jueves, 16 de agosto de 2012

Sueños (II)

Caí de bruces en el suelo del recibidor de Noe. Me levanté, aturdida, y miré alrededor. Justo cuando me encaminé a su habitación, la puerta se abrió. Preparada para salir corriendo si era su madre o su padre, salí corriendo a meterme en la habitación de mi amiga.
-No puede verte-susurró Danielle a mi lado. Grité al escucharla.
-Disfruta de la función.
La miré con los ojos entrecerrados, que se abrieron como platos cuando todo su ser se vio cortado y comenzó a vibrar, como si estuviera hecha de cintas de tela que comenzaron a bailar y se encogieron sobre sí mismas hasta desaparecer. Todo eso en un segundo.
Asomé la cabeza por la puerta y miré cómo Noe colocaba su abrigo en el perchero del hall. Arrastró su maleta hacia su habitación sin hacerme caso, sin verme siquiera. Salí y me hice un lado para que entrara sin problemas (lo único que me faltaba era que chocara contra algo invisible y que se pusiera como loca). Miré el reloj del pasillo y fruncí el ceño.
Apenas pasaban de las tres, y...
Mierda.
¿De verdad?
Joder, en vez de arrastrarme hasta el sábado, me interesaba más conocer a Maria Antonieta, Enrique VIII... o corretear delante de un T-Rex, ya puestos.
Noemí ahogó un grito y dejó caer el mango de su maleta a su lado. Asomé la cabeza por encima de ella, dando gracias por primera vez en mi vida de que fuera tan baja, y contemplé estupefacta a la mujer rubia que estaba sentada en la cama de mi amiga, con las piernas cruzadas, como si ella  fuera la reina del mundo.
Le dirigió a Noemí una mirada glacial.
-Hola, querida-musitó con una voz suave.
-¿Ca...Caroline?-tartamudeó. La mujer soltó una carcajada, haciendo que su pelo rubio cayera en cascada por su espalda. Imitó a Noe, que se pegó contra la puerta, presa del pánico.
-¿Qué te crees, pequeña? ¿Que no te va a hacer lo que a mí? ¿Que eres especial para él? ¿La única? ¡JÁ!-se mofó la mujer. Chasqueó los dedos, y, de repente, una multitud de chicas estaba en la habitación, en el pasillo, en el baño, por todas  partes.
Todas chicas guapísimas, de todos los estilos y físicos escandalosos.
Pero todas tenían algo en común.
Todas habían tenido un rollo con Harry.
Noe giró sobre sí misma y contemplo a la muchedumbre con ojos como platos.
 -Yo... yo... No... por favor...
Salió corriendo de su habitación, intentando llegar hasta la puerta de la calle, pero no lo consiguió. Una pelirroja la empujó e hizo que cayera al suelo. La casa se llenó con las carcajadas de las demás.
Caroline se situó a su lado, se agachó junto a ella y le acarició la mejilla.
Puta psicótica.
-Pobre niña. No le han roto el corazón nunca. Ahora sabrás qué es un rompecorazones, nena, ¿verdad, chicas?-preguntó, alzando la vista a las demás, que estallaron en sonoras carcajadas otra vez.
Me arrodillé al lado de Noe y puse una mano en su mejilla, tratando de detener el torrente de lágrimas en el que se había convertido.
Aquello estaba mal. Harry no tenía novia cuando nosotros los conocimos. Las únicas que habían desaparecido eran Eleanor, Danielle y...
Perrie.
Joder.
Perrie.
No me sorprendí en absoluto cuando levanté al vista y la vi al lado de Caroline, apoyándose en el hombro de la presentadora.
-Ahora aprenderéis a quitarnos a los novios a las demás.
Sus ojos brillaron un segundo, o eso me pareció a mí.
No. Brillaron. De verdad que lo hicieron.
Porque fue entonces cuando Noe empezó a chillar. Me tapé los oídos, intentando pensar en otra cosa. Noe se retorcía en el suelo, con la vista perdida, la frente perlada de sudor y los músculos del cuello en tensión, luchando por conseguir aire.
Mientras yo luchaba por ententer.
Perri estaba con Zayn, no con Harry.
¿Por qué ir a por Noemí?
Así aprenderás a quitarnos a los novios a las demás.
Mierda, ¿y si había una cuarta?
El pánico se apoderó de mí cuando pensé en Niall.
¿Y si había una irlandesa también?
Éramos cinco contra tres.
Bueno, cuatro contra tres. Me parecía que Eleanor no me haría nada, pero, ¿quién sabía? Tal vez se volviera loca como las demás y terminara decidiendo atacarme.
Los gritos de Noemí no remitían, sino que iban a más y más. Me sorprendió que ningún cristal se rompiera con el escándalo, o que la casa se viniera abajo con el estruendo. Las paredes retumbaban, Noemí se retorcía, el eco volvía a mis oídos y me taladraba la cabeza, Noemí se estaba poniendo pálida...
Una masa rizosa embistió a Perrie y la lanzó contra la  pared. Esta la miró sorprendida. La chica se alzó cuan alta era, su melena caía por la espalda.
Danielle.
Taladró a Caroline con la mirada, en posición de ataque, preparada para luchar. Caroline no se movió, pero su rostro se había puesto del color de la cal.
-Ella no es a la que hay que joder-amenazó, paseando su mirada por las demás, que se encogieron sobre sí mismas y desaparecieron. No hicieron lo mismo los gritos de Noe.
-Y no sois vosotras las justicieras.
Eleanor me puso una mano en el hombro y me obligó a levantarme.
-No puedes hacer nada por ella-susurró.
Danielle señaló a Perrie con un dedo.
-¡Largo, zorra!
Perrie explotó con su expresión de ira.
Danielle repitió el proceso con Caroline.
-¡Fuera de aquí, abuela!
Caroline le dedicó una sonrisa lobuna a Danielle. Se agachó para tocar a Noemí una última vez, acallando sus gritos, y desapareció con una sonrisa triunfal.
Las tres nos miramos una vez.
Ahora éramos cinco contra dos.
Me arrodillé de nuevo junto a Noemí, y le aparté el pelo de la cara.
Sus ojos estaban cerrados.
Se había desmayado.
Cuando desaparecí fue cuando me di cuenta de que ni siquiera respiraba, pero ya era tarde para regresar.
Porque Alba estaba entrando en su casa.

Esta vez aterricé sobre los pies, absorbí el peso de mi cuerpo flexionando las rodillas y miré alrededor. Nunca había estado en casa de Alba.
De hecho, nunca había tenido a Alba transpasándome.
Pasó a través de mí y se dirigió a la cocina, cogió una lata de CocaCola y se encaminó a su habitación. Me eché hacia atrás, esperando darme el golpe del siglo contra la pared, y flipando cuando una nueva pared apareció enfrente de mí.
Me miré las manos, los pies, todo.
Entonces, me apoyé contra la pared.
Y la pared se tragó mis manos.
Chillé, retrocediendo y recuperando mis extremidades. Observé una vez más la pared, volví a estudiar mis manos, y repetí el experimento.
Salté de una habitación a otra durante casi cinco minutos, disfrutando del cosquilleo que llegaba cuando algo pasaba a través de mí, o yo pasaba  a través de algo.
Corrí al baño de Alba y empecé a examinar los cajones, buscando algo con que tomarle el pelo. Un consolador, unos condones, unas bolas chinas... cualquier cosa.
Aunque nunca había visto unas bolas chinas antes, la verdad.
Regresé a la entrada y me preparé para correr para saltar hacia el aire de la calle cogiendo carrerilla cuando me quedé petrificada.
Estaba al otro lado del pasillo.
Devolviéndome la mirada.
-¿Quieres dejar de hacer el gilipollas?-me pregunté a mí misma. Y vi cómo ponía los ojos en blanco mientras me metía en la habitación de Alba.
Me seguí.
Una vez dentro, descubrí a Alba abriendo la puerta, pero sin movimiento alguno. Sus párpados no se movían, la puerta no avanzaba, su pelo no se balanceaba ni un poco con el movimiento.
-Me necesito entera-musité, entendiéndolo. Salí al pasillo justo para  verme correr hasta el otro extremo, darme la vuelta y mirarme con ojos como platos.
-¿Quieres dejar de hacer el gilipollas?-ladré a mi antiguo yo. Puse los ojos en blanco y volví a entrar en la habitación.
Dos segundos después, Alba cobró vida.
Abrió la puerta de la habitación y miró a Danielle como yo me había mirado a mí misma instantes antes.
Danielle sonrió.
-Danielle-musitó Alba. Pude oír cómo su corazón se ponía a mil por hora y la sangre huía de su rostro. Danielle se levantó de la cama y, como atraída por ella, Alba se acercó a la chica a la que había "sustituido". Danielle inclinó la cabeza hacia un lado, estudiándola. Me dio la sensación de que era la primera vez que la tenía físicamente delante, que podía compararse con ella.
Sonrió al comprobar que era más alta que su sustituta.
Todo ocurrió muy deprisa, a partir de entonces. Danielle se abalanzó sobre Alba y la cogió por el cuello como yo había hecho con Noemí tiempo atrás, la pegó contra la pared y la sostuvo por encima de ella. Sonrió.
 -¿Tienes idea de lo que me has hecho?-murmuró por lo bajo, con una sonrisa de psicópata en el rostro. Alba gimió cuando apretó sus dedos un poco más contra su  cuello, clavándolos.
Empezó a patalear igual que lo había hecho Noe mientras yo miraba sin hacer nada, hipnotizada.
Fascinada.
-Danielle, yo no quería...
-Oh, sí que querías-la separó lo justo de la pared para poder darle un fuerte golpe en la cabeza contra ella. Alba chilló, y la sonrisa de Danielle creció-. Si no, habrías renunciado a él cuando me viste en el aeropuerto. Me lo habrías devuelto. Pero no te dio la gana.
Los pataleos de Alba disminuyeron en intensidad, hasta terminar desapareciendo.
Fue entonces cuando comenzó a boquear, luchando por conseguir aire, como un pez fuera del agua.
-Tú me has quitado a Liam, y no estás aprovechando lo que tienes. Oh, vamos. Te lo has tirado. Hace un par de meses te habría importado una putísima mierda por dónde te la metiera, y ahora resulta que quieres que te pida matrimonio antes de acostarte contigo, ¿eh?-negó con la cabeza y chistó varias veces, mostrando su descontenco-. ¿Qué más quieres? ¿Que te quiera? Pues eso va a ser fácil. Porque, te diré algo-se inclinó hacia su oído y le susurró-, aún me recuerda.
-No...-suplicó Alba, poniéndose morada.
Deseé que Danielle la soltara.
Y Danielle así lo hizo.
Bueno, más que soltarla, la lanzó contra la pared opuesta.
Pero eso me valía.
Prefería que se abriera la cabeza y la palmara rápidamente a que se fuera ahogando muy poco a poco.
Qué buena amiga eres, Eri, joder, pensé para mis adentros.
Se inclinó hacia ella mientras Alba luchaba por poner distancia entre ellas. La cogió de la muñeca, que empezó a emitir un brillo verdoso.
-Me lo has quitado todo y todavía no te parece suficiente. Tal vez es que no lo merezcas-paseó sus ojos castaños por la muñeca de su rival, sonriendo ante lo que veía. Su mirada voló a la de Alba-. Tal vez eso signifique que deba recuperar mi puesto.
Casi pude ver cómo las pupilas de Alba se contraían por el pánico.
-No... puedes-vaciló, entre sollozos. Danielle asintió, los labios unidos, los ojos abiertos como platos, como quien habla con un niño pequeño tratando de explicarle un tema de física cuántica.
-Oh, sí que puedo. ¿Sabes? En realidad mato dos pájaros de un tiro. Recupero a mi chico, y de paso me vengo de la ladrona. Normalmente no me tomo la justicia por mi mano, ¿sabes? Soy más pacífica que esto que estás viendo ahora-hace un gesto con la mano señalándolas mientras yo no hago otra cosa que no sea contemplarlas. No se me escapa que no suelta su muñeca ni un momento, que continúa con ese brillo fantasmal-. Siempre me pongo de parte de la chica que no se defiende, bien sea por el pánico o porque es estúpida, y siempre voy contra la que es violenta como ella sola. Claro, que las cosas cambian cuando la chica violenta se ha vuelto loca porque la mosquita muerta le ha quitado el novio. ¿Entiendes lo que te digo?-alzó una ceja y frunció los labios, Alba asintió sin apartar la vista de ella-. La manera de que yo recupere mi antigua vida es sencilla; y Eleanor la conoce también. Solo que ella no parece interesada en recuperarla. De momento-me lanzó una mirada llena de intenciones, aunque en sus ojos hubo una pizca de compasión cuando se cruzó con los míos-. Si te mato-continuó como quien habla del tiempo-, lo recuperaré todo. Todo. Y tengo mi plan.
Se incorporó y tiró de Alba para ponerla en pie. Alba se tambaleó un momento, pero cuando Danielle la agarró por el pelo se quedó quieta como una estatua. Danielle la acercó a su boca.
-¿Has visto In Time?
Alba asintió lentamente, haciendo muecas por el dolor que este movimiento le causó.
-Bueno, digamos que ahora mismo tú funcionas de una manera parecida a esa gente. Tu muñeca-tamborileó con los dedos en su piel, sonriendo- es tu reloj de vida.
Alba abrió muchísimo los ojos, en parte por lo que le contaba Danielle, en parte porque Eleanor apareció tras su amiga y nos miró a todas con preocupación. Intentó coger a Danielle del hombro, pero esta última se zafó.
-Y no voy a matarte yo sola. No. Te dejaré con... ¿qué?-alzó la vista, pensativa, y se encogió de hombros-. ¿Cinco minutos? ¿Diez? Así podrás ponerte histérica pero no podrás suicidarte. No tienes valor suficiente.
Alba comenzó a chillar, Danielle se echó a reír, y yo salí de mi ensimismamiento.
-¡Danielle!-la llamé, sorprendiéndome porque de repente era Liam quien hablaba, era Liam quien estaba en mi lugar, y no yo. Danielle se giró hacia mí y me dedicó una mirada de adoración. Se cayó de rodillas, pero no soltó la muñeca de Alba en ningún momento.
-Liam-cerró los ojos y disfrutó de cómo sonaba su nombre en sus labios. Asentí lentamente, sin saber por qué lo hacía.
-Déjala, Danielle. Tiene que haber otra manera.
Los dedos de Danielle temblaron.
-No hay otra manera-lloriqueó, levantándose y avanzando hacia mí, arrastrando a Alba detrás.
Eleanor alargó una mano hacia Alba.
-Siempre hay otra manera-repliqué, negando con la cabeza.
Entonces, Eleanor agarró la mano de Alba y tocó a Danielle el tiempo suficiente para devolverle a Alba el tiempo que la otra le había quitado. Alba gritó, supuse que porque la energía que le habían quitado tan lentamente volvía con demasiada fuerza, como un tsunami, y se cayó al suelo. Eleanor corrió a coger a Danielle por la espalda, rodeándola con piernas y brazos, me dedicó una sonrisa triste y desapareció.
Me incliné al lado de Alba y sostuve su cabeza entre mis manos. La apoyé en mis piernas.
-Alba-susurré, llorando.
-Liam-musitó con un hilo de voz. Negué con la cabeza y observé maravillada cómo mis manos recuperaban su forma original, mi pelo volvía a crecer y a rizarse y mi voz se volvía más femenina.
-Soy Eri. Tranquila, no pasa nada, estás a salvo.
La voz de Eleanor llegó volando hacia mí.
-Es solo un sueño.
-Es solo un sueño-repetí, deseando que así fuera.
Alba cerró los ojos, respiró un par de veces más y se relajó.
Se había quedado dormida.
Lo siento, se disculpo Eleanor en mi cabeza. Acaricié la frente de mi amiga, rezando porque estuviera bien.
No importa, El. No es culpa tuya.
Volveré pronto, Eri, casi pude notar que sonreía porque la había llamado como si fuéramos amigas. Después de todo, luchar juntas nos convertía en algo parecido. Hasta luego.
Hasta luego, El.
Cuando me desperté, no recordaba nada de aquello.
El sonido de puertas abriéndose y cerrándose captó toda mi atención. Fui oyendo sonidos, reconociendo el terreno donde estaba, hasta que me acordé.
Doncaster.
La casa de Louis.
La cama de Louis.
Louis.
Sonreí para mis adentros.
Aquella sería la primera noche de muchas en las que dormiríamos juntos, me prometí.

6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. sabes lo que me ha prestao que comentes? sabes lo que me ha prestao que te guste? ASDFGHJKLÑ SIGUE ASÍ, SIGUE ASÍ, MÁS FUERTE, MÁAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS (?)

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  2. AMO TU NOVELA DE VERDAD, ES DE LAS MEJORES QUE HE LEÍDO. ♥♥

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  3. He leido mil novelas, mil, y cada vez ue leo una me encuentro comparandola mentalmente con esta perfeccion. Y sabes lo que obtengo? Que el resto de novelas son una putisima mierda. No te llegan ni a la suela del zapato, joder.

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