viernes, 27 de julio de 2012

Hi, we're One Direction, and this is another video diary!

Oí unos toquecitos en la puerta, a través de la rendija se introducía una sombra de unos pies. Me hice un ovillo, pero levanté la cabeza.
-Ñeeeee-gruñí, intentando decir "qué". Todavía estaba demasiado dormida para articular el sonido "k".
La puerta se entreabrió, y Liam asomó la cabeza por ella.
-Buenos días, Eri.
Me tapé con la manta como había hecho el día anterior. Al contrario que el bruto de Harry, él subió lentamente la persiana, intentando meter el menor ruido posible, se sentó a mi lado y me acarició la cabeza.
-Esto fue idea tuya-me recordó, noté que sonreía.
-Me odio.
Se rió con sinceridad.
-Venga, anda, hay que levantarse. Si no, te perderás el desayuno desesperado de Zayn. ¡Tour de comida  contrarreloj!
Ah, claro, por eso le había dicho que me iba a levantar temprano. Bueno, por eso, y porque me apetecía disfrutar un poco de los chicos a solas, sin mis amigas por en medio. Con ellas era el 90% de mí misma, aunque siempre había un rinconcito de mí que me recomendaba "ten cuidado, Eri" o "ya sabes con quienes andan ellas también". Por eso no les había contado mi vida.
Con ellos era otra historia. Era yo misma siempre, pasara lo que pasase. Como me conocían de menos tiempo me sentía  más segura en su presencia, me encantaba descubrir nuevos aspectos de cada uno que nunca habría imaginado. Como que Zayn se ponía de mal humor si tenía que esperar por los demás. O que a Niall le gustaba dormir con un pijama verde y el reloj dado la vuelta para no saber qué hora era ni cuánto faltaba para levantarse. O que Liam bajaba todo lo que podía la alarma de su despertador para no despertar a los demás. O que a Harry le encantaba dormir desnudo (aunque eso se deducía por lo que decían los chicos de su amor por el nudismo). O que Louis prefería dormir con dos rendijas de la persiana entreabiertas, para no sentirse encerrado en la oscuridad. Con ellos reía, lloraba o gritaba a voluntad: nunca sentía que estaban pensando en que le contarían mi comportamiento a nadie más.
Y eso a veces lo sentía cuando miraba a mis amigas.
Fui saliendo de mi escondite poco a poco. Liam sonreía.
-¿Qué quieres, Bella durmiente? ¿Un beso? ¿Llamo a tu príncipe azul?
Reí en silencio. Hinché una mejilla y él me la besó. Me reí, esta vez de forma sonora.
-Venga, todavía tenemos que despertar a los demás.
-¿No lo has hecho?
-No, pensé que tal vez querrías disfrutar del desayuno de Zayn en vivo y en directo desde que empezara-se encogió de hombros y meneó las cejas.
Salí de la cama a duras penas (él se ofreció a sostenerme, pero lo separé amablemente), me puse unos pantalones cortos, apartando él la  vista, azorado, cuando me quité los que llevaba, y lo seguí fuera de mi habitación. Cerré la puerta.
-Ve a por Niall, yo saco a Louis-se acercó a la puerta del chaval en cuestión, pero se detuvo justo antes de agarrar el pomo-. Cuando lo despiertes, dile que Louis aún duerme. Él te entenderá.
Asentí. Abrí la puerta de la habitación de Niall suavemente, y contuve una carcajada: tenía los pies en la almohada y la cabeza donde debería tener los pies. Roncaba suavemente. Di varios pasitos en su dirección e, inclinándome suavemente, le zarandeé un poco el hombro.
-Niall...-lo llamé. Sacudió la mano.
-Cinco minutos más, mamá.
-Niall, venga, arriba.
-Quiero otra tostada-protestó, y se puso de morros. Me mordí la lengua para no empezar a reírme en plan histérico allí mismo.
-Niall, soy Eri. Arriba, irlandesito.
Dio una patada. Subí la persiana y abrí las ventanas. Chilló cuando notó el viento frío en sus mejillas, pero no hizo nada.
-Niall.
-Baaausssssssssssssssf.-espetó, girándose para darme la espalda voluntariamente. Me senté en sus piernas, y le hice cosquillas en los pies.
-ROSQUILLA CABRONA-ladró, dando un brinco. Miró en derredor con gesto contrariado, y me miró a mí. Al ver mis carcajadas demenciales, frunció el ceño-. ¿Qué?
-Insultabas a la comida.
-Oh, Dios-se tapó la cara con las manos-. Era una pesadilla.
-Liam va a despertar a Louis.
Observó mi rostro, asintió una vez, se levantó a todo correr, me cogió de la mano para que lo siguiera y salió de la habitación justo cuando sonaba un profundo bocinazo. Me tapé los oídos.
-¡IRÁS AL INFIERNO POR ESTO, LIAM!-gritó Louis, lanzándole la almohada a su amigo, que estaba en el suelo revolcándose de la risa. Niall no tardó en unírsele. Louis saltó a por los dos, inmovilizando primero al de Wolverhampton y luego al rubito-. ¡Por todas las zanahorias, casi me matáis! ¡TODOS LOS DÍAS IGUAL!
Notó mi presencia en seguida.
-Eri-sonrió. Le sonreí. Se levantó, nos acercamos y nos dimos un suave beso.
-¿Has dormido bien?
-Claro, he soñado contigo.
-Si hubiera comido, vomitaría-bufó Niall. Louis le dio una patada.
-Calla tú, que la única cosa que amas en este mundo es la comida.
-¡Y ella me ama a mí!-llenó la habitación con su risa musical.
Bajamos a la cocina, donde Zayn nos ofrecía un espectáculo circense: sentado con la mirada fija en la ventana, devoraba cuanto era capaz, estudiando ansioso las luces de las farolas que se veían a través del follaje del jardín. Tortitas, tostadas, cereales, carne, pastelitos... Había de todo en esa mesa, y Zayn se lo metía entre pecho y espalda casi empujándolo hasta el esófago  con las manos, más que tragándolo.
Niall fue a los fogones para preparanos el desayuno a los demás.
-¿Alguien sabe a qué hora volvió Harry ayer?-preguntó Louis.
Zayn negó con la cabeza de manera frenética; cada segundo que perdiera hablando no podría invertirlo en comer.
Liam, Niall y yo expresamos nuestra ignorancia.
-Yo ni siquiera lo escuché marcharse-murmuró Niall, encendiendo los fogones y colocando una sartén sobre ellos.
-Porque te duermes enseguida, Nialler-replicó Liam, sonriendo a su amigo. Niall le devolvió al sonrisa.
-¿Voy a buscarlo?-me ofrecí. Liam dijo que me acompañaba; Lou estaba demasiado fascinado con la manera de comer de Zayn como para marcharse de la cocina.
Lo primero que nos extrañó fue que la puerta de Harry estaba abierta. Y, según los chicos, Harry dormía con ella cerrada. Casi a cal y canto; a veces bromeaban que Harry "estaba encerrado en su castillo, con el puente levadizo alzado", ya que le molestaba mucho que nadie fuera a verlo cuando tenía la puerta cerrada. Y una de esas ocasiones de aislamiento voluntario se daba cuando dormía.
La luz entraba por la ventana con la persiana levantada. Entrecerramos los ojos, ya que la luz nos daba de pleno en ellos.
Justo debajo de la ventana, hecho un ovillo, estaba Harry. Hecho un ovillo, su cabeza se escondía en el hueco que había entre su pecho y sus rodillas; sus brazos escondían sus rizos castaños. No llevaba camiseta, y no paraba de estremecerse.
-¿Harry?-lo llamó Liam. Él alzó la cabeza, y nos miró con expresión torturada.
La imagen de Taylor/Jacob en Amanecer llorando cuando Bella moría corrió a mi cabeza. Mismos ojos llorosos. Mismas lágrimas por las mejillas. Mismos estremecimientos de hombros.
-Harry-susurré, corriendo hacia él. Me arrodillé a su lado y le besé la mejilla. Estaba ardiendo. Él apoyó la cabeza contra mi pecho y gimió. Acaricié sus rizos y lo acuné mientras continuaba llorando. Miré a Liam, que revolvía en el armario de su amigo, en busca de una chaqueta. Me había leído el pensamiento.
Alcé la vista para comprobar lo que me temía: que la ventana estaba entreabierta, y una ligera brisa se colaba por ella. El suelo bajo mis rodillas estaba húmedo: había estado llorando toda la noche.
Si había estado llorando toda la noche, desnudo de cintura para arriba, acurrucado contra la ventana abierta y con la puerta también abierta, en medio de la corriente que se formaba entre ambas, que tuviera las mejillas calientes era uno de los signos más suaves.
Le aparté el pelo húmedo de la cara.
-¿Qué te pasa, Harry?
Apartó la cabeza, intentando que se la soltara. Mis uñas se hundieron un segundo en su carne, diciéndole que no le dejaría marchar.
Liam me tiró un jersey.
-Ponte eso, Harry.
Le acerqué el jersey. No se movió.
-Dejadme-murmuró con voz ronca, una voz muchísimo más ronca de la que tenía normalmente. Liam se inclinó hacia él, intentando oir su vocecita entrecortada. Se me partió el corazón.
-Póntelo, Harry-insistí, colocando la prenda sobre él. Se sacudió la cabeza y estudió un punto fijo del suelo de la habitación, aunque su mirada estaba perdida, a un par de universos de distancia.
Sus ojos vidriosos brillaban con una intensidad que nada tenía que envidiar a la luz solar.
Lo besé en la mejilla.
-Hazlo por nosotros.
Se movió, de mala gana, lo justo para tirar el jersey al suelo. Volví a mirar a Liam, rezando porque llevara puesta una camisa.
Llevaba una camiseta del equipo Olímpico de su país. Suspiré.
-Harry, corazón-volví a apartarle los rizos mojados del rostro. Me miró de reojo, y agradecí que estuviera reaccionando-, voy a buscarte algo para que te pongas, ¿vale? Te lo pondrás por mí, ¿verdad?
-Vale-murmuró. Tal cual sonó su voz, esperé que se pusiera a escupir sangre.
Tosió, y lo apreté contra mí. No salió ningún líquido rojo de su boca.
Cuando su tos amainó, hice ademán de levantarme, pero me detuvo cogiéndome del brazo y tirando de mí hacia él.
-No-suplicó-. No, Eri, no te vayas. Quédate aquí.
Me dirigió tal mirada suplicante que habría dejado que me tirara a un mar de lava con tal de no ver esos ojos de esa manera otra vez.
Liam no necesitó que le dijera nada; desapareció en cuanto Harry no me permitió levantarme. Mientras este corría a buscar alguna prenda que pudiéramos ponerle a Harry, este encajó su cabeza en el hueco que había entre mi cuello y mi hombro, y cerró los ojos. Me giré y le besé el pelo, como Louis hacía muchas veces conmigo, y él se apretó más contra mí.
Suspiró.
Una vez llegó Liam, los demás no tardaron en aparecer en la habitación, se arrodillaron alrededor de Harry y estiraron las manos para tocarlo.
Si hubiera sido cualquier otro grupo, habría sentido que allí sobraba. Sin embargo, yo era una más de las que le "enviaban energía vital" a Harry mediante el contacto físico.
Al final, conseguimos levantarlo y llevarlo hasta la  cocina. Me había sorprendido que incluso Zayn hubiera interrumpido su atracón para estar con él; al fin y al cabo, no hacía falta que fuéramos cinco apoyando a Styles, con cuatro hubiera bastado, y él así almacenaría suficiente comida para el Ramadán.
Harry no quería comer. Se limitó a sentarse en una silla enfrente de su plato de huevos con bacon, y a observarlos como si quisiera prenderles fuego con la mente. La espalda encorvada, los ojos llorosos y el pelo alborotado me llevaron a contrastar su aspecto matinal con el nocturno de Noemí.
Y esa conexión me condujo hasta lo que creía que había pasado.

Niall y Louis arrastraron a Harry hasta meterlo en el coche. Liam se sentó al volante, Zayn a su lado, y yo en los asientos de detrás. Apoyé la cabeza en el respaldo de Harry y él rápidamente echó la cabeza hacia atrás, juntando nuestras mejillas.
Liam arrancó a toda velocidad. Louis y Niall acariciaban a Harry con gesto preocupado, Liam miraba de vez en cuando pro el retrovisor para juzgar el aspecto de su amigo, y Zayn le gritaba instrucciones a nuestro chófer improvisado, como si de un copiloto de rallies se tratase.
Zayn había sugerido tomarle la temperatura al chaval, y se nos cayó el termómetro cuando vimos que tenía 41 de fiebre. 41 y estaba en pie. 41 y consciente.
No podríamos bajársela, y lo sabíamos. 39 sí, tal vez 40, pero ¿41? Si cometíamos un error y le subíamos la temperatura en lugar de bajársela, acabaríamos matándolo.
 De vez en cuando Harry levantaba la cabeza y nos miraba a los demás con gesto atontado. Pasamos delante del "puente de los mortífagos" (ni sabía ni me importaba cómo se llamaba el puñetero puente), y se puso a saludar a la gente. Afortunadamente solo las niñas pequeñas le devolvían el saludo.
Llegamos a un hospital diez minutos después de salir de casa. Niall estaba histérico, tuvimos que agarrarlo de los hombros para que en un atasco no saliera del coche y se pusiera a chillar que nos dejaran pasar, que éramos One Direction, joder.
Bueno, "éramos". Eran, y yo iba con ellos.
Lo llevamos directamente hacia urgencias, y una mujer de unos 30 años (Harry sonrió cuando la vio) se acercó para examinarlo. Su pelo rubio caía en una coleta hasta sus  caderas, y sus pequeñas gafas resaltaban sus ojos azul oscuro.

Subimos con él a la habitación, nos hicieron salir y, mientras lo trataban, la mujer nos sacó al pasillo, ligeramente concurrido (muchos pacientes habían asomado la cabeza por la puerta de su habitación para ver a los chicos de One Direction y a esa cría que iba con ellos). Nos condujo hasta una pequeña sala vacía, y cerró la puerta.
-Habéis hecho bien trayéndolo.
-Nos asustamos cuando vimos la fiebre que tenía-informó Liam, asumiendo naturalmente el papel de portavoz. El resto nos quedamos en silencio, asintiendo con la cabeza.
Louis me agarró de la cintura.
-¿Sabéis cómo ha enfermado así?
-Lo encontramos por la mañana en el suelo de su habitación, sin camiseta, llorando y con la ventana abierta.
-¿Llorando?-la mujer alzó las cejas, escéptica, pero anotó el testimonio en su libreta. Asintió, dedicándonos una mirada inquisitiva.
-No estamos seguros de si había bebido, señorita...-musité yo, y todos me miraron a mí. Con un movimiento imperceptible de la cabeza les indiqué que ya les contaría lo que pensaba. Louis apretó sus dedos en mi piel.
Estaba tan preocupada que ni me ocupé de gemir.
-Bueno, estamos haciéndole los análisis de sangre, pero las respuestas oculares están dentro de la normalidad. Son bastante bajas, sin embargo, pero normales. Diría que no se encuentra en estado de embriaguez ni post-embriaguez. A pesar de eso, estamos preocupados por los signos de cansancio que demuestra. ¿Sabéis por qué ha estado así esta noche?
-No-mentí, aunque me lo imaginaba. Los chicos negaron con la cabeza.
-Bien. Bueno. Creemos que no ha dormido esta noche, ¿presenta problemas de insomnio?
-Nunca, sí que tarda en dormirse, pero luego no hay quien lo despierte-comentó Lou, sacando una sonrisa a sus compañeros. La mujer le dedicó una sonrisa coqueta. Me entraron ganas de pegarle una bofetada.
-En caso de que lleve sin dormir desde la mañana de ayer, debería descansar un poco.
-¿Podemos verlo?-suplicó Niall. La mujer lo estudió-. Por favor, señorita. Estamos preocupados.
-Es normal. Sois amigos. Entrad si queréis-dijo, abriendo la puerta, y sacando un pie. Después, pareció pensárselo, y volvió a entrar. Dejó la puerta entreabierta-. ¿Puedo haceros una pregunta?
Se miraron entre ellos y asintieron.
-¿Sois los chicos de One Direction, no? Vuestras caras me suenan.
Zayn le dedicó una sonrisa anchísima. Le encantaba que le reconocieran.
Los chicos volvieron a mirarse, se sonrieron entre ellos y canturrearon:
-Hi, we're One Direction, and this is another video diary!
La mujer se echó a reír.
-Cuidaré de Harry lo mejor posible.
Volvimos a su habitación.


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