Nos habíamos
dedicado a lanzarnos miradas, sin ni siquiera acercarnos el uno al otro. Yo me
había sentado al borde del colchón que compartían Eri y Niall (estaban muy
monos, la verdad, Niall con su brazo por la cintura y Eri con la cara
encajada entre el hombro del chico y su cuello), y no me atrevía a moverme por
miedo a despertarlos. Louis había mirado un par de veces hacia ellos, pero, en
vez de fruncir el ceño, sonreía: la verdad es que Eri y Niall pegaban muy bien
juntos, y durmiendo estaban muuuuuuuuuuuuuuy cuquis. Habían congeniado muy
bien, de hecho, cada vez que podía Niall se acercaba a Eri (siempre que no
molestara a Louis, aunque él nunca parecía dar señales de incordio alguno) para
escuchar lo que ella decía y llenar el aire con su risa alta y feliz.
Dependiendo de lo que dijera Eri, o de cómo lo mirara, a veces incluso Niall se
reía tanto que llegaba a ponerse rojo como un tomate.
Alba era otra
historia. Se había quedado dormida en una silla, un poco apartada de los demás,
y todavía tenía restos de rímel por las mejillas. Cuando me ofrecí a
limpiárselo, ella me miró como si fuera a comerme, y nos soltó a Erika y a mí
que así torturaría a Liam. Señorita Styles y señorita Tomlinson nos miramos un
momento, nos encogimos de hombros, y miss Tomlinson se largó, dejando a miss
Styles sola con la AmargadaDoñaPayne.
Harry estaba
sentado en una mesa, arañando la guitarra de Niall, pero sin emitir ningún
sonido. Seguía preguntándome qué sería aquello del famoso "kazoo",
que Harry aseguraba saber tocar en uno de los videodiarios de los chicos, pero
no me atreví a preguntarle.
Sumida en mis
pensamientos, apenas me di cuenta de que se había levantado y estaba a mi lado.
Me dio un suave empujoncito, hizo un gesto con la cabeza y echó a andar. Me
levanté lo más despacio que pude, intentado que ni Erika ni Niall notaran mis
movimientos, y lo seguí.
Salimos de la gran
estancia donde dormíamos los demás, y, bajando por unas escaleras, llegamos a
una puerta. Harry sonrió y acalló la protesta que estaba a punto de salir de mi
boca llevándose el índice a los labios. Yo también sonreí.
Empujamos la
puerta con fuerza, temiendo que estuviera cerrada con llave, pero,
afortunadamente, no era así. Entramos dentro, y, cuando me quise dar cuenta,
estábamos en el borde de una piscina con luces justo donde llegaba el agua.
Miré alrededor. Había un par de bancos y unas toallas sobre ellos, pero, por lo
demás, ningún otro mueble.
Ni siquiera
recordaba que Eri hubiera mencionado esa piscina subterránea, pero no me
importó demasiado. Harry se acercó a mí por detrás y cerró sus manos en mis
caderas, haciendo que me estremeciera de arriba a abajo. Giré la cabeza lo
suficiente para que posara sus labios en los míos, y no pude evitar reprimir un
gemido cuando los tomó con urgencia. Sonrió en mi boca.
Con la luz azulada
reflejada en el agua, parecía un dios griego. Sus ojos verdes me devoraban,
esperando ver algo de mi anatomía a través de mi ropa.
Era la primera vez
que me desnudaría delante de un chico, o que me desnudaba él.
Volvimos a unir
nuestros labios, con la misma pasión de antes, solo que sus manos ya no estaban
en mis caderas: ahora tiraban de mi camiseta hacia arriba, y yo hice lo propio.
Una vez nos libramos de las camisetas, me detuve un momento para observar su
torso desnudo. Noté cómo mis dientes mordían mi labio inferior.
Nos quitamos la
ropa mutuamente, con urgencia, como si de repente hubiera un incendio y el
calor nos obligara a despojarnos de hasta el más mínimo centímetro de tela. Y,
aunque nada ardía en la sala, por lo menos, entre nosotros había un incendio
capaz de arrasar Europa.
Para mi decepción,
no se quitó los calzoncillos, ni me arrancó el sujetador ni las bragas como
quisiera. Se metió en el agua con una sonrisa traviesa, y yo lo seguí.
No puedes
dejarme así, Harry. Simplemente no puedes.
Intenté que no se
me notara el fastidio. Harry dio un par de largos a la piscina, mientras yo
simplemente me mantenía a flote, agarrándome a los bordes. Lo miré.
-¿No nadas, niña?-inquirió, y su sonrisa traviesa
se ensanchó.
-¿Me vas a
obligar?
Se acercó
lentamente hacia mí. Las ondas del agua que llegaban hasta mi piel desnuda me
hicieron estremecer, aunque nada comparado cuando su piel acarició la mía.
-No lo
dudes-respondió, con su voz de niño adormilado. Suspiré.
Rápidamente las
cosas se desmadraron, lo que me excitó todavía más.
Me levantó sobre
él, me miró a los ojos mientras su sonrisa se ensanchaba más y más
(llegué incluso a pensar que su cara se rompería si seguía así). Me colocó
sobre el borde de la piscina, y yo lo recibí entre mis piernas. Uní mis
tobillos en torno en sus caderas, le guiñé un ojo y, solo con los tobillos, fui
bajando sus bóxers hasta que sentí que ya no estaban en él.
Soltó una risa que
me llegó hasta lo más hondo (y no solo del alma).
Recreándome en
cómo me miraba, llevé mis manos hacia la espalda y me desabroché el sostén.
-Oh, yeah-murmuró
él, y esta vez fui yo la que reí. Se inclinó hacia mí y besó mis senos con una
delicadeza muy poco esperada en aquel momento.
No perdimos contacto
visual cuando él me quitó las bragas.
Volví a meterme en
el agua.
-¿Estás
segura...?-susurró en mi oído. Gemí.
-Tómame...-balbuceé-,
tómame ahora.
Y lo hizo, vaya si
lo hizo.
Al principio
pareció vacilar al encontrarse con la resistencia natural (lo siento Justin,
al final, parece que no eres tú quien me romperá el himen, pensé), pero
cuando consiguió romperlo, se introdujo suavemente hacia mí. Eché la cabeza
hacia atrás y dejé que me besara los pechos, esta vez con más urgencia,
con más pasión.
No podía creerme
que Harry Styles se estuviera acostando conmigo.
Mantuvimos los
movimientos rítmicos al principio muy lentamente, pero a medida que nos
acercábamos hacia el clímax (yo lo sentía así, y parecía que él tenía un radar
para eso), comenzamos a acelerarnos, y los gemidos y suspiros se convirtieron
en gritos en toda regla.
Sus embestidas no
remitieron cuando llegué al orgasmo, y pensé si él estaría intentando
retrasarse para que yo enlazara otro. Sabía que había chicas multiorgásmicas
(así nos lo había dicho el chaval de sexología ese mismo curso), y me pregunté
con curiosidad si yo sería una de ellas.
Volvió a sentar mi
cuerpo sobre el borde de la piscina, y yo me eché hacia atrás mientras
continuaba con sus embestidas.
-No pares Harry,
por favor, no pares-le supliqué.
-No lo haré,
tranquila, Noe-replicó con voz ronca, excitadísimo. Noté cómo cada vez
iba más rápido, cómo mi cuerpo respondía a sus embestidas con lubricándome más
y más.
Él también pareció
notar eso, porque, un par de segundos después de notar cómo me mojaba, él se
corrió.
Dentro de mí.
Sin condón.
Sin condón.
Harry Styles. Oh, por favor, ovarios, dejadme preñada pensé, y cerré los ojos.
Cuando los volví a
abrir, estaba sobre el colchón, con todos los demás. Unos rayos de sol llegaban
hasta mí y me arañaban la cara. Alguien me estaba sacudiendo el hombro.
-Noemí -me llamó Alba, pero su voz me sonó
muy lejana-, Noemí, tenemos que volver a casa.
La miré un
momento. Juro por dios que si hubiera tenido un revólver a mano, le habría
reventado la cabeza de un tiro. O tal vez dos.
-Oh,
yeah-respondí, imitando la voz de Harry. Intenté levantarme, pero algo me lo
impedía, algo me empujaba hacia abajo. Miré a mi cintura y allí tenía su brazo.
Me giré un
momento, y lo miré. A la luz del amanecer estaba todavía más guapo, parecía un
ángel caído del cielo. Me acerqué hacia él y lo besé en los labios. Aparté su
brazo de mi cintura y lo deposité suavemente en el colchón. Cogí la chaqueta,
mi bolso, y miré a mi alrededor. Liam estaba despierto, y nos miraba a las dos.
Eri seguía
durmiendo en el mismo sitio, con Niall al lado. Pero Louis no estaba solo, Zayn
estaba tumbado a su lado, culo con culo. Estaban muy graciosos. Reprimí una
risita.
Apenada, volví la
vista hacia Harry.
Ojalá hubiera
sido verdad.
Calla,
estúpida, no tienes que preocuparte por parir todavía protestó Pepito Grillo en mi interior. Miré a Eri, que podría
levantarse a la hora que le diera la gana entre ellos.
Gracias, Eri,
por compartir tus sueños porno conmigo le agradecí en silencio. Y me pregunté
cómo tanto sueño perfecto para luego volver a la mierda de realidad no acababa
con su buen humor.
Tal vez porque el
polvo que había echado con Harry había sido legendario. Y porque me había
sentido orgullosa de sentir lo que había sentido.
Salí por la puerta
franqueada por Liam y Alba.
Gracias,
Jesucristo-recitó Eri en
mi cabeza.
Sonreí.
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