y mi padre preparándose para ir a trabajar.
-¿Qué hiciste?
-Abrí la puerta de mi habitación y grité: ¡No os preocupéis, he dormido de puta madre!
-¿Qué pasó?
-Mamá me dio una bofetada, me dijo que nada de palabras sucias en casa y me obligó a meter diez libras en el bote de las palabras sucias.
-No veo a Jay dándote una bofetada, la verdad.
-Pues da unos tortazos que...-sacudió la mano y asintió con la cabeza. Sonreí.
-Tal vez te lo merecieras.
-Es un poco triste que con 20 años mi madre me de una bofetada, por mucho que me lo merezca, ¿no crees?
-¿Estaban las gemelas en casa?
-No.
-¿Fizzy?
-No, solo Charlotte. Estuvo ayudándome con esto-levantó el libro y sonrió. Volvió a comerse una gominola.
Volvió a marcar el número de Eri y esperó a que ella lo cogiera. Esta vez, ella descolgó.
-¿Quée?-murmuró con voz adormilada, en español. Me dio pena simplemente oírla.
-Hola, rubita-saludó él, sonriendo.
Una pausa, seguramente traduciendo aquella frase a su propia lengua.
-¿Quién eres?
-¿Cuánta gente te llama rubita?
-Cinco personas-en su tono de voz se notaba que iba espabilando... y que se iba alejando de la posibilidad de volver a quedarse dormida en cuanto posara la cabeza en la almohada.
-Pues piensa de quién es el acento-replicó él.
Una nueva pausa; yo me pasé una mano por el pelo, echándomelo hacia atrás; él se mordisqueó el labio.
-Louis-empezó ella, él asintió y sonrió-, son las cinco de la mañana.
-Lo sé.
-¿Qué te pasa?
-Te echo de menos.
Otra pausa.
-Voy a colgar-anunció.
-Cuánto me quieres.
-Mucho, mi amor, pero tengo sueño. ¿Hablamos por la tarde?
-No. Quiero hablar con mi chica favorita del mundo.
-Qué bonito-replicó ella, bostezando.
-... pero como Natalie Portman no me coge el teléfono, pues te llamo a ti.
Me eché a reír, y él sonrió y me guiñó un ojo.
-¿Qué haces?
-Trabajar para la CIA y CSI, y hablar con Harold.
-Ah. ¿Me oye?
-Sí-dije yo-. Hola, niña.
-Hola, Harry.
-Louis es muy malo.
-Sí-asintió ella, volviendo a bostezar-. ¿Tú también estás en Doncaster?
-No, estoy...
Louis empezó a negar con la cabeza, a articular no con los labios y a hacerme señas.
-Estamos hablando por Skype.
-Ah.
-¿Qué tal las clases?
-Louis.
-¿Qué?
-Te quiero. ¿Vale? Te quiero muchísimo, pero... por favor. Tengo mucho sueño.
-Vale.
-¿Podemos hablar mañana, por favor?
-No.
-Pues vale.
-¿Vas a colgarme?-se cachondeó mi amigo. Eri suspiró.
-Por favor.
-Vale.
-¿Hablamos mañana?
-¿No puede ser por la tarde?
Eri se rió.
-Eres imposible.
-Ya me conoces.
-Esta tarde.
-¿Qué llevas puesto?-replicó Louis, bromeando. Ella decidió devolverle la broma.
-El pijama que tú me has regalado, no.
-Eres una borde.
-Tú un gilipollas sin corazón. Te quiero. Buenas noches.
-Buenas noches, nena.
-Buenas noches, Eri-me despedí.
-Buenas noches, Hazza. A ti también te quiero.
-¿Más que a mí?-preguntó Louis. Casi pude ver cómo sonreía su novia.
-No lo dudes.  Buenas noches.
-Que descanses.
-Vale.
-Te quiero-canturreó él.
-Y yo a ti.
Eri colgó y Louis bloqueó el teléfono.
-¿Cómo eres tan cabrón, tío? Pobre criatura.
-En el fondo le gusta-sonrió mi amigo-. Le mola que la llame, aunque sea a estas horas. Es como decirle: no puedo dejar de pensar en ti, te echo tanto de menos que no puedo ni dormir.
-Qué bonito.
-Lo sé.
-Creo que yo también voy a ir a acostarme, ya sabes...-hice un gesto con el pulgar en dirección a Noe-. Por si la jefa se despierta.
Louis se echó a reír.
-¡Oye!-espeté. Él se metió una gominola en la boca y me miró-. ¿Qué es eso del pijama que tú le regalaste?
Se encogió de hombros.
-Ninguno. Es su forma de decirme que no está en bolas.
-Ah, qué interesante.
Louis asintió.
-Supongo. ¿Te puedo pedir un favor?
-¿Tienes que preguntarlo?
Sonrió, estudió una de sus gominolas antes de metérsela en la boca y me miró.
-Quiero que vayas a verla y que me digas cómo está.
Fruncí el ceño.
-¿Por qué? Estará bien, Lou.
-No me ha sonado muy... ella. Ya sabes-se encogió de hombros.
-¿Se enfadará?
-Por favor, Harry-suplicó. Me enseñó una mora de gominola y la giró alrededor de la cámara-. ¿La quieres? Te la guardo. A cambio de que vayas a verla.
-Estaba medio dormida, Louis, no iba a sonar muy...
-La he notado diferente-replicó él, tercamente.
-Bueno, si te quedas más tranquilo... pero tratándola como a tus hermanas no llegaréis muy lejos.
-No la trato como a mis hermanas.
-Sí que lo haces.
-No, no lo hago.
-Tío, cuidas de ella como cuidas de tus hermanas.
Puso los ojos en blanco.
-Me preocupo por ella. Quiero que esté bien. Si eso es tratarla como a mis hermanas, entonces sí, la trato como a mis hermanas.
Me encogí de hombros.
-¿No crees que eres demasiado protector?
Me miró con los ojo entrecerrados.
-La última vez que fui poco protector dejó de comer, ¿recuerdas?
Asentí lentamente.
-Si no fuera por nosotros, estaría bajo tierra-musitó.
-Si no fuera por nosotros, estaría igual que siempre.
-Triste.
-Vale, vale. Me pasaré a verla.
Asintió.
-Gracias.
Volvió a comerse otra gominola.
-Vas a acabárselas a Daisy y Phoebe.
Se encogió de hombros.
-Mañana las llevo de paseo y nos vamos a un quiosco.
-Muy bien. Por cierto, si no vuelvo a casa, es que Noemí me ha asesinado.
Frunció el ceño.
-¿Por qué?
-Mi suegra me zorrea. Descaradamente.
-¿Qué?-replicó, riéndose.
-Sí, tío. Te lo juro. Se me pone por la mañana: Bueno Harry, me voy, si necesitas algo, dímelo.
-Oh, sí ya lo creo que te zorrea.
-Se abrió de piernas. Y me dijo: cualquier cosa. Y me guiñó un ojo.
Louis se atragantó con la última mora de gominola que se había metido en la boca.
-¡Tu suegra te zorrea! ¡Dios!
-Tendrá experiencia, como es mayor...
-¡HARRY! ¡ES MUY FEA!-bramó Louis, con ojos como platos. Me eché a reír.
-No me gusta. Noe debe de ser adoptada.
Miró su bolsa de gominolas.
-Me acabas de quitar el apetito-y las lanzó a un lado y negó con la cabeza.
-Le quitaría el apetito a cualquiera-repliqué. Miré a mi chica, me mordí el labio, y él susurró:
-Vete con ella. Estaré bien. Buenas noches.
-¿Seguro?
-Sí, voy a dormir.
-Vale. Buenas noches, BooBear.
-Buenas noches, Hazza.
-Buenas noches, cariño...
-No empecemos hoy, ¿eh, Hazza?
-Vale.
-Pues eso-vi cómo se armaba con el ratón, miraba hacia la parte superior de su pantalla y se me quedaba mirando después.
-¿Harry?
-¿Sí?
-¡Buenasnochesdiodelsexo!-bramó, y se desconectó.
-Me encanta cuando me dices eso-repliqué, riéndome. Apagué el ordenador y me metí en la cama con mi chica.

En cuanto recibí el mensaje de Louis (Ahora SÍ que tienes que ir a verla), me vestí a toda prisa, le dije a mi suegra (la que me zorreaba) y a mi novia (la que se acostaba conmigo) que vendría en una hora o así, y después de hacer caso omiso de su interrogatorio, cosa que se me daba bastante bien gracias a la experiencia con los paparazzi, me apresuré en dirección a casa de Eri.
Como hacía varios días que se había filtrado la canción (y, a pesar de todo, si se hubiera mantenido la fecha de estreno de Live While We're Young ya estaría sonando por todo el mundo), tomé todavía más precauciones de las que solía. Pertrechado detrás de mi gorro de lana, algo que era incluso previsible en mí, y unas gafas de sol no tan previsibles, redondeaba mi camuflaje con una sudadera enorme que Harry Styles nunca, nunca se pondría.
Era más del estilo de Liam cuando había entrado a la competición, así que si alguna fan me reconocía por el gorro, la sudadera le haría creer que yo no era yo.
Aun así, no fui precisamente despacio hasta la casa de Eri. Tuve suerte, pues según llegaba salía un vecino suyo. Me quité las gafas de sol, le sonreí, y el hombre en cuestión me dejó pasar dentro de su portal.
Subí despacio las escaleras.
Ahora sí que tienes que ir a verla.
¿Qué habría pasado?
Ahora sí que tienes que ir a verla.
Llamé a la puerta y esperé a que me abrieran, rezando porque no fuera su padre o su madre. Tenía pánico de que ella no estuviera en casa y no entenderme con sus padres, así que entonces me entraría el pánico y hablaría todavía más despacio de lo que solía hablar, me darían con la puerta ne las narices, Louis me mataría por no cumplir mi misión, lenta y dolorosamente...
La puerta se abrió y Eri asomó medio cuerpo por fuera. Inclinó la cabeza y me observó bajo la luz que se filtraba perezosamente por las pequeñas ventanas de las escaleras de su edificio.
Tenía el pelo alborotado, vestía unos pantalones cortos que apenas asomaban por debajo de su camiseta, que le quedaba enorme.
Pero lo peor era su cara. Tenía la expresión rota, vacía, me miraba como no pudiendo creerse que realmente yo estuviera allí (seguramente ni se lo creía)... sus ojos estaban enrojecidos por las lágrimas que ahora se deslizaban silenciosamente por sus mejillas... por la mejilla enrojecida...
Se cruzó de brazos, tragó saliva y abrió un poco más la puerta.
-Tira para dentro-ordenó.
Obedecí. No era una cosa muy inteligente cabrearla cuando estaba tranquila; así que mucho menos cuando estaba alterada, cuando se veía que estaba alterada.
Pasó delante de mí hasta su habitación, empujó la puerta con un pie y esperó a que yo entrara. Apartó las cajas del suelo para que pudiera pasar, sentarme en la cama y observarla.
Se quedó de pie, mirándome, con la misma expresión que tendría si estuviera resolviendo un ejercicio de matemáticas.
Estuvo así un momento hasta que por fin se decidió a hablar.
-¿Por qué él no viene a verme?-murmuró con un hilo de voz.
Se echó a llorar, y la abracé.
-Pídeselo.
-Tiene que salir de él.
-Yo no estoy aquí por mí.
-Estás aquí porque te lo ha pedido.
-Estoy aquí por que me lo ha pedido Noemí.
Levantó la cabeza y se me quedó mirando. La besé en la frente.
-¿Estás así por eso?
Negó con la cabeza y se pegó hacia mí.
-Estoy así por vosotros.
Le dije que no lo entendía, y se encogió de hombros.
-No lo soporto. Pero tampoco puedo pedirle a Louis que venga, ¿sabes? Es egoísta. No está nunca con su familia, no puedo quedármelo yo para mí.
-Eso es lo que está haciendo Noe conmigo-repliqué-. Tampoco es tan malo.
Se quedó callada, en silencio, dejando que la acunara, y repitió su pregunta.
-¿Por qué él no viene a verme?
-No lo sé, pequeña. No lo sé.
-Le echo de menos.
-Lo sabemos.
-No quiero esto. No quiero mi casa. Quiero irme a Inglaterra. Inglaterra es mi casa.
Volví a besarla en la frente.
-Entonces vente cuando quieras.
Seguí abrazándola hasta que se tranquilizó.

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