domingo, 2 de septiembre de 2012

Naomi Eduarda Estilos.

Apenas podíamos creernos que Alba se hubiera enrollado con Liam (enrollado con MAYÚSCULAS, NENAS, nos comentó, y un grandioso ¡OH, JESUCRISTO! de Eri llenó la calle) cuatro veces.
Cuatro.
¡CUATRO!
Ay, mis zorras se hacían mayores.
Y, para colmo, Alba y Liam no iban a pasar la noche en casa, sino que se iban al piso que tenía Liam por el centro.
-Merengue merengue-canturreó Eri, sacudiendo las manos como Amador de La Que Se Avecina.
 No pude evitar reírme como una loca al ver cómo Alba se ponía roja como un tomate, se alejaba de nosotras con un tímido Taluego, compañeras, y se unía a Liam para despedirse de los demás.
Me metí en el coche, sentada al lado de Eri, pegada a la puerta, y busqué los nuevos números en mi BlackBerry que había añadido esa noche mientras los chicos discutían quién iba a conducir, porque estaba claro que ni Louis ni Niall estaban en condiciones (a Louis le notabas el punto del alcohol, pero Niall apenas podía tenerse en pie, y Zayn andaba riéndose por todas partes  como un loco, a pesar de que no había bebido, según él).
Harry y Louis sujetaron a Niall cuando este se tambaleó hacia un lado y llenó al aire con sus estruendosas carcajadas.
-Para que luego digan que los irlandeses tienen mejor saque-murmuró ella, negando con la  cabeza. Levanté la vista y miré al rubito, que estaba tan sonrojado que parecía un semáforo.
-Seguro que yo aguantaba más. O incluso tú.
-No seas boba, peque. A mí me das un vaso de vino y ya cojo un chute que flipas-replicó ella, sonriendo y dándome un besito en la mejilla-. ¿Hoy ligaste, eh, zorrilla?
Sonreí.
-Cuatro tíos diferentes, pero tengo el teléfono de siete.
-¡Oh, siete! ¡Precioso número!-bromeó, sacudiendo la cabeza y echándose a reír. Se me ocurrió que ella también estaba borracha, no de alcohol, sino de adrenalina, pero borracha al fin y al cabo.
-¿Harry no quería bailar contigo?
Me encogí de hombros y miré por la ventana, rehuyendo su mirada.
-No lo sé. Tampoco me quedé para averiguarlo, la verdad. Y tampoco me quedé para aguantar cómo miraba a las demás, ¿sabes?
Rebuscó en su bolso el móvil y leyó los mensajes que tenía.
-¿Estás muy solicitada?
-Louis es retrasado-dijo, a modo de respuesta, poniendo los ojos en blanco. Pero se puso a teclear frenéticamente (apenas le veía los dedos de la velocidad que alcanzó), sonrió y le dio a Enviar.
Se inclinó para mirar a la calle justo en el momento en que Louis se sacaba el teléfono del bolsillo y miraba la pantalla con el ceño fruncido. Leyó el mensaje, esbozó una sonrisa y nos miró-. De todas formas-continuó, haciendo caso omiso de mi pregunta anterior-, no miraba a muchas chicas. Creéme, en esos momentos me sentí como un halcón eligiendo qué ratón le apetecía comer. Y no paraba de mirarte.
Me aparté el flequillo de la cara y revisé Twitter, sintiéndome celosa de las chicas por enésima vez.
El casi millón de seguidores de Alba.
Los 3 millones de Eri y el tick de Cuenta verificada.
Y yo apenas tenía 10 mil, todo gracias a las actuaciones en los Juegos.
Bufé.
En realidad, ellas habían hecho buen negocio yendo a Inglaterra: estaban con sus novios, y sus seguidores les subían como la espuma. Una incluso estaba a un paso de conseguir un contrato discográfico.
Pero decidí que no me importaba el contrato. Yo también podía conseguir uno a base de suplicar, encandilar, dar pena... lo que fuera.
Se me daba de miedo encandilar, ese era mi papel en el grupo.
-Estaría intentando que volviera para putearme-repliqué, tecleando furiosa una vez más.
Se cruzó de brazos.
-Noe, deberías darle una oportunidad.
-Eri-la imité, con mi mejor voz de madre preocupada/tocapelotas. Y con madre preocupada y tocapelotas me refería a La Sánchez (¿quién si no?). Los chicos se metieron en el coche, Harry conduciría a casa. No sabía por qué, pero no me extrañaba-, está  claro que a él no le intereso. Es triste, pero es cierto. Creéme, me encanta que Alba y tú os preocupéis por mi vida sentimental, pero estoy bien. Quiero joderle. Quiero devolverle todo lo que me ha hecho, ¿sabes? Porque me ha hecho daño. A base de hacer las cosas que hizo y a base de pedirte, suplicarte casi, que mintieras para protegerle. Y eso es feísimo, tía. No es solo que me hubiera puesto los cuernos en caso de haber salido juntos, sino que encima intentó separarnos.
-Noe, venga, tampoco fue para tanto. En realidad también fue un poco culpa mía, yo debería haberte ido con el cuento, y...
-También es tu amigo-espeté, a toda respuesta. Se me quedó mirando con los ojos entreabiertos, intentando adivinar qué estaba pensando.
-Pero...
-Si tú te enrollaras con Liam y me suplicaras que no se lo contara a Alba, y yo lo hiciera, ¿estaría haciendo lo correcto?
-Por favor, no le digas nada de eso a Alba, que aunque sea una hipótesis me arranca la cabeza.
-Eri.
-Sí, eso creo.
-Pero a ti no te parecería eso, sino que te parecería que te estoy traicionando. Y por eso no me dijiste nada a mí, para no traicionar a Harry. Son más. Si cae uno, caen todos. No es la misma la hostia que se darán tres que la que se darán cinco. Y encima cinco tíos, mayores, para colmo. Esos  caen todos como bombas atómicas, pero lo harán juntos.
Se inspeccionó las uñas.
-Lo siento, de veras.
-No tienes que disculparte, la culpa es solo suya-dije, devolviéndole el beso que antes me había dado-. Aunque de todas formas es cierto que me apetecería salir con él igual que estáis tú o Alba con Luisín o Liam, pero supongo que es lo que hay.
Asintió con la cabeza en silencio.
-¿Sabes? Me pregunto qué tenéis vosotras que no tenga yo.
-Un buen par-se señaló el escote y esta vez asintió sonriente, con los ojos cerrados, y yo me eché a reír.
-Quiero decir que yo soy la más guapa.
-Y yo la más lista, la más divertida y la más todo. La pregunta es, ¿y Alba? ¿Qué es Alba?
Se llevó los dedos al mentón y se lo golpeó suavemente, pensativa.
-¿Qué es Alba?-repetí para mí misma, como si de un mantra se tratara. Ella chasqueó los dedos y me miró.
-¡La más guarra!
Nos echamos a reír.
-Pobre Alba.
-Sí, pobre Alba.
Y volvimos a reírnos.
Zayn se giró desde el asiento del copiloto y nos miró a las dos.
-¿De qué habláis por ahí atrás?
-Estamos decidiendo si Megan Fox tiene las tetas operadas-le pinchó Eri. Zayn se irguió en su asiento.
-Fueron los dólares mejor invertidos de toda la historia-asintió con la cabeza como quien dice la mayor verdad del universo. Sonreí. Entonces, centró su atención en mí-. ¿Dónde te habías metido, Noe? Apenas te vimos en toda la noche.
-Oh, estaba por ahí-me encogí de hombros y bajé la vista a la BlackBerry-ya sabes-volví a mirarlo-, ligando, bailando... Pasándolo bien. La noche es joven, ¿eh?
Zayn volvió a asentir aprensivamente.
-No podría estar más de acuerdo contigo, nena.
Harry pegó un frenazo y todos lo miramos.
-¡Harry, conduce más despacio!
Suspiró.
-¿Qué culpa tengo yo de que nadie en esta maldita ciudad sepa conducir?
Me arrellané en el asiento, mirando el reflejo de sus ojos centrados en la carretera en el espejo retrovisor.
Oh, sí.
Todavía tienes facultades, Noe.
 Louis se giró en su asiento y clavó la vista en Eri.
-Así que no bailes con ninguna chica o te mato, Lou, ¿eh?
Eri sonrió, se inclinó hacia delante y lo besó en los labios.
-Luego me pones los cuernos.
-Igual ya te los he puesto.
-Puede ser.
-Tengo el teléfono de siete amigos de Liam-anuncié, triufante, y la mirada cabreada de Harry se posó un segundo en mis ojos (benditos espejos) para luego regresar a la carretera. No es tan guay la cosa cuando es a ti a quien te afecta.
-Mira qué bien-susurró Zayn, quitándole el móvil a Niall para que no se pusiera a twittear estupideces y luego tener que rendir cuentas ante algún manager cabreado.
-Sí, me lo he pasado muy bien por ahí, ¿sabéis? La próxima semana repetimos.
-No, gracias-gruñó Harry por lo bajo. Eri se giró hacia mí y me miró.
-Noe, no te pases.
Levanté las manos con las palmas hacia arriba y asentí.
-Bueno, es que hay que buscarle novio a una. Tú ya tienes, nuestra querida Alba también, pues ahora me toca a mí.
El silencio se apoderó del coche, un silencio poderoso, triunfante. Aquel silencio sabía a gloria.
-Que una tiene sus necesidades, y...
-Noe-me recriminó Eri.
-¿Qué?
-Vale ya-sus ojos estaban fijos en el espejo, contemplando la expresión dolida de Harry.
Y, aunque me doliera un montón reconocerlo, la forma en que me miró me rompió el corazón.

Eri y Louis fueron los últimos en entrar, pero fueron, de lejos, los que más disfrutaron con su entrada. No separaron los labios ni abrieron los ojos, ambos gimieron cuando sus espaldas chocaron varias veces contra la pared, los muebles, o lo que fuera, pero sus lenguas continuaron jugando como si nada.
Musitaron un exctiado buenas noches y subieron como pudieron las escaleras hacia las habitaciones.
-Alguien va a divertirse mucho-comentó Zayn, y todos nos echamos a reír.
Niall se arrastró como pudo hasta la cocina, abrió la nevera y buscó algo que llevarse a la boca mientras Zayn empezaba a desnudarse camino de su habitación, sin ni siquiera preocuparse de que yo estuviera presente o de que pudiera verlo como Dios/Alá lo había traído al mundo.
Harry se deshizo lentamente de su abrigo y subió las escaleras sin mirarme una sola vez. Me quedé contemplando cómo subía, cómo se quitaba el reloj, cómo se alborotaba el pelo, bufaba, volvía a alborotárselo y comprobaba que no tenía mensajes en su teléfono.
Tras cerciorarme de que Niall estaba bien, pertrechado con una buena tableta de chocolate, subí a mi habitación. Me quité el vestido por la cabeza y me metí en una gran camiseta de chico que usaba a modo de pijama.
Una de las camisetas de Harry.
La que me había puesto la noche en que perdí la virginidad.
Sonreí al pensar en esa palabra, virginidad. Solo dos en la casa la conservaban (aunque no me extrañaría nada que todos encubrieran a Niall porque él se lo merecía, vaya si se lo merecía), pero estaba segura de que por la mañana Eri tampoco la tendría, visto el calentón que llevaban Louis y ella encima, la forma en que se besaban, cómo recorría el inglés su cuerpo, el hambriento gemido que se escapó de los labios de ella con su despedida...
Sí, definitivamente Eri iba a follar por primera vez esa noche.
Solo esperaba que fuera un polvo tan épico como el mío, la chiquilla se lo merecía.
Fui al baño, me lavé los dientes con Zayn y luego me desmaquillé sola, después de darle un beso de despedida. Se fue llevando sus risas consigo.
En el piso de abajo, la puerta de la nevera se cerró, las luces se apagaron y Niall subió pesadamente las escaleras en dirección a su habitación, mientras chillaba: ¡MENUDA RESACA VOY A TENER MAÑANA, COLEGAS! ¡CÓMO OS QUIERO, JODER! ¡SOIS MIS MALDITOS HERMANOS! ¡QUIERO UN HIJO VUESTRO!
Abrió y cerró la puerta de su habitación y las paredes retumbadon con su gigantesco suspiro de satisfacción en cuanto se tiró encima de la cama.
Una imagen voló hacia mi cabeza: Niall, sin camiseta y con los pantalones a medio quitar, tumbado en su cama roncando como una moto.
Me atraganté con la pasta de dientes debido a las carcajadas.
Justo cuando estaba entrando en mi habitación, Niall abrió su puerta, y ladró:
-¡BUENAS NOCHES, GENTE! ¡BUENOS POLVOS, ERI Y LOUIS, QUE OS LO MERECÉIS! ¡NO GRITÉIS MUCHO, QUE QUIERO DORMIR! ¡QUÉ HAY, NOE, GUAPA! ¡A TI TE REPRODUCÍA YO BIEN!
Louis salió de la habitación de Eri en calzoncillos.
-¡Callate, Niall, que son casi las dos y media!-suplicó. Niall recorrió el cuerpo del de Doncaster QUÉ CULO TENÍA LOUIS, MADRE DEL AMOR HERMOSO y se relamió.
-¡ESTÁS MÁS BUENO QUE EL PAN, LOUIS WILLIAM TOMLINSON! CUANDO ACABES CON TU NOVIA VEN A VERME.
-Métete para dentro-replicó Louis, riéndose y empujando a Niall dentro de la habitación. Luego me miró y los dos estallamos en carcajadas.
Niall siguió gritando dentro de su habitación, tanto que Zayn vino desde la suya corriendo.
-¿Qué has comido, Niall?-preguntó, apremiante, al tiempo que abría la puerta.
-¡ZAYN JAVAAD MALIK! ¡OH, ALA, BENDITO SEAS, HAS ESCUCHADO MIS PLEGARIAS!
-¿QUÉ HAS COMIDO, NIALL?
-¡RON, CHAVALITO! ¡RON DEL BUENO! ¡JODER, ESTA ES BUENA, SÍ SEÑOR! ¡MENUDA FIESTA, YA TE DIGO!
-Por favor, Niall, cállate.
-No quiero.
-¿A QUE TE LA METO EN LA BOCA PARA QUE TE CALLES, NIALL?-retó Harry desde el otro extremo de la casa. Niall se echó a reír.
No volvió a abrir la boca.
Me detuve un segundo a contemplar los tatuajes de Zayn mientras él se daba la vuelta y miraba en todas las direcciones, como una ardillita asustada. Sus ojos se detuvieron en el hambriento examen de los míos, pero no dijo nada.
-¿Es así siempre que se emborracha?
-Tenías que haber visto en su cumpleaños. Fuimos a un bar de Mullingar, y por Dios te juro que la cerveza irlandesa pega cada leñazo... Cogimos cada uno una mangada que no nos acordábamos de nada al día siguiente, Liam dijo que pensó que tenía que llevarnos al hospital, y que había creído que Louis había entrado en coma y todo, porque a las tres y cuarto se tiró en la cama y por muchas patadas que Liam le pegara no se movía.
Louis se asomó otra vez.
-Tío, eso no fue así. Me quedé frito y Liam se asustó, casi llama a mi madre, el cabrón de él. Menos mal que era que solo tenía sueño-cerró la puerta pero la abrió incluso antes de terminar de hacerlo-.Ah, y yo sí me acuerdo de algunas cosas de esa noche. Como que os despertasteis Harry y tú desnudos en la misma cama. A la mierda Harry Stylinson.
-¡YO TE QUIERO, LOUIS!
-¡CÁLLATE YA, NIALL!
-¡YO TE QUIERO, LOUIS!
-¡Y YO A TI, HARRY!
-¡DEJAD DE DAR GRITOS, QUE YO TAMBIÉN SÉ!-clamó Eri por encima del barullo general. Louis se encogió de hombros y volvió a entrar en la habitación de ella.
Dos y media.
Tres menos 25.
Tres menos 20.
Tres menos cuarto.
Tres menos 10.
Tres menos 5.
Tres en punto.
Tres y 5.
Tres y 10.
Tres y 12.
Tres y 13.
Tres y 14,15,16...
Así hasta las cuatro menos 27, y yo sin pegar ojo.
Estaba aturdida, y no sabía dónde empezaba el aturdimiento por el alcohol que había bebido y dónde el que llegaba por la falta de sueño.
Me harté de dar vueltas en la cama, de contar ovejitas (cuando llegué a 12546  decidí que era buena hora para parar de contar, no había nadie que tuviera un rebaño tan enorme), de luchar por dejar la mente en blanco, de ponerme nanas para poder dormir...
El Espíritu Santo quería que trasnochara esa noche, y lo que decía el Espíritu Santo iba a misa.
Es gracioso, porque el Espíritu Santo está en misa.
Así que...
Da igual.
Me había equivocado en algo, cuando lo decía Eri no paraba de reírme, y ahora ni una triste risita.
No encendí ninguna luz en mi transición a la cocina, por miedo a despertar a los demás y que se volviera a montar barullo.
Grité cuando, al encender la luz de la cocina, me encontré con una silueta masculina sentada a la mesa, con decenas de botellas vacías alrededor.
Harry levantó los ojos y me miró directamente.
-Largo, yo estaba aquí antes.
Cambié el peso del cuerpo de un pie al otro.
-¿No puedes dormir?
-¿Acaso no es evidente?
Me senté en la mesa que había en el centro de la cocina, en la esquina opuesta a donde él se encontraba.
Siguió con los ojos fijos en mí hasta que decidió que yo no podía ser una amenaza, y continuó bebiendo.
Tiré del bajo de su camiseta, nerviosa. Tal vez debería subir arriba y tratar de hacer algo para dormir (golpearme con un bate de béisbol en la cabeza sonaba demasiado bien como para resistirse), pero una fuerza suprema me decía que aquello no estaría bien. Intentaba desesperadamente mover mis piernas, pero no pasaba nada. Intentaba echar a andar, pero estaba paralítica.
Mis piernas no respondían.
Nada en mí respondía.
-¿Estás... bien?-pregunté con un hilo de voz. Mis ojos se levantaron y buscaron los suyos, a pesar de que yo rezaba porque no hicieran eso. No, por favor, no le mires, no mires esos pozos de mar, no hagas eso, por favor, no...
Alzó la vista y me miró como si me viera por primera vez.
-De puta madre-ladró, volviendo a centrarse en su botella.
Claro, por eso estás intentando ahogar las penas. Estás triste porque no tienes penas, ¿es eso, verdad?
-Harry, yo...
-Sí, sé lo que vas a decirme. Lo sientes mucho, no pretendías irte por ahí a zorrear a todo lo que se movía, no querías dejarme en ridículo, etcétera, etcétera, etcétera. Lo he oído todo antes, ¿sabes?
Se levantó de la mesa y arrastró la última botella que le quedaba por ella mientras iba a la puerta, hacia su salvación.
A firmar a la mesa del demonio un contrato que ponía Joderle la vida a Noemí.
Cerré los ojos con fuerza.
-Quería que supieras cómo es.
Se detuvo en seco y se volvió para mirarme.
-¿Qué?
-Quería que...-abrí los ojos y conté las botellas que había esparcidas por la sala, tratando de tranquilizarme, buscando una forma de no volverme loca-Quería que supieras qué se siente cuando la persona que más quieres pasa de ti como de la mierda, cómo es que jueguen contigo, que seas simplemente una aceituna en una pizza llena de ellas...
Joder, qué poético. Parecía Eri.
No se creía nada.
Estaba demasiado cabreado como para escuchar mis disculpas.
-¿Tienes idea de cómo me he sentido, niña? Vale que estuviéramos en un bache, pero creía que lo superaríamos, no que habíamos roto para siempre y que no íbamos a volver, ¿vale? Simplemente...
-Tú y yo nunca hemos estado juntos, Harry-repliqúe con un hilo de voz, y un diamante líquido corrió desde mis ojos por toda mi cara hasta saltar en mi barbilla para aterrizar sonoramente en mis manos.
Ploc.
Oh, no, el diamantito tenía amigos que irían detrás de él.
-¿Nunca te has parado a pensar que yo beso a mis novias? ¿Que me acuesto con mis novias? ¿Que les presto mis camisetas a mis novias?-bramó.
-¿También les pones los cuernos?-espeté, encarándome a él. Su rostro se desencajó en cuanto vio que estaba llorando.
Si estuviera discutiendo con mi novia y ella empezara a llorar, yo me callaría y la abrazaría.
Meeeeec. Error.
Yo no era su novia.
-No empecé a...
-Le pediste a Eri que te cubriera, y ella lo hizo. Me pediste que te quisiera tal y como eres, y yo lo hice. Me pediste que no me cabreara si cometías algún error, si tenías algún desliz, y yo lo intenté. Tú a cambio me echaste en cara todos y cada uno de los momentos en que me habría gustado que te comportaras como una persona normal, que fueras simplemente Harry yo no Harry Styles, el rompecorazones de One Direction. Y nunca lo intentaste.
-¡Porque quieres más a ese Harry que el que esta noche se moría por bailar contigo! ¡Pasaste del que no soportaba verte en los brazos de otros! ¡Quieres al que te hace daño, y no al que te quiere, Noe!
Sacudí la cabeza.
-No.
-¿No?
-No.
Se echó a reír; una risa falsa, cínica. Vacía.
-Por favor, entonces, ¿por qué hoy ha sido así? ¿Por qué cuando me cabreas porque no me miras a mí como miras a otros-Justin, Justin, el imbécil de Justin, gritaron sus ojos- es cuando no te fijas en lo que siento? ¿Eh? ¿Tal vez porque necesitas que te haga daño, porque te gusta que te haga daño?
Apoyé el codo en la mesa, me limpié las lágrimas y me lo quedé mirando.
-¿Qué quieres que te diga? La verdad no te gusta. Prefieres que te pisoteen, no sé por qué. Tal vez es que nunca te han pisoteado. Tal vez es que te has acostumbrado a que lo hagan. ¿Qué quieres que te diga? ¿Quieres que te mienta? ¿Quieres que te diga que no eres de lo más importante para mí? ¿Quieres que te diga que no me gustas, que no me atraes, que no te quiero? Porque sí, chica, por muy raro que te parezca, yo también tengo sentimientos. Los demonios tenemos sentimientos, ¿sabes? Es todo culpa de Dios, que nos hace con sentimientos para que nos rindamos ante los ángeles que nos manda. ¿Qué quieres que te diga? ¿Que quiero que te vayas de casa y que no vuelvas más? ¿Que borres mi número y que no me llames? ¿Eh?
-Quiero que me digas que me quieres solo a mí y que no vas a irte con otras.
Se mordió el labio inferior.
-Yo...
-Dilo, Harry. Dilo. Ahora.
Negó con la cabeza.
-No sé si... yo...
-¿Ves? ¿Qué quieres que te diga yo a ti, Harry? Podría haberme ido con cualquiera de aquellos chicos, joder, Justin incluso me dijo que si me apetecía ir a Stratford a conocer a su famila-qué mentira más grande, pero me estaba quedando de cine-, y yo le dije que no. Fui lo suficientemente imbécil como para quedarme aquí. Soy lo suficientemente imbécil como para venir arrastrándome siempre a donde tú estés, no importa dónde sea eso. Soy estúpida porque con verte a ti me da igual cualquier cosa. Me da igual incluso que me odies, o que nos peleemos, o que estés con un millón de chicas, ¿sabes? Lo que no me da igual es que me digas que me quieres, que solo estoy yo, y luego te largues de fiesta y no vuelvas hasta por la mañana y saber, porque ni siquiera me lo ocultas, que has pasado la noche en casa de otra, en la cama de otra.
Ahora era una maldita fuente, pero no importaba. La forma en que me miraba me había helado el corazón.
-Tenías que ser tú. Siempre has sido tú. Y yo soy una gilipollas por creerme que puedo tenerte por el simple hecho de ser como soy. No soy un clon tuyo, como Eri lo es de Louis. No soy la pieza que encaja perfectamente contigo, como lo es Alba. Simplemente soy yo, y tú eres tú, y estás un kilómetro por encima de mí, y eso a mí no me importa, pero para ti lo es todo.
Me levanté de la silla y me acerqué a él.
-No me arrepiento de nada de lo que he vivido contigo, Harry. De nada. Incluso cuando nos peleamos soy feliz, porque por lo menos piensas en mí, y solo en mí. Que pienses que soy una estúpida o no es indiferente. Lo que cuenta es que estoy aquí, que te tengo delante, y que esto es un sueño. Has sido lo mejor que me ha pasado en la vida, muchísimo antes incluso de entrar en aquel bar de hace meses.
Aquel bar quedaba ya tan lejos...
-No puedes pedirme que cambie-susurró.
-No pensaba hacerlo-me encaminé hacia mi habitación, me di la vuelta y contemplé su silueta negra en la oscuridad. Sentía sus ojos posados en mí, escudriñándome.
-No esperaba que lo hicieras-reflexioné.
Lo que yo no oí fue el susurro que vino después.
-Por ti lo haría.
Mis lágrimas ahogaron cualquier sonido que viniera desde fuera de mi corazón.
Solo un cristal roto, un cristal que caía desde gran altura y se rompía en mil pedazos, una sacudida que me hizo apoyarme contra la pared, y un grito ahogado.
Harry y yo nos cambiamos los papeles que nos habíamos autoadjudicado hacía un mes, antes de la ceremonia de apertura de los Juegos.
Mi corazón se rompió. Él me lo rompió, me metió debajo del agua, me asfixió, me retorció el cuello, me estrujó el corazón.
Ya estábamos en paz.
Me metí en el baño, eché el pestillo y lloré toda la noche.
Toda.

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