jueves, 26 de julio de 2012

Harry.

Miró su reflejo en el espejo y sonrió. Una sonrisa siniestra en un rostro de niña buena.
-Toca poner las cosas en su sitio, Noe-le dijo a la chica del espejo; lo mismo le dijo su reflejo. Su sonrisa se ensanchó más.
Separó las manos del borde del tocador (no sin cierto esfuerzo, sus nudillos se habían tornado blancos), se irguió cuan alta era, colocó sus rizos, asintió, satisfecha, y abrió la puerta prácticamente tirándose sobre el pomo. Cerró de un portazo y echó a andar por el pasillo con la cabeza erguida, la barbilla alta y la mirada fija. Casi corría.
-¿A dónde vas a todo correr, mozuela?-una voz a un lado del pasillo. La chica la miró como quien mira a un terrorista que ha asesinado a su familia.
-A hablar con Harry-y sus ojos volvieron a su objetivo: el final del pasillo. De momento.
-Creo que va a salir-informó Erika. Noemí ni siquiera se giró para replicar:
-Precisamente por eso.
Claro que sabía que iba a salir. Y sabía de sobra lo que iba a hacer si se lo permitía. Pues no. Esa noche, no. Esa noche lo pondría en su sitio, le diría quién era.
Todavía no me conoces, Harry Edward Styles pensó para sus adentros.
Giró a la derecha.

Si hubiera estado con Zayn un minuto más,  tan solo un minuto más, me habría librado de la bronca monumental que llegó a mi habitación en forma de huracán moreno cabreado. O, por lo menos, el huracán estaría encerrado dentro, y tendría ventaja sobre ella.
Le había dicho a Zayn que me iba a cambiar para salir "de caza, tú ya me entiendes". Le pregunté si vendría conmigo.
Él me miró como si acabara de cargarme a su madre.
-Tío, no puedo. Es el Ramadán.
-¿Y no puedes follar ni de noche?-le espeté, horrorizado. Negó con la cabeza, pero, para mi desgracia, no hubo gesto entristecido en él. Supuse que toda una vida aguantando ese estúpido mes conllevaba resignación y aceptación, más tarde.
-No estoy seguro, la verdad, pero prefiero no arriesgarme.
Me encogí de hombros. Un pensamiento de "más para mí" me llevó a reprimir una sonrisa. Louis subió las escaleras, miró hacia el salón y se detuvo cuando nos vio.
-¿Todavía despiertos?
-Di mejor, ¿todavía aquí?-reí. Boo Bear sonrió.
-El pecador quiere arrastrarme al infierno-murmuró Zayn. Cuando le dediqué una mirada asesina, en el fondo me asombré de que no tuviera un gorrito de esos de rezar para aplanarlo en su cabeza.
-Uhhh, Harry. Qué malo eres. ¿Sabes que irás al infierno por eso?-se burló el otro, más de mí que de Zayn. Puse los ojos en blanco.
-Sí, lo sé, arderé por los siglos de los siglos, amén.
-¡A mi me esperan 80 vírgenes solo por no comer mientras brille el sol!-gruñó Zayn, tratando de darme envidia.
Louis mostró un gesto preocupado.
-Zayn, cómete algo, por favor-su gesto se volvió triste-. El Sol explotará dentro de miles de millones de años. Tendrás mucha hambre para entonces.
-Eso sí que es el infierno para Niall-comenté, y nos reímos. Subí detrás de Lou las escaleras, y me metí en mi habitación.
Me estaba quitando la camiseta cuando oí unas voces en el pasillo de al lado, y luego, pasos fuertes, decididos.
Eri iba a arrastrar a Zayn a la cama, seguro.
Solo que no era Eri. Ni iba a arrastrar a nadie a la cama.
Era Noe. Y venía a arrastrarme a mí por la casa de los pelos.
Observó un momento mi torso desnudo, y una mínima sonrisa se dibujó en sus labios. Cuando me miró a los ojos, asustados y confundidos, su expresión recuperó ese matiz de mala leche.
Deseé taparme los oídos un segundo antes de abrir ella la boca, pero, dado que era una dama, y mi madre me había educado así, la escuché obedientemente.
-¡¿A dónde coño crees que vas?!-gritó. Di un brinco hacia atrás, tal era el susto. Aquellos gritos eran demasiado grandes para un cuerpo tan pequeño.
-Esto... voy a salir. A dar una vuelta.
Alzó un dedo acusador en mi dirección.
-¡Sé de sobra lo que vas a hacer, Harold Edward Styles! ¡Vas a por fulanas, a por zorras, a por chicas a las que engañar! ¡Chicas como yo! ¡Debería darte vergüenza!
Louis, Louis, ven aquí con tu camiseta de SuperMan y rescátame. ¿Dónde estás, Lou?
No había notado la hostilidad que había en la mirada de Noemí durante la cena; se había sentado enfrente de mí a propósito, estaba seguro. Varias veces me había estudiado con gesto calculador. Estaba planeando la bronca, me había dado cuenta tarde. Mi estúpido orgullo me había dicho durante la cena que me estaba arrancando la ropa y abriéndose de piernas para que la llevara al séptimo cielo.
Y la culpa era de las revistas del corazón por decir que yo era el "rompecorazones de la banda". Mataré a los de Sugar Scape en cuanto pueda.
Debía de estar mirándola como si no la entendiera, a pesar de que me hablaba con un acento de Londres Oeste que apenas podía  con él, porque dio un par de pasos y se situó frente a  mí.
Se puso de puntillas para hacerse más alta, y, a pesar de que seguía sacándole varias cabezas, tuve miedo de lo que pudiera llegar a hacer.
-¡Porque eso es lo que haces, Harry! ¡Juegas con nosotras como si no te importáramos lo más mínimo! ¡Espera!-levantó la mano, pensé que me iba a dar una bofetada, pero la suspendió en el aire- ¡NO te importamos! ¡Te dan igual los demás, mientras que no sean los chicos, o Eri, te da igual el resto del mundo!
¿Pero qué coño tenían Alba y ella contra Eri?
-¡Te da lo mismo que haya miles de chicas enamoradas de ti, te da igual el ejemplo que estás dando a un montón de tíos que se fijan en ti para  ligárselas, te da ABSOLUTAMENTE IGUAL! ¡Pues te comunico que eres fa-mo-so, que eres un E-JEM-PLO para mucha gente! ¿Qué te creías, eh? ¿Que te iba a dejar salir ahí, a follarte a cualquier tía, y que luego estaría en mi habitación para abrirme de piernas y mejorarte aún más la noche? ¡PUES VAS DADO!-ladró.
¿DÓNDE COÑO ESTÁIS, CHICOS? ME DA IGUAL QUIÉN VENGA, PERO SACADME DE AQUÍ.
Mientras tanto, Krakatoa... digo, Noemí, siguió vomitando todo lo que tenía que decirme.
-Porque claro, el señorito sabe usar sus armas. Y el señorito quiere pasarlo bien, al señorito le van las mujeres mayores, que son las que más guarrerías conocen y las que más posturas quieren probar. Las que más arañan las nalgas con sus uñas, ¿no es así?
No noté que estaba retrocediendo hasta que mi espalda dio contra la pared. Me tenía arrinconado. Iba a perder la batalla, probablemente la guerra.
¿Perder qué, estúpido, si ni siquiera has abierto la boca?
-Dios, ojalá no fueras tan guapo, Harry. Ojalá no tuvieras esa boca tan perfecta, que besaría cada noche hasta dormirme, y me despertaría solo para besarla. Ojalá no tuvieras esos ojos aguamarina, que son como dos rayos láseres que me derriten por dentro. ¡¿POR QUÉ TIENES QUE SER TAN GUAPO POR FUERA Y TAN FEO POR DENTRO, HARRY?! ¿NO TE DAS CUENTA DE QUE LA GENTE A TU ALREDEDOR SUFRIRÁ SIEMPRE, SI NO CAMBIAS?
Empezó a llorar.
No la toques, no la toques, no la toques.
La abracé. No soportaba ver a ninguna chica llorar. Me acordé de una entrevista.
Si estoy discutiendo con mi novia y ella empieza a llorar, me callaré y la abrazaré hasta que se calme.
La abrazaré hasta que se calme.
 Me empujó para que no la tocara. Mis brazos se cayeron, suspendidos a mis costados.
-¿Sabes qué es lo peor?-inquirió. No contesté. No hacía falta-. Tu sonrisa. Joder, tu sonrisa-se llevó una mano a los ojos y se sacudió las lágrimas-. Esa sonrisa que es como un sol. Cuando sonríes, iluminas toda la ciudad-citó WMYB como si nada, sonriendo, triste. Le acaricié la mano y ella la apartó-. No me toques. No hagas esto más difícil de lo que ya es. ¿Por qué yo, Harry? ¿Por qué yo?
¿Por qué tú, qué, pequeña? ¿Por qué me gustas tú y no ellas, por qué soy yo del que te has enamorado? ¿Por qué me siento mal, muchísimo peor, cuando te veo llorar a ti que a otra chica? ¿Por qué te quiero, Noemí? Pues no lo sé. Muchas dirían que has tenido suerte.
Para nosotros dos es una desgracia, ¿verdad?
-Eres la más... guapa-espeté, y en mi cerebro se  formó una imagen mía poniendo ojos bizcos y aplaudiendo con el dorso de la mano. Subnormal, estúpido, gilipollas.
-Ojalá eso fuera suficiente, Harry.
-Sé que...
-No-me cortó-, no sabes nada. Eres un maldito superficial, y un egoísta. ¿Sabes? Desearía seguir teniendo esa imagen de Dios perfecto que tenía antes de conocerte.
Mi corazón se encogió.
Se dio la vuelta, su pelo flageló mi pecho. Me llevé una mano al lugar donde me había tocado fugazmente, sin pretenderlo. En esos momentos lo único que quería era cogerla de la mano, abrazarla, besarla, decirle que cambiaría, que por ella haría lo que fuera.
Recordé lo que había pensado cuando Zayn me dijo lo de que no podía tenerr sexo en Ramadán.
Cuando me case y deje embarazada a mi mujer, terminaré poniéndole los cuernos cuando ella no pueda hacer el amor conmigo. No soportaré estar dos meses sin sexo. Ni siquiera aguanto un par de semanas.
Se giró en la puerta, y me clavó una mirada envenenada.
-Ojalá nunca hubiéramos entrado en ese bar- dicho esto, desapareció.
Me senté en el suelo, con la cabeza en el borde de la ventana, y me hice un ovillo.
En el fondo era lista. En el fondo, no se merecía que nadie, y menos yo, le hiciera daño.
En el fondo no me la merecía. Ni besarla, ni tocarla, ni mirarla. Ni hablemos, pues, de casarme con ella, de dejarla embarazada y acabar irremediablemente con otra en la cama.
Nos encontraría. Perdería el bebé, nuestro bebé. Su cuerpecito no soportaría un aborto a esas alturas.
Moriría.
La estaba matando, llevaba matándola desde la primera mirada. La asfixiaba, me alimentaba de su energía vital como una hiedra venenosa se enreda en un árbol para asesinarlo.
Me eché a llorar. La puerta seguía abierta, pero ya no importaba.
Eri y Liam me encontrarían así a la mañana siguiente. No pegaría ojo en toda la noche.
Porque me había enamorado, y había perdido a la chica a la que quería incluso antes de tenerla.
Nuevo récord.
En el silencio de la habitación, se oyó la rotura de un cristal. Me dolió el pecho.
Era la primera vez que nadie me rompía el corazón.


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