El día en el que Los Ángeles no sea suficiente, el día en el que el sol no sea lo bastante brillante, la hierba lo bastante verde, la arena lo bastante blanca, las olas lo bastante altas y la gente lo bastante feliz, algo habrá cambiado. Cuando ya no haya ilusión en las calles, piscinas en las casas, sombras en los árboles, jóvenes en las discotecas, ancianos en los parques, premiéres en los cinces y gritos en los corazones de las fans, no podré soportarlo. No habrá otro sitio como Los Ángeles, eso está claro. La ciudad que convierte en realidad lo soñado en Nueva York es lo más a lo que puedo aspirar.
El día en que la luz de esta maravillosa ciudad se apague, cuando todo esté a oscuras, el día en el que mi ilusión por estar allí muera...
Moriré yo también.
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