lunes, 23 de julio de 2012

Llamaré a Mario y le pediré una seta como vida extra.

Estaba metiendo la ropa en el armario cuando la puerta se entreabrió. Lou asomó la cabeza y me observó con ojos de corderito.
-¿Puedo pasar?
-Ayer pasaste sin preguntarlo-comenté, acercándome a él, abriéndole la puerta y besándolo en los labios. Correspondió a mi beso con pasión, como si llevara meses sin verme.
Me ayudó a terminar de deshacer la maleta. Luego, tal y como yo hice en el avión cuando hablaba con Liam, se puso a juguetear con los botones de su camisa, la que yo llevaba puesta.
-Lou...
Gruñó sin mirarme.
-¿Pasa algo?
Levantó la vista. Su mirada era inquisidora, pero no dolorosa. Simplemente curiosa.
-Liam me ha dicho que tenías algo que contarme.
Qué perro, el de Wolverhampton. Claro, por eso se llamaba Wolverhampton, y tenía la palabra lobo dentro.
Rehuí sus ojos.
-Es largo de contar.
Se echó hacia atrás en la cama. Estaba acostumbrándome a descifrar sus gestos, y parecía notarme tensa; creía que echándose, me relajaría.
Miró el colchón a su lado, y me eché con él.
-¿No tenemos tiempo?-me pasó un brazo por los hombros y me besó la frente. Suspiré.
-Voy a ir con las chicas de compras-musité, como si fuera un mantra. Nos iremos de compras, nos iremos de compras, como si tú no hubieras culpado a Alba de algo que ni recuerda.
Alba estaba con ellas. Alba también me marginó.
¿Por qué coño se lo dijiste a Liam, Erika? ¿Por qué has tenido que soltar eso?
Tenía que contárselo si no quería dejar de dormir por las noches.
-Vaya, la niña está ocupada-me besó la mano, haciendo que me estremeciera. Sonrió.-¿Y por la noche?
-¿Podrás entrar?
-Ni que esto fuera la casa de Su Majestad, Eri-sus cejas se alzaron, y yo me eché a reír. Nos quedamos en silencio, él mirándome, yo mirando al techo, las pequeñas nubecitas que flotaban pegadas a la pared sobre nosotros.
-No sé si podré contártelo hoy, Lou... por un día ya está bien. Por un año. Por una vida.
-¿Llamo a Mario Bros y te traigo una seta verde?-soltó. Rompimos a reír y le besé en los labios.
-Te quiero-murmuré, maravillada por cómo sonaba.
-Yo también me quiero-asintió, convencidísimo.
-¡Bobo!
Se rió más, acercó su frente a la mía y me dijo, solo a mí:
-Yo también te quiero, pequeña.
Mi mano pasó por su mejilla, recorrió sus labios y llegó hasta su mandíbula, deleitando a su dueña con las sensaciones que ello implicaba.
Me levanté, y él se incorporó conmigo. Me pasó un brazo por la cintura y me apretó contra él. Apoyé la cabeza en su pecho, y nos quedamos así, en silencio, quietos, varios minutos. Escuchábamos de fondo los ruidos de mis amigas en las habitaciones contiguas colocando sus cosas, una puerta se abrió, Niall pasó corriendo y gritando: "¡Nando's en la tele, un anuncio de Nando's!". Sonreí.
-Quiero contártelo-confesé en voz alta. Sus dedos apretaron mi piel.
-Liam me ha dicho que es duro. ¿Es cierto?
-Igual flipas lo poco que pega mi personalidad con mi historia, Boo Bear.
Sus labios se posaron en mi cabeza.
-Hagamos una cosa. Tú hoy intentas contarme lo que puedas, y mañana me cuentas lo que quede. Vamos poco a poco, como si fuera una serie.
-¿Un melodrama de mierda?
-Eri-me reprendió, entrecerrando los ojos. Los míos se volvieron blancos un segundo.
-Lo siento.
Se levantó para irse, pero cuando estaba a la puerta, se giró,se apoyó en el marco y me miró de soslayo.
-Quiero que sepas que no te voy a juzgar, me cuentes lo que me cuentes. Que seguiré pensando en ti como en esa chica genial y guapísima como hoy por la mañana-se encogió de hombros, enterneciéndome aún más.
-Oh, Lou.
-Lo sé, soy muy romántico. Ay, calla, que me sonrojo-se llevó las manos a las mejillas y pusocara de "Oh, Dios mío, pero si estoy viendo a la Virgen". Me eché a reír, me acerqué hacia él y lo abracé.
-Tienes que mirar esa obsesión que tienes por hablar en el marco de las puertas-musité.
-Mañana me llevas al médico-asintió lentamente, me besó en la boca, y cerró la puerta de su habitación.
Suspiré, y me apoyé contra la puerta. Sacudí la cabeza, con una sonrisa en los labios, y me dispuse a ordenar mis cosas (en realidad había volcado la maleta dentro del armario para tener más tiempo con él), cuando mi puerta se abrió. Alba y Noe entraron como ciclones.
-¿Tú también te lo has tirado?-espetó Noe, mirando alrededor, cual ardilla busca bellotas en un bosque. Alba puso los ojos en blanco.
-Noe, yo no...
-¡Sois muy silenciosos! Seguro que ni has tenido un orgasmo. ¿Cuánto tiempo estuvo dentro, Alba?-la miró, pero ella fingió no oírla-. Yo creo que muy poco. ¿Cuánto duró Liam, Alba?
Solo le faltaba ponerse a dar brincos por la pared. O colgarse de la lámpara del techo. O dar brincos colgada de la lámpara del techo. Alba ahora sí que la escuchaba; era todo oídos. Había escándalo en su mirada.
-¡Noe, por favor!
-¿Cuántos cafés te has tomado, pequeña?-ni siquiera podía mirar a Alba.
Estaba con ellas. Me marginó.
Me cago en mi puta lengua.
Oh, genial. Ya despotricaba mentalmente.
 -¿Yo? ¡Ninguno! ¡ESTOY EN INGLATERRA!-bramó, y desapareció, dejándonos en un incómodo silencio.
Carraspeé:
-¿Te ha dicho algo Liam?
-¿Sobre qué?
-Sobre nada-sobre lo bien que te pones a la defensiva, golfa de mis amores.-Coge el bolso, nos largamos a Covent Garden.
Me sonrió.

-¡PUEDO LLEGAR A VUESTRO MALDITO MERCADO, GRACIAS, MACHISTA DE LOS HUEVOS QUE SE CREE QUE LO NECESITO HASTA PARA IR AL BAÑO!-le grité a Zayn. Me miró con odio.
-¡YO NO SOY MACHISTA!
-Calla, morito-murmuró Alba en mi lengua. Noemí y yo la miramos escandalizadas.
 -Chicos, tranquilos-Liam se metió entre nosotros y nos separó con un suave empujón-. Zayn, si quieren explorar, déjalas que lo hagan, están en su derecho. Y Eri, compréndenos, Londres es muy grande, y solo has estado aquí una vez...
-PUEDO LLEGAR A COVENT GARDEN SI ME DEJÁIS ENFRENTE DEL LONDON EYE, GRACIAS POR TU CONFIANZA, LIAM.
-Ya, pero...
-Sí, dando un rodeo del demonio.
Me enfrenté a Harry.
-¿QUÉ DICES, RICITOS?
-Que vais a dar un rodeo del demonio, y que será de noche cuando lleguéis.
-¿QUIERES APOSTAR, INGLESITO CABRÓN?
Noemí no hizo nada por impedirme que me volviera loca con "su chico".
-¿QUIERES APOSTAR, ESPAÑOLITA? VENGA-dio un puñetazo a la mesa, y Liam suspiró-. APOSTEMOS. MANDADNOS UNA FOTO CUANDO LLEGUÉIS, SI LLEGÁIS, ANTES DE QUE ANOCHEZCA, Y CONSIGO QUE OS PUBLIQUEN UN CD.
Mis amigas se miraron sin comprender.
-SI PERDEMOS...
-Si perdéis nos invitáis a cenar-sonrió Niall.
-Cuando acabe el Ramadán-bramó Zayn.
- Seréis nuestras esclavas.
Louis.
-HECHO. ESCLAVAS UNA SEMANA.
Cogí el callejero de Londres, lo metí en el bolso y los miré.
-Quiero que la apuesta sea igual.
-Vale-espetó Harry.
-Y te quiero a ti de esclavo, Harold-levanté un dedo acusador hacia él. Sonrió con descaro.
-¿Qué piensas hacerme?
-Civilizarte.

Me había costado bastante orientarme para llegar hasta el Big Ben, pero al final, lo había conseguido: iba un par de pasos por delante de mis amigas, y estaba bastante segura de que los chicos nos observaban escondidos en la esquina más alejada, pero no les mencioné nada de eso a mis chicas.
Nos metimos por la estación del metro que queda justo a la puerta del Parlamento, caminamos debajo de las calles, salimos a la superficie (como submarinos, comentó Noe, y nos reímos), fuimos al cuartel de la guardia, llegamos a Buckingham Palace (me preguntaba si alguno de los soldados me reconocería, pero estaba claro que si lo hacían eran profesionales y no se inmutaban de mí) y enfilamos a la derecha en la primera calle.
Noemí no paraba de parlotear, cuando pasamos a su lado.
-... porque, a ver, a mí me gusta mucho Harry, pero si solo soy un rollo para él, adiós. ¿Sabéis? Creo que no merezco eso, ni él tiene derecho a tratarme como un pañuelo de usar y tirar. Me da rabia que lo haga con otras chicas, pero ¿conmigo? Va de culo...
Una mujer con el pelo negro y destellos azulados fumaba un cigarrillo apoyada contra una  farola. Nos miró, y sonrió.
-Chicas, ¿queréis que os lea el futuro?
-No, gracias-replicamos las tres a la vez; Alba, cansada; Noe, sin prestarle atención; yo, sumergida en mis pensamientos.
La mujer chistó cuando pasamos a su lado.
-Lástima. Podría ayudaros con vuestro problema.
Me giré.
-No tengo ningún problema.
-Todavía no, querida. Pero igual que Danielle ya está contactando con su chico legítimo, Eleanor no tardará en hacer lo mismo.
Alba se quedó de piedra a medio paso, yo noté cómo se me abría la boca. La sonrisa de la mujer se convirtió en una mueca de avaricia.
-¿C...cómo sabe esos nombres?
-¿Danielle está contactando con Liam?-preguntó Alba, a la vez que yo. La mujer nos miró, y luego miró su tienda. De repente, tenía unas ganas locas de que me leyeran el futuro.
Noemí fue la última en entrar, y la que más temblaba de las tres. Se agarraba su bolso como si fuera una bomba atómica, lista para tirarlo al suelo y salir corriendo. Alba iba detrás de mí, clavándome las uñas en mi espalda, mientras yo me mordía la lengua tan fuerte que me hice sangre.
Había visto películas en las que aparecían consultorios de adivinas, y todos resultaban bastante tétricos: bolas de cristal, cabezas reducidas, calaveras, velas de todos los colores salvo blancas, gatos negros por las esquinas, telas de araña, fruncidos de estrellas...
No me sorprendí cuando me encontré en semejante escenario, y no pude evitar pensar "Ahora es a mí a quien van a succionar el alma con aspiradora".
Genial, me había vuelto tan loca, y tan histérica, que pensé que me estaban metiendo en la casa del terror en vez de en el castillo de Cenicienta. Porque aquello parecía más un despacho de una oficina que un consultorio de muertos.
Las estanterías estaban llenas de libros, había un par de sofás negros en una pared. En el centro de la estancia, una gran alfombra; al fondo, una mesa con una silla de gran  respaldo y unas sillones con patas de acero en crema.
La mujer se sentó en la gran silla, ante nosotras. Me senté en el medio, y cogí a mis amigas de las manos. La sangre empezó a manar de mis palmas en cuanto esto sucedió.
La adivina/pitonisa/bruja loca sacudió la cabeza, me tendió un pañuelo y estudió mi mano, preocupada por sus muebles.
Ni siquiera llevaba amuletos, solo un traje gastado. Aunque sí que llevaba los ojos perfilados como Amy Winehouse.
-¿Quién es usted?-le espeté, con más valor del que sentía. La mujer me miró, divertida, y nada más esbozarse su sonrisa, Alba se encogió en su silla y Noe empezó a chillar.
-¡No nos mate, por favor, no nos haga daño! ¡No sabemos qué les ha pasado a Danielle ni a Eleanor, nunca las hemos visto en persona! ¡Por favor, señora, no nos mate!-suplicó. Sentí ganas de darle una bofetada y gritarle que se controlara.
-No os haré nada, queridas. Al fin y al cabo, este asunto ni me va ni me viene. Solo quiero pagar el alquiler de este bonito piso, eso es todo-hizo un gesto que abarcó el gran ventanal detrás de su silla donde se veían los edificios londinenses. Traqué saliva.
-La loca histérica tiene razón, señora, no sabemos qué les ha pasado a Danielle ni a Eleanor...
-Liam no me ha hablado nunca de ella-comenzó Alba.
-Y Louis no conoce a ninguna Eleanor.
-Tu querido Liam ha dejado que su compañera se comunique con él en forma de espíritu-comunicó la mujer.
-¡¿DANIELLE ESTÁ MUERTA?!
-No, desafortunadamente para ti, solo está...
-Yo no quiero que esté muerta-la cortó Alba. La mujer suspiró. Me miró, asintió con la cabeza, y murmuró:
-Ninguno tenéis agallas para eliminar lo que se interpone entre vosotros y vuestro destino...-dio un sorbo a su whisky (que acababa de aparecer en la mesa), se secó los labios y nos observó-. ¿Tenéis alguna teoría digna de mención sobre qué les ha pasado a las señoritas Calder y Peazer?
Eleanor Calder. Calder. Ese era su apellido.
-No sabemos nada-gimió Noemí. Le di un manotazo.
-La loca histérica vuelve a tener razón-suspiré-. Hemos hablado de ello a veces, pero no conseguimos dilucidar qué ha pasado...
-Habéis saltado de universo-espetó la mujer, seria. Las yemas de sus dedos se tocaban ligeramente, los codos apoyados en la mesa.
Las tres nos miramos. Me eché a reír.
-Vale, ha sido genial la visita, pero tenemos que irnos...
-Tú misma, tesoro. Luego no llores cuando te quedes atrapada aquí y no tengas oportunidad de recuperar a tu chico. Porque Eleanor te lo quitará-se inclinó en la mesa hacia mí, retándome con la mirada, una mirada que yo sostuve.
-No sé dónde está Eleanor, y si vuelve, lucharé por Lou. Y que sea lo que tenga que ser.
Volvió a recostarse contra su asiento.
-Aún no sé muy bien cómo lo habéis conseguido, pero esto pasa a veces. Personas que escapan de su destino o que lo modifican para hacerlo mejor para sí mismas, o para otras, o lo empeoran para sus enemigos, simplemente con la voluntad. Pero, ¿tres? Nunca, en todo el tiempo que llevo vigilando, han pasado tres a la vez.
Nos estudió más a fondo con los ojos. Estaba empezando a creer a esa vieja bruja, y mis amigas estaban hipnotizadas por su voz.
-No he hecho ningún tipo de brujería...
-No es necesario ningún proceso para hacer eso. La gente que cree en el karma, como energía, no como ser, como tú haces-joder, sí que creía en el karma- es la que más fácilmente modifica su destino. Adapta su comportamiento y sus acciones a él.
La mujer asintió, mis amigas la imitaron. Medité la información en silencio.
-¿Cómo puede ser?
-Sé cómo se devuelven las cosas a su sitio, querida, no cómo se cambian. Y sé cómo pueden mantenerse.
-¿Cómo se mantienen?-suplicó Alba. La mujer la miró; parecía haberse olvidado de que estaba allí.
-Es sencillo, en verdad, lo es. Lo único que tenéis que hacer es darles a los chicos exactamente lo mismo que les daba la persona desaparecida.
Los hombros de Noemí se hundieron. No había ninguna "futura señora Styles en potencia" cuando conocimos a los chicos.
-¿Solo eso?
-Solo eso.
-Entonces, ¿por qué Danielle ha podido encontrarse con Liam?-inquirió Alba, fulminante. La señora volvió a sonreír. Seguramente estaba pensando en el tajazo que nos iba a sacar.
-Porque ha tenido un sentimiento demasiado diferente al Liam que está con Danielle en el universo principal.
-Ah, claro. Ahora hay universos principales, y secundarios. Como los actores. Se les dará un Oscar-puse los ojos en blanco.
-¡Tú misma  viste un documental en que se demostraba que el universo era plano!
-¿CUÁNTO TIEMPO LLEVA ESPIÁNDOME, SEÑORA?
Noe y Alba tiraron de mí para que me sentara.
-He de reconocer que os vi venir. A las  tres. Vi que saltabais de universo, vi que cambiábais de plano las tres a la vez, y sentí curiosidad por esos bebés.
-Ahora soy un puto unicornio. Ahora me convierto, y empiezo a crear magos y semimagos, como en Memorias de Idhún-gruñí. Esa vez, fui yo la que recibió manotazos.
 -Ríete si quieres, al fin y al cabo, parece que tú eres la que más magia lleva de las tres.
-¿Por qué ella?-ladró Noemí, esta vez sin ningún deje de pánico.
-Porque ella tiene sensibilidad por las culturas antiguas, las que más cerca estaban de la magia. ¿O no? ¿No sabes, acaso, la explicación que le daban los egipcios a la crecida de los ríos? ¿O las creencias mayas, incas, en dioses que llegarían a colonizarlos del mar? ¿O múltiples leyendas griegas y romanas, que en el fondo crees que son verdad?
Podría recitar los dioses Olímpicos si quisiera. O el Origen de Todo egipcio. O los castigos del Averno, en su gran mayoría.
Me alegré de ser una friki de las civilizaciones antiguas.
-¿Solo por eso tengo más "magia" que ellas?
-Me he expresado mal. Disculpadme. No es magia. Las fuerzas superiores te conceden más favores que a tus amigas porque tú tienes más confianza y conocimiento de ellas que estas dos-las señaló con la cabeza. Miré al cielo, no pude evitarlo.
-O, ¿acaso no te van a ti mejor las cosas con tu chico?
Miré a la mujer.
-Es cierto.
La señora sonrió.


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