Me movía entre la gente como siempre. O sea, sin que nadie
pareciera notar mi presencia. Y eso que no iba precisamente discreta: en un
alarde de orgullo, casi parecía estar apostando conmigo misma hasta qué punto
podía vestirme como una auténtica golfa sin que nadie me insultara por ello. Al
menos, en el pueblo las cosas funcionaban así.
Deslicé mis
botines negros (de dragqueen, como los definió mi madre) por el
césped del prado de las fiestas del pueblo. La orquesta tocaba no sé qué mierda
de canción, y los músicos intentaban animar a la gente a levantarse a bailar,
aunque yo sabía que no iba a pasar nada. Nunca pasaba nada. Con un poco de
suerte, las únicas que salíamos a dar vueltas sobre nosotras mismas o a fingir
que toreábamos (curiosa forma de bailar, pero dado que éramos las únicas que
parecíamos estimuladas ante la música de mierda de la prehistoria nadie nos
tosía) una amiga del pueblo y yo.
Pasé por delante
de los focos y agradecí llevar la camiseta con un tirante rosa fucsia que me
había comprado en Bershka. Esto
es Asturias, pero hace más calor que en la maldita comunión de
Charmander, joder. Pensé.
Entonces, me sonó el móvil. Me alejé de la orquesta (mis oídos chillaron de la
emoción ante ese regalo divino) para poder escuchar lo que me decían. Después
de pelearme con mis puñeteros vaqueros que me apretaban como a una morcilla,
conseguí sacar el móvil. Y, desatendiendo mi costumbre de mirar siempre la
pantalla para preparar mi respuesta (a mi hermano le cogía el teléfono con un Despacho de Miranda Priestly reglamentario), ladré:
-¿Qué?
-Vaya, hoooooooola
a ti también-contestaron al otro lado de la línea.
-¿Quién coño
eres?-pregunté, ya que, aunque entendía lo que me decían, no sabía decir de
quién era la voz. Qué coño, podría estar hablándome un alienígena, un hombre,
una mujer o un oso, y yo no notaría la diferencia.
Suspiro al otro
lado de la línea. El que me llamó intercambió un par de palabras que yo no
entendí con otra persona.
-Zanahorias.
Entonces, se me
iluminó la cara.
-¡Louis! Vas
happenin'?
-¿De verdad no
sabías que era yo?
-Te lo juro.
-Entonces, tendrás
que mirarte eso. Ya sabes, te estoy hablando en inglés. Debería darte
pistas de quién soy.
Esta vez fui yo la
que suspiró. Si él supiera, muchas veces me ponía a despotricar en inglés por
casa, les decía What? a mis padres
cuando me llamaban, e incluso llegué a contarle mi vida a Liam y a Niall en un
par de ocasiones que estaba depresiva en español. No notaba diferencia entre
los dos idiomas. El inglés me sonaba incluso más musical.
-¿Sigues ahí?
-Oh, claro. Solo
colgaría a uno de mis chicos si a) me pegaran un tiro, b) me pegara yo un tiro,
o c) fuera Louis Tomlinson tocando los cojones-repliqué, riéndome-. Aunque te
comunico que estoy terriblemente cerca de la opción b.
-¿Y eso?
-Nada, lo de siempre- sí, chico, lo que te pasa, que
nadie parece darse cuenta de tu presencia. Oh, claro, eso cuando quieres,
porque en otras ocasiones, parece que llevas un maldito letrero luminoso
para los típicos acosadores. Y claro, Loue, ya sabes, no puedes controlar tus
instintos asesinos, y deseas terriblemente estamparles la cabeza contra la
pared, golpearla repetidas veces hasta que se les pierde la mirada y su sangre
cubre tus dedos...
-Eri.
-¿Qué?
-Estás muy
charlatana hoy-casi pude notar cómo ponía los ojos en blanco-. ¿Qué pasa? En
serio, tendré que callarte la boca. Tu vida es muy interesante.
-No he dormido
bien, es todo- ERES UNA
MENTIROSA, ERIKA LÓPEZ LÓPEZ. UNA PUTA MENTIROSA.
-Ya. Y, ¿qué tal
la fiesta? ¿Lo estás pasando bien?
-Louis, somos
amigos.
-Sí.
-¿Te puedo pedir
algo?
-Depende.
-¿Podrías pegarme
un tiro, lanzarme a un río un par de horas, sacarme cuando flote,
descuartizarme, quemar mis trozos y bailar sobre mis cenizas? En bolas, por
favor. Sería todo más erótico.
-La gente normal
suele tirarse a las vías del tren.
-Deberías saber
que no soy normal.
-Además, me
aborrece.
-¿El qué?
¿Moverte?-casi sin darme cuenta había vuelto a la carpa donde nos sentamos mi
familia y amigos a cenar.
-Mmm. No. En
realidad, me aborrece hacer tanto. ¿Con el tiro no basta? Bah, da igual. De
todas formas, no tengo ninguna pistola.
Me senté en una
silla, las malditas botas me estaban matando. Miré a los lados, y nada, ni un
alma me miraba. Genial. Casi quería levantarme y ponerme a chillar: SOY AMIGA
DE ONE DIRECTION, HIJOS DE PUTA, EMPEZAD A ACOSADME CUANDO QUERÁIS.
Aunque sería
terriblemente cínico. Quería a los chicos, no a su fama.
Me masajeé la
cuenca de los ojos.
-Lou-murmuré, y
noté su pregunta silenciosa al otro lado del teléfono. Ni siquiera había
abierto los ojos.-Ven a buscarme, por favor.
-Ya he venido. Y,
he de decir, que te queda muy bien esa camiseta-se echó a reír.
-¿Qué?
-Date la vuelta.
Me levanté mirando
hacia mi espalda, y, efectivamente, allí estaba. Con su típica camiseta a rayas
y los pantalones de un solo color, como siempre. Corrí a abrazarlo.
-¿Sabías que te
iba a pedir que vinieras?-le pregunté, después de darle un beso en la mejilla.
Lo arrastré hacia la sombra, pues no había podido evitar fijarme en cómo
rastreaba el terreno en busca de la fan loca que siempre aparecía chillando y
arrastraba a un ejército detrás.
-No, pero a las
chicas se les ocurrió que... Eh, espera. Por eso estabas de mala uva.
-Qué va, hijo-hice
un gesto con la mano, quitándole hierro al asunto-. ¿Cabreada, yo, por eso? No,
si esto es la mejor fiesta del mundo. Claro que me apetece más estar aquí
arrastrándome en mi aburrimiento mientras vosotros estáis de party hard toda la noche, oh por dios,
si esto es gen... ¿NO PIENSAS CALLARME LA BOCA?
Se echó a reír.
-Me gusta cuando
te pones a protestar. Usas cada palabra...
Lo miré
fastidiada.
-Puedes colgar el
teléfono-dijo, riéndose aún más. Miré la pantalla de mi iPhone y pulsé dos
veces el botón de bloqueo. Luego miré el suyo, negro como el mío, pero, ah, ¿por qué tenías que ser
tan perfecto, pequeño iPhone 4? ¿Por qué el mío no podía ser como el tuyo?
-¿Cómo has llegado
hasta aquí?-inquirí, y él sacudió su teléfono en la oscuridad de la noche.
-Ah, y Niall
también preguntó.
-Wuo, wuo, wuo.
Espera, vaquero-alcé las manos y él tuvo que taparse la boca para no reírse en
mi cara. Louis y yo éramos geniales por separado, pero juntos, éramos
dioses. Era imposible que la gente pasara un minuto sin carcajearse cuando los
dos juntos estábamos en los mismos 10 metros cuadrados-. Habéis dejado el coche
en la carretera, ¿no?
-Muy lista,
señorita Holmes.
-¿Y los demás?
-En el coche,
señorita Holmes.
-Has bajado aquí,
¿SOLO?-bramé, como siempre en el momento más oportuno: o sea, justo cuando la
música estaba callada y los cantantes tomaban sorbos de las jodidas botellas
(¿pero por qué coño ponía tantos tacos en mis pensamientos esta noche?). Una
señora, la de la primera casa del barrio, me lanzó una mirada.
Como no me
dejes de mirar, Maruja, pienso meterte el vaso de sidra por el...
-No, boba. Niall
vino conmigo.
-Ah. Y, ¿dónde
está Ni...?
Pero ni siquiera
pude terminar la frase. Mi irlandés preferido se acercó dando saltitos hacia
nosotros.
-Joder, Louis,
esta gente sí que sabe. Menudas borracheras traen algunos.
Louis le sonrió.
-Estarán ebrios de
la belleza de Eri.
-¡ERI!-chilló
Niall, como siempre. Siempre me parecía que Niall se parecía un poco a mi perro,
su alegría cuando venía alguien era tan grande... Tan... palpable.
-Hola, bobo-dije,
dándole un abrazo-. Boo me ha dicho que veníais a raptarme.
-Sí-me dedicó una
amplia sonrisa-. Le he preguntado a una señora dónde estaba la fiesta en
español. ¡Y la señora me entendió, llegó a contestarme!
-Estoy muy
orgullosa-dije, dándole un empujoncito. Él se sonrojó.
-Detesto quitarte
el ligue, Romeo, pero tenemos una misión que cumplir. ¡POWER RANGERS!-chilló, y
todas las mesas en 20 metros alrededor se nos quedaron mirando. Al rubio rojo
como un tomate, Erika, la de Manolo Jesusa, y el chaval de las rayas que
gritaba POWARANYAH.
-¡Louis, por
dios!-le recriminé. Él miró alrededor, sonrió y (Jesucristo, si de verdad amas
este mundo, llévame ahora) saludó con la mano.
-Pienso cortarte
esa mano-lo amenacé, molesta. Él se rió.
-Larguémonos, Lou.
Hay un par de chicas que nos miran mucho-dijo Niall, sin un deje de la risa
anterior. Louis se quedó tieso y asintió suavemente; cada uno me cogió un brazo
y me acompañaron fuera del prado.
Ni siquiera
tuvimos que caminar mucho. Donde el camino se bifurcaba para subir hacia el
pueblo y la carretera general o tirar hacia el río, nos estaban esperando los
demás.
-¿Qué os ha
pasado?-preguntó Liam, visiblemente preocupado. Me dedicó una sonrisa, articuló
con los labios "Hola, Eri" e interrogó a los dos chicos con la
mirada.
-Eri se escondía
en el agujero del conejito de Alicia-explicó Louis, todo serio.
Liam me
miró, Harry me miró, Alba y Noe me miraron... Y Zayn sacó un espejo del
bolsillo y se miró el pelo a la luz de la farola.
Nos acercamos al
grupo hasta fundirnos del todo con ellos. Miré hacia el prado de la fiesta y vi
que se acercaba un pequeño grupo de jóvenes. Cuando un volador explotó para
señalar las fiestas, distinguí las largas melenas. Eché un vistazo hacia
arriba. La calle estaba abarrotada de gente, porque el bar del pueblo se
encontraba a mitad de la cuesta. Gemí.
-Mierda. Mierda.
Mierda.
Que pillaran a los
chicos allí era justo lo que necesitábamos.
-¿Qué pasa?-me
susurró Lou al oído, ya que solo me había oído él. Me estremecí, no pude
evitarlo.
-Date la vuelta-le
susurré yo a su vez, sin evitar disfrutar de ese inesperado momento de
intimidad. Me obedeció, y se giró disimuladamente. Apretó sus labios contra mi
oreja para que los demás no se preocuparan; al fin y al cabo, si algo había que
no chocaba con mi carácter era lo extremadamente cariñosa que podía llegar a
ser, y cuanto más cabreo llevaba encima más ganas de mimos tenía.
Escrutó la
oscuridad con sus perfectos ojos azules. Me mordí el labio (y no precisamente
por la preocupación de que las chicas nos pillaran).
-Chicos-advirtió
sin mirarlos. Harry se acercó a nosotros, Niall se giró y trató de ver en la
oscuridad, Liam se puso de puntillas para ver sobre mí y mis condenadas botas
que no me ayudarían precisamente a correr si era necesario, y Zayn levantó la
vista, nos miró un segundo, se encogió de hombros, y volvió a bajarla para
mirar el espejo. Noe y Alba se quedaron quietas, con suerte, no tendrían que
salir escopetadas, ya que no estaban excesivamente cerca para un par de fans,
pero la mano de Harry en mi hombro y la de Louis en mi cintura me hacía a mí
protagonista de otra historia.
Liam se giró,
aterrorizado, hacia el lugar por donde habían venido. Gimió al deducir lo que
yo: que con tanta gente no había manera de escapar.
-Sácanos de aquí,
Eri-suplicó Harry, atravesándome con la mirada. Asentí ligeramente.
-Seguidme-les
ordené. Miré a Noemí y Alba, esperando que entendieran que mi orden iba para
todos, y se acercaron un poco a mí.-Vale, como soy muy lista, necesito que me
ayudéis a bajar por esa puta cuesta-señalé el camino que serpenteaba hacia
abajo en la sombra.
-¿A dónde lleva?
-A la veiga. Y si
llegamos hasta el final, al río-informé. Noté que una mano se cerraba sobre la
mía, y miré a mi lado. Liam me sonrió.
-Gracias, feo.
-De nada, milady.
Casi pude notar
cómo Alba me crucificaba mentalmente en silencio. Me sentí muy mal por hacerle
eso, pero supuse que era lo que tocaba.
Dimos un par de
pasos, y yo miré hacia atrás.
-¡QUE ALGUIEN COJA
AL MORENO, JODER!-bramé. Oh, qué casualidad. La puta orquesta volvía a estar
callada.
Zayn levantó la
vista, se asombró al no ver a ninguno de nosotros delante de él y nos buscó
rápidamente.
-¿Qué pasa?
Intenté ignorar
que fue un What's going on en toda
regla, y no nuestro Vas Happenin. En
el fondo, sentí como que necesitaba escuchar algo normal, algo conocido y
querido, en esa noche.
-Fans. Movida.-le
informó Harry.
-Mueve tu precioso
culo hacia la oscuridad de la noche para que te pueda violar a gusto, mi
amor-le dijo Louis. Sonreí. Al menos uno de los dos no estaba histérico: eso
estaba bien.
Nos deslizamos por
el camino, a velocidad deliberadamente estudiada, para no ir demasiado despacio
y que las chicas nos conocieran, pero no lo bastante rápido como para confirmar
unas posibles sospechas y que corrieran detrás de nosotros.
En el fondo,
aunque fueran las chonis zorras de los pueblos vecinos o las chicas guay de la
ciudad de al lado, no quería que se las comieran los jabalíes.
Necesitarán sus
estómagos vacíos para pasar de nosotros pensé. Y, sin quererlo, se me escapó una
sonrisa de lo más macabra.
Esperé que Liam no se diera cuenta de ella.
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