miércoles, 29 de agosto de 2012

Y me gusta rapear.

Noe, Alba y yo estábamos desayunando cunado llamaron a la puerta. Todos miramos a Zayn; le tocaba a él abrirla. Así que arrojó su magdalena, desganado, y se encaminó hacia el vestíbulo.
-¡Holaaaaaaaaa!-saludaron Lottie, Fizzy, Daisy y Phoebe. Zayn asintió y las dejó pasar.
Louis se giró en redondo y las miró.
-¿Qué pasa hoy?-espetó, a modo de saludo. Fizzy le sacó una lengua, pero se unió a las pequeñas para darle un beso en la mejilla. Lottie se apoyó en la mesa y cogió una galletita.
-Hemos quedado para ir de compras.
Todas las chicas presentes asentimos. Louis me miró y alzó una ceja.
-¿Y cuándo me lo ibas a decir?
-¿Qué eres? ¿Mi padre? Relájate, Lou.
-Sí, Lou, nunca pensé que nadie fuera a decirte eso, pero relájate-asintió Lottie, guiñándole un ojo a Liam. Alba frunció el ceño, pero no dijo nada.
Las chicas se fueron al salón a ver la tele mientras nosotras terminábamos de desayunar y subíamos a vestirnos. Cuando estuvimos preparadas para irnos y bajamos las escaleras, nos encontramos con los gritos de Lottie y Louis.
-¡No puedo quedarme con ellas, Charlotte! ¡Tenemos que grabar el disco!
Lottie sacudía la cabeza tan violentamente que parecía que se le fuera a salir disparada en cualquier momento.
-¡Pues te las llevas al estudio!
-¡No me dejan meterlas!
-Nos podemos quedar solas, no pasa nada-sugirió Phoebe. Sus dos hermanos se la quedaron mirando y ladraron un "NO" que no dejaba posibilidad de negociación.
Louis se sentó en el reposabrazos del sofá y se rascó la frente.
-¿Mamá? ¿Dónde está?
Fizzy le dedicó una sonrisa pícara a su hermano.
-Es su aniversario.
Louis miró a su hermana, perplejo.
-¿Qué?
-Que es su aniversario.
-¿Por eso estáis aquí?
-Sí, y porque nos apetecía venir de compras a Londres, ver a nuestros cuñados-Lottie sonrió y le guiñó un ojo a Niall, que miró a Daisy, y esta se puso roja como un tomate. Daisy había dicho una vez que cuando fuera mayor se casaría con Niall, Niall se había arrodillado delante de ella, le dijo que cuando acabara el colegio la estaría esperando en el altar, y le dio un beso en la mejilla.
Así que, desde entonces, Niall y Diasy estaban "prometidos".
Louis miró a las pequeñas.
-Niñas, sabéis que os quiero mucho.
-Sí-asintieron las niñas, enseñándole las muñecas con las pulseras que les había dado cuando fuimos a Doncaster. Él sonrió.
-Y yo encantado me quedo con vosotras.
-¡Perfecto!-canturreó Lottie, cogiendo el bolso y levantándose. Pero Louis, que se veía estaba ya acostumbrado a las maniobras de distracción de su hermana, la cogió rápidamente por la muñeca.
-¿Cuándo volvéis?
Las dos Tomlinson mayores nos miraron. Noe y Alba sacudieron la cabeza, yo me encogí de hombros. Entonces, Fizzy y Lottie intercambiaron una mirada solemne.
-¿A la hora de comer?
-¿Más tarde?
-Yo me tiraba el día entero de compras-replicó Noe, y las otras dos asentimos. Lottie y Fizzy sonrieron.
-¿Seis?
Louis sonrió y negó con la cabeza.
-Tres.
-Cinco.
-Tres.
-Cuatro y media.
-Tres.
-¡VALE!-explotó su hermana, y Louis sonrió, satisfecho-. Tres.
-Y media-aventuré yo. Louis me dedicó una mirada herida, asintió despacio y cedió.
-Tres y media.
Nos despedimos de los chicos y las gemelas y nos metimos en el coche de Lottie, mencionando todas y cada una de las tiendas en las que queríamos entrar.
Era la primera vez que las españolas íbamos de compras por Londres con una buena cantidad de dinero (200 mil cada una de mis amigas y yo, diez veces más, ya que para algo había actuado más que ellas. Además, se suponía que lo íbamos a hacer gratis, pero a Liam se le ocurrió la genial idea de pedirle a los organizadores de los Juegos que nos pagaran para así "poder costearnos los estudios, que estaba la cosa muy mala". Después de enviar a Niall y Harry a hacerle pucheros a la reina, su Majestad se enterneció y decidió hacernos ricas. Jodidamente ricas.), así que no íbamos a reparar en gastos. Pensábamos arrasar en las tiendas, y nuestros chicos lo sabían, y ya temían el momento en que a las tres y media nos meteríamos en casa llevando nuestro peso en ropa de marca, de alta costura. Mariconadas, las justas, había dicho Alba, y todas asentimos, divertidas.
 Lottie dejó el coche en un aparcamiento subterráneo y salimos a la calle, abarrotada de chicas con un estilo impecable que iban de acá para allá paseando sus gigantescos bolsos de Chanel y Prada, sus sandalias de Louboutin y sus bolsas de todas las tiendas exquisitas de la capital inglesa. Me estremecí cuando nos metimos en la primera tienda: Prada.
Paramos en un Starbucks, nos sentamos a tomar unos Frapuccinos y a cotillear, siempre controlando nuestra compra. Fizzy bromeó con su hermana sobre que ese lugar debía resultarle muy familiar.
-¿Por qué?-preguntó Alba, aunque yo también me moría de curiosidad.
-Porque trabajo en un Starbucks para pagar los caprichitos-sonrió Lottie-, y la zorra esta-señaló a su hermana con un pulgar, pero le dio un beso en la mejilla para que le perdonara el cariñoso insulto- procura ir siempre que puede, y siempre me hace pedidos complicados para joderme. Todos los días me cambia el pedido. Y yo todos los días lo cumplo a rajatabla, porque, Fizzy, ¿qué soy yo?
-Una profesional como quedan pocas en este país.
Lottie levantó las manos con las palmas hacia arriba.
-Lo ha dicho ella, no yo.
Y nos echamos a reír.
Una vez salimos de la cafetería (Noe y yo no nos pudimos resistir y nos compramos una camiseta del Starbucks), seguimos con nuestra sesión de compras compulsivas. Después de meternos en Burberry, Miu Miu, Chanel y demás tiendas de las que te caes hacia atrás con solo ver el escaparate, entramos en una de lo más interesante.
Victorias' Secret.
Lottie alzó una ceja en dirección a su hermana.
-Tal vez debas quedarte aquí afuera, para no perder tu infancia, y eso.
Fizzy puso los ojos en blanco y se echó a reír.
-Por favor, Charlotte. Casi puedo darte clases.
-Tú misma, Felicité.
Después de tocarle las narices un rato a Alba, empujándola a la sección más picante de la tienda para que le diera una "sorpresita a su chico por su cumpleaños, so estrecha", y después de que Noe desapareciera entre la sección de los PushUp, me quedé sola con mis cuñadas.
Siempre había querido un maldito sujetador de Victorias Secret, y ahora pensaba comprarme todos los que pudiera. Lottie caminó hasta mí.
-Tal vez debieras comprarte algo sexy para mi hermano, ¿eh?
Sonreí.
-¿Tú crees, Lottie?
Fizzy se asomó por entre los picardías, inspeccionando el material como una loca. Fruncí el ceño para luego acompañar a su hermana mayor entre sonoras carcajadas.
-¿Qué haces, Fizzy?
-¿Hay algún Don Juán del que no nos hayas hablado, pillina?
-Eso, cuéntale a tu cuñada y a tu hermana.
Fizzy se acercó a nosotras y me pegó las prendas al cuerpo. Lottie se colocó al lado de su hermana y asintió con la cabeza.
-Latina tenías que ser, hija.
Sonreí.
-¿Por?
-¿Cómo que por? Por la delantera, corazón. Tienes más que mi madre.
-Y eso es complicado.
-Yo creo que estás preñada y no lo admites. Venga, confiesa, ¿te ha dado bien mi hermano?
-Mira que si no, hablamos con él, eh.
Volví a reírme.
-Chicas, por Dios.
-¿Qué? Es lo más natural del mundo.
Aparté la lencería de mí.
-No lo he hecho todavía con él.
Fizzy corrió a asomarse tras unas perchas con los ojos como platos.
-¿Cómo?
-Que no lo he hecho con él.
-¿Por qué?
Me encogí de hombros.
-Fizzy-la reprendió su hermana.
-Es que no lo entiendo-se explicó ella-. Quiero decir, ¡venga! Es Louis Tomlinson. Yo misma me lo tiraría.
Las dos  miramos a la más pequeña de las tres con el ceño fruncido.
-Yo no me tiraría a Louis, Fizzy.
-A mi hermano no, pero al de One Direction... no me niegues que Louis es guapo, Lottie.
-Los Tomlinson somos todos muy guapos. Menos papá. Papá es un cardo.
Me entró tal ataque de risa que tuve que apoyarme en Lottie para no caerme al suelo.
Luego, intenté escaparme de ellas para que me dejaran tranquila, pero ellas no me dejaron huir tan fácilmente.
Alba se acercó a nosotras con una bolsa entre las manos, sonriente y un poco sonrojada. Alcé uan ceja.
-¿Qué tal tus compras sexys, nena?
Alba sonrió.
-Muy bien. Liam se va a cagar, te lo digo yo. ¿Y tú? ¿Has cogido algo para Luisín?
Me eché a reír.
-¿Tú también?
-¿Te puedes creer que no lo hayan hecho?-espetó Fizzy, todavía sin poder terminar de creérselo. Alba se encogió de hombros y adoptó un tono confidencial.
-Es que  Eri es muy estrecha.
-¡Alba!
-Ah, ya entiendo. Se hace la difícil para que mi hermano la coja con ganas.
-¡Vale ya! ¡Las dos!-repliqué entre risas-. Vale, no lo hemos hecho, pero no es porque no queramos. No hemos encontrado el momento adecuado.
-Ni el vestuario-replicó Lottie, riéndose y haciendo que su hermana volviera a colocarme los picardías encima.
-Anda, dale una alegría al pobre Louis, que lo tienes a pan y agua.
-¡Menudo par de malas pécoras que sois! ¡Y luego me quejo de vuestro hermano!
-Louis tiene un culo de ... buf-suspiró Alba, abanicándose con la mano para putearme.
-Pues Liam, debe de tener un paquete importante-repliqué, guiñándole un ojo. En ese momento, Noe volvió con nosotras, frunció el ceño ante mis palabras y le lanzó una mirada inquisitiva a Alba.
-Si yo te contara, nena-contestó, echándose a reír. Lottie se unió a ella, Fizzy no pudo reprimir una sonrisa, yo puse los brazos en jarras y los ojos en blanco y Noe sacudió la cabeza.
-El caso es que-continué cuando las demás fuimos a la caja a pagar nuestros vestuarios indecentes, aunque un poco contentas porque les daríamos una alegría a nuestros chicos (Noe sobre todo, pues pensaba ponerse por casa un conjunto endiabladamente sexy para putear a Harry y hacer que se diera cuenta de que la necesitaba más de lo que él creía)- el otro día estábamos a punto de hacerlo-Fizzy y Lottie se miraron, sonrientes, como si les acabara de decir que iban a ser tías en un futuro no superior a nueve meses-, pero nos interrumpieron.
La sonrisa huyó de sus rostros.
-¿Quién?
-Los chicos. Le llamaron por teléfono, como están con lo del disco...-me encogí de hombros.
Entonces, empezaron a despotricar sobre la poca sensibilidad que tenían los hombres, porque Louis había sido un gilipollas dejándome sola en casa con el calentón que llevaba y bla bla bla. La verdad es que no me había importado demasiado, o al menos eso creía.
Después de corretear delante de un grupo de paparazzi que se mostró especialmente interesado en que la recién descubierta cantante EriLo (Jennifer López me demandaría de un momento a otro por copiarle tan descarademente el nombre artístico, estaba segura, pero Niall no me dejaba buscarme otro, y la verdad es que el que tenía sonaba muy bien), llegamos a las tres y media a casa con una puntualidad solo posible en un inglés.
O en dos inglesas que no quieren cabrear a su hermano mayor más de lo debido.
Zayn nos abrió la puerta, al fin y al cabo, le tocaba a él ese día.
-¡Hola!-canturreamos, entrando en tropel en el vestíbulo. Las españolas corrimos a nuestras habitaciones a esconder las bolsas que traíamos (las bolsas de Noe abultaban más que ella, era muy cómico ver un ejército de saquitos de todos los materiales, colores y tamaños correr de aquí para allá aparentemente gracias a una brujería solo digna de Harry Potter), sobre todo las de Victorias Secret. Las otras, al ser más decentes, nos preocupaban menos.
El problema era que a Lottie y Fizzy les importaba un carajo que los demás les vieran las bolsas de la tienda de lencería, lo que haría que les enseñaran a los  chicos lo que habían cogido y que ellos preguntaran si no habíamos comprado nada.
Allí entraría mi yo mentiroso.
Y allí empezaría Louis a putearme para sonsacarme la verdad.
Bajamos al salón, donde estaban Niall y Lou sentados viendo una película de Disney con las gemelas. Las niñas meneaban la cabeza al ritmo de Madre, la mala de Enredados.
-Mother, knows, best. Mother takes care, Mother always warns you...-entonaba la mujer, bailando con el pelo de Rapunzel y haciendo que ella tropezara y tropezara sin ton ni son. Phoebe empezó a tararear la canción mientras Daisy sacudía su pelo a un ritmo frenético, intentando en vano conseguir que le creciera los 21 metros de la princesa.
Louis me lanzó una mirada de "sácame de aquí, por Dios", que hizo que me enterneciera. Niall, sin embargom estaba concentradísimo, con su típica cara calculadora. Fue al ver cómo observaba los movimientos de la mujer, cómo se concentraba en las palabras que entraban en su oído, cuando me di cuenta de que estaba luchando por traducir a la velocidad de la luz la canción de la loca gitana al español. Probablemente ni Noe ni yo pudiéramos hacerlo, pero el irlandés era muy persistente cuando se lo proponía.
 -Madre es la peor mala de Disney hasta ahora-comentó Phoebe. Todos se la quedaron mirando, Louis le pasó una mano por el pelo y le acarició la cabeza, alborotándoselo.
Si hubiera sido cualquiera de sus hermanas, su madre o su padre, Phoebe se habría puesto a chillar, patalear y dar manotazos para que le dejaran el peinado tal y como lo tenía. Pero Louis gozaba de una posición privilegiada.
Louis siempre gozaba de una posición privilegiada.
-Porque es muy mala. Fíjate: secuestra a Rapunzel, le hace creer que es su madre cuando en realidad la quiere por su pelo rubio, porque ella es fea y tiene el pelo feo, la deja encerrada en la torre sin salir, no le hace regalos de cumpleaños...
Daisy se tapó la cara con la mano.
-¡Es cierto! ¡No tiene regalos de cumpleaños!
-Es el demonio-coincidió su hermano, asintiendo.
-Y encima no deja que el príncipe vaya a rescatarla. Si mamá no dejara que un príncipe viniera a rescatarme, creo que me cambiaría el apellido.
Louis sonrió.
-Tomlinson es el apellido que más mola en este mundo, Phoebe.
La mirada que le lanzó a Lottie fue épica, pues ella había fruncido el ceño. Ambos se encogieron de hombros.
-Pues yo me lo cambiaría si mamá no me dejara estar con mi príncipe.
-¿Cuál nos pondríamos, Phoebe?
-No sé...
-¿Arielson?
-No, la sirenita no. Yo quiero... quiero...
Miraron un segundo a su hermano, luego miraron a Harry, que estaba sentado en la mesa de la cocina jugando a las cartas con Liam y Zayn, sonrieron y soltaron al unísono, un perfecto dúo de criaturas idénticas que llevan toda su vida juntas:
-¡Stylinson!
Harry levantó la cabeza y se volvió a mirar a las crías mientras Louis se reía como loco. Harry les dedicó su sonrisa Colgate, alzó los pulgares y volvió a su partida.
-Imagínatelo, Phoebe-Daisy parecía entusiasmada con la idea de su hermana-. Daisy Stylinson. Phoebe Stylinson.
-Oh, sí. Mola, ¿eh? ¿Verdad que sí, BooBear?-dijo, girándose en redondo y apoyándose en el pecho de su hermanocon ojos de cordero degollado. Él la besó en la frente.
-Sí que mola.
Se levantó del sofá cuando la canción de la mujer terminó y se acercó a mí. Me tomó de la cintura y me besó en la boca.
Esa era la señal que Alba estaba esperando para correr a ver a Liam.
La misma que Noe esperaba para sentarse con Niall a tratar de saber de qué estado de USA era la mujer que daba la voz a la malísima Madre.
¿Iowa?
A mí me sonaba a Iowa.
-¿Qué tal de compras?
Dejé que mi mente vagabundeara un momento dentro de los ojos azules de Louis.
No me gustas... es que tus ojos... a mí los ojos azules no me van, recordé decir a una yo pasada a un chico. Sonreí. Pues mira lo poco que te gustan.
 -Bien-asentí y le eché los brazos al cuello, poniéndome de puntillas para besarlo más profundamente-. ¿Y tú con tus hermanas? ¿Te lo has pasado bien?
Fingió sentirse ofendido.
-Por favor, Eri. No seas ridícula. Hemos visto el Rey León, uno y dos, la Sirenita, buscando a Nemo, Blancanieves, y me has interrumpido ahora con Enredados, que si no, la lista seguía y seguía. Ha sido la mejor mañana que he pasado en años, y...-me miró, suspicaz-. ¿Te importaría hacer que dejara de decir bobadas?
-Vale, pero entonces no podrás abrir la boca en tu vida.
-Eres mala.
-Muchísimo.
-Más que Madre.
-Miranda Priestly a mi lado es una santa-convine-, qué le vamos a hacer.
Se echó a reír, me acarició la espalda y volvió a besarme.
Y formuló la pregunta que yo más me temía.
-¿Qué has comprado?
Fizzy sonrió desde el sofá.
-Pues, Lou, me alegro de que lo preguntes, porque hemos ido a...
-Cállate, Fizzy-la corté. Ella sonrió, miró a su hermano y movió las cejas exactamente como hacía él.
-¿A dónde?-se interesó Louis. Negué con la cabeza.
-Es secreto.
-Ah, ¿que no me puedo enterar?
-No.
-Anda, Eri. Dímelo. No seas mala.
-No.
Me miró a los ojos, expectante. Vi cómo se preguntaba la manera en la que me sonsacaría la información. Las comisuras de su boca se alzaron ligeramente; ya tenía una idea.
Me eché a temblar justo cuando movió sus manos hacia mis caderas y comenzó a masajearme justo donde tenía el hueso de la pelvis con los pulgares. Se inclinó hacia mí y me empezó a susurrarme al oído.
-¿Seguro que es secreto?
-Seguro-casi gemí, cerrando los ojos. Dios, como siga así, lo siento pero lo violo delante de las crías. ¿Karma? ¿Puedes oírme? ¡Eleanor! ¡Eleanor, llévanos a mi habitación, anda! ¡Tú puedes hacerlo todo, El! ¡Venga, no quieres dejar sin infancia a tus ex cuñadas!
 Me mordisqueó el lóbulo de la oreja.
-Estás jugando sucio-me quejé, aunque en realidad me encantara que jugara sucio. Ya empezaba a notar los familiares torrentes de fuego que subían y bajaban por mi cuerpo, mi necesidad de pegarme a él, de fundirme con él...
-Como soy el único...
 -Mira quién fue a hablar-me burlé, sacando el poco coraje que me quedaba dentro.
Como siguiera así diez segundos más, me arrepentiría hasta el día en que me muriese de haber abierto la boca en ese momento y haber malgastado energía en ponerme chula. Porque iba a traumatizar a mis cuñadas.
No solo a las pequeñas.
En mi mente se formaba tal festival de perversiones que hasta Lottie se iba a escandalizar. Oh, Dios. Pero es que sabía tan bien, acariciaba tan bien.
Me mordisqueó el cuello y yo me pegué más a él.  Gemí cuando noté su erección.
Bueno, por lo menos no era la única que no se podía controlar en esa situación.
-Venga, Eri-musitó, su aliento quemaba en mi cuello. Quemaba, ardía, y a mí me encantaba eso. Siempre había sido fan incondicional del fuego antes que del hielo. Salvo en aquella época en la que había sido Team Edward, pero la culpa no era mía.
Si leías los libros, apoyabas de Edward. Los libros estaban hechos para que te pusieras de parte del vampiro. Pero si veías las películas antes que el libro, no podías hacer otra cosa que enamorarte locamente de la sonrisa de Taylor.
Y luego yo era del reducido grupo que había escapado de las garras de Edward para dejarme atrapar por las de Jacob, a pesar de haber leído los libros.
Desertora.
Pero rectificar (o desertar) era de sabios.
-Me da vergüenza-confesé. Sonrió, sus dientes acariciaron el lóbulo de mi oreja (otra vez) y yo gemí (Oh, Jesucristo, Louis. Déjate de estupideces y tómame aquí mismo) otra vez.
-¿Por qué?
-Ya te enterarás.
-Quiero enterarme ahora-y su lengua volvió a jugar con mi oreja.
¡PÁRALO, ELEANOR! ¡PÁRALO Y MI PRIMERA HIJA LLEVARÁ TU NOMBRE!
Casi pude escuchar la risa musical de Eleanor y su no me interesa, esto es divertido, en mi cabeza.
 Pero yo aguanté y aguanté. Se me ocurrió la vaga idea de que Danielle se hubiera apidadado de mi alma mortal y que hubiera decidido luchar contra Eleanor, para ganar Dani una batalla, solo para variar.
O tal vez no soportaba ver a Liam y Alba juntos.
Sí, era eso.
-No.
Suspiró, me miró a los ojos. Ahora tenía un matiz chispeante, victorioso.
Mierda.
Había un plan B.
Y yo apenas había aguantado el plan A.
-Fizzy-musitó. Su hermana giró la cabeza y sonrió, pero él no apartó los ojos de mí-.¿A dónde habéis ido?
Lottie se revolvió en su asiento, incómoda, pero a la vez divertida.
-A...
-Fizzy-la mandé callar, y ella obedeció.
Louis cambió el peso de su cuerpo de un pie a otro y miró a su hermana.
-Si me dices qué se ha comprado que no me quiere enseñar-hizo una pausa dramática, Fizzy se recostó en el reposabrazos y se inclinó hacia él, deseosa de que continuara-, te vienes de gira con nosotros.
¡Hijo de!
Fizzy no iba a rechazar una oferta así. No podía. No debía. Ni siquiera quería.
-Hemos ido a V...
-Felicité Tomlinson-ladré, y ella se estremeció. En ese momento recordé todas las películas en las que una cabreadísima madre utilizaba el nombre completo de su hijo o hija para acojonarle. Y yo lo conseguí en ese momento-, como se lo digas te juro por Dios que no llegas a mi edad. Nunca. Te mato aquí mismo.
Paseó su mirada de su hermano a su cuñada. Louis, Eri, Louis, Eri.
Era la oportunidad de su vida.
Pero su vida no llegaría a esa oportunidad.
-Soy española-murmuré, más para mí que para ella-. Los españoles éramos el Coco de los niños belgas.
Duérmte niño, duérmete ya, que vienen los españoles y te matarán...
En aquella época donde nunca se ponía el sol en territorio español.
Y ahora nos peleábamos por una triste piedra al sur de nuestro país, y luchábamos por contener oleadas independentistas en el norte y el noreste de la península.
Fabuloso.
Cómo has envejecido, España. No hay quien te reconozca.
Aquella voz jocosa tenía acento británico, francés, alemán...
Habíamos descubierto un continente entero hacía apenas 600 años y ahora éramos de los países que peor estaban en su propio continente.
Pero teníamos un poder ancestral. Nuestro idioma. Ese que era el segundo idioma materno del mundo, después del chino.
Y éramos fuertes.
Teníamos tacos, amenazas, de todo...
Una munición impresionante para minar el amor propio del enemigo.
Y Fizzy se dio cuenta de eso.
Se encogió de hombros lentamente, negó con la cabeza y susurró:
-Te enterarás dentro de poco, Louis. Te lo prometo.
Louis me miró un segundo, herido.
Me encogí de hombros, luchando por que su dolor no me afectara demasiado, a pesar de que pasaba de su piel a la mía a una velocidad abismal.
Como mil cuchillos clavándose en mí.
Tomé sus manos entre las mías.
-Soy española, Lou. A pesar de este acento-el de furcia Californiana-. La roja. Fernando Alonso. Jorge Lorenzo. Pau Gasol. ÑBA. Gemma Mengual-me encogí de hombros-. Llevo en los genes ganar.
Sonrió.
-Y yo mandar en todas partes.
Le acaricié la mejilla.
-Podemos hacer un buen equipo.
-Ya lo hacemos.
Me incliné hacia él lentamente, y justo cuando nuestros labios se encontraron, las gemelas gritaron:
-¡ARRE, CABALLITO, COOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOORRE!
La acción había llegado a la peli.

Los chicos aporreaban el piano, las guitarras, un par de sartenes a modo de batería y el triángulo de Zayn (pobre Zayn, cuándo acabaría el cachondeo para con su triángulo), y nosotras estábamos en la piscina, bronceándonos.
Les estaba contando el episodio del salón a las chicas para tranquilizar a Alba ante el inminente cumpleaños de su novio.
Noe y yo ya habíamos comprado el regalo para Liam.
Alba, no.
-Ábrete de piernas y que te la meta sin condón-sugerí. Y me dio una bofetada.
Pero mis carcajadas histéricas valieron esa bofetada y muchas más.
No es que no me pareciera bien que Alba tuviera que darle un regalo material a Liam, pero a fin de cuentas, le estaba haciendo una fiesta sorpresa. Ayudada por los chicos, claro, porque para hacer las reservas en el bar había que usar a un mayor de edad (lo que en Inglaterra era a los 21, con lo cual, ¡tachán! Louis era el ideal, aunque aún no los alcanzara), o por lo menos, mayor de 18. Louis reservó la sala de fiestas que Alba llevaba mirando como loca dos días, estudiando hasta el más mínimo detalle.
Noe y yo tuvimos que contenerla para que no saliera corriendo al sitio ese algodón en mano, dispuesta a observar la limpieza de los suelos, temperatura y humedad del ambiente...
Sí, estaría bien que le diera un regalo a Liam.
Sí, era normal que se volviera loca.
Sí, a mí tampoco se me ocurriría nada que regalarle a Louis. De momento.
Menos mal que cumplía años un día antes de Navidad. Así solo me rompería la cabeza una vez al año.
Todos nos habíamos esforzado en que Liam no se enterara de lo que nos traíamos entre manos, lo cual era muy difícil porque: a) era el más responsable del grupo, b) al ser el mediano de todos, también era una especie de puente (si es que One Direction necesitaba un puente, claro), c) era como el padre de los demás, y siempre tenía una autoridad con la que nadie podía competir, ni siquiera Louis aun siendo el mayor.
O, y d) él era el que se había encargado de manejar los asuntos de prensa, la agenda, etc. (cuando Louis se acordaba de darle los avisos que le mandaban a él, todavía no sabía por qué la gente hablaba primero con Louis cuando todo el mundo lo conocía y sabía cómo era, pero bueno, no iba a meterme en esos cenagales yo sola).
Manejar cosas como preparar a los chicos para los conciertos, sacarlos de la cama temprano cuando era necesario...
Preparar las fiestas de los demás...
Nada, tonterías.
Claro que el resto teníamos un as en la manga.
Yo.
Porque yo tenía la cabeza al estilo de Liam, solo que era buena mentirosa.
Muy buena mentirosa.
Demasiado buena mentirosa.
Y escurría el bulto como nadie.
Y sabía crearnos coartadas a los demás con solo chasquear los dedos.
¿Que dónde está Harry? Está con Alba mirando tartas, pero, querido Liam, te diré que se han ido a correr. ¿Que por qué Zayn y Niall no paran de mirar la cartera? Porque están pensando en tu regalo, quieren juntar dinero para comprarte un coche, pero te diré que han hecho una apuesta sobre hípica. ¿Que por qué no para de mirar Noe catálogos de videojuegos por Internet? En realidad el juego es para ti, pero está buscando alguno guay para su primo Gregorio, ese que no existe, sí.
¿Que por qué estoy tan irascible, o lo he estado? Porque no sabía qué regalarte, aunque prefiero alimentar ese tópico femenino diciéndote que tengo la regla.
Me iba a explotar la cabeza de tanto pensar.
Menos mal que Louis andaba cerca para calmarme con solo ponerme un dedo encima.
¿Está cansada de llegar a casa y no poder descansar por culpa de esos tacones de infarto, los calambres que le dan, jaquecas...? ¡No se preocupe, señora! ¡Déjese de medicinas, y llévese un Louis Tomlinson a casa! ¡Por el módico precio de cargarse a su novia y secuestrarlo a él!
 -Chicas. Chicas. ¡Chicas!-gritó Niall desde la puerta de cristal, un poco sonrojado por estar nosotras en bikini y él totalmente vestido. Dentro de 20 años, si seguía el camino de muchos cantantes, los videoclips de la banda serían así. Con tías en bikini y ellos vestidos, dejando que las chavalas se restregaran contra ellos. Guay.
Nos giramos a la vez y lo miramos con los ojos entrecerrados.
-Vestíos y venid al salón.
Alba y yo alzamos los pulgares mientras Noe comenzaba a vestirse.
Remoloneamos hasta llegar al salón. La verdad es que no me apetecía un carajo meterme en casa con el sol precioso que hacía en Londres, que era algo parecido a encontrar un oasis en medio del Sahara.
Oh, Jesucristo. Menudo día.
La charla de los chicos me sacó de mis ensoñaciones. Estaban todos de pie, hablando, riéndose y dándose empujones en plan machitos.
Solo que eran seis.
Seis.
S-e-i-s.
Ahí sobraba uno.
Y ese uno se giró y nos dedicó una dulce sonrisa.
-Hola-saludó.
Noemí se quedó de piedra, clavada en su sitio, con los ojos como platos. Todos los ojos de la habitación se clavaron en ella.
Incluídos los de su ídolo, Justin. El de los 27 seguidores.
El Justiniano al que le gusta rapear, rapea para alante y rapea para atrás, rapea para arriba y rapea para abajo, la cosa es que ya no tiene trabajo (JÁ!)
Balbuceó una serie de cosas incomprensibles durante un rato que me pareció interminable (Dios, mátala, por favor, mátala).
-Justin-musitó, con la voz seductora que ponía cuando se emocionaba.
Y se desmayó.
-Menuda leche-musitó Alba, sin moverse a recogerla.
-Esta cría es tonta-asentí yo. Nos miramos un momento, y nos echamos a reír como locas.

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