sábado, 29 de septiembre de 2012

I'm Simon Fucking Cowell and I just created 1D.

Era imposible que lo consiguiera, y los dos lo sabíamos.
Pero, Dios, me estaba matando, estaba matándome, tendrían que abrirme para sacarlo...
Apenas podía hacer nada para contener los gritos, y cuando lo intentaba, lo único que conseguía era más dolor, más sufrimiento, más sensación de estar ardiendo por dentro, y encima, gritaba más fuerte. Muchísimo más fuerte.
Louis me apretaba la mano, me animaba a seguir, no podía rendirme ahora, no podía, tenía que hacerlo por mí, por él, por los dos, por los tres.
Era muy fácil decir empuja cuando es lo único que tienes que hacer nueve meses antes de esta situación.
Volví a chillar, la enfermera negó con la cabeza, era demasiado grande, era demasiado fuerte.
Y yo demasiado joven y demasiado débil.
La mujer me miró un segundo, luego miró a Louis y alzó una ceja.
Él se mordió el labio, contempló mi vientre abultado, me miró a mí y volvió a posar la vista bajo la piel donde se ocultaba nuestro bebé.
SÁCALO. SÁCALO, POR FAVOR, HAZ ALGO, NO PUEDO SOPORTARLO, SÁCALO.
Cerré los ojos y volví a gritar, la clavé las uñas en la mano, dejándole la marca en ella. Unas gotitas de sangre se deslizaron por su palma y cayeron sobre la cama del hospital, pero él no se dio cuenta.
Otra lágrima de miles corrió por mis mejillas.
¿A QUÉ ESPERAS? AYÚDAME.
La enfermera le dijo algo a Louis, su rostro se descompuso mientras asentía lentamente.
No oí nada de la conversación, absolutamente nada, y, sin embargo, no necesité escucharla para saber de qué hablaban.
Había que elegir.
O Tommy Tomlinson o Erika López. Pero los dos no.
Comprendí que ahí se acababa mi paseo por ese mundo. Y ni siquiera me había casado. Joder.
Me insulté por lo bajo, me acordé de todos mis ancestros, por aquella conversación que habíamos tenido, después de ir al ginecólogo y que nos dijera que era un niño (un niño, Louis, un niño, ¡tendrás a tu Tommy! le había dicho, contenta, sin saber que aquel crío sería a quien le tendría que dar toda mi fuerza vital), y que parecía estar sano y fuerte.
Ninguno de los dos se había dado cuenta de la expresión del ginecólogo cuando susurró fuerte.
Habíamos hablado de aquello como si nada, como si fuera natural.
Louis me elegiría a mí.
Yo elegiría al crío.
Porque el crío era fuerte, el crío era grande.
Demasiado para mí.
Después de suplicarle dos días y una noche seguidos, terminó accediendo, cogiéndome de las manos y diciéndome:
-Está bien.  Me quedaré con el bebé. Pero no me va a hacer falta, os voy a tener a los dos.
Era demasiado sencillo pensar en un bebé que aún no había nacido (en tu propio bebé) cuando no estaba luchando por desgarrarte el útero y salir al mundo.
¡Me río en tu putísima cara, Bella Swan, por tus comparaciones de cuando te sacaron a Renesmee! ¡ME RÍO EN TU PUTÍSIMA CARA!
Estaba jadeando en busca de aire cuando la mujer volvió a insistir.
-¿Qué hacemos?
¡MÁTALO, MÁTALO, POR FAVOR, MÁTALO, DÉJAME A MÍ, PUEDO DARLE MÁS, DÉJAME A MÍ!
-Sacarlo-musitó Louis con un hilo de voz, sin ni siquiera mirarme.
Otra mujer, más joven que la anterior, preparó una inyección. No contuve mi grito cuando el pequeño dio otro empellón, intentando salir.
-¡LOUIS!
Se volvió a mirarme, pero yo apenas veía su expresión a través de la película de lágrimas que se hacía formado en mis ojos.
-Por favor, por favor, Louis-supliqué, supliqué por mi vida, supliqué porque Eleanor no se hubiera sacrificado solo para dejar que muriera de parto, que era exactamente lo que iba a pasar, pero, sobre todo, supliqué porque era una egoísta.
Supliqué porque no quería morirme sin ser la señora Tomlinson, no quería dejarlo a él con un crío, a merced de todas las zorras que había por el mundo, no quería que mi hijo, nuestro hijo creciera sin una madre, o peor, con una mujer que ocupara mi puesto.
Supliqué porque un año a su lado no había sido suficiente.
-Por favor, dame una oportunidad, otra oportunidad, por favor, por favor. No puedo con esto, te prometo que te daré otro, por favor, por favor.
Se inclinó hacia mí y me acarició la mejilla; no se atrevió a besarme, sabía que necesitaba todo el aire posible.
Las corrientes eléctricas que en un principio tanto me gustaban me hicieron chillar todavía más.
-Louis...
Una última corriente de lava dentro de mí, y luego nada.
Caí hacia atrás en la cama, pero no sentí nada.
Muerta.
Me observé desde arriba, contemplé la escena, contemplé como con mi último aliento, mi pequeño asesino, mi precioso asesino, conocía este mundo. Louis se inclinó aún más sobre mí, se echó a llorar, a suplicarme que le perdonara, a suplicarme que no le hiciera esto, tenía que volver, no podía hacer eso él solo...
Le dieron a su hijo y se olvidó de mí, mientras con mis lágrimas una tormenta se desataba sobre Londres.
No me percaté de que aún no se había echado a llorar cuando su padre lo cogió en brazos, el pequeño se giró a mirarme y lloró porque su madre estaba muerta.
Lo envolvieron en una toalla y Louis se apresuró a salir de la habitación, intentando sacar a nuestro hijo de aquel macabro espectáculo lo más rápidamente posible.
Empezaron a reanimarme, y los ecos de los impulsos del desfibrilador hacían vibrar todo mi ser, sacudiendo la totalidad del espectro en que me había convertido.
No vería a mi hijo cumplir un año.
No vería a Louis cumplir los 30.
Le había prometido que estaría allí con él cuando soplara las velas.
Le había prometido que cuidaríamos a nuestro hijo juntos.
Apenas pude apartar esos pensamientos de mi mente cuando el dolor volvió a sacudirme. No estaba tan muerta como antes, pero no vivía como para poder ver.
Solo había oscuridad.
Solo dolor, me atropellaba un coche, me cortaban en pedazos, me quemaban viva, me estaban ahogando, no podía salir del mar, oh, Dios, por favor, el cielo está demasiado alto, por favor, no puedo respirar, por favor, Dios, por favor, sé que nunca te he echo caso, pero mátame, mátame ahora, mándame donde tenga que ir, pero PARA ESTO.
Las sacudidas seguían mientras a mí me torturaban.

-Eri. ¡Eri!
Tenía a Louis sobre mí, observándome con los ojos llenos de preocupación.
Oh, señor, gracias por mandarme al cielo, gracias, no me lo merezco.
-Eri.
Me acarició la mejilla y me besó en los labios. Seguí contemplando aquella alucinación un rato, ni siquiera cerré los ojos cuando nuestras bocas se unieron.
-Estás bien, Eri. Estoy aquí. Tranquila. Solo ha sido un sueño.
Solo ha sido un sueño.
Dejé escapar todo el aire contenido de repente y me lo quedé mirando.
-¿Qué?
-Solo era una pesadilla. Tranquila.
Cerré los ojos, tragué saliva y asentí. Saqué las piernas de debajo de él, me giré, me puse boca abajo y me eché a llorar contra la almohada. Su mano me acarició la espalda desnuda, intentando consolarme, intentando averiguar qué había soñado.
Verás, Louis, he soñado que no podía parir a tu hijo y que tú lo elegías a él en vez de a mí, dejabas que me mataran, pero en vez de pedir que lo hicieran rápidamente, me dejabas sola para que me fueran despellejando viva, sí, eso hiciste.
Y sigo amándote y necesitándote como cuando me dormí.
Se pegó contra mí y me besó el hombro.
-No llores.
-Era horrible.
-No llores.
-Pero...
-Yo nunca te haría daño.
Levanté lentamente la cabeza y lo miré.
-¿Cómo sabes que tú...?
Se encogió de hombros y me apartó el pelo de la cara. Capturó una de mis lágrimas mientras esta se apresuraba mejilla abajo, y negó con la cabeza.
-Gritabas mi nombre.
Eso me hizo sollozar aún más fuerte. Me hizo rodar, me empujó contra la fría y dura pared, y se acercó tanto a mí que noté los latidos de su corazón en mi propio pecho. Me acarició el costado, dejó la mano en mi cintura y me miró a los ojos.
-Te amo-susurró en mi lengua; lo único que le había enseñado yo. Sorbí por la nariz y él me sonrió; terminé haciendo una pobre mueca que era una burda imitación de una sonrisa-. Te quiero más que a nada, sabes que lo hago, y sabes que nunca te haría  daño, ni aunque quisiera.
-Era tu bebé.
-Sería nuestro, en todo caso.
-No podía darle a luz.
Se encogió de hombros.
-Era una pesadilla.
-Lo elegías a él-le informé. Negó con la cabeza.
-Con la de cosas que hacemos juntos, y no me refiero solo al sexo, ¿y todavía crees que elegiré a un crío antes que a ti?-puso los ojos en blanco-. Por favor, Eri.
Pasó el índice por mis labios, deseando probarlos. Me los humedecí con la lengua y él sonrió; le encantaba cuando hacía eso.
Le ponía mucho.
-Yo lo elegiría a él-susurré. Alzó una ceja.
-¿Tommy?
-Sí.
-¿Y qué? Yo no. Y sería yo el que dijera qué hacer.
Lo empujé un poco y me puse boca arriba, contemplando el techo. Me acarició los pechos y se puso encima de mí, deteniendo mis pensamientos.
-No es tan fácil-susurré, con los ojos anegados en lágrimas. Suspiró-. Yo... no sé si...
-Yo no sé si podría querer a un crío que mató a su madre, ¿sabes? Sé que no sería culpa suya, pero... aun así... compréndelo. No creo que pudiera amar a alguien que te ha apartado de mi lado.
Le acaricié la mejilla.
-¿Y si yo te lo pidiera?
Negó con la cabeza.
-Vuelve a dormirte, anda.
-Pero, Louis, ¿si yo...?
-Que te duermas, te digo-replicó, dejándose caer a mi lado y arropándome con la sábana. Me acurruqué contra su pecho, me pasó el brazo por la cintura y me pegó aún más a él.
-Quería tenerlo-susurré. Se encogió de hombros.
-Me da igual. A dormir.
-Louis, por favor. Quería tenerlo. Te lo debo. Es tu...
-Es nuestro. De los dos. Lo criaremos juntos, ¿me entiendes? Me da igual si tienes que abortar 100 veces. No pienso criar a un bebé tuyo si tú no estás, ¿vale?-espetó. Asentí lentamente-. A dormir.
-Cántame algo.
-Las cuarenta.
-Louis.
Suspiró.
-¿Qué te canto?
-No lo sé.
-Bueno, a veces salgo yo solo, y miro a través del agua-entonó Valerie lentamente, acariciándome la espalda.
No necesité que llegara a que cuando llegaba a casa, su cuerpo se había vuelto un desastre, porque echaba de menos mi pelo de ginebra y la forma en que me gustaba vestir.
¿Por qué no te acercas un día, Valerie?
Me fue balanceando despacio hasta que recuperé la conciencia, y ya no recordaba mi sueño. Despertarme lentamente era algo que le encantaba; hacerlo rápidamente no era su estilo.
-Basta de dormir-anunció. Bostecé, me estiré y contemplé, asombrada, la tela que me cubría los hombros y el pecho.
-Hola, mi amor-saludé, perezosa. Me sonrió.
-Hola, amor.
Me besó.
-Es que si no, de noche no duermes...
-Que luego estoy tocando los cojones con los libros hasta la 1 de la madrugada, ¿no?-bromeé, tirando de la camiseta de Coca Cola que usaba para dormir cuando yo no se la robaba.
Sonrió.
-Exacto-me abrazó, me estrechó fuertemente contra él, dejando que notara el calor que emanaba de su interior.
Cálido.
Tierno.
Louis.
-¿Estás mejor?
-Sí.
-Me alegro.
Me besó la cabeza.
-Me preguntaba si el 22 tienes algo que hacer...
Sacudí la cabeza y me encogí de hombros, fingiendo estar confusa.
-Mmm... no sé. ¿Por qué lo preguntas?
CONSEGUID TICKETS PARA #LOUISCHARITYFOOTBALL, VAMOS A PETARLO EN DONCASTER, OH SÍ, VAN A COGERME PARA JUGAR EL MUNDIAL, JAJAJAJAJAJAJA 
-Tengo un partido benéfico, y me haría ilusión que fueras.
Asentí.
-Tendré que consultarlo en la agenda.
Asintió, un poco triste por mi evasiva. Me eché a reír.
La sombra de mi muerte en los reinos de Morfeo estaba disfrutando de sus últimos estertores en alguna parte de mi subconsciente.
-¡Es broma, amor!-le besé la boca y noté cómo sus labios se estiraban en una preciosa sonrisa-. Claro que iré, por supuesto que estaré ahí. ¿Cómo te atreves a preguntarlo?
Se encogió de hombros.
-Eres una chica ocupada.
Me senté en la cama y estiré los brazos. Me miró, con las manos cruzadas detrás de la cabeza y una pícara sonrisa en los labios, recordando lo que habíamos hecho antes de que el agotamiento acumulado esa semana fuera demasiado para mí.
Noté cómo me ponía colorada, aparté la cara y estudié los CDs de la estantería, desparramados y colocados tal cual caían.
-Necesitas una mujer en casa-sonreí. Asintió.
-En casa... en el trabajo... en el coche. Necesito una mujer.
-Tendremos que buscártela.
-Creo que tengo una-replicó, incorporándose, pasándome un abrasador brazo por la cintura y uniendo nuestras bocas. Sonreí. Tonteé con el elástico del pantalón de coca Cola y susurré:
-¿Cómo te las has arreglado?
-Oh, fue fácil. En realidad, no parabas de reírte, de decir Oh, Louis, por favor, no pares. No sé cómo no terminé acostándome otra vez contigo, la verdad.
Le di un puñetazo en el pecho.
-¡Ahora en serio!
Se encogió de hombros.
-Tengo cuatro hermanas, y más de una vez tuve que vestirlas.
-¿HAS VISTO EN BOLAS A TUS HERMANAS?-espeté, incrédula. Se encogió de hombros.
-¿Qué? ¿Qué iba a hacer si no? ¿Mandarlas al colegio en pijama, o desnudas? Por favor, Eri-sonrió.
Me acerqué a él y le pasé la nariz por el cuello. Se estremeció.
-¿Quién es más guapa de las cinco?
-Mi madre, sin duda.
Me detuve y lo miré.
Se echó a reír.
-¿Quién crees?
-Lottie.
Se encogió de hombros.
-A mí me van más... extranjeras. Ya sabes-me guiñó el ojo y no pude evitar echarme a reír.
-Lo capto.
Saqué medio cuerpo fuera de la cama y recogí el sujetador.
-Podrías habérmelo puesto también, ¿no crees? Ya puestos, no dejar las cosas a medias.
-No como otras-replicó.
-¿Me dormí antes de terminar?-espeté, incrédula. Negó con la cabeza.
-¿Crees que si me hubieras hecho eso ahora estarías en mi cama? Te habría metido en el primer vuelo de vuelta a  tu casa, pequeña.
Asentí.
-Eres una mala persona.
Se encogió de hombros.
-Alguna pega tenía que tener-sonrió. Negué con la cabeza, puse los ojos en blanco y le saqué la lengua.
Me quité la camiseta y me puse el sujetador; le di la espalda para que me lo abrochara él.
-No sé.
-Eso es mentira.
-Tengo 20 años, nena. Sé desabrochar sujetadores, no abrocharlos. Hay gente que ni sabe desabrocharlos, así que vete a otro con quejas, ¿eh?
-Osea-repliqué, llevándome las manos a la espalda y pasándome la camiseta por la cabeza-. Que me llevas 5 años, y no tienes experiencia suficiente para...
-Te llevo 4.
Me encogí de hombros.
-¡No!-replicó, imitándome-. No. A ti te dicen que Taylor te lleva 5 años y te pones como loca. ¡No, Taylor me lleva 4 años, 7 meses menos 3 días!-puso la voz más aguda, tratando de imitarme, y yo fruncí el ceño-. Pero si te dicen que te llevo 5 años, no te pones  como una loca, ¿no?
-¿Cuánto me llevas?
Me dio una patada y me tiró de la cama.
-Lárgate. No quiero verte.
Me eché a reír.
-4 años, 9 meses menos 26 días.
Se me quedó mirando un momento, luego se arrastró en la cama para hacerme sitio. Me senté y le acaricié el pelo.
-Sabes lo que me jode llevarte tanto tiempo.
-A mí me da igual.
-Bastante tengo con lo que tengo.
-Si con 20 años estás así, con 16 debías de ser un gilipollas integral, Lou. Y a mí me van maduros, ya sabes.
-¿Entonces qué haces conmigo? Tengo la mentalidad de un crío de 6 años.
-Tienes cuerpo de tío pero mentalidad de crío. Y eso me gusta. Estás bueno-me encogí de hombros y sonreí.
-Gracias-replicó, ofendido.
-Pero me lo paso bien contigo. Si fueras más serio, tipo Liam, tal vez no me gustaras como me gustas.
-Ajá. Trata de arreglarlo ahora, venga, así me gusta.
Negué con la cabeza.
-Me van mayores, ¿y qué? Tampoco me llevas 15 años, ¿no?
-Harry CazaAbuelitas Styles.
Asentí con la cabeza y me acurruqué contra él, colocando mi oreja en su pecho un momento. Los latidos de su corazón se aceleraron; sonreí.
-Nos reímos mucho más porque tú eres más crío que yo. Y ya está. Es lo que hay.
Sonrió.
-Entonces yo te gusto más que Taylor porque Taylor es más serio.
-No te pases.
-¿Te gusta más Taylor porque es más joven que yo?
Me lo quedé mirando un segundo.
Dos meses.
¡DOS MESES!
Oh, Dios. De repente sí que me parecía que Louis estuviera más bueno.
Como George Clooney, cuanto más mayor, más sexy.
Le besé en la boca.
-Creo que no.
-¿No qué?
-Creo que me gustas más tú porque eres mayor que Taylor.
-Soy más alto que él-afirmó, orgulloso, y yo recordé la foto que se habían hecho en los premios de la Mtv todos juntos, con Liam sonriendo de oreja a oreja por tener a uno de sus ídolos al lado.
-¿Le hablaste de mí?
Asintió.
-Sí, le dije que mi novia estaba total y absolutamente obsesionada con él, que cuando veía sus fotos se ponía a babear delante del ordenador... fangirling, ya sabes.
-¿Qué dijo?-repliqué, después de darle un suave tortazo y de echarme a reír con él.
-Que quién eras.
-¿Qué le dijiste?
-Que eras la que cantó en las Olimpiadas.
-¡DIOS! ¿Qué dijo?
-Que tenías buena voz.
-¡¡OH, JESUCRISTO!!-bramé, cayéndome de la cama y rebozándome por el suelo.
-Y que eras guapa.
-¡¡¡OH JESUCRISTO!!! ¡¡JESUCRISTOOOOOOOOOOOOOOOOO!!
-Entonces yo le dije: Pues ándate con ojo, porque como me la quites, te arranco la cabeza de yankee que tienes.
-¡VOY A MATARTE!
-Y nos dimos el teléfono.
Me abalancé sobre su iPhone y me puse a mirar como loca en la agenda, pero antes de llegar a la T él me había cogido por la cintura y me había arrastrado hacia la cama. Me sentó sobre sus rodillas y me besó, recorriendo con el pulgar la pequeña L que llevaba escrita en mi cadera.
-¿Qué vas a hacer?
-¡DÉJAME! ¡DÉJAME! ¡QUIERO ESE TELÉFONO!
Negó con la cabeza, tiró de mí y fundió mis labios con los suyos, dejándome sin aliento.
-Los ingleses besamos mejor.
-Los americanos follan mejor.
-¿Mejor que yo? Imposible.
-Eres un creído.
-Y tú eres boba. Pero te quiero. ¿Qué le vamos a hacer?
-En serio, Louis. Muere. Quiero ese teléfono.
Fue más rápido que yo, se lo metió dentro de los pantalones y negó con la cabeza.
-Es mío.
Le metí la mano por los pantalones y traté de agarrar el móvil, pero él sacudió la pierna y dejó que se deslizara hacia abajo.
Se me quedó mirando, sonriendo, y susurró:
-No sabes qué excusa poner para meterme mano, ¿eh?
-¿Acaso necesito alguna excusa?
Me incliné para besarle, le acaricié la nuca, enredé mis dedos en su pelo y fui bajando lentamente por su pecho.
-Louis...
-Mmm.
-Mi amor. Dame el teléfono de Taylor, venga.
Negó con la cabeza y me mordió el labio inferior.
-Por favor.
Me mordisqueó el lóbulo de la oreja.
¿JUGAMOS SUCIO? ME PONGO ZORRA EN UN MOMENTO.
-Looooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooou.
-No.
-Venga.
-No.
-Anda. Y haremos lo que quieras.
-Ya lo hacemos siempre-replicó, metiendo sus manos debajo de mis bragas y acariciándome allí.
Dejé escapar un gemido y él se coló por mi boca entreabierta.
-¿Lo ves?-dijo, esperando mi humedad-. Siempre hacemos lo que yo quiero.
Cerré los ojos y arqueé la espalda, dejando que me explorara. Se inclinó hacia mi oído cuando yo llegué a su propio centro.
-¿Te acuerdas de lo que hicimos antes de que te durmieras?
-De cada detalle.
-Deberíamos hacerlo más a menudo, ¿no crees?
-Sí-jadeé, y él sonrió.
-Ahora no podemos, ¿sabes?
-¿Por qué?
Pronunció un nombre, y yo asentí.
-No te gusta hacer las cosas aprisa y corriendo.
-Tratándose de ti, nunca, nena.
Le besé el cuello.
-Y, sin embargo, quieres que siga-repliqué, pasándole la mano por su erección.
-¿No es evidente?
-Lo es.
Seguimos acariciándonos un rato más, anhelantes, hasta que me sonaron las tripas. Sonrió, dejó que me separara de él y me tiró unos pantalones.
Cuando le dije que iba a bajar a por algo de picar, y me ofrecí a subirle algo, su sonrisa se ensanchó, tomó un matiz pícaro y susurró:
-No, gracias.
En un alarde de inteligencia desconocida para él, dejó el ya he comido sin pronunciar.
Rezando para no tener las mejillas sonrojadas y delatarme, bajé lentamente las escaleras.
Noe y Niall compartían uno de los libros bilingües del irlandés, Zayn estaba mirando vídeos en Youtube, y Alba, Stan y Harry jugaban al Call of Duty. Muy normal todo.
-¡CABRÓN!-ladró Alba, Harry se echó a reír-. ¡SOMOS DEL MISMO EQUIPO!
-¡NO! ¡AQUÍ CADA UNO VA A SU BOLA!
Pero Harry se puso pálido cuando una granada lo alcanzó y Stan comenzó a corretear solo por una base militar nazi mientras se reía como loco. Más tarde, Alba cogería un lanzallamas y freiría a ambos ingleses, recibiendo a  cambio sendas puñaladas por la espalda.
Sin olvidar, por supuesto, el tiro en la nuca que Harry le pegaría a Stan. Aunque era mucho mejor que lo hicieran con la consola a que lo hicieran en la vida real.
Todos se giraron a mirarme.
-¡Eri!
-Hola. ¿Quién gana?
-HARRY HACE TRAMPAS-bramó mi amiga. El rizoso negó con la cabeza, se giró y me dedicó la mejor de sus sonrisas.
-Se mueve muy lento.
Alba atropelló con un tanque a Harry, este volvió a contemplar la pantalla sin dar crédito a lo que veía.
-Te mueves muy lento-se burló ella. Todos nos echamos a reír, salvo Harry, que rápidamente se afanó en darle vida a su soldado para volver a la carga.
Mientras tanto, los nazis ganaban terreno al ejército aliado.
Por otra parte, Alba debería estar combatiendo en las filas de Franco o de la República en nuestro país, no correteando por filas enemigas en países extranjeros.
Me puse de puntillas y cogí una bolsa de kikos. Louis se puso a darme gritos desde su habitación.
-¡No te oigo!-grité yo a modo de respuesta. La puerta de su habitación se abrió y repitió su solicitud:
-¡Súbeme una cerveza!
-¡Déjate de cervezas y vete vistiéndote!-replicó Liam, arrastrando la guitarra de Niall tras de sí mientras salía de la habitación de los instrumentos.
Noemí frunció el ceño.
-¿Vais a algún sitio?
-¿Vosotras os llamáis Directioners?-espetó Zayn, girándose a mirarnos a las tres con ojos como platos. Harry y Alba se giraron a mirarnos a los demás, cosa que Stan aprovechó para matar por enésima vez a sus rivales.
-Alan Carr.
-¡Queda una hora!-chilló Louis.
-¡QUE TE VISTAS!-gritó Zayn.
Louis tardó un poco en contestar.
-¡NO ME REPLIQUÉIS, PORQUE ARDE TROYA EN UN MOMENTO!
Todos me miraron un sonrieron; aquel en un momento era muy propio de mí.
Subí las escaleras, me eché unos cuantos kikos en la palma de la mano y los fui comiendo uno a uno mientras Louis revolvía entre su ropa.
Sacó un jersey mostaza y unos pantalones grises, me los mostró, y sonrió cuando asentí con la cabeza.
Me robó unos cuantos kikos y se los metió rápidamente en la boca. Hinché los mofletes y lo miré.
-¿Qué?-replicó, divertido, mientras se quitaba el pantalón de pijama y se enfundaba el gris. Negué con la cabeza.
-Dijiste que no querías nada.
-Bueno, como comprenderás, si me los andas paseando por la cara acabo teniendo hambre, ¿sabes?
Asentí con la cabeza, pensativa. Alan Carr me sonaba de algo.
-¿Alan Carr?
Louis se encogió de hombros.
-Tal vez lo hayas visto alguna vez y no te des cuenta. Es bajito y gritón.
-¿Galés?
-Tiene acento, ¿eh? Pues es del norte de Inglaterra.
Se pasó el jersey por el cuello y tiró un poco de él hacia abajo. Asentí.
-Creo que sé quién es.
-Todos los invitados bailamos cuando vamos allí-y se puso a dar brincos, haciendo su adorado Detén el tráfico, déjalos pasar...
-¡Ah! Vale-dije, echándome a reír. Sonrió.
-Lo has visto, ¿eh?
-Sí.
-¿Por qué no puedo ver yo tus obras si tú ves todas las tonterías que hago?
-Porque mis obras son para gente culta.
Alzó el pulgar.
-Vale, niña borde.
-Pues eso.
-Pues vale.
-Pues venga.
Le revolví el pelo y lo besé en los labios.
-¿No te he hablado de él ya antes?
Me encogí de hombros.
-Puede ser. No te hago mucho caso.
-Ya me parecía-sonrió. Comenzó a revolver en el armario hasta encontrar unas zapatillas grises, se remangó los pantalones y se calzó.
Se levantó de un salto.
-¿Qué tal estoy?
Giré el índice, y él giró entero. Me incliné hacia un lado para observar la curva de su culo (todavía me sorprendía a veces, admirándola como si no la hubiera visto en mi vida), y asentí.
Se quedó plantado delante de mí, indeciso.
-¿Quieres venir?
Alcé una ceja.
-Nah, puedo verlo por la tele.
-Si quieres podemos...
Me levanté, le coloqué el índice en los labios y negué con la cabeza.
-Es el momento de One Direction, Louis, no el mío-me encogí de hombros-. Vete y pásalo bien.
-Siempre me lo paso bien.
-Y vives rápido.
-Y soy travieso.
-Sí, me ha quedado claro-cerré los ojos y asentí, él se rió, me tomó de la mandíbula y me levantó la cabeza para poder besarme mejor.
-Me da rabia dejarte en casa.
-No pasa nada.
-La última vez que te dejé en casa volví con 3 premios.
-Hoy no te van a dar nada.
-Que yo sepa.
-Que tú sepas-cedí. Le pasé los brazos por la cintura y lo miré-. Yo me quedaré investigando.
-No vas a hacer mucho-suspiró. Sacudí la cabeza.
-No puedo estar sin hacer nada, y lo sabes. ¿A qué hora es el programa?
-9 y media. Pero tenemos que estar un rato antes.
-Lógicamente-asentí. Me colocó un mechón de pelo detrás de la oreja, torcí la boca en un gesto coqueto pero pensativo y suspiré. Cogí la bolsa de los kikos y le metí uno en la boca.
-No me has subido la cerveza-se quejó.
-Qué lástima.
-Eres mala.
-Mucho.
-Pues hoy duérmete en tu cama.
-Vale.
-Va en serio.
-Lo mío también.
-Pues eso.
-Pues vale.
-Boba.
-Tonto.
Seguimos insultándonos un rato más, hasta que oímos a los chicos subir y meterse en sendas habitaciones. Me fui a la mía y, una vez en mi armario, saqué unos vaqueros, la sudadera de Oxford que me había comprado en mi primera visita a Inglaterra, cuando aún no los conocía, y bajé a todo correr las escaleras.
Noemí despotricaba por sus deberes de griego mientras Alba aporreaba furiosa el mando de la Play en un frustrante intento por cargarse a Stan, que conducía una moto unos metros por delante de ella.
Terminó estampándose contra un camión y haciendo que Stan alzara las manos unidas en un gesto de victoria. Alba le lanzó el mando, pero se echó a reír.
Saqué mi libro de matemáticas y suspiré cuando vi los ejercicios de radicales.
Louis se sentó al lado de Alba, y, sin pedir permiso para unirse a la partida, cogió otro mando y se puso a pegar tiros a diestro y siniestro.
-Épsilon. Omega. Fí. Gamma-anotó Noemí en sus apuntes.
-Raíz 13 de 7 a la 8 partido de... mierda. Raíz 11. Puto libro-gruñí yo, mirando de vez en cuando por encima del hombro, deseando poder quitarle el sonido a la maldita televisión.
-¿Me preguntas las letras?
-Ahora no puedo, Noe. Luego, ¿vale?
-Bueno-gruñó ella. Se pasó una mano por el pelo y se quedó mirando a su novio, que fulminó al mío con la mirada por atreverse a arrebatarle la partida.
-¿Vienen a buscarnos?-preguntó Niall, dejándose caer en el sillón libre y mirando por la ventana con gesto soñador.
Liam se remangó las mangas de su camisa y negó con la cabeza.
-No, tenemos que estar allí en quince minutos.
-Estaba bien ir yendo-sugirió Zayn. Harry asintió.
-Vamos, Louis.
-Voy.
Pero no se movió.
-Louis-lo llamó Liam, sacudiéndole el hombro. Louis suspiró, asintió, cerró su partida y se levantó del sofá.
Alba se giró e hizo pucheros en nuestra dirección cuando Stan también la dejó sola con los nazis. Negué con la cabeza y di varios toquecitos con el lápiz en la esquina de la página. Ella asintió, salió del juego y puso uno de coches.
-¿A dónde vas tú?-inquirió Harry. Stan sonrió.
-He quedado con una dama.
-¿Vas a engañar a mi hermana?-espetó Louis, ofendido-. Que sepas que no apruebo eso.
Stan negó con la cabeza.
-Tal vez debería irme ya, he quedado a las 8.
-Sí, nos vamos todos-replicó Liam. Fue hasta las que estábamos haciendo nuestras tareas en la mesa, y nos dio sendos besos en las mejillas. Besó a Alba en la boca, dejando sus labios sobre los de ella un par de segundos, y le susurró algo. Ella sonrió y asintió.
-¿Qué canal?-le pregunté a Louis cuando se inclinó a besarme.
-Búscalo.
-Todavía me quedo viendo Dora la Exploradora.
-Peor para ti-sonrió, volviendo a darme un beso y alejándose con sus amigos.
A las 9 y media, estábamos las tres congregadas delante de la tele, devorando un kebab que habíamos pedido a domicilio. A la turca casi le dio un ataque al corazón cuando me tocó abrir la puerta y le sonreí, según ella: era muy fan de mi música y tenía todos mis discos, a lo que le respondí con un educado y sonriente ¡Gracias!
Cuando cerré la puerta y coloqué los kebabs sobre la pequeña mesa de delante de la tele, me giré a mis amigas y les pregunté:
-¿Tengo discos en el mercado?
Ellas negaron con la cabeza y se echaron a reír.
No paramos de reírnos durante la entrevista, que resultó ser muy del estilo del Hormiguero. Nunca había visto el programa completo del famoso Alan (tan solo reductos de los bailes que habían hecho bailar a los chicos, especialmente el baile irlandés de Niall), y la verdad es que me encantó el programa.
Como también estaba en Twitter, terminé  cediendo a las súplicas de algunas fans que querían que hiciera una Twitcam, así que apenas llevaban 5 minutos de entrevista cuando estaba enseñando mi hermosa cara por Internet, y mostrando cómo masticaba con pereza el kebab.
-¡Hola!-saludé, y muchas me chillaron que me aprovechara mi cena. Les sonreí.
Comprendí que no debía haber cedido tan fácilmente a las demandas de la gente cuando Alan formuló la pregunta del millón a los chicos:
-Harry, Liam, Louis; los tres tenéis novia, así que, contadme, ¿cómo se puede mantener una relación con alguien a quien apenas ves? Según me dicen por ahí, solo las tenéis disponibles los fines de semana.
Niall, Zayn y Louis miraron a Liam, Liam miró a Harry, y Harry decidió contestar.
-Bueno, supongo que aprovechando el poco tiempo que estamos con ellas conseguimos que esto funcione.
-Es cuestión de confianza-aseguró Louis, frotándose las manos. Algunas fans twittearon que eso era muy bonito-, desde luego, tienes que confiar en ellas. Estás muchísimo tiempo sin verlas, apenas dos días a la semana, por lo que saber que esa persona no te va a engañar es crucial. Si no hay confianza, se acabó-asintió Louis, Niall le palmeó la espalda y él se rió.
-Lo peor es el tiempo que estamos separados-continuó Liam-. Las echamos mucho de menos. Quiero decir, no solo nosotros tres, sino los cinco. Somos como una piña, los ocho; y el no poder quedar entre semana tampoco facilita la relación, pero nos llevamos lo suficientemente bien como para poder soportarlo.
-¿Quién es el que peor lo lleva?-preguntó Alan.
Todos miraron a Louis, que contestó:
-Niall.
Todo el mundo se echó a reír, pero luego el presentador miró por encima de sus gafas a Louis.
-¿Y esa mirada a qué es debida, mi querido, adorado Louis?
Mi novio se echó a reír.
-Eri. Eri es la que peor lo lleva, y es a la que más se nota la alegría cuando viene. Viene casi dando brincos. Parece un conejo.
-Le gustan las zanahorias-aseguró Zayn, y todos se echaron a reír.
Si yo te contara, Zayn, pensé, sonriendo.
Eri come zanahorias canturrearon algunas fans, por lo que tuve que chillar:
-¡Callad!-entre risas.
-Pero merece la pena, ¿sabes? No sé...-Louis sonrió, miró al suelo y se encogió de hombros-. Creo que por ellas merece estar esperando toda la semana por el viernes. Así el fin de semana mola más.
-¿Y qué es lo peor de todo?
-El domingo. Cuando tienen que volver a casa, y tienes que dejar que se vayan... Sí, los domingos son matadores. Es como volver al instituto. Después de la alegría del viernes y la fiebre del sábado noche-sonrió y todos volvieron a reírse-, el domingo es un asco, porque te recuerda todo lo que has vivido y que vuelves a la rutina. Pero tiene su parte buena, porque por la mañana todavía están en casa, y puedes hacer cosas... Es guay.
-Como un trozo de tarta-aseguró Niall, y Louis se echó a reír-. Sí, si es pequeño, quieres más, pero si es grande, tal vez te empaches. Simplemente es guay tal y como es.
-Yo preferiría que se quedaran toda la semana.
-Yo también-terció Zayn. Todos coincidieron.
-Pero hay una vida después de nuestras españolas, y hay que recordarlo. No son solo ellas. Tenemos a las fans-sonrió Liam, y todos asintieron.
El público chilló, yo asentí con la cabeza, y unas cuantas chicas aplaudieron mi gesto.
Unas cuantas de 6 millones.

Estábamos desayunando cuando la puerta de la calle se abrió y por ella entró Stan. La cerró rápidamente, para que no entrara el frío del otoño londinense, se deshizo de su bufanda y se sentó a la mesa de la  cocina, donde Liam, Louis, Niall y yo tomábamos nuestro desayuno, que variaba desde un par de cruasanes hasta un festival de beicon, huevos fritos y demás alimentos dignos de los famosos desayunos ingleses.
-¿De dónde vienes, chaval?-preguntó Louis. Stan sonrió.
-De casa de mi dama.
-¿Podemos saber su nombre?
Stan negó con la cabeza.
-Dínoslo, Stan, venga-supliqué. Él suspiró.
-Louis va a matarme.
Dejó la tostada a medio masticar y giró la  cabeza.
-¿Que qué?-replicó Louis. Stan negó con la  cabeza.
-Nada.
-Mi hermana.
-No.
-¿Mi hermana?
-¡No!
-¡Mi hermana!
Stan asintió con la cabeza, Louis se levantó y se lo quedó mirando.
-¿Te has tirado a mi hermana?
-No...
-¡TE HAS TIRADO A MI HERMANA!-espetó él, estupefacto.
-Un... poco.
-¿Cómo que un poco?-replicó Liam, atónito. Observé a Stan.
-Louis, Louis, eh, mira, solo íbamos a dar una vuelta, ya sabes, por los viejos tiempos, como colegas. Nos metimos en un bar y una cosa llevó a la otra y...
-¡¿HAS EMBORRACHADO A MI HERMANA Y TE LA HAS TIRADO?!
-¡No! No la he emborrachado. Estaba perfectamente sobria. No hay...
-Traga, Louis-susurré yo, alzando su taza de café. El asintió, dio un largo trago y esperó un ratito antes de decir:
-Gracias, nena.
-De nada.
-¿Tomasteis precauciones?
-¡Claro!
-¿Fue solo un polvo?
-Yo a Lottie la respeto, Louis.
-Bien, bien-asintió él, dándole otro sorbo a su café-. Y, eh... Stan... si le haces daño... tendré que partirte las piernas. No es nada personal, ya sabes.
Stan asintió.
-Claro, Lou.
Louis le dio un par de palmadas en la espalda y asintió.
-Sí... las piernas. Qué guay-suspiró.
El ambiente de tensión fue disipándose lentamente, especialmente cuando yo me levanté y le di un codazo a Stan para que se sentara con su mejor amigo. Terminaron compartiendo tostada y risas.
Liam miró el reloj y se levantó de la mesa.
-Habrá que levantar a las damas, ¿no?-sugirió. Niall y Louis asintieron.
-¿Por qué? Es temprano.
-Hay cosas que hacer.
Fruncí el ceño.
-¿Como qué?
Miré a Louis, que se limitó a no hacerme caso y continuar devorando su tostada como si nada. Cuando llegó de noche yo ya estaba en la cama (en mi cama), se puso el pijama y me empujó a un lado, yo le sonreí y le di un beso, le pregunté que si mañana íbamos a hacer algo productivo y él me dijo que todavía no lo sabía, asentí y me quedé dormida, sin tener ni idea de sus planes.
-Díselo, Lou-le animó Niall, dándole un codazo.
-Vamos a ir a ver un amigo.
-Ah. ¿Quién?
-¿Te suena Simon Cowell?-sonrió Liam.
Se echaron a reír cuando me puse pálida.

Cuarenta y cinco minutos antes, salimos del coche. A mí tuvieron que sacarme, prácticamente a rastras. Entramos en una gran mansión a las afueras de la capital. Una chica llegó a todo correr a nuestro encuentro.
-¿One Direction?
-¿Tienes que preguntar?-espetó Alba. Noe le lanzó una mirada envenenada, yo le di un pisotón. Zayn asintió.
-¿Quién va primero?-preguntó la chica. Todos dimos un paso atrás y dejamos a Louis delante, solo. Él se giró y extendió los brazos, ¿De qué coño vais? 
Terminó suspirando y levantando la mano un segundo.
-Simon os espera. Por aquí-susurró, comprobando la tabla en la que tenía enganchadas unas hojas y echando a andar por un pasillo.
Terminó llevándonos a un despacho con vistas a Londres, a un lado, y al campo, al otro. Una preciosa fusión de los dos potenciales turísticos de Inglaterra.
Simon alzó la vista de los papeles y nos miró un segundo antes de sonreír.
-Chicos...
Ellos saludaron, sonrientes.
-¿Por qué siempre que venís a verme es para pedirme algo?
Liam negó con la cabeza.
-La última vez que te vinimos a ver estábamos a punto de entrar...
-Por eso lo digo-replicó Simon, echándose a reír. La chica desapareció en cuanto pudo.
Estudió a las chicas con una mirada envenenada, noté cómo mis amigas cambiaban el peso del cuerpo de un lado a otro, mientras yo pugnaba por respirar.
-ELo-sonrió él, en mi dirección. Asentí.
-H-Ho-Hola-tartamudeé. Simon se echó a reír.
-Mujer, no me he comido nunca a nadie. No voy a hacerte nada.
-Vale.
-Creo que sé por qué estás aquí.
-Creo que ya sabes más que yo.
Volvió a reírse, y después miró a los chicos.
-¿Quién es el afortunado?
Louis dio un paso adelante, sin apartar la vista de mí. La sonrisa de Simon se hizo más amplia.
-Louis, Louis, Louis.
-Simon, Simon, Simon-replicó mi novio, sonriendo, clavando al vista en su ex tutor. Simon sonrió.
-Tienes buen gusto.
-Eso siempre.
-¿Qué queréis?
-Un contrato.
Los ojos del cazatalentos más famoso del mundo se posaron de nuevo en mí, haciéndome más pequeña.
-Discográfico-dedujo él. Louis negó con la cabeza.
-No, de secretaria.
-Tengo de sobra.
-Estoy de broma.
-Siempre lo estás, Louis-Simon alzó una ceja y Louis le sonrió. El magnate se levantó de su silla, rodeó su mesa y se apoyó en ella, más cerca de mí-. Normalmente te pediría que cantaras.
Asentí.
-Pero no voy a hacerlo.
Quise preguntar por qué; mis ojos lo hicieron por mí.
-Sería una pérdida de tiempo, ¿no crees?
Me encogí de hombros. Sí, podía serlo.
-¿Erika, no?
Asentí.
-Todos me llaman Eri-dije, capturando un mechón de pelo rebelde entre los dedos y colocándomelo tras la oreja.
-Pues Eri, si lo prefieres. Ya te escuché cantar en las Olimpiadas. Mi veredicto es sencillo.
-¿Desastroso? ¿Amateur? ¿De dónde ha salido esta inexperta?
-Impresionante.
Los chicos sonrieron, sabedores de que Simon no iba por ahí regalando sus halagos.
-Por desgracia, no voy por ahí repartiendo contratos a diestro y siniestro. Necesito saber cuál es tu estilo. El real. Eres buena imitando, pero no vas a imitar canciones; tú les darás vida. ¿Te crees capaz?
-Supongo-asentí. Él sonrió.
-Bien. Te pediré una canción, haré que te escriban alguna, y quiero oír cómo la interpretas. Tenemos que encontrarte voz.
-Vale.
-Pero también tendrás que pasar una prueba.
-¿Prueba?-preguntamos todos salvo mis amigas. Simon sonrió.
-Sí, ¿de qué os sorprendéis? No es mi estilo. No voy regalando cosas, y lo sabéis.
Ellos asintieron, la cosa tenía sentido.
-¿Qué prueba?
-Todavía no lo tengo claro, pero tengo que pensármelo.
Asentí, mordiéndome la lengua, pensativa.
-¿Simon?
Todos nos giramos a mirar a Noemí.
-¿Sí?
-Quiero entrar en la siguiente edición de The X Factor.
Simon asintió.
-Tendrás que hacer la prueba.
-¿Es necesario vivir aquí?
-Estaría bien que lo hicieras, sí.
Noemí asintió.
-¿No puedo... saltarme un par de pasos?
-También tendré que pensarme eso... y si podrás entrar. Tú también cantaste algo, ¿no es así?
-Sí.
-Bien. Tengo que consultarlo, pero no veo por qué no podrías audicionar, pequeña.
Noe asintió.
-Gracias.
-No me las des-sonrió Simon. Ya no imponía tanto como solía hacerlo.
Nos mandó sentarnos en unas sillas que por arte de magia habían aparecido detrás de nosotros. Nos apiñamos alrededor de la mesa, y él tomó asiento en su silla de cuero. Cogió su bolígrafo entre las manos y lo hizo girar de manera frenética.
-No sé si me gusta que hayáis metido a nadie ajeno a la discográfica a grabar una canción con Matt, chicos.
Ellos asintieron.
-No volverá a pasar.
-Eso espero.
Esperamos un rato mientras él revolvía en sus papeles, tomaba algunas notas y, por fin, se dignaba a levantar la vista y mirarnos.
-Ya se me ha ocurrido qué vamos a hacer contigo, Erika.
Y nos contó su idea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dedica un minutito de tu tiempo a dejarme un comentario; son realmente importantes para mí y me ayudarán a mejorar, al margen de la ilusión que me hace saber que hay personas de verdad que entran en mi blog. ¡Muchas gracias!❤