martes, 11 de septiembre de 2012

Por chicas increíbles nos volvemos increíbles.

Empujé la puerta suavemente, Louis me hizo a un lado y le dio una patada.
-¡HEMOS VUELTO!-proclamó, lanzando las llaves sobre el plato del vestíbulo y esperando a que los demás corrieran a recibirnos.
No apareció nadie. Al contrario, no se movieron del sofá, y no parecieron darse cuenta de que habíamos vuelto, tan enfrascados estaban en su discusión.
-¡Que queremos un puto perro!-bramaba Alba a pleno pulmón; incluso antes de entrar en el salón y dedicarles a todos una mirada fulminante y supe que estaba roja como un tomate-. ¡Qué mas os da, si lo vamos a cuidar nosotras!
-¿CUÁNDO?-replicó Liam-. ¿CUÁNDO, SI NO ESTÁIS EN CASA? ¿QUÉ HACEMOS CON ÉL? ¿LO LLEVAMOS A GRABAR EL DISCO Y QUE LADRE EN LOS COROS?
Niall se echó a reír, se balanceó adelante y atrás, y por fin nos vio. Alzó las manos y todos se nos quedaron mirando. Alcé la barbilla y Louis sonrió.
-Eri-gruñó Niall-, dile a Liam que queremos un perro.
-¿Para qué?
-¡Para que nos haga compañía!
-Si queréis compañía, os traigo a Baby Lux!-protestó Zayn, abalanzándose sobre el irlandés.
-Louis, diles algo-apeló Harry. Se encogió de hombros.
-¿Qué queréis que les diga? Quieren un perro. Comprádselo. Pero yo no pienso pasearlo, ya os lo digo.
-¿Y qué hacemos con él, Swagmasta?-bufó Noe, poniendo los ojos en blanco, y él volvió a encogerse de hombros.
-No es mi problema. Yo ya os digo que no pienso pasearlo, y, además, todos tenemos trabajo, ¿eh, Nialler?
-Yo quiero un perro-replicó Niall, haciendo pucheros y bajando la cabeza.
-Ya, tío, ¿y dónde lo metemos? ¿Se lo mandamos a Simon mientras grabamos? Ya estoy viendo al bicho esperándonos con las patas cruzadas y un bolígrafo en la pata delantera, mirándonos por encima del hombro y diciéndonos : ¡QUIERO ESOS COROS MÁS FUERTES! ¡ZAYN, MUEVE EL CULO! ¡LIAM, CÓRTATE EL PELO! ¡HARRY, HAZ MEJOR LOS AGUDOS! ¡NIALL, TEN MÁS SOLOS! ¡LOUIS, MADURA!-alzó un puño al aire y fulminó a los presentes con la mirada-. ¡¡Y YO POR AHÍ NO PASO, NO SEÑORES, NO PASO!!
-Porque no puedes-repliqué. Se me quedó mirando.
-¿Qué?
-No puedes madurar.
-¿Tengo que recordarte que te alcanzo en cualquier sitio y que puedo matarte a cosquillas si me da la gana?-replicó él, pasándome un brazo por la cintura y evitando tener que correr detrás de mí para darme mi merecido. Sacudí la cabeza.
-Guay.
-Pero yo quiero un perro...-gruñó Niall. Harry le dio una patada.
-Pues cómpralo, pero va a ser tuyo, ninguno lo va a pasear, ¿estamos?
-Cabrones todos-protestó el rubio, levantándose del sofá y yendo a la cocina. A medio camino, pareció pensárselo mejor, porque se dio la vuelta y se apoyó contra el marco de la puerta-. Que sepáis que si finalmente me lo compro, no os dejaré acariciarlo. A ninguno. Ni siquiera a ti, pequeña zorra del averno-me señaló y yo alcé una ceja.
-Niall, si yo ya tengo uno.
-¡ERES UNA TRAIDORA!
-Pues vale.
-¡ANA BOLENA!
-Uy, te tengo pánico.
Niall cambió el peso de su cuerpo de un pie a otro, incómodo.
-Perdón.
-No pasa nada.
-¿Qué pasa, Liam? ¿No te gustan los perros, o qué?-atacó mi amiga.
-Claro.
-Es verdad, si te gusta Taylor Lautner-se cachondeó Alba. Le lancé un cojín y me llevé los dedos a los ojos, haciéndole saber que la vigilaba. Muy de cerca.
Todos miraron un segundo a Louis, que no se inmutó. Niall se acercó a mí por detrás, me cogió la mano y la estudió. Me miró la otra.
-¿Qué?
-Nada, nada-dijo, soltándome las manos y observando cómo caían a mis costados. Las metí en el bolsillo y me lo quedé mirando, pero él sacudió la cabeza.
-Venga, Harry-empezó Noe, zalamera. Se sentó encima de él y le dio un suave beso en los labios-. Venga, quiero un perrito. Cómprame un perrito. Uno pequeño. Así no os molesta.
-Qué va, a mí un chihuahua de esos feos no me lo metes en casa.
-Yo quiero un jodido San Bernardo-replicó Alba, negando con la  cabeza-. Eso por lo menos. Y si lo podemos cruzar con un elefante, mucho mejor.
-¿Qué nombre le vais a poner?-preguntó Louis, apoyándose en el respaldo del sofá y mirándolas.
-Norberto.
-¿Ese no era el dragón de Hagrid, el de Harry Potter?-pregunté, divertida. Alba se encogió de hombros.
-Pensamos primero en Vradislavo, pero como sabemos cómo eres y que dirías que te lo hemos copiado, se nos ocurrió Norberto.
-Que lo elija Louis-animó Niall, divertido. Mi novio lo fulminó con la mirada.
-¡¿Hola?! No. Os. Vamos. A. Comprar. Un. Perro. Fin-empezó Liam-. ¿Estamos locos, o qué?
El tiempo que pasaba con Alba empezaba a tener sus efectos secundarios.
-Em, taluego, Liam. Simplemente, taluego. Me compraré lo que me de la gana-rugió ella. Su novio se la quedó mirando-. Louis, elige el nombre.
-Oh, no. La última vez que le elegí el nombre a una mascota acabé atado a una cama 19 horas. Gracias.
Me giré y me lo quedé mirando.
-¿Y eso?
-Me empeñé en llamar a mi perro Ted, a mis hermanas no les gustaba y no hacían más que protestar, hasta que un día me hartaron y les dije: ¡Se acabó, enanas! ¡Soy el mayor, y sobre todo soy el único hombre de esta generación! ¡Si fuéramos de la familia real, tendría poder para mandaros limpiarme el culo cuando me diera la gana, así que cerrad el pico!
-¿Qué pasó?
-Que cuando mamá se fue a trabajar entraron en mi habitación, me ataron a la cama y empezaron a pegarme.
-Y así te quedaste-asentí, como si  de repente lo comprendiera todo. Todos se echaron a reír, todos menos él, que me miró con los ojos entrecerrados.
-Eres el demonio.
-Lo sé.
-¿Y si vamos a una tienda de animales y os lo replanteáis?-sugirió Niall, sonriendo.
-Tú lo que quieres es que nos den pena los bichitos, y no, Nialler. No-Zayn negó con la cabeza como un poseso, mientras Harry empezaba a mover los brazos de forma frenética.
-¡YUJU! ¡VAMOS A VER ANACONDAS! ¡FIESTA! ¡TARÁNTULAS, TARÁNTULAS!-canturreó, se levantó y echó a correr por el salón en círculos.
-Harry-Noe movió la mano de tal forma que me recordó a un director de orquesta; deteniendo en seco un fluido movimiento que era perfecto, parando la mano, dejándola suspendida en el aire-. ¿Qué coño haces?
-Canalizar las ganas-dijo él, sin detenerse.
-¡DE REGALO DE CUMPLE DE ERI!-saltó Alba. Negué con la cabeza.
-Ya tengo uno, gracias.
-Puta.
-Fulana.
-Zorra.
-Guarra.
-Putón.
-Gañán.
-Eh... putón.
Noe se echó a reír.
-¿Por qué te pones de parte de ellos?
-Porque ya vamos a verlos muy poco, solo los fines de semana cuando empecemos las clases, y no quiero que una bola de pelo me quite tiempo de estar con ellos. Gracias, pero no.
-¿Y un hámster?-suplicó Niall. Liam le lanzó el cojín que antes le había tirado a Alba.
-El oráculo López se ha pronunciado. Nada de perros. Ni de hámsters. NI PALOMAS-espetó, cruzando una dura mirada con Louis. Niall y yo sonreímos.
-¿Nada de palomas?-lloriqueó Lou.
-Nada de palomas-sentenció el más sensato de la banda. Louis asintió, triste.
-Pobre Kevin. No sé qué voy a hacer con él ahora.
-Haz un sorteo y que se lo quede alguna Directioner-sugirió Zayn-. Seguro que les hace ilusión.
Louis asintió, aún con el semblante emocionado, y se sentó en el reposa brazos del sofá. Miró a los demás.
-¿Nos habéis echado de menos?
-A ella, sí; a ti, no-sonrió Liam. Louis negó con la cabeza.
-Sois mala gente. Cualquier día cojo la puerta y me voy.
Alba y Noe no apartaban los ojos de mis manos, deseando que las sacara del bolsillo.
-Enséñanoslo, Eri.
Fruncí el ceño.
-¿El qué?
-El regalo de Louis-murmuró Alba, con una cara que daba a entender que creía que yo tenía un retraso mental muy serio.
-Pero si el regalo...-miré a Lou, que había agachado la cabeza para ocultar su sonrisa. Al notar mis ojos posados en él, asintió, dejó escapar una suave risa y me miró.
-No sabes cuánta razón tienes cuando me llamas mentiroso, nena.
-¿Tienes otro regalo?
-Tengo un regalo. Lo otro fue casi más un regalo para mí que para ti.
-Tiene dos-le corrigió Liam, mirándolo.
-Tres, si contamos con dejar que toque uno de los premios-añadió Harry, inclinándose hacia delante para mirar a los chicos. Zayn frunció el ceño.
-Si tenemos tres premios, y ellas son tres, tendremos que guardarlos bajo llave; no vaya a ser que se larguen con ellos a España.
-¿Dónde está?-inquirí, acercándome a mi novio y tocándole suavemente el hombro.
-Ah-dijo él, alzando las manos-. Búscalo. ¿No decías que se te daba bien buscar? Busca, pues.
-Lou-supliqué, dando pequeños saltos a su alrededor-. Venga, Lou.
-Búscalo.
-Pero...
-Búscalo-insistió él, empujándome suavemente en dirección a las escaleras.
-¡Louis!
-Que busques, te digo.
Di un pequeño paso vacilante en dirección a la escalera, pero luego me giré y miré a las chicas.
-¿Sabéis dónde está?
Negaron con la cabeza, y por sus expresiones, juraría que era verdad. Hice pucheros, pero Louis no se inmutó.
-Si te crees que eso va a poder conmigo, vas lista. Tengo cuatro hermanas pequeñas, Eri. A mí esas cosas no me afectan.
-¡Jo!-susurré, y él sonrió ante mi tono de niña pija enfadada.
-Segundo piso-informó Harry. Louis le lanzó una mirada envenenada, el rizoso se pasó una mano por el pelo y sonrió-. Te lo debo.
-Gracias, Hazza-dije, lanzándome escaleras arriba.
Me quedé un segundo mirando el pasillo, sin saber muy bien qué dirección tomar, hasta que me decanté por buscar primero en su habitación. Era lo lógico, lo normal sería tuviera mi regalo en su habitación; así lo tendría más controlado.
Lo revolví todo; de hecho, tuve que controlarme para no bajar a la cocina a por un cuchillo para rasgar el colchón y mirar dentro, pero al final decidí que sería excesivo. Saqué toda la ropa que tenía en el armario, la esparcí por la habitación mientras me metía dentro en mi búsqueda frenética.
Vale. El armario estaba vació.
Rebusqué en la cómoda y en el escritorio como si me fuera la vida en ello, cada vez más y más frustrada.
Si lo ha escondido tanto, debe de ser algo especial.
No me había dado regalo por los dos meses (ni yo a él, en eso debía ser justa). Si se le hubiera ocurrido unir mi regalo de aniversario con el de cumpleaños, me estaría esperando algo genial.
Oh, Dios, por favor, que no me haya descuartizado a Taylor y lo haya esparcido por la casa.
No sabía si aquello me gustaría o me cabrearía tantísimo que terminaría cargándomelo. A Louis, me refiero.
Si Louis y Taylor compitieran en la misma categoría, votaría por Louis, me oí decir. Lo sentiría por Taylor, pero votaría a Louis.
No, no podría cargarme a Louis. Al menos, no por eso.
Después de dejar la habitación hecha unos zorros, de que pareciera que por ahí había pasado un huracán, me detuve un segundo a contemplar el estropicio: las sábanas de la cama revueltas, las camisas, pantalones y camisetas de Louis esparcidos por el suelo, los discos que tenía en aquella pequeña estantería de la pared acompañando la ropa, los cajones de la cómoda colocados descuidadamente unos encima de otros, tan inclinados que parecían la torre de pisa... Entonces, decidí que mi regalo no estaba allí.
Piensa como él. ¿Qué haría él?
Pensar como tú.
¿Qué cree él que harías tú?
Lógicamente, meterte en su habitación a revolver.
¿Dónde no buscarías tú un regalo para ti?
Clic. Bombilla encendida.
En mi habitación.
Joder, mi habitación, claro.
Puto BooBear.
Cerré la puerta de un portazo y no le di importancia a las risas del piso inferior, ni los "shh" que pedían silencio para escuchar mis posibles maldiciones, me metí a toda carrera en mi habitación y repetí la operación, aunque con un poco más de cuidado esta vez.
Ahora buscaba más con la cabeza que con las manos.
Y nada. Allí no había nada.
Salí al pasillo y miré a ambos lados. Me dirigí a la ventana del final de él, con la esperanza de que estuviera algo colocado allí.
Volví a la habitación de Louis y me senté entre la ropa; creía que si me colocaba cerca de algo que estuviera mucho cerca de él me inspiraría.
Apreté una de sus camisas contra mi cara y cerré los ojos, dejándome embriagar por su olor. Inspirando y espirando, me concentré en pensar como él.
¿Qué haría él? ¿Qué haría él? No paraba de repetirme esa pregunta, memorizando mi mantra. Una fugaz palabra pasó por mi cabeza. Eleanor. Pregúntale a Eleanor. Pero rápidamente una imagen de la chica a la que había sustituido, sonriente y negando con la cabeza, me dio a entender que ella estaba del lado de Louis.
-¿Qué? ¿No puedes?-preguntó él detrás de mí. Negué con la cabeza, aún con los ojos abiertos.
Oí cómo se apoyaba contra el marco de la puerta, se cruzaba de brazos y sonreía.
-¿Dónde lo tienes?-giré un poco la cabeza en su dirección y abrí los ojos, mirándolo por el rabillo de estos.
Joder, era tan perfecto, ahí de pie, mirándome, con esa sonrisa suya de no haber roto un plato en la vida...
-Pídelo bien.
-¿Dónde lo tienes, por favor?
Sonrió, se acercó a mí y se agachó.
-Pídemelo como tú sabes-susurró en mi oreja. Cerré los ojos y suspiré.
-Louis.
-¿Mm?
-Mi amor.
-Mm.
-Mi vida.
-¿?
-¿Dónde has metido mi regalo, mi amor, mi vida, mi cielo, mis estrellas? ¿Eh? ¿Tesoro? ¿Dónde está mi regalo? Me lo dirás, ¿no es así? Quieres decírmelo, ¿verdad?
Sonrió.
-Por favor-continué, en realidad, me gustaba ese juego. Me gustaba mucho-, por favor, te lo suplico. Dime dónde está. Me harás la más feliz del universo. Ya soy la más feliz del mundo por estar contigo, pero quiero joder a los de Pandora, ¿sabes? Dime dónde la tienes, mi amor-y, en un momento de inspiración, susurré contra sus labios-. Y haremos lo que tú quieras.
Dejó caer su boca sobre la mía y nos besamos apasionadamente. Podría acostumbrarme a aquello.
-¿Lo que yo quiera?
-Lo que tú quieras.
-A ver si es verdad.
-Oh, vamos. Hemos hecho mucho de lo que tú querías hasta ahora, ¿no?-repliqué, seductora.
-Lo queríamos los dos-replicó, poniéndome de pie y colocando mis piernas alrededor de su cintura. Su boca siguió unida a la mía, jugando con la mía, amando la mía igual que la mía amaba la suya. Mis manos volaron a su pelo, le acariciaron la nuca, y por un momento estuve segura de que acabaríamos haciéndolo allí, con la cama como estaba, con los demás debajo. No me importó.
No me importaba nada más que nosotros en ese momento. Ni siquiera un estúpido regalo; ya ni me acordaba de él. En mi mente sonaba su nombre, mis labios se pegaban a los suyos, mis piernas se cerraban en torno a su cintura, cerradas, de donde yo no me soltaría a no ser que me diera lo que le estaba pidiendo.
Y no era un estúpido regalo.
Oh, Dios, no.
No era materialista.
Era más bien una zorra, lo reconocía. Si era una zorra por querer sexo en ese preciso momento, era la reina de las zorras.
-Está bien-susurró, separando nuestras bocas. Yo abrí los ojos, me dejé atrapar por lo suyos y deslicé mis dedos por su cuello, rompiendo así la conexión cuando él los volvió a cerrar, deleitándose con mi caricia.
-Mira y aprende del mejor, pequeña-replicó. Me dejó sentada en la cama, se volvió al armario dando saltos sobre su ropa y toqueteó el fondo.
-Pero si ahí he mirado y...
-Querida. Soy inglés. Experto en pasadizos secretos. Hogwarts. Casas victorianas. Castillos. ¡Bienvenida a Inglaterra, españolita!-contestó, quitando el fondo del armario y agachándose a recoger algo.
Diminuto, brillante.
Cerró la mano en un puño y colocó las dos a su espalda.
-¿Qué mano? ¿Derecha, o izquierda?
Lo pensé un par de segundos, y terminé decantándome por la izquierda. Extendió la mano hacia mí y abrió la palma.
-¡Qué pena! ¡No hay regalo!
Le cogí rápidamente la otra y la abrí. Tampoco había nada.
-¡Louis! ¡Tramposo!
Se echó a reír.
-A ver si adivinas dónde está.
Le coloqué una mano en la cintura y fui bajando hasta su culo. Sus ojos no se perdían detalle de mi expresión; los míos, de los suyos.
Metí la mano despacio por el bolsillo trasero de su pantalón y toqué algo frío, pequeño.
Me mordí el labio inferior y lo miré, sonriente.
-Ya sé dónde está.
Asintió.
-Pues sácalo.
-Creo que voy a dejar la mano ahí un rato.
-Como quieras.
-Si no os importa, milord.
-En absoluto, milady.
Nos echamos a reír y terminé sacando aquel pequeño objeto para estudiarlo.
Sonrió cuando me lo quedé mirando con la boca abierta.
-El.. anillo. ¿Cómo... has?
-Con dinero.
-Pero...pero...
-¿Qué?
-¿Cómo sabías que quería este?
-¿No es ese el que le pediste a tu madre?
Asentí lentamente. Sí, era ese; claro que era ese. El anillo de Tiffany con el que llevaba obsesionada un año, de plata con dos brillantes a cada lado de la abertura con forma de agujero de llave en el centro, con la T.&Co mítica de la cadena.
Me lo arrebató y lo deslizó cuidadosamente por mi anular.
Me puse a hacer fangirling inmediatamente.
¡Algún día hará eso con un pedrusco del tamaño de una fresa! 
El pedrusco no es lo importante, lo importante es lo que significará.
¡ALGÚN DÍA TE PONDRÁ UNA ALIANZA EN ESE MISMO SITIO Y TE DARÁ SU APELLIDO!
Vale, necesitaba sentarme.
Dios, Dios, DIOS.
¡Aire, aire, necesito AIRE!
Contemplé los destellos de los brillantes a la luz de la ventana y después miré a mi novio.
-Tú lo planeaste, ¿verdad? Tú le dijiste a mi madre que me lo ibas a comprar, que no me lo cogiera.
Asintió lentamente.
-Deberías ver cómo mirabas la página de Tiffany. Casi babeabas delante del anillo, nena.
Acaricié suavemente mi regalo de cumpleaños con el pulgar.
-Te va a costar mucho superar esto-sonreí, llevándome una mano a los ojos y enjugándome las lágrimas.
-Bueno, a mí me resulta fácil superarme, pequeña.
Se sentó a mi lado y me acarició la mano, observó el anillo en mi dedo. Cerré los ojos y apoyé la cabeza en su hombro.
-Tengo un novio que no me lo merezco.
Cuadró los hombros.
-¿Es más alto que yo?
Me eché a reír, le puse una mano en la mejilla y le besé la otra.
-Eres increíble, Louis.
Se encogió de hombros.
-Por chicas increíbles los chicos nos volvemos increíbles.
Sonreí.
-Te quiero muchísimo-susurré, empujando su mentón hacia mí. Sus ojos bajaron a mis labios.
-Yo sí que te quiero muchísimo, mi niña.
Nos besamos despacio, como si temiéramos rompernos. De repente, tuve una certeza.
No me quitaría ese anillo. A menos que fuera para bañarme o ducharme, ya que me haría muchísima gracia que se escurriera por el desagüe.
No, no me lo quitaría nunca.
Era un pedacito de él que podría llevar siempre conmigo, igual que la pulsera. Solo que la pulsera me la quitaba por las noches, para dormir (salvo la noche anterior), y el anillo no correría esa misma suerte.
Algún día te pondrá una alianza donde está ahora ese anillo, y te dará su apellido.
Te dará su apellido.
Sonreí en su boca.

Las chicas soltaron mi mano y comenzaron a negar con la cabeza.
-¡QUIERO UNO ASÍ!-bramó Noe. Sonreí.
-Yo tengo uno así y parece que es mentira. 
-Cualquiera lo diría de Louis, ¿eh?-replicó Alba, dejándose caer en la cama y observando el techo de nubes.
-Estoy pensando yo...-empecé. Alba se incorporó de un salto, le dio un codazo a Noe y advirtió:
-¡Prepárate!
Nos echamos a reír.
-Quiero decir... si Louis es así, que tampoco parece nada del otro mundo, ¿cómo será Niall? 
-Niall, que es la dulzura hecha hombre-exclamó Noemí, soñadora. Asentí.
-Oh, Niall, el imbécil de todos por andar detrás de Demi Lovato. Valiente estúpido. Y aún así, le queremos.
-Niall, que es la reencarnación perfecta del amor.
-Tiene una cara de romántico que no puede con ella.
-One Direction canta lo que las chicas quieren oír, Taylor Swift, lo que quieren decir-recordé de una foto que había visto hacía tiempo. Taylor Swift pide lo que las chicas desean, One Direction lo da.
Aquel maldito anillo.
Louis me había dicho "¿Quieres la caja?" y yo le había respondido "¿Para qué? No pienso quitármelo".
Se había encogido de hombros y había replicado: "Lo compré en Los Ángeles".
Casi le entregué mi cuerpo a cambio de aquella puñetera caja, y todo porque ponía Tiffany LA, Beverly Bouevard.
¡BEVERLY HILLS, PERRAS, BEVERLY HILLS! les había gritado a mis amigas, y ellas habían puesto ojos como platos.
-¿Liam no te ha regalado nada por el mes que lleváis juntos?
Alba me mostró una pulsera.
-Si sigue los pasos de Louis, creo que voy a daros sobrinos muy pronto.
Noemí se echó a reír, recostada contra la cama, y comenzó a aplaudir como si estuviera en un concierto de Monserrat Caballé. Me uní a ella, aunque con menos espasmos.
-¿Y tú, querida Noe?
-No llevamos nada, mozas. Hay que esperar.
-Dile un día que quieres hacerlo sin condón, quédate embarazada y así: ¡TOMA CASTAÑA! Anillo de compromiso al canto.
-No veo a Harry casado-repliqué yo-. Con hijos tal vez. Ilegítimos, sin duda. Pero, ¿casado? ¡Jesús! ¡Antes Niall se mete a gigoló, os lo digo yo!
-¿Qué apostamos-nos retó Noemí, alzando una ceja- a que consigo hacerle pasar por el altar?
-¿En cuánto tiempo?
-No hay límite de tiempo.
-¿Qué apostamos a que saco cuatro ases si me dais cuarenta cartas de una misma baraja?-repliqué yo, burlona.
-Has dicho nunca. Nada más. Y yo te digo, ¡pienso hacer que Harry Styles le de el apellido a una mujer, y esa mujer no será otra que una servidora!
-Cincuenta.
-¿Nada más?
-Perdona. Vocabulario de millonaria. De los grandes.
-¿CINCUENTA MIL EUROS?-ladró Alba. Asentí con la cabeza-. Em, taluego, mujeres. Yo no juego.
-Me pagas la maldita boda, zorra del averno.
-Te doy 50 mil y vas que chutas, colega-repliqué yo, cogiéndole un pie a mi amiga.
-Hecho. Cincuenta mil a que me muero llamándome Noemí Styles.
-Hecho-sentencié, estrechándole la mano.
-Y digo yo-empezó Alba, colocando las manos con las palmas unidas, como si estuviera rezando, por delante de su cara-, ¿y si Noe, no lo quiera Jesucristo, se nos muere mañana?
-Entonces le saco el dinero a los padres.
-¿Y si se le mueren hoy los padres?
-¡Conseguiré mi dinero!-bramé, y ella asintió con la cabeza.
Nos echamos a reír, y luego las dos se tumbaron sobre sus vientres y se me quedaron mirando.
Íbamos a iniciar la misma conversación que estaban teniendo los chicos abajo, en el salón. Solo que con un poco más de tacto que ellos, lógicamente. Los hombres siempre tendían a exagerar con sus conquistas, y Louis no iba a ser una excepción.
-¿Y...?
-¿Y...?-repliqué yo, alzando una ceja. Noe y Alba se miraron un segundo y se echaron a reír.
-¿Qué tal anoche?
-Cuéntanos, venga. Cuéntales a tus mujeres. ¿Gozaste como una perra, verdad?
Creo que me equivocaba en lo del tacto. Me eché a reír.
-Oh, ya lo creo que gocé. Como una vulgar fulana.
Todas nos reímos.
-Venga, ahora en serio-replicó Noe, sonriendo. Alzó una ceja-. ¿Cómo fue?
-Fue precioso. Fue genial. En serio-sonreí, asentí con la cabeza y me miré el anillo. T&Co. NY.
Les conté mi primera vez disfrutando de dejarlas con la intriga, con cómo me miraban y me decían "¡Pero sigue, no seas cabrona!" y yo no me hacía de rogar.
Cuando acabé de contárselo todo, asintieron.
-¿Lo hicisteis más veces?
Asentí.
-¿Cuántas?-inquirió Alba, interesada en saber si yo la había desbancado como la que más se había acostado con su novio en una noche.
-Seis.
Abrieron mucho los ojos.
-¿Seis más?
-Así es.
-¡TÓMALO CON LA ERI!-gritó Noe, alzando las manos al aire y chocando los cinco conmigo-. ¡Y ERA UNA ESTRECHA CUANDO LA COMPRAMOS!
Nos echamos a reír, me preguntaron si había algo digno de mención.
Casi les dio un paro cardíaco cuando les dije que lo había hecho en la  cocina.

Me acurruqué contra Louis, él me pasó un brazo por los hombros, me besó la cabeza y sonrió.
-¿Qué tal te ha ido la Gran Prueba de Sementales de One Direction?-le susurré al oído, divertida, mientras veíamos la tele. Se encogió de hombros.
-¿Tú crees que ayer la pasé?
-Con matrícula de honor.
-Entonces me ha ido bien.
-¿Qué ha dicho Harry de lo de la cocina?
-Que piensa tirarse allí a Noe. Varias veces. Y si es con nosotros en casa, mejor.
Asentí con la cabeza y me eché a reír.
-Ah, bueno, diles que si quieren hacer una orgía, que nos avisen.
Me miró, alzando una ceja.
-¿Va en serio?
Parpadeé muy despacio, me aparté el pelo de la cara y entrelacé los dedos de la mano que tenía sobre mí con los míos.
-Louis.
-No me dejas hacerme ilusiones.
Me eché a reír, y todos los demás nos miraron.
-¿Qué cuchicheáis?-preguntó Zayn, divertido. Negué con la cabeza.
-Los amantes de Teruel. Tonta ella, tonto él-murmuró Alba, y todos estallamos en sonoras carcajadas.
-Madre que te parió, Alba. Madre que te parió.
Diez minutos después, seguíamos viendo la tele, bromeando y tirándonos cosas los unos a los otros, cuando sonó mi móvil. Estiré la mano, observé la pantalla, fruncí el ceño y contesté:
-¿Sí?
-¡Hola, compañera!
-¡Hola, compañero!
Los chicos sonrieron y asintieron. Matt.
Yo le tendría asco si me hubiera ganado en un concurso de talentos. Pero ellos no.
-¿Qué tal todo, pequeña?
-Bien, últimamente no me paseo por ahí con traje de animadora ni canto delante de 70 mil personas, pero estoy bien. ¿Y tú?
-No puedo quejarme. Eri, mira, me alegro de que te acuerdes de eso, porque... ¿recuerdas que te dije que estaba trabajando en un disco?
-Sí, algo me dijiste.
-El caso es que el productor me ha dicho que le encantó nuestro dúo de 4 minutes, y me estaba preguntando si te importaría volver a cantar conmigo. Es en un estudio de grabación.
Me quedé muda.
-¿Sigues ahí?
-Sí. Osea, a las dos cosas. Claro. ¿Cuándo? Porque tengo clases, y eso...
-Hoy. De hecho, ahora mismo. Si quieres, mando a alguien a por ti.
Me levanté de un brinco y fue entonces cuando conseguí que definitivamente todos los ojos de la sala estuvieran posados en mí.
-No, creo que me pueden llevar. ¿Dónde es?
-Son los mismos estudios donde graban los chicos.
-Espera-tapé el micrófono del teléfono y los miré-. ¿Me lleváis a los estudios? Es Matt. Quiere que cante 4 minutes con él otra vez.
Todos sonrieron, orgullosos de que su pequeño experimento estuviera a punto de hacer un trabajo que quedara grabado para la posteridad.
-Claro, nena-respondió Louis, acariciándome la pierna desnuda. Me estremecí.
-¿Matt?
-Dígame, señorita.
-Me llevan. ¿Tengo que ir ahora, dices?
-Cuanto antes llegues, mejor.
-Guay. Me visto y me voy corriendo.
-Vale, pues te espero.
Todos nos levantamos y echamos a correr a cambiarnos de ropa.
En el coche, no paraba de mirar por la ventana, estudiando los edificios que se deslizaban a un ritmo frenético a los lados del coche, los coches que se escurrían entre otros coches, los autobuses llenos de turistas que no paraban de fotografiarlo todo, y de apretarle las manos a Louis. Harry de vez en cuando protestaba  porque alguien se había saltado un semáforo, gruñía porque la vieja esa no tenía ni puta idea de conducir, o pitaba como un poseso porque estábamos detrás de un gilipollas sin reflejos que esperaba media hora para dejar atrás el semáforo que llevaba una millonésima de segundo abierto.
-¿Qué tengo que hacer?-pregunté. Los chicos y mis amigas se me quedaron mirando.
-¿Eri pidiendo consejo?-se cachondeó Harry, negando con la cabeza y pitando de nuevo porque el gilipollas sin reflejos parecía tener amigos.
-¿Quién eres y qué has hecho con mi novia?-replicó Louis, soltándome las manos. Alcé una ceja.
-¿Y si era ella la estrecha y no quiere hacer nada contigo de momento?
Se quedó pensativo un momento. Luego me miró, por fin.
-Dime dónde la tienes, y te ayudaré a deshacerte de ella.

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